por George Sidney Hurd
-- ¿Significa la palabra hebrea Seol en el Antiguo Testamento y su equivalente, Hades, en el griego la habitación de las almas de los muertos, o simplemente se refiere al sepulcro? Algunos creen que el alma es inseparable del cuerpo y por lo tanto la consciencia de uno termina al morir. De ser cierto esto, entonces las palabras Seol y Hades no podrían significar algo más que el sepulcro. Hay dos grupos doctrinales hoy que argumentan que el Seol y el Hades simplemente hablan del sepulcro. El primero es el de los Aniquilacionistas, como los Testigos de Jehová, los Adventistas del Séptimo Día y un número creciente de Evangélicos que argumentan que los muertos permanecen inconscientes hasta la resurrección cuando los justos recibirán la inmortalidad y los impíos serán aniquilados. Para una consideración más a fondo de la doctrina de la Aniquilación comparada con la Restauración Universal, recomiendo mi libro, “¿Exterminación o Restauración? (La Respuesta de un Restauracionista a los Aniquilacionistas). El segundo grupo es una variación moderna de Universalismo sincretista que, con tal de negar la realidad de cualquier forma de retribución postmórtem, argumentan que el Seol y el Hades solo se refieren al sepulcro. Adicionalmente, ellos a menudo argumentan que las referencias que Jesús hizo al fuego de Gehena (Mt 5:22-30; 10:28; 18:9; 23:33) solamente aplicaban a los judíos antes del año 70 d.C., y se referían a la destrucción de Jerusalén en ese tiempo. [i] Don Keathley presenta sus argumentos en su nuevo libro, “la Ilusión del Infierno (Exponiendo el Mito del Infierno),” “Hell’s Illusion (Exposing the Myth of Hell).” Él dice que el único Infierno que uno experimentará es el Infierno que uno experimente en su propia mente cuando haya sido programado por la religión a creer en el mito del Infierno. Según él, no hay necesidad de recibir a Cristo para ser salvo del pecado, el Infierno y la ira venidera, porque jamás ha existido una separación entre nosotros y Dios. Nuestros pecados no están contra Dios, según él, sino nada más contra nosotros mismos, y por lo tanto no habrá retribución divina contra los no arrepentidos en el Infierno. Él dice: “No hay tal destino más allá del mundo físico llamado el Infierno, ¡aún si no hiciste la oración mágica!” [ii] Lo que él llama “la oración mágica” es la oración de arrepentimiento y fe cuando recibimos a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador personal. Examino su deconstrucción de las doctrinas bíblicas acerca del pecado, la separación y la salvación en mi blog: “Borrando las Distinciones Bíblicas.” También considero con detalle lo que las Escrituras dicen acerca de Gehena – a menudo traducido “Infierno,” y el Lago de Fuego en mi libro, “El Triunfo de la Misericordia (La Reconciliación de Todos a través de Jesucristo).” El objetivo de este blog es responder a su aseveración de que el Seol y el Hades solo refieren al sepulcro y no tienen referencia al estado consciente intermedio de las almas de los muertos. Don Keathley dice que la Iglesia Primitiva no tenía ningún conocimiento de un lugar llamado el Infierno y que fue inventado por los líderes de la Iglesia para controlar a la gente por medio del temor. Según él, el Infierno se originó con los Reformadores. Él dice: “Les voy a dar una historia sobre como originó esta creencia que el Infierno existe. Tiene sus raíces en el Calvinismo y el Arminianismo, y ellos enseñaron esto para ganar a la gente y mantenerla bajo su control.” [iii] De hecho, más adelante él atribuye el origen del Infierno a San Agustín a quién dice que también inventó el “mito” de que somos pecadores de nacimiento. Sin embargo, en ninguna parte de su libro sustancia su aseveración citando a las Padres de la Iglesia. La mayoría estaría de acuerdo en que fue San Agustín quien popularizó por primera vez la creencia de tormentos interminables en el Infierno, pero antes de Agustín la creencia en una justa retribución post mortem en alguna forma de infierno era unánimemente sostenida por la Iglesia Primitiva, incluido el estado intermedio de los muertos en un lugar conocido como Hades. De hecho, yo no podía encontrar ni siquiera una referencia presentando el Hades como el sepulcro en los escritos de los Padres Primitivos. Aquí cito unos pocos de los muchos ejemplos de los Padres demostrando que ellos creían que, durante el tiempo que los cuerpos permanecen en sus sepulcros hasta la resurrección, sus almas continúan en un estado consciente en el Hades. Justino Mártir (100-165 d.C.) dice acerca de los que previamente habían muertos en sus pecados: “es bien probable que ellos mismos ahora estén lamentándose en el Hades, y arrepintiéndose cuando ya es demasiado tarde; y si fuera posible que ellos les mostraran lo que les ha sucedido después del final de esta vida, ustedes entenderían de cuántos males ellos los quieren librar.” [iv] Es obvio que Justino Mártir no entendía el Hades como el sepulcro, sino más bien un lugar donde las almas de los muertos iban al abandonar sus cuerpos. Ireneo (130-202 d.C.), refiriendo a los que fueron resucitados después de que Jesús había descendido al Hades, hace una distinción clara entre sus almas en el Hades y sus cuerpos que habían sido resucitados de entre los muertos. Él dijo: “Este evento también fue una evidencia del hecho de que, cuando la santa alma de Cristo descendió al Hades, muchas almas ascendieron y fueron vistas en sus cuerpos.” [v] Comentando sobre Mateo 27:52-53 Ireneo aquí dice que el alma de Cristo descendió al Hades después de Su muerte, y cuando resucitó, Él trajo consigo muchas almas que fueron vistas después en sus cuerpos. Hipólito (170-235 d.C.) describe la naturaleza del Hades de la siguiente manera: “Pero ahora necesitamos hablar del Hades, donde las almas, tanto de los justos como los injustos están detenidos. Este lugar ha sido destinado para ser el lugar de detención para las almas, en la cual los ángeles están asignados como vigilantes, distribuyendo según las obras de cada uno los castigos temporales para cada individuo… Pero los justos obtendrán el reino incorruptible e inmarcesible que por el momento están detenidos en el Hades, pero no en el mismo lugar que los injustos.” [vi] La creencia de que ambos, los justos y los impíos, fueron guardados en el Seol o el Hades esperando la resurrección era la creencia común en aquellos días, tanto entre los cristianos como los judíos. Más adelante demostraré que esta creencia no es mítica, sino que fue derivada de las mismas Escrituras. Sin embargo, mi objetivo ahora es demostrar que no es una creencia reciente como afirma Keathley, sino que todos los Padres de la Iglesia primativa hasta San Agustín afirmaban esto y por lo tanto, no se originó con los Calvinistas y Arminianos del siglo XVI. Las referencias al Hades en los escritos de los Padres de la Iglesia son demasiadas numerosas para citarlas en este blog. Solo quiero citar un ejemplo más de Clemente de Alejandría (150-215 d.C.) donde comenta sobre 1Pedro 3:18-20 y 4:6. Él no solo muestra que las almas, tanto de los justos como los impíos, están conscientes en el Hades, sino que los castigos postmórtem son salvíficos y disciplinarios, llevando a la conversión del inicuo en el día de su visitación cuando le es proclamado el evangelio: “¿No nos enseñan las Escrituras que el Señor predicó el Evangelio a los que se habían perecido en el diluvio…? Y también ha sido demostrado…que los apóstoles también predicaron el Evangelio después a los que estaban en el Hades… Si, entonces, el Señor descendió al Hades con el fin de predicar el evangelio…entonces todos los que creen serán salvos…al confesar su fe allí (en el Hades); dado que los castigos de Dios son salvíficos y disciplinarios, conduciendo a la conversión…y especialmente dado que las almas, aunque entenebrecidas por las pasiones, cuando son liberadas de sus cuerpos, pueden percibir con más claridad, debido a que ya no están obstruidas por la carne.” [vii] Mientras que Clemente, igual como la mayoría de los Padres de la Iglesia Primitiva antes de San Agustín en el siglo V, claramente creían en la apocatástasis o la restauración final de todos, [viii] él, como todos los Universalistas de su tiempo, creía que el Hades era el lugar de las almas de los muertos y no el sepulcro, y también creía que los impíos sufren castigos correctivos en el Hades que finalmente resultan en su conversión. Etimología de las Palabras Seol y Hades La etimología de la palabra hebrea “Seol” ha sido discutida. Algunos argumentan que su contraparte babilónica es “Su'alu,” que significaba, “el lugar donde los muertos son consultados o reunidos.” Vines dice que es de la palabra hebrea “sha’al,” que significa “preguntar, consultar o inquirir.” Cualquier de los dos expresan la idea de que el Seol fue considerado un lugar donde los muertos estaban congregados y donde podrían ser consultados. Consultar a los muertos por los vivos era algo mucho más común en el Antiguo Medio-Oriente de lo que es hoy en día, y era una práctica prohibida por Dios (Deut 18:10-11). El Señor dice a Su pueblo, “¿No consultará el pueblo a su Dios? ¿Consultará a los muertos por los vivos?” (Isa 8:19). Si el Seol fuera nada más que el sepulcro y los muertos estuvieran inconscientes, tal prohibición hubiera sido superflua. La palabra “Seol” en el Antiguo Testamento fue traducida “Hades” tanto en la traducción griega LXX del Antiguo Testamento, como también en las citas del Antiguo Testamento encontradas en el Nuevo Testamento. La etimología de Hades no es tan ambigua como la palabra Seol. Es una palabra compuesta, con la partícula negativa a- “no,” y eido, que significa “ver.” Aun en la literatura extrabíblica refiere a la región invisible de los muertos. Muchos se escandalizan por la traducción “Infierno” para el Seol y el Hades. Pero, la palabra originalmente no significaba lo que ahora viene a nuestra mente al oír la palabra. Infierno es del latín inférnum o ínferus, que significaba “por debajo de, lugar inferior, subterráneo. De semejante manera, la palabra “Hell” en inglés simplemente significaba “lo que es cubierto o fuera de vista,” y por lo tanto el mundo invisible de los muertos. Es de lamentar que la influencia de la mitología griega y la versión del Infierno presentado por Dante hayan sido introducidas en la palabra, pero etimológicamente hablando, la palabra Infierno está de acuerdo con el verdadero significado del Seol y el Hades, que simplemente se refieren a la región invisible de los muertos. Significado de Seol Determinado por los Contextos Mucha de la confusión acerca del significado del Seol es el resultado de la inconstancia de los traductores de la Versión Autorizada (KJV) en el inglés. Seol aparece 66 veces en la KJV. Es traducida “el sepulcro” 32 veces, como “el pozo” 3 veces y como “Hell” (Infierno) 31 veces. Algunas versiones más recientes del inglés han evitado esta confusión, simplemente transliterándola como “Seol,” igual como vemos en la Reina Valera de 1960. Un examen cuidadoso de cada ocurrencia de Seol en su contexto deja en claro que se está refiriendo a la región invisible de las almas de los muertos y no al sepulcro. El sustantivo para el sepulcro, qeber, y sus cognadas qeburah y qabar “sepultar” aparecen 215 veces en el Antiguo Testamento y en cada instancia claramente refieren al sepulcro o sepulcros donde los cuerpos de los muertos son sepultados o enterrados. En cambio, el Seol consistentemente se refiere a la región donde van todas las almas de los muertos. Hay varios contrastes que se puede ver entre el Seol y el qeber que dejan en claro que el Seol no se refiere al sepulcro. Podemos observar los siguientes contrastes: 1) Los vivos “sepultan” o “entierran” (qabar) los cuerpos de sus muertos en una sepultura (qeber) 132 veces. En contraste, no hay un verbo correspondiente al Seol para la sepultura, y en ningún lugar dice que alguien sepulta (qabar) a sus muertos en el Seol. 2) Qeber aparece 29 veces en el plural, refiriendo a más de un sepulcro. En contraste, el Seol solamente aparece en forma singular, refiriendo a una sola esfera. 3) Se dice que el hombre hace o cava un qeber 6 veces. Nunca dice que un hombre hiciera un Seol. 4) Se dice que un cuerpo es colocado en un qeber 37 veces. Nunca dice que un cuerpo está en el Seol. 5) Nunca se dice que alguien “desciende” a un qeber. Se dice que el hombre “desciende” al Seol 11 veces. Un alma puede descender después de la muerte, pero un cadáver no puede ir a ningún lado. 6) Se dice que un qeber puede ser tocado 5 veces. Nunca vemos que un hombre tocara el Seol. 7) Hay referencia al qeber de una persona 5 veces. No hay ninguna referencia de alguien que posea un Seol. Cada uno de estos siete contrastes tomados juntos demuestran que “sepulcro” nunca es el significado del Seol. Adicionalmente, para determinar el significado de las palabras debemos tomar en cuenta una ley de la hermenéutica llamada la ley de primera mención. La ley de primera mención dice que el significado de una palabra normalmente se puede determinar viendo lo que significa en su primera ocurrencia en la Biblia. La primera vez que encontramos la palabra Seol es cuando los hermanos de José le dijeron a su padre Jacob que habían encontrado el manto de José manchado de sangre. Jacob concluyó que su hijo José había sido devorado por una bestia y se negó a ser consolado. Él dijo: “Descenderé enlutado a mi hijo hasta el Seol.” (Gen 37:35). Aunque algunas traducciones ponen “sepulcro” en lugar del Seol, una consideración detallada del pasaje deja en claro que no está hablando del sepulcro. En primer lugar, él dice “descenderé.” Como ya vimos, un cadáver no puede literalmente ir a un qeber o sepulcro. Cuando alguien muere, son llevados a su sepulcro (qeber) y sepultado (qabar) allí – no descienden allí. Es el alma que desciende al Seol o el Hades al abandonar el cuerpo (Lucas 16:22-23). En segundo lugar, Jacob dijo que descendería “a su hijo” en el Seol. No puede haber estado pensado en estar sepultado junto a su hijo José porque pensaba que había sido devorado por una bestia, haciendo que sea imposible estar sepultado junto con él. Esta expectativa de ser reunido con los seres queridos en el Seol que habían muertos es común en las Escrituras. Una expresión que vemos numerosas veces en el Antiguo Testamento es decir de un muerto que exhaló el espíritu y “fue unido a su pueblo,” o decir a alguien acerca de su muerte “tu irás a tus padres” (Gen 15:15; 25:8; 25:18; 35:29; 49:33; Nu 20:26; Deut 32:49-50; 34:5-6). Es obvio que no tiene referencia al cadáver, dado que un cuerpo muerto no puede ir a ningún lado. Que esta expectativa es real y no simplemente eufemismos vacíos se puede ver en la respuesta de David cuando murió su hijo al nacer. Él dijo: “Yo voy a él, mas él no volverá a mí.” (2Sam 12:23). También dice que cuando Jacob murió que él “expiró, y fue reunido con sus padres.” (Gen 49:33). Después de ser reunido a sus padres los sirvientes de José embalsamaron su cuerpo por 40 días y los egipcios lo lamentaron por 70 días. Solo después del tiempo de la lamentación comenzaron su viaje de regreso a la tierra de Canaán donde finalmente enterraron su cuerpo. Él fue reunido a sus padres en el Seol en el momento que expiró, pero no fue hasta unos tres meses después que finalmente sepultaron su cuerpo en su “sepultura” (qeber) (50:13). Así que, en el momento que expiró fue reunido con su pueblo en el Paraíso o el seno de Abraham en el Seol (igual como sucedió con el mendigo Lázaro y con el ladrón en la cruz), aunque su cuerpo todavía no había sido enterrado (Lucas 16:22-23; 23:43). Otra característica del Seol que no aplica al sepulcro es que sus habitantes pueden comunicarse unos con otros. Isaías 14 comienza hablando de la muerte del rey de Babilonia y dice que los habitantes del Seol salieron al encuentro de él y estaban burlándose de él al descender en el Seol: “El Seol abajo se espantó de ti; despertó muertos que en tu venida saliesen a recibirte, hizo levantar de sus sillas a todos los príncipes de la tierra, a todos los reyes de las naciones. 10 Todos ellos darán voces, y te dirán: ¿Tú también te debilitaste como nosotros, y llegaste a ser como nosotros? 11 Descendió al Seol tu soberbia, y el sonido de tus arpas; gusanos serán tu cama, y gusanos te cubrirán…Todos los reyes de las naciones, todos ellos yacen con honra cada uno en su morada; 19 pero tú echado eres de tu sepulcro como vástago abominable, como vestido de muertos pasados a espada, que descendieron al fondo de la sepultura; como cuerpo muerto hollado. 20 No serás contado con ellos en la sepultura (qeburah)…” (Isa 14:9-11, 18-20). Aquí vemos los príncipes y reyes de las naciones que anteriormente habían muerto saliendo al encuentro del gran rey de Babilonia, el imperio más poderoso de esa época cuando él iba descendiendo al Seol después de morirse en vergüenza y deshonra. Ellos le dicen: “Todos nosotros fuimos sepultados con honor en nuestros sepulcros, pero tu cadáver fue tirado en un pozo común y dejado a los gusanos, enterrado bajo los cadáveres de todos los que habían sido traspasados por la espada.” Aquí vemos una distinción clara entre las almas en el Seol, y el cuerpo enterrado en un pozo común sin una sepultura de honor en su sepulcro real. Otro pasaje que hace una distinción clara entre el Seol y el sepulcro es cuando Saul consultó a una médium para llamar a Samuel que previamente había muerto, para consultarlo acerca de una batalla inminente contra los Filisteos. El Señor le envió a Samuel del Seol para informarle a Saul que él y sus hijos morirían y que estarían con él el día siguiente: “Y Samuel dijo a Saúl: ¿Por qué me has inquietado haciéndome venir? Y Saúl respondió: Estoy muy angustiado, pues los filisteos pelean contra mí, y Dios se ha apartado de mí, y no me responde más, ni por medio de profetas ni por sueños; por esto te he llamado, para que me declares lo que tengo que hacer. 16 Entonces Samuel dijo: ¿Y para qué me preguntas a mí, si Jehová se ha apartado de ti y es tu enemigo? 17 Jehová te ha hecho como dijo por medio de mí; pues Jehová ha quitado el reino de tu mano, y lo ha dado a tu compañero, David. 18 Como tú no obedeciste a la voz de Jehová, ni cumpliste el ardor de su ira contra Amalec, por eso Jehová te ha hecho esto hoy. 19 Y Jehová entregará a Israel también contigo en manos de los filisteos; y mañana estaréis conmigo, tú y tus hijos; y Jehová entregará también al ejército de Israel en mano de los filisteos.” (1Sam 28:15-19) Aquí vemos a Samuel subiendo para hablarle a Saul – algo que no sería posible si estuviera inconsciente en el sepulcro. Dios prohíbe la práctica de consultar a los muertos. Tal prohibición no tendría sentido si no fuera posible hacerlo. Samuel le dijo a Saul que él y sus hijos iban a estar con él el próximo día, y murieron en batalla aquel día, tal como dijo Samuel. Pero él no pudo haber hablado de estar con él en el sepulcro el próximo día porque no fueron enterrados el próximo día. No fue hasta dos días después que los Filisteos encontraron sus cuerpos. Ellos decapitaron a Saul, y sus cuerpos fueron colgados del muro de la ciudad donde permanecieron otra noche antes de finalmente ser bajados y enterrados, pero no en el lugar donde Samuel fue sepultado. Así que, claramente la referencia es a las almas de Saul y sus hijos que iban a estar con Samuel el próximo día, y no sus cadáveres que fueron enterrados hasta días más tarde. El Hades en el Nuevo Testamento El Hades aparece 10 veces en el Nuevo Testamento. El Hades literalmente significa “lo invisible” y por lo tanto, “la esfera invisible de las almas de los muertos.” Igual como el Seol, tanto los justos como los impíos permanecen en el Hades hasta la resurrección. En la parábola del Hombre Rico y Lázaro en Lucas 16:19-31 vemos que Lázaro murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham o el Paraíso. El hombre rico murió también y su cuerpo fue sepultado (v.22). Sin embargo, lo próximo que vemos es que el hombre rico está en tormentos en el Hades, llamando a Abraham y Lázaro y conversando con ellos. Algunos argumentan que esto es nada más una parábola y por lo tanto no debe de ser entendido de manera literal. En parte estoy de acuerdo con ellos. Lázaro no estaba literalmente en el seno de Abraham, y el fuego en las Escrituras normalmente se refiere a pruebas de fuego permitidas para purificarnos y por lo tanto tampoco debe de ser entendido de manera literal (ver mi blog “Azufre, Sal y el Fuego del Fundidor”). Sin embargo, aunque Jesús a menudo enseñaba con parábolas, hipérboles y figuras, Él nunca utilizaba lo que era falso para ilustrar la verdad. Decir que el Hades no es más que el sepulcro y que las almas de los muertos no pueden comunicarse entre sí, a la luz de esta parábola, es equivalente a llamar a Jesús un falso maestro. Adicionalmente, sería como llamarlo un delirante, dado que Él hablaba con Moisés y Elías en el Monte de la Transfiguración (Mt 17:3). La Muerte y el Hades Hay una distinción en las Escrituras entre la muerte, en la cual la carne se descompone, y el Hades, que es la habitación de las almas de los muertos. El Salmo 16:10 es profético de la sepultura de Cristo y de Su descenso en el Hades: “Porque no dejarás mi alma en el Seol, Ni permitirás que tu santo vea corrupción.” En el Día del Pentecostés, Pedro citó este Salmo, aplicándolo a Cristo, diciendo que “su alma no fue dejada en el Hades, ni su carne vio corrupción” (Hch 2:31). Aquí hay un distinción entre el alma, que va al Hades, y la carne o el cuerpo que se descompone en el sepulcro. Como los Padres de la Iglesia Primitiva afirman repetidas veces, durante los tres días en que Su cuerpo yacía en el sepulcro, el alma de Cristo estaba en el Hades o el mundo invisible de los muertos, donde Él predicaba el Evangelio a aquellos que antes eran desobedientes, para que, habiendo sido juzgados en la carne, pudieran vivir con Él en espíritu (1Pedro 3:18-20; 4:6). Su cuerpo fue sepultado y preservado para no ver la corrupción, pero Su alma descendió hasta el abismo más profundo “en el corazón de la tierra” (Mt 12:40). La referencia al “corazón de la tierra” no se refiere al sepulcro, sino el lugar más profundo en el abismo del Seol, también llamado Tártaro (2Peter 2:4), reservado para los más malévolos (cf. Ezeq 31:16). En el libro de Apocalipsis es llamado “el abismo” siete veces. Jesús no solamente descendió a la región del Hades donde estaba el Paraíso o el seno de Abraham, sino que descendió hasta lo más profundo del Hades, predicando el Evangelio incluso a los que perecieron en el diluvio. En Efesios 4:8-10 Pablo dice lo siguiente acerca de Su descenso: “Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres. 9 Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? 10 El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo.” (Ef 4:8-10). Entiendo esto como diciendo que, cuando Cristo descendió a las partes más bajas de la tierra, Él liberó a los cautivos y ascendió con ellos a lo alto, para llenarlo todo. Esta es la idea expresada en La Nueva Versión Internacional que dice: “Cuando ascendió a lo alto, se llevó consigo a los cautivos y dio dones a los hombres” Compare esto con Lucas 4:18 donde dice que Jesús fue ungido “para proclamar [kerusso] libertad a los cautivos”. También,1Pedro 3:19-20 donde Jesús “predicó,” (kerusso), en el Hades. Él le quitó las llaves del Hades a Satanás, predicó las buenas nuevas a los cautivos, y los llevó con Él cuando ascendió. Pablo aquí está citando el Salmo 68:18 donde vemos que Él no solamente llevó consigo los que estaban en el Paraíso que habían vivido en santidad, sino también a los que antes eran desobedientes: “Subiste a lo alto, cautivaste la cautividad, tomaste dones para los hombres, y también para los rebeldes, para que habite entre ellos JAH Dios.” (Sal 68:18) Antes de la resurrección y ascensión de Cristo, el Paraíso no estaba en la presencia del Señor como ahora. Tanto Jesús como el ladrón en la cruz descendieron al Seol después de su último respiro y Jesús permaneció en el Hades, el corazón de la tierra por tres días y tres noches. Sin embargo, como lo prometió, el ladrón estaba con Él en el Paraíso en el mismo día que murieron. Jesús le dijo: “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.” (Lucas 23:43). Al tercer día Él resucitó de los muertos, habiendo hecho propiciación por los pecados del mundo entero, incluyendo todos los pecados previamente cometidos (Rom 3:25-26). Cuando resucitó, Él ascendió al trono de Dios, llevando consigo el Paraíso, y también a aquellos que habían respondido a su proclamación del Evangelio en las regiones más profundas del Hades en el corazón de la tierra. Es por eso que, cuando Pablo fue llevado al tercer cielo, el Paraíso estaba allí (2Cor 12:2-4). Ahora, estar ausente del cuerpo es estar presente con el Señor (2Cor 5:8). En el mismo instante que el alma abandona el cuerpo estamos con Él en el Paraíso, así como fue con el ladrón en la cruz, excepto que, ¡ahora el Paraíso está en la misma presencia del Señor! Si morimos antes de que venga Cristo, nuestras almas permanecen en la presencia del Señor hasta Su Segunda Venida cuando lo acompañaremos para ser reunidos con nuestros cuerpos que han estado “dormidos en el polvo” pero serán resucitados a la inmortalidad en ese momento: “Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. 14 Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también TRAERÁ Dios con Jesús a los que durmieron en él. 15 Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. 16 Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. 17 Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatado.” (1Tes 4:13-17) Algunos se confunden con expresiones como “los que durmieron,” concluyendo de esto que los muertos están inconscientes. Considero esto con más detalle en mi libro “Exterminación o Restauración,” pero estas expresiones son demostrablemente eufemismos, usados con la intención de ablandar el golpe de la muerte de un ser querido, así como nosotros hoy decimos que la persona que ha fallecido “se ha ido,” “está en reposo,” “está en paz,” “está con el Señor,” “ya no está con nosotros,” “el Señor se lo llevó,” etc. Es considerado insensible simplemente decir: “él está muerto.” Por eso, hemos formado eufemismos que no siempre deben ser entendidos en sentido literal, sino que son utilizados para ablandar el golpe de la muerte. Algunos, ignorando las muchas evidencias de las Escrituras al contrario, insisten que las almas de los muertos están inconscientes hasta la resurrección en vez de estar presente con el Señor y esperando el momento de venir con Él para unirse con sus cuerpos glorificados en su venida gloriosa. La primera resurrección es la resurrección de vida cuando Cristo viene otra vez. La segunda resurrección sucede 1.000 años después, y es la resurrección de condenación (Jn 5:29; Apo 20:5-6). En aquel día la Muerte y el Hades entregarán a todos sus habitantes para aparecer ante el juicio del Gran Trono Blanco: “Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. 14 Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. 15 Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.” (Apo 20:13-15) La referencia a “la muerte y el Hades” significa que todos los cuerpos de los muertos (la muerte) serán reunidos con sus almas que estaban en el Hades para ser juzgados según las obras que hicieron en la vida. La referencia al mar entregando a los muertos que había en él enfatiza que incluso los cuerpos que fueron lanzados al mar y consumidos tendrán que enfrentar el juicio. Cuando dice que la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego, algunos, en un intento eliminar todo juicio postmórtem, dicen que son la muerte y el Hades como entidades que son lanzados en el Lago de Fuego, dejando de existir en ese momento. Sin embargo, lo que está diciendo es que cada individuo que está en sus sepulcros y en el Hades será resucitado y juzgado según sus obras y entonces ellos (i.e. todos los que habitaban en la muerte y en el Hades) serán lanzados en el Lago de Fuego para sufrir la segunda muerte (Apo 2:11). El último enemigo – la muerte, no será destruido hasta que todos hayan sido vivificados, doblando rodilla y sometiéndose voluntariamente a Jesucristo como Señor. Entonces, el Hijo se sujetará al Padre y Dios será todo en todos (1Cor 15:22,25-28; cf. Fil 2:10-11). En resumen, claramente el Seol o el Hades es la región invisible de las almas incorpóreas, y no el qeber o sepulcro, como unos han intentado argumentar. Hades, por definición propia es la esfera invisible de las almas de los muertos. Los justos son unidos a su pueblo en el Paraíso y los impíos van cada uno a su propio lugar esperando el juicio del Gran Trono Blanco (cf. Acts 1:25). Aunque la doctrina del Infierno fue muy distorsionada entrando en la Época Oscura, sin embargo, es real y no una ilusión. Aunque el Lago de Fuego es un fuego purificador y por lo tanto no eterno, sin embargo, es una realidad época duradera y debe ser evitada a todo costo. Jesús dijo que sería mejor sacarnos un ojo o cortarnos una mano, si son ocasión de pecar, antes de ser echado en el fuego de Gehena. No hay ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús, pero él que no cree será condenado en el juicio del Gran Trono Blanco, recibiendo “su parte” en el Lago de Fuego, no saliendo de allí “hasta” pagar todo (Rom 8:1; Marcos 16:16; Jn 3:18; Apo 20:15; Apo 21:8; Mt 5:26). Hay algunos Inclusivistas (los que dicen que todos ya son salvos) que dirían que los no arrepentidos ya están en Cristo sin haberlo recibido. Falsos maestros como Don Keathley nos dicen que no es necesario creer en Cristo para ser salvo. Él dice: “Creyendo no tiene nada que ver con ser salvo, Cristo es el Salvador de TODOS los hombres, todos ya son salvos…” [ix] Él dice esto a pesar de que Jesús claramente dijo, “él que no creyere será condenado” (Marcos 16:16). Mientras es cierto que Él murió por todos, y todos serán vivificados en Cristo – cada uno en su debido orden, sin embargo es necesario recibirlo personalmente, siendo nacido de nuevo como nueva criatura para estar en Cristo y por lo tanto, ser encontrado libre de toda condenación en el día de Jesucristo. [i] Keathley, Don. Hell's Illusion (p. 41). Don Keathley. Kindle Edition. [ii] Keathley, Don. Hell's Illusion (p. 46). Don Keathley. Kindle Edition. [iii] Keathley, Don. Hell's Illusion (p. 22). Don Keathley. Kindle Edition. [iv] Justin Martyr Chapter 35 - Appeal to the Greeks [v] Irenaeus, fragments, XXVIII. [vi] Hippolytus, Against Plato on the cause of the universe, §1 [vii] Clement of Alexandria, Book 6, Chapter 6 - The Gospel Was Preached to Jews and Gentiles in Hades [viii] El Gran historiador eclesiástico, Philip Schaff, aunque no era universalista, dijo: “En los primeros cinco o seis siglos del cristianismo, había seis escuelas teológicas reconocidas, de las cuales cuatro (Alejandría, Antioquía, Cesarea, y Edessa o Nisibis) eran universalistas, una (Éfeso) aceptaba la inmortalidad condicional; una (Cartago o Roma) enseñó el castigo eterno de los impíos. Otras escuelas teológicas son mencionadas como siendo fundadas por universalistas, pero su doctrina precisa sobre este tema es desconocida.” “Bajo la instrucción de estos grandes maestros (Clemente, Orígenes, Gregorio, y Teodoro de Mopsuestia), muchos otros teólogos creían en la salvación universal; y de hecho, la Iglesia del oriente estaba inclinada hacia ella hasta después de 500 d.C.” [ix] Keathley, Don. Hell's Illusion (p. 100). Don Keathley. Kindle Edition.
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¿Ha Rechazado Dios a Su Pueblo Israel?
La Trinidad y la Deidad de Cristo
La Preexistencia Eterna de Cristo
Preterismo vs. Futurismo
La Doctrina de 2 Evangelios
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