por George Sidney Hurd
“…cuando el Señor Jesús se manifieste desde el cielo entre llamas de fuego, con sus poderosos ángeles, 8 para castigar a los que no conocen a Dios ni obedecen el evangelio de nuestro Señor Jesús. 9 Ellos sufrirán el castigo de la destrucción eterna (ólethros aiónios), lejos de la presencia del Señor y de la majestad de su poder.” (2Tesalonicenses 1:7-9 NVI) ¿Qué significa la frase comúnmente rendida como “destrucción eterna de la presencia del Señor”? Unos dicen que refiere a la aniquilación final de uno, mientras que otros lo entienden como describiendo tormento eterno lejos de la presencia de Dios. En el siguiente artículo tomado de mi libro El Triunfo de la Misericordia demuestro que, cuando es entendido correctamente habla de una destrucción temporal de la carne pecaminosa e independiente, resultando en la restauración. En el capítulo 5 del libro El Triunfo de la Misericordia y también en mi blog La Duración del Castigo, demuestro que aiónios significa “eonian” o “lo que pertenece a la época/s,” en vez de “eterno.” Siendo así, es evidente que la destrucción eonian (ólethros aiónios) no se refiere a algo sin fin, sino más bien a un proceso que continúa por un tiempo indefinido. La palabra olethros aparece cuatro veces en el Nuevo Testamento y significa “destrucción, ruina o corrupción.” No significa aniquilación, como afirman los aniquilacionistas porque es usado para describir la condición o estado de personas aún vivas físicamente o de cosas que aún existen. 1Timoteo 6:9 sirve para ilustrar esto: “Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción (olethros) y perdición (apóleia).” Muchas personas que han caído en el pecado y los vicios están destruidas; viviendo perdidamente y lejos de Dios. No es que han dejado de existir, pero su vida está en ruinas. Jesús dijo del hijo pródigo que vivía perdidamente. No volvió en si hasta que su vida estaba destruida o en ruinas. Estudié el español por un tiempo en la hermosa ciudad de Antigua Guatemala donde hay muchas ruinas. Los edificios fueron “destruidos” por terremotos, pero no han dejado de existir. Muchos ya han sido restaurados. Destrucción no es un sinónimo de aniquilación. También, la palabra ólethros en 2Tesolónicas 1:9 no permite que refiera a un proceso interminable en el sentido de destruyendo eternamente. La morfología de la palabra griega para “destrucción” (ólethros) indica que es una palabra de acción que nombra el resultado de una acción, en vez de describir la acción misma, así como nuestro sufijo –ción en español. [i] Aún si la acción fuera continuar por épocas, tiene que terminar porque el sufijo –ción enfatiza el resultado final y no el proceso. La palabra refiere a un proceso de destrucción que tiene que terminar una vez que la destrucción sea consumada. Como dice el Salmista: “Haces que el hombre vuelva a ser polvo, y dices: Volved, hijos de los hombres” (Sal 90:3). Cualquier teodicea que incluye tormentos sin fin no toma en cuenta la morfología de la palabra ólethros, ni la prometida restauración de todos. No toma en cuenta el clímax de las épocas, profetizado desde el principio. (Hch 3:21,25). ¿En qué sentido puede uno sufrir destrucción temporal resultando en el beneficio del sentenciado? No tenemos que buscar lejos en el Nuevo Testamento para encontrar la respuesta. Pablo dio órdenes a los corintos a entregar al que estaba fornicando con la mujer de su padre a Satanás para una destrucción, pero era una destrucción con un fin positivo: “En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, 5 el tal sea entregado a Satanás para destrucción (olethros) de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús.” (1Cor 5:4-5) Aquí vemos un fin restaurativo en excluir a este hombre de la comunidad de los santos. Él fue entregado a Satanás para destrucción, pero no de su ser como persona, sino de su carne pecaminosa. Si uno persiste en el pecado es para su propio bien la destrucción eonian – no solo para el bien de los demás. De la misma manera los que mueren sin morir a la carne serán entregados al castigo correctivo (kolasis) por el tiempo necesario para destruir la vida del alma y su carne. Será una destrucción eonian, pero no eterna. Puede que dure tres días o tres milenios. Lo que sabemos es que será hasta la destrucción de la carne porque sin la santidad nadie verá al Señor (Heb 12:14). La destrucción eonian en 2Tesalonicenses 1:9, según La Reina Valera 1960, es ocasionada por estar excluido de la presencia del Señor. En La Reina Valera de 1909 y en la Versión Sagradas Escrituras dicen que es por la presencia del Señor. “los cuales sufrirán pena de eterna perdición (olethros aionios), excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder.” (2Tes 1:9 Reina Valera 1960) “los cuales serán castigados de eterna perdición por la presencia del Señor, y por la gloria de su potencia.” (2Tes 1:9 Reina Valera 1909) “los cuales serán castigados de eterna perdición por la presencia del Señor, y por la gloria de su potencia.” (2Tes 1:9 SSE) Gramáticamente podría ser traducida de cualquiera de las dos maneras, y prácticamente los condenados sufrirán tanto por la presencia como por ser excluidos de la presencia. En Apocalipsis 14:10 dice que serán atormentados “con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero.” Veremos esto con más detalle más adelante. Basta decir aquí que su tormento será ocasionado por estar expuesto a la mirada de Aquel cuyos ojos son penetrantes como llama de fuego. Sufrirán vergüenza eonian por la presencia del Señor. Pero, a la vez, serán excluidos de la presencia, porque sin la santidad nadie verá al Señor. Su tormento será tanto por ser visto por Él, como será por ver de lejos Su reino en su gloria y no poderse acercar por la vergüenza de su inmundicia. Como el apóstol Juan nos exhortó como hijos de Dios: “Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de (apo) él avergonzados.” (1Juan 2:28). Aquí aparece otra vez la preposición griega apo, que puede expresar tanto la idea de alejarnos de Su presencia, como también alejarnos por Su presencia. Yo creo que ambos sentidos aplican. Si no permanecemos en Él, nuestra vergüenza nos obligará a alejarnos de Su Presencia, y por Su presencia, escondiéndonos en nuestra vergüenza igual como se escondió Adán del Señor en su vergüenza en el Edén. Creo que la Segunda Muerte se trata de la destrucción eonian, tanto de la presencia como por la presencia del Señor. Todos tenemos que morir dos muertes. Una es física y la otra es morir al independiente YO y a la carne. Jesús nos dice, “el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda (apolumi “destruir, perder”) su vida por causa de mí, la hallará.” (Mateo 16:25). Son inevitables las dos muertes. Es mejor morir ahora en esta vida que sufrir daño de la Segunda Muerte después de su muerte física y el juicio (Apo 2:11; 21:8). “Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado; y sobre quien ella cayere, le desmenuzará.” (Mateo 21:44) Los que creen en esta vida y se sometan al trato de Dios para ser santificados ahora en esta vida serán quebrantados. Es un proceso doloroso de la muerte al YO. Pero es mucho más preferible a lo que les espera a los que no se sometan al trato de Dios en esta vida. Por eso dice que “es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen.” (1Tim 4:10). Un día toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Jesús es el Señor (Fil 2:11), pero más bienaventurados los que lo hacen ahora en esta vida. Pero, ¿Quién sería el beneficiario de una pena de destrucción eterna sin fin? ¿El Dios Padre y creador de todos? ¿Es concebible que el Dios de amor; infinito en sabiduría predestinara un basurero cósmico donde la gran mayoría de sus creaturas pasarían la eternidad en un miserable estado consciente de destrucción y ruina sin ningún plan para su restauración? ¿Será posible que le diera satisfacción a Dios, contemplar el sufrimiento de tantos miles de millones de sus creaturas por toda la eternidad? ¿Cómo podemos reconciliar tal concepto de Dios con pasajes como los siguientes? “Misericordioso y clemente es Jehová; lento para la ira, y grande en misericordia. 9 No contenderá para siempre, ni para siempre guardará el enojo.” (Salmo 103:8-9) “Porque el Señor no desecha para siempre; 32 Antes si aflige, también se compadece según la multitud de sus misericordias; 33 Porque no aflige ni entristece voluntariamente a los hijos de los hombres.” (Lam 3:31-33) “Porque un momento será su ira, pero su favor dura toda la vida. Por la noche durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría.” (Salmo 30:5) “…No ha guardado para siempre su enojo, porque él se complace en la misericordia.” (Miqueas 7:18) “…porque misericordioso soy yo, dice Jehová, no guardaré para siempre el enojo. 13 Reconoce, pues, tu maldad…” (Jer 3:12-13) ¿Ha escuchado a alguien hablar de la “ira eterna” de Dios? ¿Sabías que no aparece tal frase en todas las Escrituras? Al contrario, lo que vemos es que Su ira es la que dura solo por un momento a comparación con su favor que es para siempre; que no guarda el enojo eternamente. Es Su amor que nunca deja de ser, no Su ira (1Cor 13:8). ¿Cómo puede Dios, que no desecha para siempre, dar la pena de “eterna” perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder para siempre? En cambio, si podemos ver que se trata de la destrucción de la carne, y que es eonian en vez de eterno; podemos entonces entender cómo el Dios de amor lo permitiría, entendiendo que es solo eonian - hasta que todos sean perfeccionados. Cuando la Segunda Muerte haya cumplido su propósito, entonces el último enemigo, la muerte, habrá sido finalmente destruido. El propósito de Dios en las épocas “de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra” habrá sido finalmente cumplido (Ef 1:10). ¡Aleluya! “Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.” (Rom 11:32-36). Hay unas ocasiones cuando parece, basado en las traducciones tradicionales, que la ira de Dios es eterna. Pero el contexto revela que no es “eterno” sino por un tiempo (olam). Leyendo lo que profetiza Jeremías contra Judá, da la impresión que su castigo es “perpetuo”: “Y perderás la heredad que yo te di, y te haré servir a tus enemigos en tierra que no conociste; porque fuego habéis encendido en mi furor, que para siempre (olam) arderá.” (Jeremías 17:4) Si fuéramos a entender esta profecía contra Judá como traducido aquí llegaríamos a la conclusión que está hablando de ira eterna. También da la impresión de que su destrucción es eterna en 25:9: “he aquí enviaré y tomaré a todas las tribus del norte, dice Jehová, y a Nabucodonosor rey de Babilonia, mi siervo, y los traeré contra esta tierra y contra sus moradores, y contra todas estas naciones en derredor; y los destruiré, y los pondré por escarnio y por burla y en desolación perpetua (olam).” Sin embargo, la “ira eterna” y la “desolación perpetua” son solo por un tiempo (olam). En este caso él especifica que “para siempre” durará setenta años como vemos en los siguientes versículos: “Toda esta tierra será puesta en ruinas y en espanto; y servirán estas naciones al rey de Babilonia setenta años. 12 Y cuando sean cumplidos los setenta años, castigaré al rey de Babilonia y a aquella nación por su maldad, ha dicho Jehová, y a la tierra de los caldeos; y la convertiré en desiertos para siempre.” (Jer 25:11-12) “Porque así dijo Jehová: Cuando en Babilonia se cumplan los setenta años, yo os visitaré, y despertaré sobre vosotros mi buena palabra, para haceros volver a este lugar. 11 Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. 12 Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; 13 y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. 14 Y seré hallado por vosotros, dice Jehová, y haré volver vuestra cautividad, y os reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde os arrojé, dice Jehová; y os haré volver al lugar de donde os hice llevar.” (Jer 29:10-14). En el caso de Judá, como confirmado en la historia, la ira eonian y la destrucción eonian de Dios duró 70 años. Tome nota que, aún en Su ira, Sus pensamientos hacia ellos eran pensamientos de paz, y no de mal. (v.11) Su ira y la destrucción eran correctivas y terminaron cuando se cumplió la pena de los 70 años – no fue una destrucción eterna sino duradera (por olam). ¿Por qué debemos de pensar que la furia del Señor que arde “por siempre” y la destrucción “perpetua” en el caso de Judá durarán por un tiempo limitado pero la destrucción “eterna” de 2Tesalonisences 1:9 nunca llegará a un fin? ¿No dice Romanos 2:11 que no hay acepción de personas para con Dios? Dios no guarda para siempre su enojo y no rechaza para siempre porque Dios es amor. El amor solo muestra enojo con un fin correctivo. Solo rechaza hasta que lo busquemos. [i] Robertson, A. T.. A Grammar of the Greek New Testament in the Light of Historical Research (Kindle Location 2847). Kindle Edition.
0 Comments
Leave a Reply. |
CategorÍAs_____________
La Infalibilidad de la Biblia
El Amor de Dios
El Temor de Dios
La Cuestión del Mal
Entendiendo la Expiación
Homosexualidad y la Biblia
Reencarnación
El Teísmo Abierto
Respuestas a Objeciones:El Plan Glorioso de Dios
La Manifestación de los Hijos de Dios
¿Ha Rechazado Dios a Su Pueblo Israel?
La Trinidad y la Deidad de Cristo
La Preexistencia Eterna de Cristo
Preterismo vs. Futurismo
La Doctrina de 2 Evangelios
|