THE EVANGELICAL CONSERVATIVE UNIVERSALIST
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El Estrecho y Angosto Caminar en la Gracia

6/18/2016

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(por George Sidney Hurd)

Muchos hoy en día están entrando en una nueva y fresca revelación de la gracia de Dios que está introduciéndoles a un nivel de intimidad y transformación que antes no parecía posible ni en sus mejores sueños. Indescriptible ha sido su gozo al descubrir que el camino estrecho y angosto ha sido poco transitado, no por ser tan arduo que solo los más disciplinados y fuertes pueden transitarlo, como algunas traducciones de la Biblia y pinturas lo presentan. [1] Al contrario el camino angosto es menos transitado sencillamente porque los auto-suficientes – sin reconocer su necesidad de la gracia de Dios en Jesucristo, lo pasan por alto. 

Lejos de ser un camino difícil, arduo y traicionero que solo podemos caminar con mucha auto-determinación y esfuerzos, es un caminar en la gracia – un reposo al que Jesús nos invita a caminar junto a Él. (Mt 11:28-30; Heb 4:1-9) Los que no lo encuentran, no lo encuentran simplemente porque sus ilusiones de auto-suficiencia les ciegan los ojos de tal manera que no reconocen su presencia aun estando parados frente a él.

Pedro, en su sermón en el Pórtico de Salomón, indicó que tiempos de refrigerio prepararían el camino del retorno del Señor, y que Su venida comenzaría los tiempos de la restauración de todas las cosas – algo que había sido profetizado desde el principio. (Hechos 3:19-22) 

Para mí es significativo que “tiempos” aparece en el plural. Nuestra generación ha visto tiempos de refrigerio significativos y cada uno ha servido para restaurar verdades esenciales a la Iglesia en preparación de Su venida.

Muchas personas de mi generación, incluyéndome a mí mismo, fuimos salvos en el avivamiento conocido como “El Avivamiento de Jesús” a finales de los años ‘60 y ‘70. Jesús era el enfoque principal de ese avivamiento. La verdad esencial de la realidad de Cristo en nosotros y la vida intercambiada fue revelada y restaurada a la Iglesia. En aquel tiempo de decaimiento moral y cultural, muchos de nosotros fuimos milagrosamente liberados de una vida de inmoralidad y drogadicción por la presencia de Cristo en nosotros. Éramos muy conscientes de Su gloriosa presencia transformadora dentro de nosotros. 

El próximo tiempo de refrigerio fue el avivamiento del Espíritu Santo de los años ‘80 y ‘90. Los dones, la unción y comunión del Espíritu Santo fueron restaurados a la Iglesia en ese avivamiento. A mediados de los años ‘90 vino otro tiempo glorioso de refrigerio. En aquel tiempo, conocido como la generación sin padres, el corazón del Padre del amor fue revelado a una generación que solo conocía el dios lejano, caprichoso y vengativo de la Iglesia tradicional.

Este nuevo tiempo que estamos entrando está llegando a ser reconocido como “La Revolución de la Gracia,” y podría ser el último tiempo de los tiempos de refrigerio – la culminación de todos los anteriores. Podría traernos a la cosecha más grande de la historia de la Iglesia y a la Segunda Venida de Cristo. Lo veo como potencialmente culminando todos los tiempos anteriores – la gracia sobreabundante de Dios sobre la Iglesia, llevando a la perfección la revelación del conocimiento de la gracia del Señor Jesucristo; el amor del Padre, y la comunión del Espíritu Santo, en un glorioso tiempo de refrigerio espiritual. (2 Cor 13:14) 

Algunos, viendo el avance de las tinieblas en el mundo y sintiendo que los juicios apocalípticos son inminentes, solo están buscando un escape. Sin embargo, los tiempos más oscuros de la historia han visto las visitaciones mayores de la gloria de Dios. Y la hora final y más oscura de esta época verá la mayor manifestación de Su gloria que el hombre jamás ha conocido. Dios, en Sus juicios recuerda la misericordia, y los juicios finales de Apocalipsis no son una excepción. Juan, en una visión, vio una multitud innumerable que saldrá de la Gran Tribulación, habiendo lavado sus ropas en la sangre del Cordero. (Apo 7:14) Los tiempos de la mayor gloria de esta época está todavía por venir. Cuando el enemigo viene como río, el Señor levantará bandera contra él. (Isa 59:19)  La hora más oscura es justo antes del amanecer y el Señor ha prometido que las puertas del hades no prevalecerán contra Su Iglesia. (Mt 16:18)

En la hora más oscura multitudes llegarán al fin de su auto-suficiencia, estando en Gran Tribulación, solo para descubrir la gracia sobre-abundante de Dios en Jesucristo, entrando al reino a través de la fe en Jesús quien es la puerta estrecha que nos introduce al angosto caminar de la gracia donde ya no vivimos sino Cristo vive en nosotros y nos lleva a plenitud de vida dándonos gracia sobre gracia; llevándonos de gloria en gloria, de fe en fe, y de poder en poder. (Jn 1:16; Ro 1:17; 2Cor 3:18; Sal 84:7) El camino estrecho y angosto es Jesús mismo. Él es tanto la Puerta como el Camino angosto. No es un camino difícil porque ya no somos nosotros quienes vivimos sino Jesús quien vive en nosotros. Nosotros simplemente vivimos con la fe de Él, dejando que Él haga Sus obras a través de nosotros – las obras que Dios preparó para que anduviéramos en ellas desde antes de la fundación del mundo. (Gál 2:20; Ef 2:10; Heb 4:3-11)

Mientras que el estrecho y angosto es un caminar en la gracia es, sin embargo, un camino estrecho. La única manera que podemos continuar sobre él sin tropezar o desviarnos es mantener los ojos puestos en Jesús, el autor y consumador de fe. (Heb 12:2)  Necesitamos considerarnos de haber sido de hecho crucificado juntamente con Cristo a nuestra vieja vida en Adán y por fe vernos como la nueva creación que somos en Cristo. Necesitamos entender y considerarlo realidad que la vida que ahora vivimos ya no somos nosotros sino Cristo viviendo en y a través de nosotros. 

Mientras caminamos en el camino angosto de la vida de Cristo somos tentados a dejar la senda de la vida, y en nuestra independencia, seguir las ramas que aparecen a la derecha y a la izquierda. Siempre cuando quitamos los ojos de Jesús dejamos de ser Cristo-consciente y nos volvemos auto-consciente e inevitablemente nos apartamos del camino estrecho y angosto.

Las ramas que salen  a la derecha y a la izquierda pueden ser comparadas al árbol del conocimiento del bien y del mal. En su estado original de Dios-consciencia, Adán y Eva vivieron en Dios, libres de toda auto-consciencia. No fue hasta que la serpiente convenció a Eva de que necesitaba algo que no podía encontrar en Dios para completarla que comió del árbol. Y, ¿Por qué comió del árbol? ¿Fue rebeldía intencional contra Dios? No. Ella fue engañada y pensaba que estaba incompleta y necesitaba comer del árbol para completarse y así ser más como Dios. No fue hasta que Adán y Eva comieron del árbol del conocimiento del bien y del mal que llegaron a estar auto-consciente. En este estado de independencia de Dios sintieron vergüenza por su desnudez. En vez de correr hacia Dios para que Él cubriera su desnudez, se escondieron de Él e intentaron cubrirse con hojas de higuera. Los hombres han estado haciendo lo mismo desde ese entonces.

Desde la caída, el hombre ha intentado encontrar un sentido de auto-cumplimiento -  algunos a través del fruto de las ramas “buenas,” buscando auto-mejoramiento y justicia por medio de las “buenas” obras de la carne, mientras que otros participan del fruto de las ramas malas, buscando cumplimiento a través de la auto-gratificación de la carne. Los religiosos con su justicia propia menosprecian a los que comen del otro lado del árbol, considerándose mejores a los ojos de Dios que otros “viles pecadores.” Pero toda la actividad de la carne, sea “buena” o mala, se origina en uno mismo, independientemente de Dios, y por ese motivo, es inaceptable delante de Él. 

El término “carne” en la Biblia, cuando no está hablando de la carne literal como la que se encuentra en una carnicería, está hablando de la vida del independiente YO que heredamos de Adán. Aunque la vieja carne adámica fue crucificada con Cristo y ahora somos nuevas criaturas en Cristo, recibiendo una nueva naturaleza, todavía llevamos en nuestros cuerpos mortales los residuos deseos y tendencias de la vieja vida carnal del YO. Mientras que estemos en estos cuerpos los deseos de la carne estarán en conflicto con los deseos del Espíritu. (Gál 5:17) A nosotros nos corresponde continuamente, por fe, considerarnos de hecho muertos a la carne pecaminosa pero vivos para con Dios en Cristo Jesús.(Ro 6:11)

En ambos lados del camino angosto del caminar en la gracia hay ramas alejándonos de la vida centrada en Cristo, llevándonos de vuelta a la vida carnal del YO independiente de Dios. Por el derecho somos atraídos a los esfuerzos propios de producir “buenas” obras independientemente de nuestra unión con Cristo. Por el izquierdo somos seducidos a buscar auto-gratificación independiente de Cristo. Si quitamos nuestros ojos de Jesús, el autor y consumador de la fe para mirar adentro, siempre saldremos del angosto camino de la gracia. Si miramos hacia la izquierda y tememos ir en esa dirección, inevitablemente tomamos un desvío a la derecha en nuestras propias fuerzas, las de la carne por medio de esfuerzos de resolución por guardar una ley externa. Esto hace que caigamos de la gracia y libremos una lucha carnal de subyugar la carne (carne luchando contra carne). Esto es engañoso porque parece ser la respuesta correcta a nuestra lógica caída pero, como Pablo dice, no tiene valor alguno contra los apetitos de la carne. (Col 2:23) Tarde o temprano – sin importar qué tan fuerte sea la voluntad de uno, con el tiempo pasará al otro lado y tomará del fruto de la izquerda en auto-gratificación carnal. Esto inevitablemente produce sentimientos de culpa y auto-condenación. 

Nuestro instinto natural es cruzar otra vez al lado derecho, re-dedicándonos en culto voluntario, lleno de determinación a hacer mejor que las veces anteriores. Mientras más tiempo logramos en abstenernos del fruto de las ramas malas, tomando de las ramas “buenas”, mayor auto-confianza y orgullo tenemos. Pero inevitablemente nuestro esfuerzo de voluntad se agota y en un momento vulnerable cruzamos otra vez a una rama mala y tomamos de su fruto. Cuanto más determinados estemos a “hacer lo bueno” tanto más nos hará sentir devastados cuando volvamos a participar del fruto malo.

Muchos de los que entran por la puerta estrecha, por la gracia por medio de la fe en el Señor Jesucristo, solo se gozan del caminar en la gracia por un tiempo breve. Nacemos de nuevo a una vida nueva en la cual ya no somos nosotros quienes vivimos sino Cristo que vive en y a través de nosotros. Pero los recién nacidos no nacen caminando. Pablo dijo que necesitamos aprender a caminar en el camino de la gracia de la misma manera que entramos, que es de la gracia por medio de la fe. Él dice:

“Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias.” (Col 2:6,7)

¿Qué es lo que debemos hacer cuando tropezamos y caemos en el caminar de la gracia? La tendencia humana es tomar un desvío rápido del caminar de la gracia a una rama a la derecha del camino y escondernos en los arbustos hasta que podamos preparar unas “hojas de higuera” para cubrir nuestra vergüenza y solo cuando pensamos que hemos comido suficiente fruto de la rama “buena” para satisfacer nuestra consciencia, nos sentimos suficientemente dignos para volver al camino bien alumbrado de la luz. Este es el gran error que hemos hecho con mucha frecuencia. El apóstol Juan dice que, mientras caminamos en la luz del caminar de la gracia, en comunión con Él, la sangre de Jesús continuamente nos limpia (gr. presente continuo de katarizo) de todo pecado. ((1Jn 1:7)

Aún cuando dejamos la senda para satisfacer la carne – o sea al lado derecho o al lado izquierdo, la comunión es restaurada inmediatamente cuando simplemente confesamos o nos  ponemos de acuerdo con Dios en cuanto a ese pecado. Confesión es simplemente “decir la misma cosa” o ponerse de acuerdo con lo que dice Dios acerca de su pecado. Cuando negamos a reconocer el pecado como pecado en nuestras vidas – sean pecados de auto-justicia o de auto-gratificación, dejamos la senda de la luz y la comunión con el Padre se interrumpe. Quedar estancado en remordimiento y auto-flagelación en un intento propiciar por tus fracasos solo prolonga tu desvío del camino de la gracia. Tu Padre dice que tus pecados ya han sido lanzados tan lejos como el oriente es del occidente y que ahora no hay ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús. (Sal 103:12; Ro 8:1) Pablo dice que necesitamos andar en Cristo de la misma manera en que lo recibimos – por fe abundando en acciones de gracias. Cuando entras en acuerdo con el Padre acerca de tu posición delante de Él en Cristo, estarás abundando en acciones de gracias por Su aceptación de ti en Cristo, sin condiciones por la gracia, en vez de dejar la senda de la luz cada vez que fallas para esconderte en los arbustos en remordimiento y auto-desprecio, pensando que tu contrición de alguna manera propicia tus pecados. El sacrificio de Cristo de una vez para siempre es la propiciación por todos tus pecados y mucho, mucho más. (1Jn 2:2)

Pablo continúa en el versículo ocho de Colosenses dos diciendo:

“Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.  Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad,  y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad.” (Col 2:8-10)

El problema con la filosofía, sea la filosofía moralista o hedonista, es que tiene su base en el árbol del conocimiento del bien y del mal y por ese motivo la prédica de la cruz les parece locura. La meta de la filosofía es auto-realización y auto-gratificación y no es según la verdad de que ya somos completos en Cristo. Los cristianos en Gálatas se habían embrujado pensando que, si bien la justificación era una obra de la gracia gratuita, su santificación en la semejanza de Cristo era una obra de la carne. Él les dijo: 

“¡Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó (hechizó) para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado? 2 Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? 3 ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?” (Gál 3:1-3)

Dondequiera que iba Pablo predicando el puro evangelio de la gracia a través de Jesucristo, era seguido por un grupo de judaizantes. Los judaizantes eran judíos que probablemente habían entrado por la puerta estrecha que es Cristo. Sin embargo, insistieron que fue necesario guardar la Ley de Moisés para ser finalmente salvos. No negaron de todo la gracia en la vida del cristiano. Sin embargo, para ellos la gracia no era el favor inmerecido y gratuito que predicaba Pablo. Para ellos la gracia simplemente nos empodera o asiste en producir obras necesarias para ser salvos. Para Pablo, este concepto de la gracia era contradictorio a la verdadera gracia. Él dejó en claro que la gracia es favor gratuita y en antónimo a las obras: 

“Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley…. Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; 5 mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia.” (Rom 3:28, 4:4,5)

¿Puedes ver lo que Pablo está diciendo? La gracia es el don del favor inmerecido de Dios. Si la salvación no es enteramente aparte de las obras, entonces Dios nos debe y ya no es por gracia. Si un ser amado fuera darte un regalo precioso de la bondad de su corazón y fueras a insistir en pagarle al menos el diez por ciento de su valor, ¿No sería tomado como un insulto contra la gracia mostrada al dar el regalo? Aun si fuéramos a decir que la gracia nos fue dada simplemente para asistirnos mientras trabajamos, ya no sería un regalo gratuito de gracia y Dios quedaría debiéndonos.

Para ilustrarlo, supongamos que necesito alguien para cortar mi césped. Viendo pasar un joven por el andén le ofrezco el trabajo.   Él responde: “Con mucho gusto lo haría pero no tengo corta césped.” Yo respondo: “No hay problema. Yo tengo la máquina. Solo tienes que sentarte y manejarla.” El joven acepta mi oferta y al final del día él termina de cortar el césped y cuando se acerca a mí le digo: “Bien hecho. Nos veremos la próxima vez.” ¿Qué es lo que falta en este cuadro? Él estaba contratado por mí para hacer el trabajo. Aunque lo hacía con la ayuda de la corta césped, justamente anticipaba pago a cambio de su labor. Pablo dice que si uno trabaja para algo, entonces un pago es anticipado a cambio. La gracia es por definición “bondad y favor inmerecido” y no meramente capacitación divina. Pablo lo hace aún más claro en el capítulo once de Romanos:

“Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra.” (Rom 11:6)

Se puede ver que lo que Dios nos ha dado por Su gracia es más que una restauración del viejo hombre; es una creación enteramente nueva. Es por eso que Pablo dijo: “Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sinouna nueva creación.” (Gál 6:15) El camino angosto, que es nuestra nueva vida en Cristo, no se trata simplemente de comer del fruto de las ramas “buenas” en vez de las malas con la ayuda de Dios, sino que es una nueva creación que vivimos en Cristo. Las obras no son nuestras sino las Suyas en, y a través de nosotros.

“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9 no por obras, para que nadie se gloríe. 10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” (Ef 2:8-10)

Las obras llevadas a cabo en nuestros cuerpos en el caminar de la gracia no son nuestras sino que son Su hechura en nosotros. Mientras nosotros simplemente permanecemos en Cristo, descansando en rendición a Él, Él obra en nosotros dándonos el deseo y el poder para cumplir toda Su voluntad. Mientras dejamos que Él hace las obras, nosotros llevamos el fruto de Sus obras. En unión con Él, ya no participamos del árbol viejo del conocimiento del bien y del mal, que solo nos dejaba cargados y agotados. Ahora participamos de Cristo – el Árbol de la Vida y llevamos fruto para Dios. 

Pedro dijo: “Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.” (2 Pedro 3:18) Contrariamente a lo que algunos maestros de la gracia afirman, no nacemos siendo hijos maduros. (Este tema se trata en el capítulo 10 de mi libro “Enfocando en los Eventos Finales”) La Iglesia fue diseñada por Dios para proveer un ambiente donde Cristo es formado en nosotros a través de los ministerios combinados de enseñanza, apoyo mutuo, exhortación y orientación correctiva. Cuando le agradó a Dios revelar a Cristo en Pablo, la meta de Pablo ya no era producir Fariseos según su imagen. Su meta era ver el mismo Cristo que le fue revelado en él formado en otros también. Él dijo que sufría lo que solo podía describir como dolores de parto hasta ver a Cristo formado en los creyentes en Gálata. (Gál 4:19)

Yo, entre otros más, creemos que estamos entrando en un nuevo tiempo de refrigerio en el cual la Iglesia está recibiendo una nueva revelación del caminar en la gracia, donde ya no vivimos nosotros sino que Cristo vive en nosotros. Como en otros tiempos de avivamiento en el pasado, el enemigo hará todo lo posible para desacreditar lo que Dios está haciendo. Tenemos que estar prevenidos contra cualquier doctrina que diluya o adultere el puro evangelio de la gracia que es nada más y nada menos que “Cristo en nosotros, la esperanza de gloria.”  Cualquier evangelio que intenta combinar obras con gracia, según Pablo, hace que uno caiga de la gracia. (Gál 5:4) La gracia más las obras ya no es gracia. Es otro evangelio que en realidad ya no son las buenas nuevas que predicaba Pablo. Es la levadura de los Fariseos. (Mt 16:6) Todo lo que no es enteramente Cristo-céntrico es auto-céntrico y constituye comer del fruto “bueno” del viejo árbol prohibido.

Por el otro lado, también tenemos que estar prevenidos contra toda doctrina que invalide las muchas advertencias y admoniciones de las Escrituras. Juan, enfrentando el avance de una forma primitiva de libertinaje gnóstico que promovía el desenfreno de la carne, bajo el disfraz de la gracia, dijo:  

“Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo.” (2 Juan 9)

A.T. Robertson, un eminente experto del griego del Nuevo Testamento dice: “No la doctrina acerca de Cristo, sino…el caminar de Cristo…. Estos gnósticos se creían ser los progresivos, los intelectuales avanzados, y estaban ansiosos por relegar a Cristo al pasado en su avance.” [2] Estamos viviendo en un tiempo de desenfreno cuando muchos se han entregado a una vida de auto-gratificación, comiendo del fruto “malo” del árbol viejo. Buscando afirmación en su conducta licenciosa buscan maestros que solo dicen lo que ellos quieren escuchar. Pablo nos advierte de esto diciendo:

“Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, 2 que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. 3 Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, 4 y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.” (2 Tim 4:1-4)

Judas también advierte contra estos falsos maestros que trastornan la gracia de Dios de tal manera que es presentada por ellos como si afirmara un estilo de vida inmoral:

“Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo.” (Judas 4)

Estos maestros modernos de la “gracia” presentan a Dios como si fuera un Padre siempre con una risa alegre sin importar en qué están metidos sus hijos. Su aplicación selectiva de las Escrituras evita todas las advertencias y declaraciones de los juicios de Dios contra Sus hijos que persisten en el pecado sin arrepentimiento. Muchos de ellos convenientemente relegan todas las advertencias dadas por Jesús y las epístolas refiriendo a los últimos tiempos, junto con todos los juicios mencionados en el libro de Apocalipsis, al primer siglo antes de 70 d.C. Otros simplemente ignoran todas las advertencias del Nuevo Testamento por completo. La gracia de Dios no debe ser malinterpretada como siendo Su afirmación de un estilo de vida inmoral. Al contrario Pablo dice:

“Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, 12 enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, 13 aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, 14 quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras. 
15 Esto habla, y exhorta y reprende con toda autoridad. Nadie te menosprecie.” (Tito 2:11-15)

Necesitamos toda Palabra de Dios. Algunos maestros de la “gracia” muestran un desprecio por la Palabra escrita en preferencia a la Palabra Encarnada de Dios, que es Cristo. Sin embargo, Jesús el Logos mismo, continuamente afirmaba la autoridad absoluta de las Escrituras o la Palabra escrita. Pablo, el mismo apóstol de la gracia dijo: 

 “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, 17 a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” (2 Tim 3:16-17)

Algunos maestros de la gracia presentan toda reprensión o corrección – todo juicio y disciplina como contrario a la gracia. Todos fallamos muchas veces mientras que crecemos en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Las amonestaciones del Nuevo Testamento son una parte integral del Nuevo Pacto de la gracia. Son necesarias para corregir nuestro enfoque cuando quitamos nuestros ojos de Cristo y nos desviamos del camino estrecho de la gracia. El escritor de Hebreos dice que Dios reprende y disciplina a los que ama. (Heb 12:5,6) Nos reprende para mantenernos en Su caminar de la gracia, restaurándonos cuando caemos de la gracia, o usando Su collado para traernos de vuelta al redil cuando nos extraviamos, saliendo del camino angosto de la gracia. Casi todas las epístolas fueron escritas para traer corrección cuando comenzamos a enfocarnos en nosotros mismos, quitando la vista de Cristo y desviando hacia la ley del Antiguo Pacto y los esfuerzos carnales del legalismo o se extravían a la izquierda en el desenfreno de auto-gratificación.

Aunque puedo aparentar ser demasiado crítico a unos excesos que he observado entre algunos maestros de la gracia, también quiero reconocer y honrar a los que han estado liderando este glorioso avivamiento de la gracia. Cuando Dios comienza algo nuevo tiene que encontrar un instrumento dispuesto a aceptar cambios. A menudo los nuevos tiempos son resistidos por los mismos líderes que Dios utilizó para el mover anterior. A menudo levantamos un tabernáculo sobre un mover de Dios y permanecemos plantados cuando la nube de la shekiná comienza a moverse de nuevo. Entonces Dios tiene que buscar un “odre nuevo” – alguien dispuesto a pensar fuera de la caja – alguien enseñable. [3]  Cuando Dios comienza a revelar algo restaurando una verdad perdida, es común que haya extremos al comienzo – aún entre los líderes más prominentes del avivamiento. Sin embargo, Dios tiene control de cada mover y trae a cada nueva revelación un equilibrio en Su propio tiempo.

Así que, mantengamos los ojos puestos en Jesús, el autor y consumador de la fe y gocémonos en este glorioso caminar de la gracia mientras Él nos guía en plenitud de vida, dándonos gracia sobre gracia; llevándonos de gloria en gloria, de fe enfe, y de poder en poder.


[1] Una de las traducciones que más distorsionan el texto en español es Dios Llega al Hombre. Dice: “Pero la puerta y el camino que llevan a la vida son angostos y difíciles y pocos los encuetran.” (Mt 7:14) Esta paráfrasis del Nuevo Testamento traduce la palabra griega thlibo, que literalmente significa “estrecho” por la palabra “difícil,” dando de entender que es como un concurso de obstáculos requiriendo mucho esfuerzo y habilidad humana.


[2] Robertson's Word Pictures in the New Testament 

[3] Pensando fuera de la caja no debe ser entendida como ir más allá de las Escrituras sino negando a ser definido por una dogma religiosa establecida. Los grandes reformadores como Martín Lutero y William J. Seymore entre otros, cuestionaron la tradición pero nunca la Escrituras.  Ellos desafiaron dogmas establecidos basados en un respeto absoluto de las Escrituras como la Palabra de Dios.

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