por George Sidney Hurd
¿Es el Hijo de Dios eterno, como ha creído la Iglesia desde su comienzo, o hubo un tiempo cuando Él no existía? Esa es la pregunta que espero responder de las Escrituras en este blog. Hay unas versiones modernas del Arrianismo del siglo III, como los Testigos de Jehová y los seguidores de A. E. Knoch, que dicen que el Hijo no es eterno, sino que era el primer ser creado por Dios. Otros, como los Cristadelfianos, creen que el Hijo de Dios ni siquiera existía antes de ser concebido en el vientre de María, siendo nada más un hombre capacitado por Dios para vencer a su propia carne pecaminosa, así mostrándonos el camino a la salvación. Después de examinar las evidencias Escriturales sobre la existencia eterna del Hijo, voy a estar considerando algunos de los textos presentados por estos grupos con tal de negar Su eterna preexistencia. ¿Realmente tiene Importancia? Algunos piensan que la Deidad de Cristo y Su eterna preexistencia no es algo central a la fe cristiana, y que no es una doctrina que debe de dividirnos. Sin embargo, según las Escrituras, ninguno aparte de Jehová Elohim Mismo puede ser nuestro Salvador. Jehová declara repetidas veces que no hay ningún otro salvador fuera de Él. Él dijo: “Yo, yo Jehová, y fuera de mí no hay quien salve.” (Isa 43:11) “Mas yo soy Jehová tu Dios desde la tierra de Egipto; no conocerás, pues, otro dios fuera de mí, ni otro salvador sino a mí.” (Oseas 13:4) “Y no hay más Dios que yo; Dios justo y Salvador; ningún otro fuera de mí.” (Isa 45:21) Siendo un Dios justo, no hubiera podido haber existido otro salvador, sino solamente Él. Si Dios hubiera enviado a uno de Sus seres creados a sufrir la justa pena por nuestros pecados cometidos contra Él, en vez de llevar nuestro castigo sobre Sí Mismo, eso solo habría agravado la injusticia. A. E. Knoch y sus seguidores hasta presentan a Dios como habiendo creado el mal. ¡Intente imaginar a un Dios que primero crea el mal, y después envía a una de Sus criaturas a sufrir para satisfacer Su propia justicia violada, que en realidad era el resultado del mal que Él Mismo había creado! El salmista entendió que ninguna criatura podría redimir ni una sola alma del Seol: Nuestro Redentor tuvo que haber sido Dios Mismo. Él dijo: “Ninguno de ellos podrá en manera alguna redimir al hermano, ni dar a Dios su rescate 8 (porque la redención de su vida es de gran precio, y no se logrará jamás)… 15 Pero Dios redimirá mi vida del poder del Seol, porque él me tomará consigo.” (Sal 49:7-8,15) Vemos que el precio de nuestra redención la debemos a Dios, pero ningún hombre es capaz de pagarlo. Dios Mismo tiene que pagarlo. Si Él que murió por nosotros en la cruz hubiera sido simplemente un ángel o un hombre divinamente capacitado para soportar el sufrimiento de la cruz, en vez de que el Hijo fuera Dios Mismo en carne, Su sufrimiento y muerte no habría tenido valor suficiente para propiciar los pecados del mundo entero. Algunos, no entendiendo la naturaleza Trina de Dios, han ridiculizado a aquellos que creemos en la expiación sustitutiva penal de Cristo, diciendo que un hombre sufriendo por seis horas en la cruz no hubiera tenido valor suficiente para expiar a todos los pecados cometidos a través de la historia. Lo que no toman en cuenta es que fue Dios Mismo en carne que llevó nuestros pecados en aquella cruz y, por lo tanto, Su sacrificio de Sí Mismo tuvo un valor infinito. Si hubiera sido nada más un hombre, Su sangre no habría podido expiar los pecados de una sola alma, mucho menos los pecados de todo el mundo. Es por eso que no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos, excepto por el nombre de Jesús, que significa “Jehová salva” (Hch 4:12). Es por eso que Jesús dijo a aquellos que se negaron a creer que Él era quién Él decía que era: “si no creéis que yo soy (EGO EIMI), en vuestros pecados moriréis (Jn 8:24). Jesús es el Eterno YO SOY “YO SOY” es el nombre con que Jehová se identificaba en la zarza que ardía cuando Moisés le preguntó cómo llamarlo (Ex 3:14). De ese momento en Adelante, vemos a Dios refiriéndose a Sí Mismo como el YO SOY numerosas veces (Deut 32:39; Isa 41:4; 43:10; 43:13; 46:4; 48:12; 52:6). Es significante que Jesús es el único en el Nuevo Testamento que se identifica a Sí Mismo como el YO SOY. Normalmente, el verbo de “ser” requiere un predicado para formar una frase completa, sea en español o en el griego. Cada vez que Jesús se refiere a Sí Mismo como YO SOY, Él está declarando Su Deidad como Jehová el eterno (Jn 8:56-59; 13:19; 6:19-20; 4:26; 18:3-8). Demuestro esto con más detalle en mi blog, Jesucristo el Eterno YO SOY. Aquí solo quiero examinar un par de estas instancias donde Cristo de manera enfática se identifica como Jehová, el eterno YO SOY. Apocalipsis 1:17 Jehová usa el título YO SOY seis veces en Isaías solamente, indicando así Su eterna auto-existencia. Una de estas es particularmente significativa, dado que Jesús después se identifica como ese mismo Jehová. Jehová dice en Isaías: “Yo, Dios, soy el primero y el venidero, YO SOY (LXX. ἐγώ εἰμι, ego eimí).” (Isa 41:4) Esta es una de las declaraciones más enfáticas de la eternidad de Jehová. Cuando el Cristo glorificado apareció a Juan en Apocalipsis, Él se identificó de la misma manera, diciendo: “No temas; YO SOY el primero y el último.” (Apo 1:17 cf. Apo 22:13) Aquí Jesús se identifica a Sí Mismo como el Jehová del Antiguo Testamento, el primero y el último. Mientras es posible que el Dios Trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo, de manera co-igual sean juntos el primero y el último, no es posible que el Cristo también sea el primero y el último si de hecho fue creado después por Jehová, el único primero y último. Y no solo eso, sino que Jesús también se declara el Todopoderoso (Apo 1:8). Aunque un ser creado puede ser llamado poderoso, solamente puede existir un Todopoderoso, y sin embargo Jehová quién aparecía a los patriarcas repetidas veces se llamaba a Sí Mismo el Todopoderoso. Claramente el Hijo de Dios siempre ha sido la manifestación visible del único Dios Todopoderoso. No puede haber dos Todopoderosos. Los que niegan la Deidad de Cristo a menudo dicen que Él no era Dios, sino nada más Su representante. Intentan relacionarlo con la costumbre hebrea de designar un representante o emisario legal (heb. shaliah) que básicamente era un agente legal designado para hacer transacciones en representación de otra persona. Pero, en realidad, esto no es nada único a los hebreos, dado que cada sociedad utiliza representantes legales con la autoridad de hacer transacciones en lugar de otro o ir en representación de otro. Sin embargo, un shaliah solo representaba a aquel que lo envió, jamás lo impersonaba. Un shaliah hablaría y actuaría en representación del Todopoderoso, pero jamás diría, “YO SOY el Todopoderoso.” Eso hubiera sido blasfemia, aún para un shaliah. Un shaliah jamás impersonaba a quién representaba. Juan 8:58 “Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó. 57 Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham? 58 Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, YO SOY (ego eimí). 59 Tomaron entonces piedras para arrojárselas; pero Jesús se escondió y salió del templo; y atravesando por en medio de ellos, se fue.” (Jn 8:56-59) La obvia razón por qué los judíos tomaron piedras para apedrear a Jesús fue por Su declaración, “Antes que Abraham fuese, YO SOY.” Ellos entendieron que Él estaba declarando Su eterna preexistencia como el YO SOY y, por lo tanto, procuraron apedrearlo por blasfemia. Si de hecho Jesús fuera nada más un representante del eterno YO SOY, seguramente Él lo habría aclarado para evitar ser entendido como diciendo que era Dios Mismo, pero no lo hizo. Incluso, si Él hubiera dicho, “YO ERA antes de Abraham,” ellos no habrían intentado apedrearlo. Ellos entendieron que Él estaba diciendo que era Jehová, el eterno YO SOY. Conociendo las Escrituras, ellos sabían que Él estaba declarándose a Sí Mismo el único Jehová, el eterno YO SOY, como Jehová declara de manera enfática en Isaías: “Ustedes son Mis testigos, declara el SEÑOR, y Mi siervo a quien he escogido, Para que Me conozcan y crean en Mí, Y entiendan que YO SOY (LXX ἐγώ εἰμι, ego eimí). Antes de Mí no fue formado otro dios, Ni después de Mí lo habrá.” (Isa 43:10 NBLH) No hay manera razonable en que Juan 8:58 puede ser reconciliado con la creencia que el Hijo de Dios, quién se llama a Sí Mismo el YO SOY, no es eterno, sino nada más un dios que fue formado o creado después por Jehová – sin mencionar la afirmación de los Cristadelfianos de que el Hijo ni siquiera existía antes de ser concebido en el vientre de María. Jesús es el Jehová Elohim del Antiguo Testamento Muchos ignoran el hecho de que Cristo, como también los autores del Nuevo Testamento, citan pasajes del Antiguo Testamento refiriéndose a Jehová Elohim, aplicándolos a Cristo, el Hijo de Dios. En mi blog, Jesús es el Jehová Elohim del Antiguo Testamento, presento 14 pasajes que claramente identifican a Cristo como el Jehová Elohim del Antiguo Testamento. Para ser breve, aquí solo voy a citar un par de ejemplos. 1) Solamente Jehová / Jesús es el Creador de Todo Jehová Elohim no solamente es presentado como el único Salvador, como vimos en el blog anterior, sino que Él es también presentado en el Antiguo Testamento como el único Creador del cielo y la tierra. Isaías dice: “Porque así dijo Jehová, que creó los cielos; él es Dios (Elohim), el que formó la tierra, el que la hizo y la compuso; no la creó en vano, para que fuese habitada la creó: Yo soy Jehová, y no hay otro.” (Isa 45:18) En el Salmo 102 el salmista adora a Jehová Elohim como el eterno Creador que jamás cambia. Él dice: “Desde el principio tú fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos. 26 Ellos perecerán, mas tú permanecerás; Y todos ellos como una vestidura se envejecerán; Como un vestido los mudarás, y serán mudados; 27 Pero tú eres el mismo, y tus años no se acabarán.” (Sal 102:25-27) El escritor de Hebreos identifica a Jehová en este Salmo como Jesús cuando cita directamente de este Salmo, junto con el Salmo 45:5, que también es citado palabra por palabra, identificándole a Jesús como Jehová Elohim: “Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios (Elohim), por el siglo del siglo; Cetro de equidad es el cetro de tu reino… 8 Y: Tú, oh Señor (Jehová), en el principio fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos… 11 Ellos perecerán, mas tú permaneces; Y todos ellos se envejecerán como una vestidura,12 Y como un vestido los envolverás, y serán mudados; Pero tú eres el mismo, y tus años no acabarán.” (Heb 1:8,10-12, cf. Sal 45:6-7) Aquí vemos que Hebreos 1:10-12 es una cita directa del Salmo 102:25-27, identificando a Jesús como el Mismo Jehová que creó todas las cosas. Si esta afirmación de Su deidad no fuera lo suficientemente clara para silenciar a aquellos que decían que Él era nada más un ángel, a continuación él dice: “Pues, ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies?” (Heb 1:13) Este pasaje en Hebreos claramente afirma que Jesús es el eterno Jehová Elohim, El que es el mismo ayer, hoy y para siempre (Heb 13:8), y el Creador de todas las cosas. Como dice Juan: “En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.” (Jn 1:10). Cuando el escritor de Hebreos dice que Jesucristo es el mismo ayer, hoy y para siempre, es una declaración de Su eterna existencia, de igual manera que Su identificación como el YO SOY, o el primero y el último. En Hebreos 7:3 él dice que Melchizedec fue un tipo de Cristo en que él “ni tiene principio de días, ni fin de vida.” ¡La eterna preexistencia de Cristo no hubiera podido haber sido expresada de manera más clara que esto! 12) Isaías vio la gloria de Jehová / Jesús Cuando Jehová ungió a Isaías como profeta, Isaías lo vio sobre Su trono en una visión celestial. Él describe lo que vio en Isaías 6: “En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. 2 Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. 3 Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria…5 Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos…9 Y dijo: Anda, y di a este pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, mas no comprendáis. 10 Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad.” (Isa 6:1-5,9,10) Jesús manifestó Su gloria, haciendo señales y milagros, y el pueblo, a pesar de todo esto, se negaban a creer en Él. Juan cita a Isaías 6 para explicar por qué no creían, a pesar de que Su gloria fue manifestada. Al hacerlo, él claramente identifica a Jesús como Jehová. Él dijo: “Pero a pesar de que había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en él; 38 para que se cumpliese la palabra del profeta Isaías, que dijo: Señor (Jehová), ¿quién ha creído a nuestro anuncio? ¿Y a quién se ha revelado el brazo del Señor (Jehová)? 39 Por esto no podían creer, porque también dijo Isaías: 40 Cegó los ojos de ellos, y endureció su corazón; para que no vean con los ojos, y entiendan con el corazón, y se conviertan, y yo los sane. 41 Isaías dijo esto cuando vio SU gloria, y habló acerca de ÉL.” (Juan 12:37-41) Aquí, como en todo el Evangelio de Juan, él afirma la plena divinidad de Cristo, presentándolo como el mismo Jehová quien apareció a Isaías. Los autores del Nuevo Testamento consistentemente identifican a Jesús como Jehová. Hay muchas Escrituras más que presentan a Cristo el Hijo de Dios como eternamente preexistiendo. Juan 1 dice que el Verbo que fue hecho carne estaba con Dios y que Él era Dios. Juan 1:3 continúa diciendo: “Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.” Esta verdad por sí sola refuta la aseveración de que el Hijo tuvo un comienzo, siendo creado. Vemos en Filipenses 2 que Cristo existía en la forma de Dios anterior a Su encarnación. Siempre ha sido la forma visible del Dios invisible. En la encarnación Él se humilló a Sí Mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres. Nadie ha visto el Padre. Cada aparición de Jehová Elohim en el Antiguo Testamento era Cristo antes de Su encarnación. Él siempre ha sido la única manifestación visible del Dios invisible. Demuestro esto en mi blog: Las Cristofanías del Antiguo Testamento. En la oración de Jesús en la noche de Su pasión, antes de ser crucificado, Él oró al Padre diciendo: “Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese. 5 Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese.” (Juan 17:4-5) Es obvio que, para poder haber compartido la gloria del Padre antes de la creación, Él tuvo que haber existido anterior a la creación. Uno puede haber sido escogido desde la fundación del mundo sin saberlo o experimentarlo, pero es imposible haber tenido la gloria del Padre con Él sin haberla jamás conocido o experimentado. Conclusión Habiendo visto que nadie aparte de Jehová Mismo pudo haber sido nuestro Salvador, y que Jesús es identificado en el Nuevo Testamento como el Jehová YO SOY, el primero y el último, el Todopoderoso, sin principio de días, ni fin de vida, el Creador y Sustentador de todo lo que existe, ahora tenemos un fundamento sobre el cual podemos basar nuestro entendimiento del Hijo de Dios. Los que niegan la preexistencia eterna de Cristo tienen que ignorar o intentar a negar el significado obvio de estas afirmaciones claras de la eterna existencia del Hijo. En el próximo blog voy a estar considerando los textos presentados más a menudo para argumentar en contra de la eternalidad del Hijo de Dios. La mayoría de los que usan estos textos para negar Su eternalidad no toman en cuenta la relación económica entre las personas de la Deidad. Aunque podemos ver en las Escrituras que son co-iguales en esencia y atributos, sin embargo, como expresado por Sus títulos Padre e Hijo, no son iguales en autoridad, sino que tienen una relación de amor complementaria. El Hijo es sujeto al Padre, y el Espíritu Santo, de igual manera, lleva a cabo la voluntad del Padre y glorifica al Hijo. Cuando Jesús dijo, “el Padre es mayor que Yo,” no debe ser interpretado como si implicara que el Hijo es de alguna manera inferior en esencia al Padre, más que mi hijo es inferior a mí. Simplemente significa que el Padre es mayor en autoridad que el Hijo. Otra cosa que no toman en cuenta los que niegan la preexistencia de Cristo (en particular los Cristadelfianos), es que, aunque Cristo era cien porciento Dios, Él también era cien porciento hombre. Aunque seguía siendo el Hijo de Dios, Él también llegó a ser el Hijo del Hombre. Cuando Él se despojó de Sí Mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres, Él se sometió a las limitaciones de un cuerpo de carne. Aunque, como Hijo de Dios, Él seguía siendo Aquel que sostiene todas las cosas con la palabra de Su poder (Heb 1:3; Col 1:17), en Su humanidad Él tuvo que crecer en estatura y en sabiduría (Lu 2:39). Aunque, como Dios, sabía todas las cosas, en Su humanidad, Él tuvo que crecer en conocimiento. Él sufrió fatiga como cualquier hombre, y como hombre vino en semejanza de carne de pecado, pero sin pecar (Rom 8:3; Heb 4:15). Esta unión de Su naturaleza Divina con una naturaleza humana teológicamente es llamada la unión hipostática. Todas estas consideraciones son fundamentales para un entendimiento correcto del Hijo de Dios, como veremos en el próximo blog.
1 Comment
Alexander Veloza
5/31/2022 06:02:43 am
Gloria a Dios por tu vida y ministerio. En esta labor tan difícil de portar luz en un mundo que ama mas a las tinieblas.
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