El Qué del Mal
por George Sidney Hurd -- ¿Qué es el mal, y cómo llegó a ser tan prevalente en nuestras vidas? ¿Cuál es el origen del mal? Si Dios es omnisciente, todo poderoso y todo amor, ¿por qué permitiría que el mal entrara en Su buena creación y además permitir que continuara por épocas enteras? ¿Qué propósito más alto podría cumplir el mal como para justificar su continuación? Estas son algunas de las preguntas que espero poder presentar para su consideración en los siguientes tres blogs. Muchas de estas preguntas tienen respuesta en las Escrituras, mientras que otras tienen que permanecer en misterio hasta que podamos ver el gran cuadro, como fue con José en Egipto y Job en su prueba. Los que hemos probado que el Señor es bueno podemos reposar asegurados de que, de alguna manera, Él está obrando todas las cosas para el bien en nuestras vidas, y que Su historia de la creación terminará de una manera mucha más gloriosa de lo que era al comienzo (Sal 34:8). Todo lo hace hermoso en Su tiempo (Ecl 3:11). Las respuestas son mucho más fáciles de descubrir para nosotros que creemos que el plan de Dios para las épocas culmina en la restauración final de todos, creyendo que todo mal habrá sido finalmente removido cuando Dios llega a ser todo, en todos al fin de las épocas. Sin embargo, los Infernalistas que creen que Dios Mismo perpetúa el mal, infligiendo tormentos sin fin sobre la gran mayoría de la humanidad, junto con dos tercios de los ángeles, tienen más que preguntas para resolver: ellos se enfrentan con dilemas morales y lógicos muy reales que desafían a toda explicación razonable. Para ellos, no es simplemente la cuestión del mal, sino el problema del mal. Solamente los Universalistas Bíblicos pueden explicar la presencia del mal en la creación de Dios de una manera razonable sin disminuir Su naturaleza esencial, que es amor, ni Sus atributos inmutables de la omnipotencia y la omnisciencia. Los Calvinistas mantienen la omnipotencia de Dios, pero limitan Su amor y misericordia, diciendo que Dios decreta y castiga el mal solamente para Su propia auto-glorificación. Según la Confesión Westminster, dicen que Dios “extiende o abstiene misericordia, como le plazca a Él, para la gloria de Su poder Soberano sobre Sus criaturas, pasarles por alto; y a ordenarles deshonra e ira por sus pecados, para la alabanza de Su gloriosa justicia (énfasis mío).” [i] Por otro lado, los Arminianos procuran preservar el amor y bondad de Dios limitando Su omnipotencia, diciendo que Dios ama a todos, pero Él tiene que permitir la entrada del mal en Su buena creación, y eternalmente existir en ella, por respeto de las decisiones del libre albedrío de los hombres y ángeles caídos. Dios, que quiere que todos se salven, y ha jurado que todos doblarán rodilla ante Él, de alguna manera tiene que doblar rodilla al libre albedrío de los pecadores perdidos. Los Arminianos terminan sacrificando la soberanía de Dios, con tal de preservar la soberanía del libre albedrío del hombre, solo para después negarles para siempre su libre albedrío en el momento que el corazón deje de latir. Los Teístas Abiertos van un paso más, procurando a justificarle a Dios, no solamente sacrificando Su soberanía, sino también Su omnisciencia, diciendo que Dios no pudo evitar la entrada y perpetuación del mal porque, o, no pudo ver el futuro, o Él eligió no verlo por respeto a nuestro soberano libre albedrío. Considero esta y otras dificultades con el Teísmo Abierto en una serie de dos blogs: ¿Conoce Dios Mi Futuro? En contraste con el modelo Infernalista que presenta a Dios como creando un dualismo eterno, una vez entendamos que el plan eterno de Dios para las épocas culmina en la restauración final de todos a un estado mucho más glorioso de lo que disfrutaban Adán y Eva antes de la caída, llega a ser mucho más fácil entender la cuestión del mal. En este primero de cuatro blogs, comenzaremos por procurar entender mejor qué es el mal. El mal no es alguna “cosa” que Dios originalmente creó. Para aquellos que preguntan si Dios Mismo originalmente creó el mal, la respuesta inequívoca es no. En la historia de la creación en Génesis, dice: “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Gen 1:31). Al contrario a como piensan las religiones orientales, en el principio todo era bueno en gran manera. El mal no ha coexistido eternamente con el bien, ni tampoco existirá para siempre como la Tradición nos ha enseñado. El mal entró en la creación tiempo/espacio de Dios en un punto específico de tiempo y dejará de existir cuando Dios llegue a ser todo en todos, cuando entremos en la eternidad de Dios donde el mal no puede existir (1Cor 15:28; Apo 21:4). Algunos equivocadamente han pensado que el mal precedía a la creación y que Dios lo incluyó en la creación al hacer el árbol de la ciencia del bien y del mal. Sin embargo, el mal no estaba dentro del fruto mismo, como si el mal fuera una sustancia creada tangible que podría ser ingerida. El mal primero fue concebido en el corazón y mente de Adán y Eva y entonces fue actuado por su transgresión contra el mandato de Dios de no comer del árbol prohibido. El mal no es una cosa creada como un frutal. Más bien, el mal consiste en las acciones subsecuentes de las criaturas de Dios que escogen actuar en desobediencia, independientemente de Su voluntad. El mal no es una cosa, sino una acción. El mal primero se concibe en el corazón como un deseo, que después da a luz un pecado o el mal. Dios no fue la fuente del mal, ni la fuente de la tentación. Como dijo Santiago, el medio hermano del Señor: “Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; 14 sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. 15 Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte. 16 Amados hermanos míos, no erréis” (Stg 1:13-16) El engaño que Santiago nos advierte es la mentira de que Dios es de alguna manera el tentador o la fuente del mal. Dios es luz y en Él no hay ningunas tinieblas (1Jn 1:5). Aunque es cierto que Dios habita la eternidad y por lo tanto jamás ha habido un tiempo cuando Él no ha poseído el conocimiento del mal que Sus criaturas cometerían, el mal no está en Él, y tampoco proviene el mal de Él como fuente. El mal no es una creación de Dios, sino exclusivamente una acción independiente de la criatura. Dos clases del mal Hemos visto que Dios es luz y que en Él no hay ningunas tinieblas. Él es el Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación (Stg 1:17). Moisés, a quién Dios mostró sus caminos como a ningún otro, dice de Él: “El es la Roca, cuya obra es perfecta, porque todos sus caminos son rectitud; Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en él; Es justo y recto.” (Deut 32:4) Considerando que la creación de Dios es perfecta y que Él es justo en todos Sus caminos, cualquier teodicea que presente a Dios como la fuente primaria del mal de cualquier índole es una mala representación del carácter de Dios como revelado en las Escrituras. Hay dos formas distintas del mal descritas en la Biblia, 1) el mal moral y 2) el mal natural. Sin embargo, ninguno de los dos fueron originalmente una parte de la buena creación de Dios, sino que entraron a través de la caída. Mal moral Como ya hemos visto, el mal moral no es alguna “cosa” que Dios creó, sino acciones pecaminosas e injustas que se originaron en la mente y el corazón de seres con libre albedrío. Como dijo Jesús: “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias.” (Mt 15:19) Ya hemos visto como Santiago advierte contra ser engañados a pensar que Dios es de alguna manera la fuente del mal moral (Stg 1:13-16). Si Dios fuera de alguna manera responsable de nuestro mal moral, entonces Él sería injusto en castigar a los malhechores. Pablo de manera enfática niega que Dios está actuando injustamente cuando Él juzga a los malhechores, diciendo: “¿qué diremos? ¿Será injusto Dios que da castigo? (Hablo como hombre.) 6 En ninguna manera; de otro modo, ¿cómo juzgaría Dios al mundo? (Rom 3:5-6). Si Dios fuera de alguna manera responsable por nuestros pecados, entonces nuestra redención habría sido Su obligación moral, en vez de ser un acto de Su gracia y misericordia no merecidas, como es presentada en las Escrituras. El mal natural El mal natural es un término utilizado para referirse a cosas como el cáncer, defectos de nacimiento, tornados, terremotos, maremotos, huracanes y otros fenómenos. Contrario a las teorías seculares, Dios creó todas las cosas buenas, y el mal natural no existía en la creación hasta la caída cuando la muerte entró en el mundo y la creación fue sujeta a la vanidad como consecuencia del pecado del hombre (Rom 5:12; 8:20-22). Originalmente al hombre le fue dado dominio sobre la tierra, pero cuando Adán y Eva cedieron a la tentación de Satanás a través de la serpiente, ellos entregaron su dominio a Satanás. Actualmente, él es el dios de este siglo y el mundo entero está bajo él (2Cor 4:4; 1Jn 5:19). La tierra fue maldita como consecuencia de la desobediencia del hombre cuando él perdió su dominio ante Satanás. Eso fue cuando la tierra comenzó a producir espinos y cardos, y en vez de ser sumisos los animales al hombre, se volvieron hostiles, haciendo necesario que Dios pusiera el temor del hombre en ellos. La primera mención de desastres naturales es cuando fueron rotas las fuentes del gran abismo, trayendo el diluvio debido al mal desenfrenado de los hombres (Gen 7:11). Por lo tanto, Dios no es el autor del mal moral, ni tampoco el mal natural, porque no eran parte de Su creación original. Muchos han entendido mal Isaías 45: como traducido en la versión autorizada del Inglés (KJV) como diciendo que Dios creó el mal. La traducción dice: “I form the light, and create darkness: I make peace (shalom), and create evil (ra‘): I the LORD do all these things.” (Isa 45:7 KJV) La versión Sagradas Escrituras en español lo tradujo igual diciendo: “Que formo la luz, y creo las tinieblas; que hago la paz y que creo el mal (ra‘). Yo soy el SEÑOR, que hago todo esto.” Ya habiendo visto que Dios originalmente creo todas las cosas buenas y perfectas y que todos Sus caminos son justos, es evidente que Dios aquí no está diciendo que Él directamente creó el mal en el principio, sea el mal moral y el mal natural. Anteriormente yo entendía este versículo como Dios aceptando la responsabilidad indirecta de haber creado seres con el libre albedrío y con la capacidad de concebir el mal en su corazón, que sería cierto, dado que Él los creó sabiendo que ellos iban a introducir el mal en Su creación. Sin embargo, después de contemplar más cuidadosamente lo que Dios realmente dice en el contexto de este versículo, llegó a ser obvio que la creación original ni es mencionada aquí. En Isaías 45 Dios está dirigiendo la palabra a Ciro el rey de Persia, quien aquí es llamado por nombre, años antes de su nacimiento. Cuando dijo que Él es quién hace la paz y crea el mal (tiempo presente), Él no está hablando de la creación original, sino lo que hace en el presente. Él está haciendo un contraste entre Él Mismo y los dioses de Persia. Los persas adoraron a Ahura Mazda, que era el rey de los dioses. Sin embargo, él no fue considerado el todopoderoso. Ellos también rendían tributo a Angra Mainyu, que era el príncipe del ra‘ o el mal, caos y discordia. Ellos también tenían Mithra, el dios de luz, o dios del amanecer. El Señor aquí está diciéndole a Ciro que Él es el único verdadero Dios, la fuente de todas las cosas, incluyendo la luz y las tinieblas, de la paz y el mal (ra‘). La palabra usualmente significa “el mal moral” en las Escrituras. Incluso cuando hace referencia del árbol de la ciencia del bien y del mal, ra‘ es la palabra utilizada. Sin embargo, la palabra ra‘ aparece 667 veces en el Antiguo Testamento, y hay muchas instancias donde ra‘ se usa para cosas malas en general, como las sarnas “malignas” (ra‘) (Job 2:7), la “calamidad” (ra‘), como una plaga 2Sam 24:16), o un “desastre” (ra‘) por una invasión enemiga (Jer 4:6), en contraste con la paz (shalom), igual como vemos aquí en Isaías 45:17. Lo que Dios está diciendo a Ciro es, “Yo soy el Dios que debes buscar para una buena cosecha, no Mithra. Si quieres paz en vez de destrucción de guerra, pon tu rostro hacia Mí en vez de estar ofreciendo sacrificios a Angra Mainyu, el dios demoniaco del ra‘, caos y discordia, tratando de persuadirlo a dejarlo en paz.” A través de las Escrituras vemos que Dios, por Su propios buenos propósitos, crea el mal natural, o directa o indirectamente. Por motivos que estaremos considerando en el tercer blog de este serie, Dios a menudo permite que Sus hijos sufran aflicción, pero, como con Job y José, Él los libera de ella y los hace más que vencedores. Como dice el salmista: “Muchas son las aflicciones (ra‘) del justo, pero de todas ellas le librará Jehová” (Sal 34:19). Dios también trae el mal (ra‘) sobre los pecadores obstinados y no arrepentidos para que se arrepienten y sean restaurados. Como dice Amos 3:6, “¿Habrá algún mal (ra‘) en la ciudad, el cual Jehová no haya hecho?” Incluso vemos que Dios proclama juicios del ra‘ como castigos por el pecado no abandonado. Lamentaciones 3:38-39 dice: “No es acaso por mandato del Altísimo que acontece lo bueno y lo malo (ra‘)? ¿Por qué habría de quejarse en vida quien es castigado por sus pecados?” (NVI). ¿Hace esto a Dios malo o injusto? ¡De ninguna manera! Desde el momento que el mal moral entró en el mundo, a menudo la única forma eficaz de corrección para los malhechores obstinados es recompensar el mal ra‘ moral con el mal ra‘ natural. Nuestro propio sentido innato de justicia nos dice que el Juez de toda la tierra sería injusto si fuera dejar a un Hitler o un Putin no arrepentido sin justa retribución, que sería el ra‘ natural por el ra‘ moral. De hecho, esto es lo que vemos a través de las Escrituras. A aquellos que acusan a Dios de ser injusto en recompensar el mal ra‘ moral con el mal ra‘ natural, Pablo respondió: “¿qué diremos? ¿Será injusto Dios que da castigo? (Hablo como hombre.) 6 En ninguna manera; de otro modo, ¿cómo juzgaría Dios al mundo?” (Rom 3:5-6). Él también dijo a los fieles bajo la persecución: “Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan” (2 Tes 1:6). Aquellos que creen que el amor de Dios es exclusivamente cruciforme tienen que rechazar esas Escrituras que presentan a Dios como un Juez justo, ejecutando justicia contra los no arrepentidos. Tristemente, muchos hoy en día sobre reaccionan en contra del dogma diabólico que enseña que Dios da castigo infinito por los pecados finitos sin un propósito restaurativo, solo para después rechazar a toda referencia en Escritura donde Dios actúa como el Juez que es. Bien entendido, los juicios de Dios donde Él inflige ra‘ natural sobre aquellos que cometen el ra‘ moral son buenos, dado que la ejecución de Su justicia siempre tiene corrección como su motivo y la restauración como su fin, de la misma manera que el ra‘ correctivo de un buen padre se aplica para corregir el ra‘ moral en su hijo desobediente. El salmista entendió esto y pudo decir: “Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; mas ahora guardo tu palabra… Bueno me es haber sido humillado, Para que aprenda tus estatutos… Conozco, oh Jehová, que tus juicios son justos, y que conforme a tu fidelidad me afligiste.” (Sal 119:67,71,75) En conclusión, hemos visto que el mal moral no es alguna “cosa” que creó Dios, sino que el mal tiene que ver con los malos pensamientos y acciones de los seres con su libre albedrío, habiendo sido creados buenos originalmente. Tampoco existía el mal natural en la buena creación de Dios, sino que vino después como consecuencia del pecado del hombre. En el próximo blog vamos a considerar la segunda cuestión del mal - ¿de dónde se originó el mal? Entonces en el blog final estaremos considerando lo que para mí es la cuestión más importante de todas. ¿Qué propósito tuvo Dios en determinar permitir el mal y como es que finalmente obran todas las cosas para el bien de todos? [i] The Westminster Confession of Faith, Chap. 3 — Articles 6 and 7.
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