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por George Sidney Hurd
Los primeros Padres de la Iglesia, aunque vivían después de la destrucción de Jerusalén en 70 d.C., eran Premileniales y por lo tanto anticipaban que Cristo viniera otra vez para salvar y restaurar a Israel como una nación, reinando por mil años desde Jerusalén sobre el trono de David. [1] Sin embargo para los finales del Siglo II algunos Padres de la Iglesia ya comenzaron a negar que habría un futuro para Israel. Comenzaron a espiritualizar el Milenio, aplicándolo a la época actual y reemplazando a Israel por la Iglesia. Al pasar el tiempo, unos de los Padres como Juan Crisóstomo (344 – 407 d.C.) no disimulaban su desprecio por los judíos. Crisóstomo dijo: “Estoy consciente de que muchos respetan a los judíos y piensan que su manera de vivir es venerable. Es por eso que me empeño en desarraigar y derribar esta opinión mortífera… La sinagoga no es más que un prostíbulo y teatro; también es una cueva de ladrones y un albergue de bestias indomables… Pero cuando Dios abandona a un pueblo, ¿Qué esperanza de salvación queda? Cuando Dios abandona un lugar, aquel lugar llega a ser una morada de demonios.” Para el siglo III incluso Orígenes mismo, que enseñaba que todo ser racional finalmente será restaurado a Dios, sea en el cielo o en la tierra, [2] no permitía la posibilidad de que los judíos sean restaurados como pueblo. Él dijo: “Podemos asegurar con plena confianza que los judíos no volverán a su situación anterior, porque ellos han cometido el crimen más abominable, formando esta conspiración contra el Salvador de la raza humana…por lo tanto la ciudad donde Jesús sufrió necesariamente fue destruida, la nación judía fue expulsada de su país, y otro pueblo fue llamado por Dios a ser recipiente de la bendita elección.” Según estos y otros Padres de la Iglesia, Dios ha rechazado totalmente a Israel como nación y la Iglesia ha reemplazado de una vez para siempre a Israel como el pueblo de Dios. Esta doctrina ha llegado a ser conocido como la Teología del Reemplazo. Sin embargo, como espero demostrarlo en las siguientes páginas, esto no era lo que enseñaba Jesús y Sus Apóstoles. Después de que Jesús se había presentado a Israel como su Rey y Mesías y lo rechazaron, Él les dijo que su casa les había sido dejada desierta - pero no para siempre. Él dejó en claro que su desolación solo duraría “hasta que” cierta condición fue cumplida. Él les dijo: “desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor.” (Matt 23:39) Él les dijo que serían dispersos entre las naciones; sin embargo, no para siempre sino hasta que le den la bienvenida como su Mesías y Rey. Él también dijo: “Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan.” (Lucas 21:24) Como con todos los juicios de Dios, Su juicio contra Su pueblo Israel es temporal, durando “hasta que…”, y culminando en restauración – no en un rechazo eterno (Lam 3:31-33). Y considerando la pregunta que Sus discípulos le hicieron a Jesús en el Monte de los Olivos antes de ascender al cielo, es evidente que ellos comprendieron lo irrevocables que son las promesas de Dios a Israel mejor que la mayoría de los teólogos en la historia. Le preguntaron a Jesús si Él iba a restaurar el reino a Israel de inmediato (Hch 1:6). Si Dios hubiera rechazado a Israel de una vez para siempre como una nación, ciertamente Jesús les hubiera corregido diciendo que Israel jamás volvería a ser una nación porque la Iglesia iba a reemplazarla. Pero Él simplemente respondió diciendo: “No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad.” (Hch 1:7). Implícita en esta respuesta es la suposición de que Israel va a ser restaurada como una nación en el tiempo de Dios. Más adelante el Señor le reveló a Pablo que Israel de ninguna manera había sido rechazado, ni tampoco se había tropezado para no volver a levantarse (Rom 11:1,11). A él le fue revelado el misterio que el endurecimiento parcial de Israel solamente seguirá “hasta que” la plenitud de los gentiles haya entrado en Su redil. Una vez que se hayan cumplidos los tiempos de los gentiles y Dios haya llamado a Sí mismo a sus primicias de entre los gentiles, entonces todo Israel será salvo cuando el Libertador (Cristo) venga de Sion, removiendo toda impiedad de Jacob (Israel), quitándole sus pecados (Rom 11:25-27). Los primeros Padres de la Iglesia – de acuerdo con las enseñanzas de Jesús y los Apóstoles, eran Premilenialistas y por lo tanto creían que Cristo reinaría desde Jerusalén sobre las doce tribus de un Israel restaurado y que las naciones de la Tierra vendrían para adorar en Sion. De hecho, justo antes de ir a la cruz, sabiendo que Israel le había rechazado y pronto lo iban a crucificar, Jesús dejó en claro que, a pesar de su traición, Israel aún tenía un futuro cuando les dijo a Sus discípulos: “Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí, 30 para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos juzgando a las doce tribus de Israel.” (Lucas 22:29-30). Esta promesa les fue dada a Sus discípulos después de que había dicho a los sacerdotes que el reino de Dios les sería quitado y dado a otro pueblo (Mt 21:43). Los primeros Padres entendieron de Escrituras como estas que, a pesar de la transgresión de Israel y el resultante juicio, la misericordia de Dios no se acaba y por lo tanto Sus promesas incondicionales acerca de la restauración final de las doce tribus como una nación en su propia tierra eran irrevocables. Tertulio (160 a 225 d.C.) dice de Israel: “Cristo promete a los judíos su condición primitiva con la recuperación de su país, y después de terminar este tiempo de vida, reposo en el seno de Abraham en el hades. Oh, ¡excelentísimo Dios, cuando Él restaura en amistad lo que quitó en Su ira! Oh, ¡que Dios es el suyo que hiere y sana, crea el mal y hace la paz! Oh, ¡que Dios, que es misericordioso incluso en el hades!” [3] La universalidad de la esperanza Premilenial entre los Padres de la Iglesia Primitiva es atestiguada por el gran historiador de la Iglesia, Phillip Schaff, a pesar del hecho que él mismo no era Premilenial en su escatología. Él dice: “El punto que más distingue la escatología de la era ante-Nicea es… la creencia en un reinado visible de Cristo en gloria sobre la tierra con los santos resucitados por mil años, antes de la resurrección y juicio general. No era una doctrina formulada en un credo o forma de devoción, sino que era la opinión popular de los maestros más distinguidos, tales como Bernabé (murió 61 d.C.), Papías (murió 100 d.C.), Justino Mártir (100 – 165 d.C.), Ireneo (130-202 d.C.), Tertulio (160-225 d.C.); mientras que Orígenes (184-253 d.C.), Dionisio el Grande (murió 264 d.C.) y Eusebio (265-340 d.C.) se oponían al Premilenialismo, como también después hicieron Jerónimo (347-420 d.C.) y Agustín (354-430 d.C.)….” [4] Sin embargo, con la introducción del método de interpretación espiritual/alegórico de las Escrituras que Orígenes y otros Padres tomaron de los filósofos griegos en el tercer y cuarto siglo, vino un abandono a la esperanza del retorno Premilenial de Cristo para establecer Su reino en la tierra. La hermenéutica alegórica permitió una creatividad al interpretar las Escrituras y eso dio lugar al Amilenialismo que negaba cualquier Milenio literal, y Postmilenialismo que enseñaba que el reino del Milenio es ahora. Como consecuencia, todas las profecías acerca del reino futuro de Israel fueron alegorizadas para poder aplicarlas a la Iglesia que, según ellos, actualmente está reinando con Cristo en la tierra en lugar de Israel que fue rechazado por Dios de una vez para siempre. La teoría del Reemplazo lógicamente condujo a un antisemitismo (odio a los judíos) abierto como es reflejado en tantos escritos de los Padres de los finales del siglo III en adelante. Si uno cree que la ira de Dios contra los judíos es eterno e implacable por haberle rechazado y crucificado a Su Hijo, es inevitable que uno llegue a tener el mismo odio que uno atribuye a su Dios. La historia nos enseña que un pueblo siempre llega a ser como el Dios en que creen. Si la Iglesia hubiera permanecido en la revelación de Dios como es demostrado en Jesucristo y a través de las Escrituras, un Dios de amor y misericordia que no guarda para siempre Su ira (Jer 3:12), la historia de los judíos sería muy distinta de lo que ahora es. Las semillas del antisemitismo que fueron sembradas por la teología del Reemplazo de los Padres posteriores al segundo siglo produjeron una cosecha de sufrimiento incomprensible para el pueblo judío por dondequiera que iban. Fueron perseguidos, masacrados o expulsados de casi todo país donde iban después de la Diáspora que comenzó con la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C. Jesús dijo que esto sucedería, y que continuaría “hasta que” los tiempos de los gentiles se hayan cumplido (Lucas 21:24). Lo que para mí es lo más triste es que mucho de este sufrimiento profetizado ha sido infligido a manos de la Iglesia en el nombre de Cristo. Este mismo odio diabólico de los judíos fue adoptado e intensificado en la Iglesia Reformada por el mismo Reformador Martín Lutero. En su librito llamado, “Acerca de los Judíos y sus Mentiras” él se refería a ellos como un pueblo miserable, venenoso, ciego, ignorante y maldito que eran ladrones perezosos y la gran plaga de la humanidad. La solución que propuso al problema de los judíos era quemar sus casas, escuelas y sinagogas. Él dijo que deben confiscar sus bienes y sus escritos Talmúdicos, prohibiendo que sus Rabís enseñaran y obligándoles a trabajos forzados. Por lo tanto, no debe sorprendernos que los Nazis a menudo citaban a Lutero para promover su pogrom contra los judíos. En el libro “Mein Kampf,” escrito por Adolfo Hitler, él dijo de Martín Lutero que él era “un gran guerrero, un verdadero caballero y un gran reformador.” En 1924 Hitler habló con miles de cristianos en un auditorio en Berlín. Él dijo de Lutero: “Martín Lutero ha sido la mayor inspiración para mi vida. Lutero fue un gran hombre. Él era un gigante. Él preparó el camino para el nuevo amanecer y la nueva era. Él vio claramente que era necesario destruir a los judíos, y apenas estamos comenzando a ver la necesidad de llevar a cabo su obra… Creo que hoy yo estoy actuando de acuerdo con la voluntad del Dios Todopoderoso cuando anuncio la obra más importante que los cristianos pueden emprender – y eso es estar en contra de los judíos y eliminarlos de una vez para siempre.” [5] Como la mayoría de los cristianos en Alemania en ese tiempo creían en la doctrina Reformada de Lutero que Dios odiaba a los judíos y los había rechazado eternamente como “los asesinos de Cristo” ellos le dieron a Hitler una ovación de pie. Aunque Martín Lutero fue muy usado por Dios para restaurar la verdad de la justificación por la fe solamente, su doctrina del Reemplazo y el resultante antisemitismo provocó una de las tragedias más grandes de la historia. En los juicios de Núremberg el líder Nazi, Julius Streicher, se defendió diciendo, “Jamás he dicho algo que Martín Lutero no dijo.” Nosotros como cristianos necesitamos reconocer que el Holocausto fue el fruto venenoso de la teología del Reemplazo con su resultante antisemitismo. Tristemente, muchos maestros Reformados tratan a los cristianos Premileniales y Dispensacionales que aman y apoyan a Israel con el mismo desdén que tienen contra los judíos. Muchos cristianos no-judíos también son culpables de jactarse en contra de las ramas naturales, pensando que hemos reemplazado a los Israelitas de una vez para siempre (Rom 11:17-18). Como espero demostrar en el próximo blog de esta serie, la idea de que la Iglesia haya reemplazado a Israel es basado principalmente en una mala interpretación de Romanos 11 donde Pablo en realidad demuestra todo lo contrario. [1] Ver mi libro “Los Últimos Días, ¿Pasados o Presentes? Capítulo dos: El Futurismo Premilenial – la Doctrina de la Iglesia Primitiva.” [2] “Es nuestra convicción que la Palabra prevalecerá sobre la creación racional entera…” Origin, Contra Selsum 8.72. [3] Ante-Nicene Fathers, Volume 3 Irenaeus: Against Heresies Book 3 Chapter 24 [4] Schaff´s History of the Christian Church, Volume 1, chapter 12,158. Chiliasm. [5] https://www.oneforisrael.org/bible-based-teaching-from-israel/has-the-church-replaced-israel/
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