por George Sidney Hurd
Al final de la vida del Apóstol Pedro, él nos advirtió de antemano acerca de lo que sería la actitud de muchos en los postreros días debido a la aparente tardanza en la Segunda Venida de Cristo diciendo: “sabiendo primero esto, que en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias, 4 y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación.” (2Pedro 3:3-4) Tanto a Pedro, como a Pablo, les fueron mostrados las condiciones que prevalecerían en los postreros días (cf. 1Tim 4:1-3; 2Tim 3:1-5). Las señales que nombraron son características de nuestros días, más que cualquier generación anterior. En este blog, voy a responder a unos de los argumentos presentados por un número creciente de personas que ridiculizan a aquellos que todavía esperamos ansiosamente el retorno de Cristo en el futuro cercano. “No pasará esta generación” Los Preteristas presentan la declaración, “no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca” como evidencia de que Cristo vino en 70 d.C., dado que Jesús describe la desolación de Israel y Su Segunda Venida en el mismo discurso. Sin embargo, un examen cuidadoso del contexto dentro de los tres Evangelios sinópticos deja en claro que hay una separación necesaria entre la desolación de Jerusalén en 70 d.C., y la Segunda Venida de Cristo. Justo antes de Su discurso en Mateo 23:36, Jesús le dijo al liderazgo representativa de Israel: “De cierto os digo: Vendrán todas estas cosas sobre esta generación,” con “todas estas cosas” refiriéndose al juicio contra Israel y su desolación. Entonces, en 38-39 Él menciona Su Segunda Venida como algo que sucedería después de la desolación de Israel, en un tiempo cuando ellos estarían dispuestos a recibirlo como Su Mesías y Rey. Él les dijo: “He aquí vuestra casa os es dejada desierta. 39 Porque os digo que desde ahora no me veréis, HASTA QUE digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor.” (Mateo 23:38-39) Los Preteristas dirían que Dios rechazó a Su pueblo Israel para siempre como nación. Sin embargo, Jesús habla de su juicio como temporal, continuando “hasta que” llegue el momento cuando Israel dirá, “Bendito el que ‘viene’ en el nombre del Señor.” El Evangelio de Lucas, que da más detalle acerca del juicio y desolación de Israel en 70 d.C., también presenta el juicio de Israel como algo temporal, diciendo: “Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! porque habrá gran calamidad en la tierra, e ira sobre este pueblo. 24 Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los gentiles, HASTA QUE los tiempos de los gentiles se cumplan.” (Lucas 21:23-24) Más adelante Pablo recibió mayor revelación acerca del juicio contra Israel y su liberación y restauración después, cuando Cristo vuelve otra vez. Él dijo: “Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, HASTA QUE haya entrado la plenitud de los gentiles; 26 y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad. 27 Y este será mi pacto con ellos, cuando yo quite sus pecados.” (Rom 11:25-27) Aquí Pablo nos dice que el juicio contra Israel es temporal, continuando “hasta que” haya entrado la plenitud de los gentiles. Después, todo Israel será salvo y restaurado cuando Cristo, el Libertador, venga desde Sion, refiriéndose a la Segunda Venida de Cristo. Cuando Cristo viene por segunda vez no será para la destrucción de Israel, como afirman los Preteristas, sino para su liberación. Tristemente, muchos, incluso a los Preteristas, ignoran este misterio, creyendo que la Iglesia ha reemplazado a Israel como pueblo. Demuestro la naturaleza temporal del juicio de Israel en mi blog: “¿Ha Reemplazado la Iglesia a Israel?” Así que, vemos que hay una separación necesaria entre la desolación y dispersión de Israel y su liberación en la Segunda Venida de Cristo cuando otra generación dirá: “Bendito el que viene en el nombre del Señor.” El Discurso en el Monte de los Olivos tiene un Cumplimiento Doble Después de declarar acerca de la desolación y Su venida posterior a ella, cuando Israel finalmente lo recibirá, Jesús continúa diciendo en el próximo versículo que no quedará piedra sobre piedra del templo, que no sería derribada. Fue después de esto que Sus discípulos le hicieron la pregunta doble: “Dinos, 1) ¿cuándo serán estas cosas, y 2) qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?” (Mateo 24:3). En el contexto, ya hemos visto que Jesús habló de “estas cosas” (la desolación de Israel y la destrucción de su templo) que vendría sobre esa misma generación, y su posterior venida cuando Israel estaría dispuesto a recibirlo. Todo el discurso es la respuesta de Jesús a sus dos preguntas. Aunque existen muchos paralelos entre los dos eventos, el lector cuidadoso descubrirá que son claramente distintas. En el relato de Lucas, los discípulos son presentados como solamente preguntándole a Jesús acerca del tiempo de la desolación de Israel, la que Jesús acaba de decirles que sucedería en esa misma generación (Lucas 21:7), y de acuerdo con esa pregunta Él da más detalles acerca de la desolación de Jerusalén, mientras que, el Evangelio de Mateo, Él responde a ambas preguntas, pero dando más detalles acerca de los eventos relacionados con la Segunda Venida de Cristo. Por ejemplo, en Lucas, Jesús les dijo a los cristianos que huyeran de Jerusalén tan pronto como vean que los ejércitos romanos rodearan a la ciudad, y Lucas incluye la declaración del juicio contra Israel que ocurriría en ese tiempo: “Pero cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado. 21 Entonces los que estén en Judea, huyan a los montes; y los que en medio de ella, váyanse; y los que estén en los campos, no entren en ella. 22 Porque estos son días de retribución…porque habrá gran calamidad en la tierra, e ira sobre este pueblo. 24 Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los gentiles, HASTA QUE los tiempos de los gentiles se cumplan.” (Lucas 21:20-24) Como podemos ver aquí, el asedio de Jerusalén por los ejércitos romanos es seguido por la dispersión prolongada de los judíos y la ocupación gentil de Jerusalén. En contraste, en el Evangelio de Mateo, vemos más detalle acerca del fin de la época y los eventos indicando la Segunda Venida de Cristo. En Mateo 24:14, Jesús dijo que el fin de la época no llegaría hasta que el evangelio haya sido predicado por todo el mundo. Él dijo: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo (οἰκουμένη), para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.” (Mateo 24:14) Es muy obvio que esto no fue cumplido antes de 70 d.C. Hasta el día de hoy, no podemos decir que todo el mundo habitado ha oído el evangelio. En los versículos que siguen esto, vemos otro mandato a huir. Sin embargo, en contraste con el relato de Lucas que los mandó a huir de Jerusalén al ver los ejércitos rodeando a Jerusalén, vemos el mandato a huir de Judea cuando ven la abominación desoladora en el lugar santo: “Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda), 16 entonces los que estén en Judea, huyan a los montes. 17 El que esté en la azotea, no descienda para tomar algo de su casa… 21 porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. 22 Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados.” (Mateo 24:15-17; 21-22) Mientras es posible que un lector casual podría pensar que Jesús está hablando del mismo evento en ambos Evangelios, cuando uno los examina más de cerca, llega a ser evidente que en el Evangelio de Mateo Jesús se está refiriendo a Su Segunda Venida cuando eventos sin precedentes llegan a ser tan severo como para destruir toda carne, requiriendo Su intervención para salvar a Su remanente elegido. Cuando Él viene otra vez, no será para la destrucción de Israel, sino para su liberación. El profeta Daniel vio la misma venida, y allí Él también es presentado como volviendo para la liberación de Israel después de la misma Gran Tribulación sin precedentes. Daniel dijo: “En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro. 2 Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna (eonian), y otros para vergüenza y confusión perpetua (eonian).” (Dan 12:1-2) Jeremías también habla de la misma tribulación sin precedentes como “tiempo de angustia para Jacob” y también dice que Israel será liberada en ese tiempo (Jer 30:7-9). Tanto Jesús, como Daniel, describen una resurrección corporal cuando Israel es liberado al final de la Gran Tribulación (Mateo 24:30-31). Ninguna resurrección física ocurrió en 70 d.C., y Israel no fue liberada por la Segunda Venida de Cristo. Al contrario, fue dejado desolada y dispersada en juicio. Vale notar que los Padres Ante-Nicea vieron la abominación desoladora en Mateo 24 como algo futuro, seguido por el retorno visible de Cristo, mientras que los Padres que comentaron sobre Lucas 21:20 entendían la referencia de los ejércitos rodeando a Jerusalén como algo que ocurrió en 70 d.C.. [1] Nadie en ese entonces, sea cristiano o secular, indicó que entendían que Cristo había venido en ese tiempo. Tiempo de la Destrucción de Jerusalén revelado – Tiempo de la Segunda Venida no revelado La única señal dada por Jesús para indicar que la desolación de Israel estaba inminente fue que verían a los ejércitos rodeando a Jerusalén (Lucas 21:20). Jesús les dijo a los cristianos que huyeran a los montes al verlo, y la historia confirma que ellos obedecieron, huyendo a Pella antes de que Jerusalén fuera completamente rodeada. En contraste con la desolación de Israel que ocurrió en 70 d.C., Jesús dio muchas señales que indicarían cuando Su venida estuviera inminente. Una que ya hemos considerado era que el evangelio habrá sido predicado a todas las naciones del mundo antes de que venga el fin y Cristo vuelva. Otra señal que vimos es que habría “gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá” (Mateo 24:21-22). Es cierto que el asedio romano de Jerusalén era un tiempo de tribulación para los judíos. Según Josefo, más de un millón de judíos perecieron. Sin embargo, la tribulación descrita por Jesús es de una escala global sin precedentes. Él dijo que jamás habría algo igual después. Sin embargo, en la tribulación bajo el régimen Nazi, murieron casi seis veces más judíos, sin tomar en cuenta los millones de judíos que murieron después, bajo el régimen de Stalin. Claramente, Jesús estaba refiriéndose a la Gran Tribulación de tres años y medio, descrito con más detalle en Daniel y en el libro de Apocalipsis donde el número de fatalidades son miles de millones a nivel mundial, y no simplemente un poco más de un millón de judíos que murieron en la ciudad de Jerusalén en 70 d.C. (Apo 6:8; 9:15). Además, Jesús dijo que cuando Él venga, cada ojo de todos los tribus de la tierra lo verán viniendo (Apo 1:7; Mateo 24:30; 2Tes 2:8; Apo 6:12-17). En aquel tiempo algunos estarán durmiendo en un lado del mundo, mientras que otros estarán trabajando en los campos en pleno día (Lucas 17:34-36; Mateo 24:40-41). El Señor juntará a Sus elegidos de todo el mundo en ese momento (Mateo 24:30-31). Algunos serán llevados, mientras que otros serán dejados. Claramente, Jesús no vino en 70 d.C. Cristo simplemente dejó Jerusalén desolada debido a su rechazo del reino (Mateo 23:38-39). No vino para destruir personalmente a Jerusalén en 70 d.C. Cuando Cristo viene, será para salvarlos de sus enemigos – no para destruirlos. A la vez que Jesús era específico en indicar el tiempo de la desolación de Israel, Él era enfático en decir que el tiempo de Su Segunda Venida solamente fue conocido por el Padre (Mateo 24:36). Momentos antes de que Cristo ascendió al Padre, los discípulos persistían en preguntarle a Jesús cuándo iba a restaurar el reino a Israel. En respuesta, Jesús no solamente les dijo que no les fue dado a conocer “el día ni la hora” de Su venida, sino que ni siquiera les tocaba saber “los tiempos y las sazones” que el Padre puso en Su sola potestad (Hch 1:7). En lugar de esto, Jesús les dijo en otras palabras lo que Él ya les había dicho antes en el Discurso del Monte de los Olivos – Él les dijo que tenían que predicar el evangelio a todas las naciones como testigo por todo el mundo antes de que viniese el fin (Mateo 24:13). Después de decirles que no les tocaba saber los tiempos y las sazones, Él repitió su tarea, la Gran Comisión: “Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones…pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” (Hch 1:7-8) Aunque el evangelio fue proclamado en muchas naciones alrededor de Judá en esa primera generación, aún no ha sido predicado a todas las naciones del mundo entero. Dos Generaciones Distintas Aunque creo que, por intención divina, no es algo aparente a primera vista, Jesús dirigía la palabra a dos generaciones distintas en el Discurso del Monte de los Olivos. Mientras que dijo acerca de la desolación de Israel, “todo esto vendrá sobre esta generación” (Mateo 23:36), refiriéndose a aquellos viviendo en ese tiempo, Él después dio señales específicas que indicarían cuándo Su retorno y el fin estarían cerca. En ese contexto, Él se dirige a la generación que verá las señales de Su venida y el fin de la época, diciendo: “De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. 33 Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas. 34 De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca.” (Mateo 24:32-34) ¿Cuáles son las señales que Él mencionó que indicarían que el fin estaba cerca? En Mateo 24:7-8, Él dijo que cuando nación se levanta contra nación, y reino contra reino con pestes, hambres y terremotos en muchos lugares, eso sería el principio de los dolores de parto, indicando que el fin se acerca. Después de esto, en los versículos 9-10, Él dijo que seríamos aborrecidos por todas naciones y perseguidos, y muchos se apartarían de la fe (cf. 2Tes 2:1-4). En 11-13, Él advirtió que muchos falsos profetas se levantarían engañando a muchos, y que la maldad aumentaría de tal manera que el amor de muchos se enfriará, pero los que perseveran hasta el fin serán salvos. Aquí quiero señalar que perseverar hasta el fin tiene referencia a perseverar hasta que Cristo venga, no hasta que Jerusalén fue destruido en 70 d.C. En el versículo 24, Él dijo que los falsos profetas harían grandes señales y prodigios para engañar, si fuere posible, aun a los escogidos. En el versículo 15, Él da la señal de la abominación desoladora en el lugar santo en el templo de Jerusalén, diciendo que los que están en Judea en ese tiempo tendrían que huir porque comenzarán entonces la Gran Tribulación. Los Padres Apostólicos, de manera unánime, creían que esto era algo que todavía tenía que a ocurrir en su futuro. Años después de la destrucción del Templo de Herodes en 70 d.C., Ireneo (160 – 230 d.C.) dijo: “Pero cuando este Anticristo habrá devastado todas las cosas de este mundo, el reinará por tres años y seis meses, y se sentará en el templo en Jerusalén; y entonces el Señor vendrá del cielo en las nubes, en la gloria del Padre, enviando a este hombre y los que le siguen al lago de fuego; pero introduciendo los tiempos del reino para los justos…y restaurando a Abraham la herencia prometida…” [2] “Y a la mitad de la semana, dice Él, el sacrificio y la libación será quitada, y la abominación desoladora será puesto en el templo: aún hasta la consumación del tiempo será completa la desolación. Ahora tres años y seis meses constituyen la mitad de la semana.” [3] De la misma manera como los Futuristas hoy en día, los Padres Primitivos creían, según las Escrituras, que el templo en Jerusalén sería reconstruido y la abominación desoladora puesto en el templo, comenzando el tiempo de la Gran Tribulación. Finalmente, Jesús da las señales que sucederán inmediatamente antes de Su venida: “E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. 30 Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. 31 Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.” (Mateo 24:29-31) Es en este contexto que Jesús dice en 34, “no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca.” “Esta generación,” en su contexto, refiere a la generación que ve el principio de las señales específicas cumplidas que Él mencionó. No existe récord de nadie diciendo que vio venir el Hijo del Hombre en 70 d.C., y mucho menos vemos mención de todas las tribus de la tierra lamentándose por haberlo visto venir con poder y gran gloria. “No gustarán la muerte, hasta que hayan visto…” “De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino. Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz. Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él. Entonces Pedro dijo a Jesús: Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías. Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd.” (Mateo 16:28-17:5) Los Preteristas a menudo citan Mateo 16:28 como evidencia de que Cristo tuvo que haber venido por segunda vez y establecido Su reino sobre la tierra en 70 d.C., mientras muchos de los discípulos aún vivían. Sin embargo, cuando uno lee los siguientes versículos, llega a ser evidente que la venida de Su reino a que Él se refería ocurrió solamente seis días después, cuando Cristo fue transfigurado ante Pedro, Jacobo y Juan, dándoles una revelación de Su reino venidero. Pedro mismo hizo referencia a esto como una prevista de la venida de Cristo en Su reino. Él dijo de su encuentro con el Cristo glorificado en el monte: “Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad. 17 Pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia. 18 Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo.” (2Pedro 1:16-18) Pedro claramente entendió la declaración de Jesús, “hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino” como algo cumplido cuando ellos vieron a Jesús transfigurado en el monte con Moisés y Elías. Un Retraso Aparente Implícita en las Parábolas Aunque Jesús mandó a Sus discípulos vivir en un estado de expectativa, diciéndoles, “el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis” (Mateo 24:44), al mismo tiempo Él implicaba en parábolas que Él no vendría en el marco del tiempo anticipado por Sus seguidores. En la parábola del siervo fiel y el siervo malo, Jesús dijo que el sirviente malo diría en su corazón, “mi señor tarda en venir,” y en vez de ocuparse en el servicio de su señor, el comenzó a vivir según sus propios deseos carnales (Mateo 24:48-51). En la parábola de las diez vírgenes, “el esposo se tardó en venir.” Se tardó tanto que incluso las vírgenes prudentes cabecearon y durmieron, y tuvieron que ser despertados para recibir el esposo (Mateo 25:5). En la parábola de los talentos, Él comparó Su venida a un hombre que “fue lejos,” no volviendo hasta “después de mucho tiempo” (Mateo 25:14,18). Es evidente que Jesús quería que Sus discípulos vivieran en anticipación de Su pronto retorno, ocupado en cumplir la Gran Comisión con la expectativa que Él podría volver en su generación, mientras que Él, al mismo tiempo, indicaba indirectamente a través de Sus parábolas que Su retorno podría estar mucho más en el futuro lejano de lo que ellos anticipaban. Él concluyó Sus parábolas con un llamado, no solamente para Sus discípulos, sino también para las generaciones futuras, a estar vigilando. Él dijo: “Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad” (Marcos 13:37). Su Casa tiene que estar llena A Pablo le fue revelado que en este tiempo ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles. Después, Cristo, el Libertador, vendrá de Sion, y entonces todo Israel será salvo (Rom 11:25-26). Aquí vemos que Cristo no vendrá otra vez hasta que el evangelio haya sido predicado a todas las naciones y la plenitud de los gentiles haya entrada en el redil. Tan pronto como el último de las primicias escogidas de entre los gentiles haya entrado en el redil Cristo vendrá, y todo Israel será salvo cuando ellos miran a Él, a quien traspasaron (Zac 12:10). Entonces, la nación de Israel volverá a nacer en un solo día (Isa 66:8-10). En la parábola de la gran cena, Jesús también implicó que Él no iba a volver hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles. En esta parábola, el señor había planeado un gran banquete para sus invitados (los invitados representando a la nación de Israel). Pero Israel rechazó la invitación. El señor se enojó y dijo a su siervo que trajera a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos (refiriéndose a los samaritanos que fueron menospreciados por los judíos). Habiendo invitado a ellos, todavía quedaban muchas sillas vacías. Entonces, Jesús, haciendo referencia a los gentiles, dijo a continuación: “Dijo el señor al siervo: Vé por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa. 24 Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará mi cena.” (Lucas 14:23-24) Esta parábola de la casa del señor siendo lleno con aquellos de los caminos y vallados, refiriéndose a los gentiles en vez de los judíos que originalmente fueron los invitados, es paralelo con lo que Pablo vio acerca de la plenitud de los gentiles. Dios está esperando, sin comenzar el banquete, hasta que Su casa se llene. Tan pronto entre la plenitud de los gentiles y Su casa esté llena, Cristo vendrá. Esta es la razón que Pedro dio por la aparente demora en la venida de Cristo. Después de decir que en los postreros días seríamos ridiculizados por seguir esperando Su venida, él explicó: “Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. 9 El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente PARA CON NOSOTROS, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.” (2 Pedro 3:8-9) Aquí vemos que, contrario a como algunos piensan, el Señor no ha demorada Su venida. Dado que Él habita la eternidad, “pronto” no significa lo mismo para Él como significa para nosotros. Entonces, Pedro explica porqué Él todavía no ha venido. El es paciente para con nosotros, esperando hasta que todos nosotros – Sus elegidas primicias, hayamos venido al arrepentimiento. En otras palabras, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles y Su casa esté llena. “El tiempo está cerca… Vengo pronto” En el libro de Apocalipsis, Jesús comienza diciendo, “el tiempo está cerca,” y tres veces Él repite la frase “Vengo pronto” (Apo 1:3; 3:11; 22:7,12). Muchos se escandalizan por el hecho de que casi 1900 años han trascurrido desde que Jesús hizo estas declaraciones. Los Preteristas intentan argumentar que el libro de Apocalipsis fue escrito antes de 66 d.C., en vez de la fecha generalmente aceptada de 96 d.C., a fin de poder argumentar que Cristo quiso decir que iba a venir en 70 d.C. Presento los argumentos en contra de la fecha temprana para Apocalipsis en mis blogs: “The Objective Evidences for a Late Dating of John’s Revelation” y “The Interpretive Arguments for an Early Dating of John’s Revelation.” En mi libro, “Los Últimos Días - ¿Pasados o Presentes?” Demuestro con más detalle porqué la venida de Cristo todavía está en el futuro. Pero, sin entrar en más detalle aquí, debe ser evidente a cualquier estudiante de las Escrituras y de la historia que ningún evento en la historia podría ser razonablemente considerado como la Segunda Venida de Cristo con poder y gran gloria para recibir a Sus escogidos y reinar sobre la tierra. Las amonestaciones para estar vigilantes porque el tiempo está cerca, tienen que ser entendidas a la luz de la abundancia de Escrituras que claramente implican una demora. El evangelio tiene que ser predicado a todas las naciones y la plenitud de los gentiles tiene que entrar, llenando Su casa. Solamente el Señor sabe cuándo eso habrá sucedido. También, como explicó Pedro, tenemos que tomar en cuenta la naturaleza relative del tiempo. Nuestro sentido del tiempo no es lo mismo que lo del Señor. Para Él, un día es como mil años, y mil años como un día. Es comparable con el sentido del tiempo para un niño, comparado con lo de un adulto mayor. Cuando mis hijos eran pequeños, a menudo hacíamos viajes largos en carro, hasta viajando de California a Guatemala un par de veces. Como un adulto que había hecho el viaje antes, yo sabía cuánto tiempo iba a durar el viaje, y para mí el viaje parecía mucho más corto que a mi hijo Cristian de 4 años. Después de una hora, él ya estaba quejándose, preguntándonos porqué estábamos demorando tanto en llegar. Hubiera sido inútil explicarle cuánta carretera quedaba por delante porque él era demasiado pequeño para entenderlo. Al principio, le decía que íbamos a llegar pronto e intenté mantenerlo ocupado con otras cosas para no estar tan consciente del tiempo. Cuando eso ya no funcionaba, le diría algo como, “cuando ves un puente grande, estaremos acercándonos al destino,” o “cuando ves el océano, nos falta poco.” Mi esposa Norma y yo sabíamos desde el comienzo cuánto tiempo duraría el viaje, pero hubiera sido inútil intentar a explicarle cuánto tiempo duraría el viaje porque él no habría entendido. Y aún si él hubiera podido comprender el tiempo requerido para llegar, solo habría hecho el viaje más insoportable para él. Creo que, de manera semejante, el Señor les dijo a Sus discípulos que no era para ellos saber los tiempos y las estaciones, sino que se ocuparan con proclamar el evangelio por toda la tierra, al mismo tiempo que estén vigilando por las señales que indicarían que Su venida estaba a las puertas. Que Él nos encuentre ocupado haciendo lo que Él nos comisionó a hacer cuando Él venga. “Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis. ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así.” (Mateo 24:44-46) [1] Hipólito (170 a 236 d.C.), Treatise on the Antichrist, Sections 47-67 Estas cosas, entonces, sucederán, hermanos, y la semana habiendo sido dividida en dos, y la abominación desoladora siendo manifestada a ellos, entonces los dos profetas y precursores del Señor habiendo terminado su carrera, y el mundo entero finalmente acercándose a la consumación, ¿qué queda excepto la venida de nuestro Señor y Salvador Jesucristo desde el cielo, a quién esperamos? Tertuliano (160 a 220 d.C.), Lucas 21:1-38 “Entonces, habiendo mostrado lo que iba a ser el tiempo de la destrucción cuando Jerusalén iba a estar rodeado de ejércitos, Él describió las señales del fin de todas las cosas: señales en el sol, en la luna y las estrellas, y sobre la tierra angustia entre las naciones en confusión – como el mar rugiendo – por razón de su anticipación de los males que vienen sobre la tierra.” [2] Ante-Nicene Fathers, Volume 1, Irenaeus: Against Heresies Book 5 Chapter 30 section 4 [3] Ante-Nicene Fathers, Volume 1, Irenaeus: Against Heresies Book 5 Chapter 25 section 3,4
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