por George Sidney Hurd Recientemente he tenido conversaciones con individuos que defienden la creencia de que hay dos evangelios distintos en el Nuevo Testmento – un evangelio para los Judíos que requería que uno se circuncidara y guardara la Ley, y el otro evangelio que Pablo predicaba a los gentiles que era la salvación por gracia por medio de la fe solamente. Muchos de ellos dicen que el evangelio que Pablo había predicado a los gentiles había sido rechazado por todos aquellos que él había evangelizado en Asia, siendo desplazado por el evangelio a la circuncisión. Esto se basan en su interpretación de lo que Pablo dijo cuando dijo que todos los de Asia le habían abandonado (2Tim 1:15). De esto concluyen que el verdadero evangelio de la salvación por gracia por medio de la fe, predicado por Pablo, fue perdido a Iglesia en el primer siglo, siendo reemplazado con el evangelio de salvación por obras predicado por Pedro. De esta manera justifican la ausencia total de mención alguna de la doctrina de los dos evangelios en los escritos de los Padres Primitivos de la Iglesia. La mayoría que creen en esta doctrina de dos evangelios argumentan que muy pocos han sido salvos desde los días de Pablo hasta ahora, dado que solamente ha sido predicado el evangelio de la circuncisión que requiere obras para la salvación. Siendo yo mismo un Dispensacionalista, siempre estaba algo familiarizado con la doctrina de los dos evangelios. Sin embargo, los hermanos que enseñaban esto generalmente fueron considerados como un grupo marginal e Hiper Dispensacionalista, y por lo tanto yo no prestaba mucha atención al tema – eso es, hasta que comencé a interactuar con unos Universalistas que también creen en una variación de esta misma enseñanza. Por lo que he podido determinar, el mayor protagonista de esta doctrina entre los Universalistas es Martin Zender. [1] Estoy de acuerdo con ellos en decir que el evangelio de la gracia por medio de la fe solamente que predicaba Pablo es la única manera que nosotros los gentiles pueden ser salvos. Sin embargo, el punto de contención principal es su insistencia de que había un evangelio diferente para los judíos que requerían obras de la Ley adicional a la fe para ser salvos. Adicionalmente, según ellos, solamente las epístolas de Pablo son aplicables para la Iglesia hoy en día. Dicen que la Iglesia no comenzó en el día del Pentecostés cuando vino el Espíritu Santo sobre los creyentes, sino que comenzó en la mitad del libro de los Hechos después de que Estaban fuera apedreado y Pablo comisionado como Apóstol a los Gentiles. Así que, según ellos, los otros doce Apóstoles ni siquiera formaron parte de la Iglesia. ¿Sobre qué fundamento está fundada esta doctrina? Asombrosamente, como veremos, toda esta esquema doctrinal fue derivada de un solo versículo como fue traducida de la King James Version en inglés, tomado fuera del contexto. Su texto clave es Gálatas 2:7-9 que dice: “Antes por el contrario, como vieron que me había sido encomendado el evangelio de la incircuncisión, como a Pedro el de la circuncisión 8 (pues el que actuó en Pedro para el apostolado de la circuncisión, actuó también en mí para con los gentiles), 9 y reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a la circuncisión.” (Gal 2:7-9) Del versículo 7 argumentan que había dos evangelios distintos – uno bajo el apostolado de Pedro, perteneciendo a los judíos, y el otro bajo el apostolado de Pablo, perteneciendo a los gentiles. Ellos argumentan que el evangelio a los judíos predicado por Pedro requería la circuncisión, guardando a la Ley para ser salvos, mientras que el evangelio proclamado por Pablo era la salvación por la gracia por medio de la fe solamente. Sin embargo, el contexto donde aparece Gálatas 2:7 deja muy en claro que Pablo no está hablando aquí de dos evangelios distintos, sino del único verdadero evangelio, el evangelio de la gracia, que fue presentado a todos, incluyendo a los judíos. Después de la introducción breve de Pablo en el capítulo uno, él va directo al grano en cuanto al motivo de su epístola, que es enfrentar a los judaizantes que habían entrado entre los gálatas, trastornando la fe de algunos, presentando otro evangelio falso. Comenzando en el versículo seis él dice: “Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. 7 No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. 8 Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. 9 Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema.” (Gal 1:6-9). Pablo aquí dice de manera enfática que solamente hay un evangelio, y que cualquier otro evangelio diferente del evangelio que él predicaba de hecho no era en nada un evangelio. Los que argumentan por dos evangelios dicen que el evangelio que Pedro predicaba a la circuncisión requería que uno se circuncidara y guardara la Ley. Sin embargo, eso es precisamente el falso evangelio que Pablo opone aquí en Gálatas. Pablo dijo acerca de la circuncisión: “He aquí, yo Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada os aprovechará Cristo. 3 Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a guardar toda la ley. 4 De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído.” (Gal 5:2-4). Los defensores de los dos evangelios dicen que el evangelio de la circuncisión requería que se circuncidara y guardara la Ley. Pero Pablo dice que si uno intenta justificarse por las obras de la Ley, entonces de nada aprovecha Cristo. Procurando ser justificado por un rito o por las obras constituye un caer de la gracia. No es posible argumentar que Pablo solamente quería decir que los gentiles no podrían ser salvos por las obras, mientras que los judíos sí, porque él deja muy en claro que nadie en absoluto puede ser justificado por las obras de la Ley. Él dijo: “Nosotros, judíos de nacimiento, y no pecadores de entre los gentiles, 16 sabiendo que EL HOMBRE no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley NADIE será justificado.” (Gal 2:15-16). Pablo aquí incluye a sí mismo y a Pedro, ambos siendo judíos, cuando él dice que NINGÚN HOMBRE – NADIE puede ser justificado por las obras de la Ley. De igual manera, en Romanos 1 a 3, Pablo establece que, tanto los judíos, como los no judíos, son de igual manera culpable ante Dios sin ninguna posibilidad de justificase por medio de las obras de la Ley. En 3:20 Pablo da un resume de la condición del hombre diciendo: “por las obras de la ley NINGÚN SER HUMANO será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.” (Rom 3:20) Pablo, de manera enfática dice que NINGÚN SER HUMANO puede ser justificado por las obras de la Ley. La Ley solo sirvió para darnos el conocimiento de nuestra condición pecaminosa – nada más. La Ley fue la ministración de muerte grabada con letras en piedras (2Cor 3:7). No fue dado a nosotros para vivir, sino para morir. Después de hacer su obra la Ley, destruyendo toda esperanza de salvarnos a nosotros mismos, Pablo, en el próximo versículo introduce el único verdadero evangelio de Jesucristo, el evangelio de la gracia: “Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; 22 la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, PARA TODOS los que creen en él. Porque no hay diferencia, 23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, 24 siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús.” (Rom 3:21-24). Así que, las buenas nuevas para todos, incluyendo a los judíos como los no judíos, es el evangelio de la justificación gratuita por la gracia aparte de las obras de la Ley. Si un supuesto evangelio incluye obras para la salvación, entonces no es ningún evangelio en absoluto, porque no puede salvar a nadie – ni siquiera un judío. No existe tal cosa como dos evangelios. Una de las razones principales por qué hay tan pocos judíos siendo salvos en este tiempo es porque ellos persisten en procurar establecer su propia justicia por la Ley y rechazan el único verdadero evangelio de la justificación por la gracia por medio de la fe solamente. Pablo dijo de los judíos en aquel entonces: “Porque yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia. 3 Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios; 4 porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a TODO AQUEL que cree.” (Rom 10:2-4) “Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia. 6 Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra.” (Rom 11:5-6) Por lo tanto, es abundantemente claro de que los judíos tienen que ser salvos por el mismo evangelio de la gracia aparte de las obras y no con otro “evangelio” diferente. Se pone aún más evidente que Pablo no consideraba el evangelio que Pedro predicaba diferente al evangelio de él conforme seguimos leyendo en Gálatas capítulo dos. Justo después de decir que el evangelio de la incircuncisión fue encomendado a él, como el evangelio de la circuncisión a Pedro, Pablo relata un incidente donde él tuvo que confrontarles a Pedro y otros con él, porque no vivían “conforme a la verdad del evangelio (τοῦ εὐαγγελίου, sing.)” (Gal 2:14-16). Incluido en su reproche, él les acordaba de que, “según el evangelio (singular),” ellos como judíos sabía que “un hombre no es justificado por las obras, sino por la fe de Jesús.” Si de hecho fueran dos evangelios distintos, Pablo no hubiera reprochado a Pedro por no vivir según “el evangelio (τοῦ εὐαγγελίου, sing.)” con el artículo definido. Él hubiera dicho que Pedro no estaba viviendo según su propio evangelio. Sin embargo, si de hecho el evangelio de Pedro requería que los judíos vivieran como los judíos como dicen los de los dos evangelios, entonces Pedro hubiera estado viviendo según su evangelio de la circuncisión cuando se separaba de los gentiles. ¿Dos Evangelios, o una Revelación Progresiva del Único Verdadero Evangelio? Los defensores de la doctrina de los dos evangelios notan diferencias entre el evangelio del reino de Dios presentado por Jesús y los doce Apóstoles en los Evangelios Sinópticos, y de eso concluyen que tiene que haber dos evangelios distintos. Antes de la cruz, los judíos fueron llamados a arrepentirse y creer en el evangelio porque el reino de se había acercado (Marcos 1:15; Mt 10:5-7). Pero, después de la resurrección de Cristo el evangelio expandió para incluir la muerte, sepultura y resurrección de Cristo (1Cor 15:3; Hch 2:23-24; 10:39-40). En vez de dos evangelios, lo que nos es presentado de manera progresiva en el Nuevo Testamento es la revelación del único verdadero evangelio desde su forma seminal durante la vida y ministerio de Cristo, a Su sepultura como una semilla que cae en la tierra, y entonces vemos su plena floración a través de la resurrección de Cristo de los muertos, victorioso sobre el pecado y la muerte como nuestro Último Adán. Los defensores de la doctrina de los dos evangelios argumentan que había un evangelio del reino, que solamente era para los judíos, y entonces había el evangelio de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo que predicaba Pablo a los gentiles. Es cierto que el evangelio fue predicado primero a los judíos, pero es el mismo evangelio que salva tanto el judío como el gentil. Como Pablo dijo: “Porque no me avergüenzo DEL EVANGELIO (singular), porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; AL JUDÍO PRIMERAMENTE, y también al griego. 17 Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.” (Rom 1:16-17) Por lo tanto, mientras es cierto que el evangelio de Cristo fue predicado primero al judío, y solo después al no judío, fue el mismo evangelio de la gracia y no otro. El evangelio de Cristo es el mismo evangelio que primeramente fue proclamado por el ángel a los pastores la noche en que nació Jesús en un pesebre. Podemos ver el alcance universal de este único verdadero evangelio desde su inicio: “Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para TODO EL PUEBLO… Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (Lucas 2:10, 13-14) El evangelio de Jesucristo jamás cambió en otro evangelio – simplemente floreció en su plena floración, expandiéndose hasta incluir a todo el pueblo, tanto judíos como los no judíos, así como finalmente fue revelado al Apóstol Pablo. La Traducción Correcta de Gálatas 2:7 Con este entendimiento acerca del único y verdadero evangelio de Cristo, ahora podemos dirigir nuestra atención al versículo donde se originó la doctrina de los dos evangelios, Gálatas 2:7. En la King James Version en el inglés, la palabra “evangelio” aparece dos veces, pero en el griego solamente aparece una vez como vemos en el español: “el evangelio de la incircuncisión, como a Pedro el de la circuncisión.” Algunas traducciones favorecen la traducción “evangelio de la circuncisión,” como vemos en la Reina Valera, pero la mayoría de las traducciones más recientes, tomando en cuenta el contexto, lo traducen “el evangelio a la circuncisión.” Los defensores de la doctrina de los dos evangelios insisten en que la única traducción correcta sea “de la circuncisión,” diciendo que tiene que significar “de” y no “a” porque aparece en la forma genitiva en el griego, en vez de la forma dativa (τὸ εὐαγγέλιον τῆς ἀκροβυστίας καθὼς Πέτρος τῆς περιτομῆς). Sin embargo, insistir en que la genitiva siempre se traduce “de” muestra una falta de conocimiento de los usos diversos de la genitiva. Uno de los usos de la genitiva mencionado por el erudito griego A.T. Robertson es el genitiva objetiva. Este uso de la genitiva se traduce como “a” en el español. [2] Por ejemplo, Luke 6:12 es un genitiva objetiva y debe ser traducido orando “a” Dios, y no orando “de” Dios (ἐν τῇ προσευχῇ τοῦ θεοῦ). Es demasiado simplista forzar el significado “de” en cada genitiva sin la debida atención al contexto donde aparece. Considerando el contexto de Gálatas 2:7, es muy claro que la traducción correcta es “me había sido encomendado el evangelio a la incircuncisión, como a Pedro a la circuncisión.” Es el mismo mensaje, pero Pablo lo presentaba de tal forma como para ser entendido y recibido por los gentiles, mientras que Pedro lo presentaba de una manera aceptable a los judíos. Como dijo Pablo: “Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para ganar a mayor número. 20 Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley; 21 a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a los que están sin ley. 22 Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos. 23 Y esto hago por causa del evangelio (τὸ εὐαγγέλιον, sing.), para hacerme copartícipe de él.” (1 Cor 9:19-23) Pablo solamente veía un evangelio, el evangelio de Jesucristo. Pero, con tal de poder ganar y salvar a todos, él se hizo todo a todos en su presentación de ese único evangelio. Aquí en 1Corintios 8 y 9, como también en Romanos 14 y 15, Pablo instruye a los creyentes no judíos que conocían la verdad de nuestra libertad bajo el Nuevo Pacto acerca de cómo deben de relacionarse a aquellos que tenían un trasfondo legalista. El les dijo que no debemos de dar rienda suelta a nuestra libertad en Cristo delante de aquellos que sienten todavía la necesidad de guardar dietas y días ceremoniales como el día de reposo. Sin embargo, mientras que su presentación del evangelio cambiaba dependiendo de su audiencia, el evangelio seguía igual. Los que defienden la doctrina de los dos evangelios señalan que Pablo recibió mayor revelación acerca del misterio del evangelio. De hecho, a él le fueron revelado misterios como a ningún otro Apóstol. Sin embargo, el misterio del evangelio no era que había dos evangelios. A él le fue revelado el misterio de que Dios siempre había planeado unir a los judíos y a los gentiles, formando un solo cuerpo. Él dijo: “si es que habéis oído de la administración de la gracia de Dios que me fue dada para con vosotros; 3 que por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente, 4 leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio de Cristo, 5 misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu: 6 que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio (τοῦ εὐαγγελίου, sing.).” (Eph 3:2-6) Aquí vemos que el misterio revelado a Pablo no era que había dos grupos de personas con dos evangelios, sino un solo evangelio y un solo pueblo – Su cuerpo, la Iglesia. La revelación dada a Pablo no produjo división sino unión. Los defensores de la doctrina de los dos evangelios citan la referencia de Pablo al evangelio que él predicaba como “mi evangelio” como evidencia de que fue exclusivamente de él. Pablo dijo: “Y al que puede confirmaros según mi evangelio y la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos, 26 pero que ha sido manifestado ahora, y que por las Escrituras de los profetas, según el mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las gentes para que obedezcan a la fe.” (Rom 16:25-26) En primer lugar, solo necesita ser señalado que, por decir “mi evangelio” no lo hace algo exclusivo de él. Por ejemplo, cuando digo “mi fe,” “mi Dios,” o según mi Biblia,” etc., es obvio que no estoy diciendo que son exclusivamente míos o que se originaron conmigo. Además, Pablo siempre procuraba predicar el evangelio donde no había sido escuchando antes (Rom 15:20). Por lo tanto, es de ser anticipado que él se hubiera acostumbrado a referirse al evangelio como sus buenas nuevas, dado que nadie en esas regiones hubiera oído del evangelio que él les presentaba. Mientras que Pablo, como ningún otro, recibía revelación de los múltiples aspectos del evangelio de Jesucristo, él claramente no presentaba otro evangelio. Si los defensores de la doctrina de los dos evangelios nada más enfatizaban el evangelio de la salvación por la gracia por medio de la fe solamente, sería un error de poca consecuencia, dado que ese es el verdadero evangelio de Jesucristo que necesitamos creer para ser salvos. Sin embargo, junto con la doctrina de los dos evangelios ellos insisten de que solamente las epístolas de Pablo tienen relevancia para nosotros hoy en día. El resto del Nuevo Testamento, según ellos, solamente tenían aplicación a los creyentes judíos. Esto ha dado lugar a la negación de muchas verdades fundamentales en las Escrituras, como la realidad del pecado y la necesidad del arrepentimiento y el nuevo nacimiento, diciendo que no aplican a la Iglesia dado que, según ellos, estas verdades no fueron enseñados en las epístolas de Pablo. En el próximo blog voy a examinar algunos de estos errores doctrinales más dañinos que son el resultado de la doctrina de los dos evangelios que comenzó con una mala interpretación de un solitario versículo en Gálatas. [1] https://www.youtube.com/watch?v=i1YG4YrpzBI [2] Robertson, A. T. A Grammar of the Greek New Testament in the Light of Historical Research, Objective Genitive.
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