por George Sidney Hurd ¿Cómo debemos entender la declaración de Salomón, “Los muertos nada saben”? Esta es mi explanación tomada del libro, ¿Exterminación o Restauración?. “Este mal hay entre todo lo que se hace debajo del sol, que un mismo suceso acontece a todos, y también que el corazón de los hijos de los hombres está lleno de mal y de insensatez en su corazón durante su vida; y después de esto se van a los muertos. 4 Aún hay esperanza para todo aquel que está entre los vivos; porque mejor es perro vivo que león muerto. 5 Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido. 6 También su amor y su odio y su envidia fenecieron ya; y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol.” (Ecl 9:3-6) De todas las Escrituras, tal vez en ningún otro libro es más importante tomar en cuenta el contexto que en el libro de Eclesiastés. Aunque toda Escritura es inspirada por Dios, no todo lo que es dicho en las Escrituras es cierto. El libro de Job es un buen ejemplo. Es inspirado, pero contiene consejos dados por los consejeros de Job que no estaban según la verdad. El libro de Eclesiastés cae en la misma categoría que el libro de Job. En Eclesiastés, el rey Salomón está escribiendo después de haberse apartado del Señor por el engaño de su poder y riqueza ilimitados y la influencia pagana de sus 700 esposas y 300 concubinas. Al escribirlo, se había reconciliado con el Señor después de vivir mucho tiempo según los deseos de la carne, habiendo probado todo lo que hay bajo el sol –experimentando de primera mano la vanidad de ese estilo de vida. Eclesiastés significa “predicador” y su objetivo es lograr que sus lectores vean la vanidad de vivir una vida sin Dios. Él comienza y termina su discurso describiendo el vacío, futilidad y auto desesperación de uno viviendo “bajo el sol,” sin la perspectiva celestial. La frase, “bajo el sol” es repetida 29 veces, y la palabra “vanidad” también aparece 29 de las 31 veces que ocurre en todas las Escrituras. El introduce y cierra su discurso diciendo: “Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad.” (Ecl 1:2; 12:8). Entonces, para concluir él da su llamado al altar: “El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. 14 Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala.” (Ecl 12:13-14) Hay muchos dichos en este discurso que los que caminamos con Dios sabemos que no son ciertos, porque él está hablando de la perspectiva del hombre “bajo el sol,” alejado de Dios. Por ejemplo, él dice que los muertos “ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido. También su amor…” Esto puede ser lo que el hombre piensa estando separado de Dios y “bajo el sol,” que no conoce a Dios ni a Sus promesas, pero el autor de Hebreos nos dice: “Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre…” (Heb 6:10). Vemos a través de las Escrituras que seremos recompensados por nuestra labor de amor. Salomón simplemente está ilustrando el razonamiento vano de un hombre que vive sin Dios. También dice: “No seas demasiado justo, ni seas sabio con exceso; ¿por qué habrás de destruirte? 17 No hagas mucho mal, ni seas insensato; ¿por qué habrás de morir antes de tu tiempo?” (Ecl 7:16) Sin embargo, a través de las Escrituras somos exhortados a ser santos, así como Él es santo, en toda nuestra conducta (1Pedro 1:15; Mt 5:48, etc.). Hay otro ejemplo que muestra cómo el Predicador toma el papel de uno que cuestiona las promesas de Dios acerca de la vida después de la muerte: “Dije en mi corazón: Es así, por causa de los hijos de los hombres, para que Dios los pruebe, y para que vean que ellos mismos son semejantes a las bestias. 19 Porque lo que sucede a los hijos de los hombres, y lo que sucede a las bestias, un mismo suceso es: como mueren los unos, así mueren los otros, y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia; porque todo es vanidad. 20 Todo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo. 21 ¿Quién sabe que el espíritu de los hijos de los hombres sube arriba, y que el espíritu del animal desciende abajo a la tierra?” (Ecl 3:18-21) Aquí se presenta como un pesimista desafiante, cuestionando la revelación acerca del hombre, como es revelado en el Génesis. Él comienza diciendo: “Dije en mi corazón.” En su corazón razonaba que el hombre no es más que un animal. Tal razonamiento va en contra de la revelación de que el hombre ha sido creado en la misma imagen de Dios. Entonces, observando que tanto los cuerpos de los animales, como los de los hombres volvieron al polvo, él cuestiona la creencia en la existencia consciente del hombre separado de su cuerpo. En desafío a Dios, razona: “Lo único que veo es polvo. ¿Quién realmente sabe que los espíritus de los hombres y los animales continúan después de la muerte, como creen el pueblo de Dios?” Lejos de estar instruyéndonos acerca de lo que pasa al morir, él está describiendo el vano razonamiento de los que excluyen a Dios. Así que, diciendo que “los muertos nada saben,” tomados en contexto, nos está explicando lo que no debemos creer. Describe el razonamiento vano del hombre “bajo el sol,” que ignora la revelación de Dios y solo percibe lo que es físico y temporal, cuestionando, o hasta negando, la vida después de la muerte, así como hacen los ateos y materialistas seculares hoy en día.
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