por George Sidney Hurd
“Porque todos los que son constantemente guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios. Pues no han recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez con temor, sino que han recibido el Espíritu que les da la posición de hijos adultos, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! Este mismo Espíritu constantemente da testimonio con nuestro espíritu (humano) que somos niños de Dios, y como niños, también herederos; por un lado, herederos de Dios, y por otro lado, co-herederos con Cristo, con tal de que suframos con Él para poder ser glorificados juntamente con Él. Porque he llegado a la conclusión razonada que los sufrimientos del tiempo presente no tienen peso alguno en comparación con la gloria que pronto será revelada sobre nosotros. Porque la expectativa enfocada y no divida de la creación está atentamente y pacientemente esperando la revelación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujeta a futilidad, no voluntariamente, sino por causa de Él que quién la sujetó para resultar en la esperanza de que la creación misma sea liberada de la esclavitud a la libertad gloriosa de los niños de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime y tiene dolores de parto hasta ahora, y no solamente ella, sino que nosotros mismos que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos dentro de nosotros, intensamente y pacientemente esperando la plena realización de nuestra posición como hijos adultos en el tiempo de la redención de nuestros cuerpos (Romanos 8:14-19).” [i] En Romanos capítulo ocho, citado arriba por el reconocido erudito del Griego Kenneth Wuest, el Espíritu Santo habla por el apóstol Pablo de una revelación o manifestación (apocalupsis) de los hijos de Dios. Vemos que es un evento ansiosamente esperado, no solo por toda la creación sino también por los santos que ya tienen las primicias del Espíritu Santo. La creación ha sido sujeta a futilidad desde que Adán perdió su dominio a manos de Satanás cuando desobedeció a Dios. Esa futilidad seguirá hasta el tiempo de la manifestación de los hijos de Dios cuando comienzan a andar en toda la autoridad de Cristo, el Segundo Adán. ¿Qué es lo que está descrito aquí y cuándo comenzará a manifestarse? Estas son preguntas que serán investigadas en este blog. ¿Quiénes son los Hijos Manifiestos de Dios? ¿Quiénes son estos hijos manifiestos de Dios que serán manifestados o revelados al final de esta época? El lenguaje que Pablo utiliza en el texto y sus referencias a la cultura griega nos revelan mucho. En el idioma griego koine del Nuevo Testamento hay varias palabras utilizadas para distinguir diferentes etapas del desarrollo de un hijo desde el nacimiento hasta su madurez como adulto. La primera palabra es brefas, que es utilizada para referirse a un infante antes y después del nacimiento. No llegamos a ser parte de la familia de Dios por adopción sino por nacimiento. El término “adopción” será explicado más adelante. Todos comenzamos en la familia de Dios como bebés recién nacidos: “siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre…desead, como niños recién nacidos (brefas), la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación.” (1Pedro 1:23; 2:2) La segunda palabra utilizada es nepías. Cuando querían especificar entre las etapas del desarrollo, esta palabra tenía referencia a un niño pequeño que todavía gatea; uno que aún no ha sido destetado o uno que es inmaduro. “De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños (nepías) en Cristo. Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía.” (1Corintios 3:1-2) “Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño (nepías); pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.” (Hebreos 5:13-14) La tercera etapa en el desarrollo de infante a adulto es expresada con la palabra tekníon o teknon. Ambas palabras se refieren a la niñez, pero tekníon es más de cariño y usualmente es traducido “hijitos”. El apóstol Juan utiliza este término a través de su primera epístola. En 1Juan 2:12 lo utiliza para referirse a niños espirituales en contraste con los espiritualmente más maduros: “Os escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre. Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que es desde el principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno. Os escribo a vosotros, hijitos, porque habéis conocido al Padre. Os he escrito a vosotros, padres, porque habéis conocido al que es desde el principio. Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno.” (1Juan 2:12-14) En este pasaje podemos ver una distinción entre diferentes niveles de madurez entre los santos. Los hijitos están al nivel donde saben que sus pecados han sido perdonados a través de Jesucristo. Los jóvenes han madurado y aprendido a andar en la autoridad de Cristo venciendo a Satanás. Los padres son los que, habiendo conocido a Cristo como Salvador y vencido, han llegado a tener intimidad con Él. La palabra utilizada para expresar hijos maduros es la palabra juios. Mientras que la palabra juios también es utilizada para referirse a linaje sin referencia a madurez (como nosotros presentaríamos a nuestro bebe o niño diciendo, “este es mi hijo”), cuando es utilizada para referirse al nivel del crecimiento juios hace referencia a un hijo adulto y maduro con todos los privilegios y responsabilidades de un adulto. En Gálatas 4:1-7 vemos este concepto ilustrado: “Ahora digo que entre tanto que el heredero es un menor, en nada difiere de un esclavo, aunque es dueño de todo, sino que está bajo tutores y mayordomos hasta el tiempo previamente determinado por su padre. De la misma manera, nosotros también, cuando éramos niños estábamos en un estado de servidumbre bajo los principios rudimentarios de la humanidad. Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, sujeto a la ley, para liberar a los que estaban bajo la ley con el fin de que seamos colocados como hijos adultos (juiathesía). Y por cuanto son hijos, Dios envió el Espíritu de Su Hijo a sus corazones clamando, Abba, Padre. Así que ya no son esclavos sino un hijo (juíos), y como son hijos, también son herederos de Dios.” [ii] Aquí vemos que un niño, aun siendo heredero, tiene que madurar hasta que su padre determina que es un adulto responsable (juios) antes de entregar su herencia. ¿Qué es el Significado de la Palabra Traducida “Adopción? Muchos erróneamente han aplicado el concepto occidental de adopción a la palabra griega juiothesía traduciéndola “adopción”. La palabra simplemente significa “colocar como un hijo adulto.” Es una palabra compuesta de “hijo maduro” (juíos) y títhemi que significa “poner o colocar.” El Diccionario Expositivo de las Palabras del Nuevo Testamento de Vine y el Doctor C.I. Scofield dicen lo siguiente sobre el significado de la palabra juiothesía: “En Efesios 1:5 dice que han sido predestinados para ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo, RV; la KJV, “adopción de niños” es una traducción errada y resulta en una interpretación errada. Dios no “adopta” creyentes como niños; son nacidos como tales por su Espíritu Santo por fe. “Adopción” es un término que involucra la dignidad de la relación de creyentes como hijos; no habla de colocar en la familia por nacimiento espiritual, sino colocar en posición de hijos. En Romanos 8:23 la ‘adopción’ de un creyente es presentado como algo futuro, porque allí incluye la redención del cuerpo, cuando los vivos serán cambiados y los que han dormido serán resucitados.” [iii] “Adopción (juiothesía, “colocando como hijo”) no es tanto una palabra de relación como de posición. La relación a Dios como niño resulta del Nuevo nacimiento (Juan 1:12,13), mientras que adopción es un hecho de Dios en que uno ya siendo niño es, a través de la redención de la ley, colocado en la posición de un hijo adulto (Gálatas 4:1-5). El Espíritu que mora en nosotros revela esto en la experiencia del presente (Gálatas 4:6); pero la plena manifestación de la posición de hijos como creyentes espera la resurrección, transformación y rapto de los santos, que es llamado ‘la redención del cuerpo’ (Romanos 8:23; 1Tesalonicenses 4:14-17; Efesios 1:14; 1Juan 3:2).” [iv] Las Tres Etapas de Desarrollo de un Hijo en la Tradición Hebrea Estas tres etapas de desarrollo de un hijo Hebreo para llegar a ser un hijo adulto eran celebradas con tres ceremonias judías: 1) Circuncisión, 2) Benei Mitzvá y 3) la Juiothesía cuando el padre le entregaba al hijo los privilegios y responsabilidades como un hijo adulto. La primera etapa es de la circuncisión en el octavo día después de nacer hasta que el niño llegue a los doce años. Durante esta etapa el niño es enseñado en la ley. Durante la segunda etapa el hijo aprende los estatutos de la Torá y es instruido en el negocio de su padre. El Doctor Gerhard Kittel hace referencia a todas las tres etapas en su obra distinguida: “En la familia judía hijos recibieron la señal de la circuncisión al octavo día de nacer y en la temprana adolescencia fueron instruidos por sus padres en el Torá. Cuando ya ha sido enseñado en la ley, el muchacho en su treceavo año llega a ser plenamente responsable de observar los mandamientos de ese tiempo en adelante… En el Qumran y la literatura rabínica hay reglas precisas para cada edad. 1 QSa 1:6-19ª dice que en el tiempo final la instrucción del joven israelita en los estatutos del pacto seguirá desde la juventud para arriba…. Las etapas de la vida humana son dividas, con 30 años representando la madurez, 40 años representando entendimiento, con 60 años representando edad, con 70 años representando edad avanzada, con 80 años representando vejez, con 90 años representando encorvado y con 100 años representando el estado de muerte y ausencia del mundo.” [v] ¿Cuándo ocurría la plena manifestación del hijo maduro en el desarrollo de un hijo Hebreo? Al llegar a la madurez alrededor de los 30 años, el padre hacía una declaración en un lugar público, usualmente el mercado. David Webber hace comentario sobre esta ceremonia: “La palabra ‘juothesía’ significa ‘ubicación de un hijo’, e indica el tiempo cuando un hijo varón llega a lo que fue considerado la edad de madurez (alrededor de 30 años de edad). Al llegar a esta edad, el padre del hijo ponía su mano sobre la cabeza de su hijo y abiertamente proclamaba, ‘Este es mi hijo en quien tengo complacencia. Ahora le otorgo todas las riquezas, poder y autoridad (como representante legal) para actuar en lugar mío en todos mis asuntos’.” [vi] Algunos consideran que la juiothesía tiene referencia a la Benei Mitzvá cuando un joven cumple trece años y es reconocido como moralmente responsable por sus actos (Benei Mitzvá significa “hijo de los mandamientos”). Pero un niño comenzando su adolescencia no hubiera sido considerado lo suficiente maduro para recibir su herencia y hacer los negocios en lugar del padre como vimos en Gálatas 4:1-7. La vida y ministerio de Jesús ilustran las etapas hacia la juiothesía. Fue circuncidado al octavo día (Lucas 2:21). Cuando tenía doce años habló en el templo y todos se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas. Cuando sus padres le encontraron en el templo Él les dijo: “¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?” (Lucas 2:49). Esto corresponde a la segunda etapa en la cual el hijo aprende el negocio de su padre. Entonces, a los treinta años en su bautismo, el Espíritu Santo desciende sobre Él y el Padre públicamente declara “Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia” (Lucas 3:22). El siguiente versículo dice “Jesús mismo al comenzar su ministerio era como de treinta años…” Aunque era el Hijo, aprendió obediencia esperando el tiempo de su Padre. Son los Hijos Maduros los que serán Manifestados en el Fin de la Época Examinando otra vez a Romanos 8:14-19 podemos ver que son los hijos maduros (juios) los que serán manifestados. En el versículo nueve él dice que cada niño de Dios tiene el Espíritu morando en él: “Si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.” Cada niño de Dios tiene el Espíritu Santo morando en ellos, incluyendo a los inmaduros. Aún los cristianos carnales en Corinto que tenían que ser amonestados por su fornicación, tenían el Espíritu Santo morando en ellos: ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros…? (1Corintios 6:19). Él exhorta a los santos en Efesios 4:30 diciendo: “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.” En distinción con los niños de Dios vemos que Pablo en Romanos 8 comienza a hablar de los hijos maduros en el versículo 14 que no solo tienen el Espíritu Santo morando en ellos sino que también son guiados por Él: “todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.” Podemos decir que cada uno que haya nacido de Dios tiene el Espíritu de Cristo, pero solo los hijos maduros son continuamente guiados por el Espíritu. Ya no actúan basado en cada necesidad que ven, sino que solo hacen lo que el Espíritu les guía hacer, de la misma manera que Jesús solo hacía lo que veía hacer el Padre. Un creyente inmaduro usualmente es gobernado por las circunstancias, su razón y la opinión de otros. Los hijos maduros, en contraste, solo se dejan guiar por lo que el Espíritu les revele. El Espíritu da testimonio con el espíritu de cada creyente que somos sus niños (tecnon), que tenemos el Espíritu y que, teniendo al Espíritu tenemos el potencial de llegar a ser hijos maduros y coherederos con Cristo si sufrimos con Él para poder reinar con Él (vv. 15-17). Comparando el uso de juiothesía en Romanos 8 con los otros lugares donde ocurre, podemos ver que es reservado para los hijos maduros. En 8:17 vemos que la herencia es reservada para los que hayan participado en los padecimientos de Cristo, calificándoles a reinar con Él. En Hebreos 5:8 descubrimos que aún Jesús “aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia.” Nosotros también somos madurados en la escuela del sufrimiento. Nuestro nivel de madurez es medido por el grado en que somos conformados a la imagen de Cristo, solo haciendo lo que vemos hacer el Padre, obedeciéndole en todo. En Efesios 1:4,5 vemos que “…nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad.” El término “predestinado” es pro-horizo que es pro “antes” y horizo “poner límites (horizontes), marcar.” Las dos palabras unidas literalmente significan “poner límites de antemano.” La idea expresada es que Dios pone límites en nuestra vida de antemano, en la vida de sus escogidos para llevarnos al lugar de la madurez requerido para la posición de un hijo maduro. La predestinación es como una cerca en cada lado del camino que se acercan más la una a la otra mientras avanzamos. Los parámetros que Dios concede a un niño de Dios al comienzo del camino son reducidos conforme va avanzando hasta que llegue al lugar predestinado, la madurez, conformado a la imagen de Jesús: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.” (Romanos 8:28-30) Aquí vemos que los parámetros puestos de antemano en las vidas de los que Él antes conoció son diseñados para llevarnos a ser conformados a la imagen de su Hijo, para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos. Cuando hayamos llegado a la medida de la estatura de Cristo (Efesios 4:13), entonces nosotros como el cuerpo de Cristo estaremos maduros y entraremos en la plenitud de nuestra posición como hijos maduros. En Gálatas 3:23 a 4:7 vemos la relación del pueblo de Dios bajo el Antiguo Pacto comparado con un niño bajo el tutor de la Ley para llevarlos a Cristo, el lugar de la juiothesía. Bajo el nuevo pacto nuestra relación ya no es comparable a la de un niño bajo tutores, sino de un hijo adulto: “Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo; sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre. Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo. Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos (juiothesía). Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.” (Gálatas 4:1-7) Aquí vemos que la adopción o posición de hijo maduro no es dado hasta el tiempo señalado por el padre cuando determina que el hijo ha madurado lo suficiente para ser reconocido como un hijo adulto y responsable. Vemos que un niño, aunque es heredero, no recibe su herencia hasta el tiempo determinado por el padre que tradicionalmente fue a los 30 años. Sin embargo, el uso del término “adopción” (juiothesía) para describir nuestra nueva relación con Dios como hijos adultos en contraste con la relación bajo la ley del Antiguo Pacto como niños no debe ser confundido con lo que Pablo está describiendo en Romanos 8 al hablar de la manifestación de los hijos de Dios. En Gálatas 4 él está refiriendo a algo que comenzó en el pasado al comenzar el Nuevo Pacto. En Romanos 8 él describe algo aún futuro que él, junto con todos los santos estaban anhelando pero que aún no lo habían experimentado: “porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.” (Romanos 8:21-23) Como mencionan Scofield y Vine, la plena manifestación (juiothesía) de los hijos de Dios espera el tiempo de la transformación cuando reciben la redención de sus cuerpos. Pablo dijo que aún ellos que tenían las primicias del Espíritu, todavía estaban esperando la manifestación de los hijos de Dios. Aunque la plena manifestación espera el milenio, hay indicaciones que la manifestación de los hijos de Dios comenzará a través de aquellos que hayan alcanzado la madurez suficiente para la juiothesía antes del retorno físico de Cristo a la tierra. Isaías 60 dice que la gloria del Señor amanecerá sobre sus Hijos de gloria durante un tiempo de grandes tinieblas: “Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria. Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento.” (Isaías 60:1-3) La gloria postrera descrita aquí que comenzará a amanecer durante la hora más oscura aparenta ser lo que Pablo ansiosamente esperaba: “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.” (Romanos 8:18, 19) Aparentemente solo serán los hijos maduros al fin de la época, a comienzos de la gran tribulación, que conformarán al hijo varón y manifestarán la gloria postrera durante el tiempo de mayores tinieblas. Sin embargo, todos los santos que hayan llegado a la madurez en generaciones pasadas serán manifiestos como hijos de Dios a toda la creación en las épocas venideras. También los que han sido purificados por los fuegos de la gran tribulación reinarán con Él en gloria durante el milenio. Todos los que hayan sufrido con Él de cualquier generación reinarán con Él. Delante del Trono y en la Tierra al Mismo Tiempo. Hay indicaciones que los hijos de gloria en Isaías 60, además de ser los hijos manifiestos de Dios, también son los identificados como el hijo varón. Muchos concluyen que, como el hijo varón es arrebatado al cielo a Dios y su trono no puede estar también en la tierra. Sin embargo, es posible estar en los lugares celestiales y en la tierra al mismo tiempo. Jesús, aún en los tiempos que anduvo en la tierra, cuando hablaba con Nicodemo dijo: “Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo (Juan 3:13).” Jesús dijo que Él que estaba hablando a Nicodemo en la tierra también estaba en el cielo en ese mismo momento. Después de su resurrección Jesús ascendía y descendía cuando quería. Pero mientras que Jesús después de su resurrección podría manifestar su presencia en la tierra o en el cielo según su voluntad, Él no tenía que estar ausente del cielo para aparecer en la tierra. Juan dice: “…aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.” (1Juan 3:2). En Apocalipsis 14:3 dice que los 144.000 están “delante del trono.” Sin embargo, en versículo 4 dice: “Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. En lo natural esto no es posible, pero es posible en la esfera espiritual. Esto no quiere decir que los que conformen el hijo varón serán omnipresentes. La omnipresencia es un atributo que solo Dios posee. Pero aún en los días de nuestra carne es posible estar consciente de nuestra presencia en los lugares celestiales donde estamos sentados con Cristo. La realidad de que estamos sentados con Cristo en un lugar de autoridad es más que simplemente “una verdad posicional”. Hasta que comencemos a vernos sentados con Cristo más allá de todo principado, poder y dominio, no maduraremos al lugar de la juiothesía. Nuestro espíritu siempre está delante de Dios como creyentes a pesar del hecho que nuestro cuerpo y alma están en la tierra. Así es posible estar en comunión con Dios y al mismo tiempo cumpliendo nuestras responsabilidades aquí en la tierra, siguiendo al Cordero a dondequiera que vaya. Aparte de la promesa a los vencedores de la iglesia en Filadelfia que serían guardados de la hora de prueba dice: “Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí…” (Apocalipsis 3:12). Todos entendemos que no quiere decir que los que vencen nunca harán nada ni irán a ningún lado por toda la eternidad, sino que eternamente estarán en la misma presencia de Dios, aún mientras que están sirviéndole a Él y siguiéndole al Cordero. Cuando David habló de morar en la casa del Señor para siempre no debemos de pensar que quería decir que nunca estaría en otro lugar porque sabemos que estará reinando en el milenio, entre otras actividades. Cuando Jesús se demoró en llegar a Betania, Lázaro ya había estado muerto por cuatro días. Cuando Jesús dijo a Marta, “tu hermano resucitará” ella respondió, “yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero.” A su fe en una resurrección en el día final, Jesús respondió, “soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?” (Juan 11:25-26). Jesús aquí presenta dos niveles de fe acerca de la muerte que eran mayores que la fe que Marta tenía cuando dijo que creía en una resurrección futura; la primera fue lo demostrado resucitando a Lázaro de los muertos; fe para que uno vuelva a la vida después de haber muerto. Este nivel de fe ha sido demostrado muchas veces en la Biblia y en la historia cuando los muertos han sido resucitados. El segundo nivel de fe raras veces se ha visto en la historia; “todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente.” Aparte de Enoc y Elías, esta fe para ser transformados sin ver la muerte aún no ha sido manifestada. Sin embargo, parece que habrá un grupo de santos como Elías que recibirá una revelación para este nivel de fe. Así como Elías sabía que sería trasladado sin ver la muerte, habrá un grupo; el hijo varón, que será arrebatado al cielo sin ver la muerte. Parece que este grupo que conforma al hijo varón también serán los hijos de gloria que brillarán en medio de las tinieblas al fin de la época, resultando en una gran cosecha de almas. Ellos harán las mayores obras de que habló Jesús. Incansablemente alcanzarán a los inalcanzables, yendo donde la Iglesia hasta ahora no ha podido ir – hasta los fines de la tierra. Puede que esto parezca increíble para algunos, sin embargo, parece que Dios hará muchas cosas increíbles al fin de esta época para que se lleve a cabo la última gran cosecha antes de la Segunda Venida. Aunque es probable que Chuck Girard no comparta enteramente esta interpretación, él expresa bien lo que Dios va a hacer en su canción profética “Name Above All Names (Nombre Sobre Todo Nombre)”: “Yo soy Jehová, yo soy quien soy, y mi trompeta pronto sonará. Yo hice los mundos con solamente un susurro, pero estoy preparándome a gritar.” Él viene pronto, pero no vendrá hasta que el evangelio del Reino haya sido oído a través del mundo entero. También en el evangelio de Mateo parece haber un precedente de santos glorificados dando testimonio a mortales. En Mateo 27 vemos que muchos santos fueron resucitados y entraron en Jerusalén apareciendo a muchos, aparentemente para dar testimonio de la resurrección de Jesucristo. “Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu. Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron; y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos (Mateo 27:50-53).” Algunos dirían que estos santos no eran glorificados sino solamente reunidos con sus cuerpos mortales, volviendo a vivir solo para morir otra vez, como fue el caso con otros como Lázaro, que fueron resucitados durante el ministerio de Jesús en la tierra. Sin embargo, dice que “aparecieron” a muchos, no que permanecieron con ellos en Jerusalén. Mateo hubiera dicho que permanecían con ellos hasta el tiempo que escribió el evangelio y no simplemente que habían aparecido a ellos, dado que la fecha aceptada para el Evangelio de Mateo es 37 A.D. que era muy cerca del tiempo en que fueron resucitados. En Apocalipsis 14:6-7 vemos que aparentemente hasta los ángeles tomarán parte en la proclamación del evangelio al fin de la época. ¿Por qué no tendrán parte también a los hijos manifiestos; el hijo varón? Algunos protestan diciendo que es elitismo enseñar que los hijos manifiestos de Dios son un grupo distinto al de los creyentes en general. Sin embargo, el privilegio es para todos los que califican para ser declarados los hijos maduros de Dios. La responsabilidad de madurar como hijos está con nosotros. Depende en gran parte de la manera que respondemos a la disciplina del Señor. ¿Estamos dispuestos a sufrir con Él para poder ser glorificados con Él? ¿Nos limpiaremos de toda contaminación de la carne para poder ser vasos de honor, útiles para el Señor? ¿Estamos dispuestos a humillarnos bajo la poderosa mano de Dios para que Él nos exalte en su debido tiempo? ¿Seremos entre los que perseveran para que, habiendo hecho la voluntad de Dios recibamos la promesa? ¿Vigilaremos orando para poder ser dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán? No un grupo élite, sino los vencedores regirán con vara de hierro. Los que hayan guardado la palabra de su paciencia serán los que son guardados de la hora de prueba. No todas las vírgenes entrarán sino solo las prudentes. Dios no hace acepción de personas. Que sea nuestra meta alcanzar todo lo que Cristo deseó para nosotros cuando nos alcanzó. “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios.” (Filipenses 3:12-15) [i]Kenneth S. Wuest,The New Testament: An Expanded Translation (Wm. B. Eerdmans Publishing Company, 1961). [ii] Ibid. [iii]Vine's Expository Dictionary of Biblical Words, (Thomas Nelson Publishers, 1985). [iv]Scofield Reference Bible, ( Oxford University Press, New York, 1945), note on Eph. 1:5. [v]Kittle’s Theological Dictionary of the New Testament (10 volumes). By Wm. B. Eerdmans Publishing Co.,1972-1989), huios strongs 5207 [vi]http://www.tlchrist.info/worship/adoption.htm
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