por George Sidney Hurd
-- Jesús oró al Padre diciendo: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad” (Juan 17:17). En nuestros días es común oír a algunos insistiendo que Jesús es la única infalible Palabra de Dios. Pero, ¿Si Jesús es la única Palabra infalible de Dios, entonces, ¿qué significaba la palabra “Palabra” para Jesús? ¿Puede acaso la Palabra del Padre ser verdad y al mismo tiempo falible? Algunos responderían diciendo que la Biblia no es la Palabra de Dios – que solo contiene la Palabra de Dios. Para ellos la Biblia es una mezcla de la verdad con el error y es tarea del teólogo o lector discernir entre lo que es la verdadera Palabra de Dios y las porciones de las Escrituras que consideren nada más palabras de hombres falibles. Esto, sin embargo, no es la manera en que las Escrituras fueron estimadas por los judíos en el tiempo de Jesús. Esta convicción estaba fundamentada en el mismo Antiguo Testamento. Por ejemplo, el salmista dice: “La suma de tu palabra es verdad, y eterno es todo juicio de tu justicia” (Sal 119:160). Y Jesús, en vez de disminuir esta alta estima de las Escrituras, afirmó la declaración, “La suma de tu palabra es verdad” al decir “Tu palabra es verdad.” Además, Jesús identificó “la palabra de Dios” como “las Escrituras,” diciendo que no pueden ser quebrantadas: “Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois? 35 Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser quebrantada) ...” (Juan 10:34,35) Aquí vemos que la expresión, “Palabra de Dios” es equivalente a las Escrituras mismas y no nada más a algunas palabras contenidas en las Escrituras. Si siquiera una pequeña parte de las Escrituras originales pudiera ser demostrada errónea, entonces la Escritura podría ser quebrantada y Su Palabra no sería la verdad. Jesús no simplemente consideraba la Escritura como generalmente verdadera, sino verbal y plenariamente infalible y veraz, hasta la última jota y tilde del idioma hebreo (Mt 5:17-18). Jesús, muchas veces decía que las Escrituras tienen que cumplirse. Citando Deuteronomio 8:3 Jesús dijo: “Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” (cf. 2Tim 3:16, “toda Escritura es respirada por Dios,” Gr. theopneustos). En contraste con esta declaración hecha por Jesús, Steve McVey, un maestro prominente que ha escrito sobre la gracia dice: “Jesús es la única infalible, autoritativa Palabra de Dios.” [1] De igual manera, Brian Zahnd, en respuesta a la pregunta de si creía que la Palabra de Dios fuera inspirada, dice: “Yo sí creo en la Palabra de Dios inspirada e infalible, y Su nombre es Jesús.” [2] Mi pregunta a ellos sería, “¿cómo pueden creer en el Jesús de la Biblia y no recibir Su propio testimonio acerca de las Escrituras como las mismas palabras de Dios?” Mientras que muchos aparentan estar exaltando a Jesús, en realidad lo que están haciendo es despreciar las Escrituras creando una tensión falsa entre Cristo, la Palabra de Dios encarnada y la Escritura, la cual ellos designan “la palabra de Dios con una p pequeña.” McVey dice: “Si quieres decir que la Biblia es la palabra con una p minúscula, que es una de las maneras en que Dios nos habla a nosotros, estoy de acuerdo con eso.” [3] “Literalmente hablando, la Biblia no es la Palabra de Dios – Jesús es.” [4] La verdad es que, si la Palabra de Dios, las Escrituras, procede de la boca de Dios, entonces es tan inseparable de Dios como es Cristo, la misma Palabra encarnada, y por lo tanto infalible. Como dijo el Padre de la Iglesia Primitiva, Ireneo (130 – 202 d.C.) en su obra, Contra las Herejías: “Debemos de dejar los misterios no revelados a Dios quien nos hizo, con la seguridad de que las Escrituras de hecho son perfectas, dado que fueron habladas por la Palabra de Dios y Su Espíritu…” [5] Si fueron habladas por la Palabra Infalible de Dios y Su Espíritu, entonces ellas de igual manera tienen que ser recibidas como infalibles y vivas. El único motivo detrás de tal negación de la supremacía de la Palabra de Dios escrita es para justificar el hacer a un lado las porciones de las Escrituras que no se pueden acomodar a las normas culturales o a sus propias doctrinas no bíblicas. Decir que solamente Cristo es la infalible autoritativa Palabra de Dios es equivalente a negar el mismo testimonio de Cristo acerca de la infalibilidad de las Escrituras. Extrañamente, Brian va al extremo de decir que Jesús tuvo que salvar la Biblia de sí misma. Él dice: “Jesús es el Salvador de todo lo que necesita ser salvo, incluyendo la Biblia. ¡Jesús salva la Biblia de sí misma!” [6] En el libro de Hebreos, después de citar las Escrituras quince veces en sucesión rápida, el autor caracteriza las Escrituras de la siguiente manera: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.” (Heb 4:12) Históricamente, esta referencia a la Palabra de Dios en su contexto aquí en Hebreos ha sido entendida como refiriéndose a las Escrituras. Sin embargo, aquellos que no están dispuestos a aceptar la totalidad de las Escrituras tal y como son, tienen que presentar “la palabra” como refiriéndose a Cristo, la Palabra encarnada, en vez de las Escrituras como la Palabra, que ellos consideran de alguna manera inferior a Cristo e independiente de Él. Sin embargo, mientras sea posible caracterizar a Cristo de la manera descrita aquí, es obvio que se está refiriendo específicamente a la Biblia – la espada del Espíritu que es la Palabra de Dios, cuyas palabras, vivificadas por el Espíritu, revelan los pensamientos y las intenciones del corazón y nos da la capacidad de discernir cuándo estamos actuando con el alma en vez de con nuestro espíritu. Tristemente, Steve McVey aparenta mostrar desprecio hacia las Escrituras cuando comenta sobre Hebreos 4:12. Él dice: “La Biblia es viva. ¿De veras? ¿Qué parte de ella? ¿Es el cuero? ¿Es el tinte? ¿Es el papel?” [7] Digo “tristemente” porque por su propia confesión él antes tenía un gran aprecio por las Escrituras, pero su peregrinaje le ha llevado al punto donde decidió que ya no podía aceptar lo que él percibe como percepciones distorsionadas de Dios descritas en la Biblia por los autores humanos. No es mi intención despreciar a McVey ni a los demás que menciono. Personalmente he recibido mucho de sus libros anteriores como “Grace Walk” y “Helping Others Overcome Addictions.” Quizás ningún otro individuo haya tenido mayor influencia a nivel mundial para promover esta nueva tendencia a hacer caso omiso a la afirmación de Jesús de las Escrituras como la infalible Palabra de Dios, que Wm. Paul Young, el autor de la novela de mayor venta internacional, “La Cabaña.” Yo personalmente leí su libro varias veces, primero a solas y después lo leí a mi esposa y a mis hijos. Cuando vimos la película “La Cabaña” todos lloramos porque nos identificamos mucho con la historia. Sin embargo, la gran popularidad de la novela y película lo ha envalentonado a dar expresión abierta de su negación de la infalibilidad de las Escrituras. Él cita las palabras del distinguido teólogo Neo-Ortodoxo Thomas F. Torrance cuando dijo: “Nosotros inventamos la idea de la infalibilidad de las Escrituras porque necesitábamos otro mediador entre Dios y los hombres que no fuera Jesús.” [8] En respuesta a esto le preguntaría: “¿Cómo puede uno siquiera saber con certidumbre que Jesús es el único mediador entre Dios y los hombres sin creer que la Biblia es la Palabra infalible de Dios?” Si no aceptamos la validación dada por Cristo de las Escrituras como infalibles, ¿cómo podemos saber que son fiables en su revelación acerca de Dios, el pecado, la redención, la consumación o cualquier otro tema bíblico? Después de negar la infalibilidad de las Escrituras, Wm. Paul Young concluye: “Así que, ahora tienes que confiar en el Espíritu Santo como tu maestro y decir, ‘a ver, ¿en qué estamos poniendo nuestra certidumbre? ¿en la naturaleza de este Dios en quien nos relacionamos, o en una clase de certidumbre de extrapolación hermenéutica sin un encuentro?’” [9] Entonces, aparte de implicar aquí que a los que confían en las Escrituras les falta una relación personal con Dios, él está diciendo que, como las Escrituras contienen errores, tenemos que aprender a confiar en el Espíritu Santo en vez de confiar en la veracidad de las Escrituras. Sin embargo, las Escrituras no presentan tal conflicto entre lo que dice la Biblia y lo que el Espíritu Santo dice. Las Escrituras son presentadas repetidas veces por Jesús y los Apóstoles como lo que el Espíritu Santo ha dicho (Mt 22:43; Marcos 12:36; Hch 1:16; 28:25; Heb 3:7). Aunque el Espíritu habló por medio de los autores humanos, las palabras habladas y escritas fueron dadas por el Espíritu Santo. Como dice Pedro: “porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.” (2Pedro 1:21) Esta plena confianza en las Escrituras como la infalible Palabra de Dios fue sostenida casi universalmente por la Iglesia hasta que surgió el Modernismo Liberal a comienzos del siglo XIX cuando empezaron a buscar errores y contradicciones en la Biblia con tal de desacreditarla. Solo un par de citas de los Padres de la Iglesia Primitiva demuestran la plena confianza que tenían de que las palabras de las Escrituras fueron inseparables del mismo Espíritu Santo, y por lo tanto eran infalibles. Clemente de Roma (35 – 99 d.C.) dijo: “Mirad atentamente a las Escrituras que son las verdaderas palabras del Espíritu Santo.” De semejante manera, Gregorio de Niza (330 – 394 d.C.) dijo: “Todo lo que dice la Palabra divina es la voz del Espíritu Santo.” ¿Será posible que la voz del Espíritu Santo hable cosas erróneas o falsedades, como los Progresivos y Liberales modernos dicen acerca de unas porciones de las Sagradas Escrituras? Por último, Orígenes (184 – 254 d.C.) se refiere a las Escrituras como los escritos del Espíritu Santo diciendo, “No podemos decir que hay algo inútil o superfluo en las Escrituras, aun si algunas partes nos parecen oscuras.” (Para una lista más extensa de citas de los Padres acerca de la infalibilidad de las Escrituras vea mi blog: La Infalibilidad de la Biblia en la Historia de la Iglesia. Creo que este extenso abandono de la plena confianza en las Escrituras como la misma Palabra de Dios que está sucediendo en nuestros días es lo que le fue revelado a Pablo por el Espíritu Santo. Él le dijo a Timoteo: “que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. 3 Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, 4 y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.” (2Tim 4:2-4) Vale notar que Pablo jamás se refiere a Cristo como la Palabra, como lo hace el Apóstol Juan. Siempre cuando Pablo habla de “la palabra,” él se está refiriendo a las Escrituras. Esto es muy obvio aquí en el contexto, dado que incluye doctrina, refutaciones, reprensiones y exhortaciones. Pablo dice que el tiempo vendrá cuando los hombres ya no tolerarán la sana doctrina de la Biblia porque la verdad de la Palabra de Dios confronta su estilo de vida ilícita. Entonces, ellos buscarán a maestros que los afirmen en su conducta lujuriosa. Ellos se apartarán de la verdad, prefiriendo fábulas, mitos y falsas doctrinas que se acomoden a su estilo de vida como es, sin necesidad de arrepentirse. No podría existir una descripción más apta de lo que estamos viendo en nuestros días. Otro detalle revelado a Pablo por el Espíritu Santo describe aún más lo que estamos observando dentro del Cristianismo Postmoderno. Él dice lo siguiente: “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios.” (1Tim 4:1) Estoy consciente de que otra corriente moderna es el del Preterismo que enseña que Cristo ya vino en un fin de época que terminó en el año 70 d.C. Siendo cierto, esto haría nula esta advertencia para nuestra generación. Presento mis razones por no abrazar al Preterismo en mi libro intitulado “Los Últimos Días - ¿Pasados o Presentes?” Supongamos por un momento que ya estamos viviendo en los últimos días y la venida de Cristo está en nuestro futuro cercano. ¿Qué tan descriptivas acerca de nuestra generación son las palabras de Pablo sobre los postreros tiempos? Él dice que muchos se apartarán de la fe. “La fe” es una expresión que, en este contexto, se refiere a lo que Judas llama “la fe que ha sido una vez dada a los santos.” Esto claramente hace referencia a lo que tenemos contenido en nuestra Biblia – este cuerpo de verdad en el que basamos toda fe y doctrina. Así como Pablo dice que debemos de persistir en la prédica de la Palabra, Judas de igual manera enfatiza la necesidad de contender arduamente por la fe. Él dice: “Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. 4 Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo.” (Judas 3-4) Judas nos habla de la necesidad de insistir en la sana doctrina de la Palabra, dado que en su tiempo algunos ya estaban apostatando de la fe, convirtiendo la gracia de Dios en una licencia para continuar en una vida de pecado y lascivia. Esto es aún más necesario en el tiempo que estamos viviendo ahora. Volviendo a lo que le fue revelado a Pablo acerca de los postreros días en 1Timoteo 4:1, vemos que muchos cristianos profesantes se apartarán de la Palabra de Dios, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios. Muchos de los que desprecian la Palabra de Dios en esta generación se están apartando de la fe una vez dada a los santos, siendo engañados por espíritus que se hacen pasar por el Espíritu Santo. Esto jamás hubiera sido posible sin primero socavar su confianza en las Escrituras como la única regla autoritativa e infalible de fe y doctrina. El Apóstol Pablo es muy claro en cuanto a la alta estima en que necesitamos tener a la biblia para evitar apartarnos de la fe. Él le dijo a Timoteo: “desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. 16 TODA la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, 17 a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” (2Tim 3:15-17) El objetivo principal de Satanás desde el principio ha sido lograr que dudemos de la Palabra de Dios. Hasta el día de hoy él presenta la misma pregunta: “¿Es verdad que Dios les dijo?” Lo que lo hace más sutil en nuestro tiempo de como era con Eva en el huerto, es que él ya no está utilizando la boca de una serpiente para lograr que dudemos de la Palabra de Dios. Él ha alistado un ejército de teólogos, pastores, profetas, autores y productores que se aprovechan de su gran influencia para lograr que dudemos de la Palabra de Dios, logrando así que nos apartemos de la fe. El engaño es mucho más sutil en esta Era Postmoderna de lo que era en la previa Era Moderna. Los Liberales Modernistas abiertamente negaban que Dios había hablado por Su Palabra. Ellos, al igual que los Saduceos del antaño, también negaban la realidad de los milagros, la existencia de ángeles y la resurrección. Incluso negaron la existencia de Satanás, el engañador. Sin embargo, los Postmodernistas emergentes no niegan lo sobrenatural. Al contrario, a menudo buscan experimentarlo. Nos dicen que, aunque la Biblia “contiene” la palabra de Dios, no es en sí la Palabra de Dios y por lo tanto necesitamos librarnos de los grillos de la Palabra escrita, permitiéndole al Espíritu que nos guíe. Como no creen en la infalibilidad de las Escrituras, ya no nos pueden decir que el Espíritu Santo es uno con Su Palabra y por lo tanto, jamás nos guiaría de una manera contraria a Su Palabra. El Apóstol Juan dijo: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo” (1John 4:1). Pero si abandonamos la Palabra de Dios como la regla absoluta de la verdad, ¿cómo podemos probar los espíritus para determinar si es el Espíritu Santo hablándonos u otro espíritu haciéndose pasar por el Espíritu Santo para apartarnos de la verdad? El Espíritu Santo es la verdad (1Juan 5:6), y de igual manera Jesús dijo que la Palabra es la verdad (Juan 17:17). El Espíritu y Su Palabra obran juntos. No podemos hacer caso omiso a la Palabra de Dios, diciendo que simplemente vamos a dejarnos guiar por el Espíritu, porque, a menos que tengamos Su Palabra para alumbrar nuestros pasos, somos presa fácil de espíritus del engaño que nos introducirán a doctrinas de demonios. Me gustaría provocar a los maestros que han llegado a despreciar la Palabra inspirada de Dios a meditar sobre el Salmo 119. Es el capítulo más largo de la Biblia y a través de todo el capítulo se ensalza la Palabra de Dios como las mismas palabras de Dios - inseparables de Si mismo. El salmista dice: “¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra.” (Sal 119:9) “Sumamente pura es tu palabra, y la ama tu siervo.” (Sal 119:140) “Me regocijo en tu palabra como el que halla muchos despojos.” (Sal 119:162) “Me he gozado en el camino de tus testimonios más que de toda riqueza. En tus mandamientos meditaré; consideraré tus caminos. Me regocijaré en tus estatutos; no me olvidaré de tus palabras.” (Sal 119:14-16) “Se anticiparon mis ojos a las vigilias de la noche, para meditar en tus mandatos.” (Sal 119:148) ¿Resuena tu corazón con el salmista, o has permitido que los espíritus engañadores te roben un tesoro que, según el salmista, es más precioso que mucho oro afinado y más dulce que la miel? Si has perdido tu amor por la Palabra de Dios, arrepiéntete delante de Él, pidiéndole que te restaure la pasión por Su Palabra como un tesoro sin precio en tu corazón. La Palabra de Dios ha sido dada a nosotros para corrección y reprensión para evitarnos muchos tropiezos en la vida. David, un hombre con un corazón conforme a Dios, dijo de Su Palabra: “Tu siervo es además amonestado con ellos; en guardarlos hay grande galardón.” (Sal 19:11) El Espíritu Santo, a través del Apóstol Pablo, nos advierte acerca de una gran apostasía que sucederá antes y durante el tiempo de la manifestación del “hombre de pecado” o “aquel inicuo.” Solamente los que reciban el amor de la verdad escaparán del gran engaño que viene sobre todo el Planeta Tierra: “inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, 10 y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. 11 Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, 12 a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia.” (2Tes 2:9-12, cf. 2:3) La influencia del engaño será tan sutil y universal que solamente los que reciban el amor de la verdad serán salvos de ella. Jesús dijo que el engaño sería tan grande que, si fuera posible, engañaría aún a los escogidos (Marcos 13:22). Este engaño en el fin de la época será respaldado con señales y maravillas con tal de engañar a todos los que hayan hecho caso omiso a las advertencias dadas en la Palabra de Dios. Muchos de los que han creído la mentira de que Nerón era el Anticristo, ni piensan que este engaño podría venir sobre nosotros, suponiendo que los últimos días ya terminaron en el año 70 d.C. y que ahora estamos viviendo en la nueva era del milenio. El énfasis sobre las manifestaciones sobrenaturales, combinado con la falta de discernimiento que uno solamente puede obtener por valorar la Palabra de Dios, ha convertido la Iglesia de esta generación en presa fácil para caer en el engaño final sobrenatural, culminando en la manifestación del hombre de pecado. El Espíritu nos dice por medio de Pablo: “Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón. 5 Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas. 6 Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios.” (1Tes 5:4-6) Jesús les dijo a Sus discípulos: “Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad” (Marcos 13:37). Ha sido la voluntad de Dios que cada generación viva con la expectativa de Su Segunda Venida, vigilando y estando pendientes de las señales dadas a nosotros en las Sagradas Escrituras. Pero si nosotros, la Iglesia, ignoramos la Biblia, considerándola como algo periférico y secundario en nuestras vidas, ¿cómo vamos a discernir los tiempos en que estamos viviendo para evitar el gran engaño que vendrá sobre el planeta entero? (Apo 13:8). Yo creo que las palabras habladas por el Espíritu a través de Pablo en Romanos 13:11 son específicamente aplicables a esta generación de creyentes. Él dijo, “es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos.” Cuando venga nuestro Señor por Su Esposa, que no nos encuentre durmiendo como los demás, sino vigilantes y sobrios. [1] Steve McVey: The Word of God is. Video 21:14 [2] 2015 Word of Grace Annual Conference - Brian Zahnd - Session 1 video 11:47 min. [3] Steve McVey: The Word of God is. Video 17:50 [4] Steve McVey: The Word of God is. Video 22:00 [5] Ante-Nicene Fathers, Volume 1, Irenaeus Against Heresies, book 2, chapter 28 section 2. [6] Zahnd, Brian. Sinners in the Hands of a Loving God: The Scandalous Truth of the Very Good News (p. 57). The Crown Publishing Group. [7] Steve McVey: The Word of God is. Video 24:00 [8] Q & A Session (FGC 2016) Video 27:00 [9] Q & A Session (FGC 2016) Video 28:43
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