por George Sidney Hurd
El propósito de este blog es responder a la afirmación de un número creciente de personas de que no habrá ningún juicio en el futuro. He visto esta creencia presentada en dos formas principales. Por un lado, hay unos Progresivos que combinan los dichos de Jesús, “el Padre a nadie juzga,” y “Yo no juzgo a nadie” (Jn 5:22; 8:15), argumentando de estos que Dios jamás juzgará a nadie Por otro lado, los Preteristas Plenos enseñan que todo lo profetizado en las Escrituras, incluyendo la Segunda Venida de Cristo, la resurrección de los muertos, el confinamiento de Satanás, la creación de los nuevos cielos y la nueva tierra, e incluso el juicio final del Gran del Trono Blanco, todos fueron cumplidos en 70 d.C. cuando Jerusalén fue destruido por los ejércitos romanos. Estas interpretaciones recientes (y enfatizo recientes) son muy atractivas para nuestra sociedad permisiva actual donde muchos, incluso los dentro de las iglesias, quieren salvación sin arrepentimiento, relación sin compromiso, y libertad sin responsabilidad. “Dios no Juzga a Nadie” Muchos Progresivos enseñan que Dios no directamente juzga a nadie, sino que cada persona se juzga a sí mismo al ver su vida pasar ante sus ojos al morir. Parece que este concepto fue popularizado por William Paul Young en su libro de mayor venta La Cabaña que salió en 2007. En La Cabaña, cuando llegó el momento del juicio para Mack, Jesús ni lo acompañó, sino que le dijo: “Tienes una cita importante… Yo te esperaré aquí.” [1] Cuando Mack entró en el lugar del juicio, él fue recibido por una mujer hermosa llamada Sabiduría que le dijo, “no eres tú quien será juzgado… ¡Serás el juez!” [2] Como ya mencioné, para apoyar la idea que Dios no juzgará a nadie, sino que simplemente nos juzgamos a nosotros mismos, ellos a menudo citan las frases de dos pasajes distintas fuera de su contexto: “Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo.” (Juan 5:22) “Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie (tiempo presente).” (Juan 8:15) Basado en estas dos frases, ellos concluyen que, como el Padre, que no juzga a nadie, ha dado todo juicio al Hijo, y el Hijo a Su vez dijo, “Yo no juzgo a nadie,” no tendremos que aparecer ante Dios para ser juzgados. William Paul Young expresa esto presentando a Cristo como simplemente diciéndole a Mack que el tenía una cita y que Él estaría esperándolo afuera. También citan Juan 12:47 que dice: “Al que oye mis palabras, y no las guarda, yo no le juzgo (tiempo presente); porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo.” Sin embargo, en Juan 8:15 y también en 12:47, Jesús no estaba hablando de un juicio escatológico que todos tenemos que enfrentar, sino que estaba refiriendo a los juicios que hacemos como personas en el presente. En este sentido, Jesús estaba diciendo que Él no estaba juzgando a nadie porque Su propósito en la encarnación no era juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. Esto de ninguna manera invalida el hecho de que el Padre ha encomendado todo juicio al Hijo y que viene el día del juicio cuando todos (incluyendo a los creyentes) tendrán que aparecer ante Él para rendir cuentas por los hechos cometidos en el cuerpo (Rom 14:10). Pablo dejó esto en claro en varias ocasiones: “Y nos mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos.” (Hch 10:42) “por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó (Jesús), dando fe a todos con haberle levantado de los muertos.” (Hch 17:31) “Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino.” (2 Tim 4:1) Mientras que los creyentes justificados son resucitados en la primera resurrección de vida en vez de la resurrección de condenación 1.000 años después (Jn 5:29, cf., Apo 20:4-6), todos sin excepción tenemos que aparecer ante Cristo para rendir cuentas a Dios. Para los creyentes, su juicio es para galardones o la pérdida de ellos, en lugar de que sea un juicio penal. Examino la naturaleza del juicio de los creyentes con más detalle en mi blog: Galardones por las Buenas Obras. Sin embargo, es Dios a quien tenemos que rendir cuentas, no a nosotros mismos. Aunque la noción de que uno no es responsable ante Dios es atractiva a muchos en esta generación, no tiene ninguna base escritural. Aún si uno fuera negar la autoridad de las Escrituras, diciendo que siguen a Jesús y no la Biblia, como hacen la mayoría de los Progresivos, aun así, están confrontados con las palabras de Jesús cuando dijo que la hora viene cuando Él tomará Su autoridad para juzgar a todos (Jn 5:26-29). “El Juicio Final ya sucedió en el Año 70 d.C.” El Preterismo Pleno, (especialmente sus variedades Universalistas), también es atractivo para los no arrepentidos, dado que interpretan las palabras de Jesús en Mateo 12:36-37 como si dijeran: “Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres (que viven en esta época del Antiguo Pacto), de ella darán cuenta en el día del juicio en el año 70 d.C.” Según ellos, cuando Pablo dijo que Dios ha puesto a Jesús por Juez de vivos y muertos (Hch 10:42), solo tenía relevancia a los que vivían antes del año 70 d.C., que, según ellos, marcaba el fin de la época del Antiguo Pacto. Pablo también hablaba de un juicio que incluía a todos los cristianos, diciendo: “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo” (2Cor 5:10). “De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí” (Rom 14:12). A pesar de lo que Pablo dice aquí, según los Preteristas Plenas, los cristianos hoy en día no tendrán que dar cuenta de sí mismo ante Dios porque Pablo en sus epístolas solamente estaba dirigiendo la palabra a creyentes bajo el Antiguo Pacto viviendo antes del juicio Preterista del año 70 d.C. Ellos dicen que el Juicio del Gran Trono Blanco ya sucedió en el año 70 d.C., y durante los últimos dos milenios hemos estado viviendo en los nuevos cielos y la nueva tierra y no hay ningún juicio esperando a nadie en el futuro, sean creyentes o no creyentes. Hay más problemas con esta doctrina que puedo tratar en este blog. En primer lugar, aunque Israel fue juzgado por Dios y dejado desierto en el año 70 d.C., Cristo no vino personalmente para juzgar a Israel en ese tiempo, mucho menos para juzgar a todos los vivos y los muertos entre las naciones. Cuando de verdad Cristo viene la segunda vez, será para liberar a Israel, no para destruirla (Rom 11:25-28). Jesús dijo a Israel que no lo verían más hasta que digan: “Bendito el que viene en el nombre del Señor” (Mateo 23:39). Definitivamente eso no fue el caso en el año 70 d.C. Demuestro que la Segunda Venida de Cristo es aún futuro en mi blog: ¿Donde está la Promesa de Su Advenimiento? Como Sus juicios toman lugar en Su venida y en Su reinado, están futuros aún (2Tim 4:1). Hay dos juicios que suceden cuando Él viene. Primero, hay el Tribunal de Cristo donde los creyentes reciben galardones por sus buenas obras (Rom 14:12; 3:11-15; Apo 22:12). No hay condenación alguna para los que están en Cristo y por lo tanto este juicio no es penal, como es para los impíos, sino para galardones o la pérdida de ellos. El resultado de este juicio es que cada uno recibirá su alabanza de Dios (1Cor 4:5). El otro juicio que sucede cuando Él viene y se sienta sobre Su trono es el juicio de las naciones como descrito en Mateo 25: “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, 32 y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos.” (Mateo 25:31-32) Esto no es el juicio de los creyentes, sino el juicio de los gentiles vivos entre las naciones que serán concedidos, o negados entrada en Su reino milenial, dependiendo de la manera en que trataban a los hermanos de Cristo en su tribulación. Los hermanos de Cristo serían todos los hijos de Dios nacidos de nuevo que estaban viviendo en ese tiempo de la gran tribulación, incluyendo a todo Israel que será salvo cuando lo miran a Él en Su venida (Rom 11:26; Zac 12:10, cf. Apo 1:7). Las ovejas no son del cuerpo de Cristo. Ellas no son concedidas entrada al reino basado en su fe en el evangelio, sino simplemente por haber tratado bien a los hermanos de Cristo. Ellos, junto con los judíos que creen, repoblarán la tierra durante el Milenio. Los cabritos serán negados entrada en el reino, siendo enviado al castigo o corrección eonian (κολασιν αιωνιον). Ni el juicio de los cristianos, ni el juicio de las naciones, pueden ser demostrado haber sucedido en el año 70 d.C. La vida seguía como siempre en la Iglesia hasta que se unió con el Imperio Romano, hundiendo la Iglesia en la Época Oscura. Eso no es algo que anticiparíamos de una Iglesia que está reinando junto con Cristo sobre las naciones. Tampoco fueron separados las ovejas de los cabritos entre las naciones en el año 70 d.C. Después de casi 2.000 años hay tanta maldad en la tierra hoy como entonces, si no más. Sin embargo, estos no son los únicos juicios que toman lugar después de que Cristo viene. En Apocalipsis 19 a 21 vemos que, después del retorno de Cristo, Satanás será atado por mil años en el abismo y los santos serán resucitados para reinar con Cristo sobre la tierra por mil años. Después de los mil años, Satanás será suelto de su prisión y engañarán las naciones que repoblarán la tierra durante el Milenio. Los que son engañados por Satanás se levantarán en una rebelión final contra Cristo y Sus santos y fuego bajara del cielo de Dios consumiéndolos. Entonces todos que no eran de la primera resurrección cuando comenzó el reinado de Cristo, y también los que vivieron y murieron durante los mil años, serán resucitados para ser juzgados en el Juicio del Gran Trono Blanco. Todos aquellos cuyos nombres no se encuentran en el libro de vida serán lanzados al lago de fuego. Después de esto, vemos los nuevos cielos y la nueva tierra con la Nueva Jerusalén descendiendo sobre la nueva tierra. Dice de la nueva tierra: “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.” (Apo 21:4) Según los Preteristas Plenos, casi dos milenios han pasado desde el Juicio del Gran Trono Blanco y la creación de los nuevos cielos y la nueva tierra. Sin embargo, la muerte todavía es universal, como es el llanto y el dolor. ¿Cómo puede uno con sano juicio creer que todo juicio ya pasó y estamos viviendo en la nueva tierra? Tanto los Preteristas Plenos como los Preteristas Parciales intentan argumentar que el Milenio no debe ser entendido como durando literalmente por 1.000 años. Los Preteristas Parciales, creyendo que el Juicio del Gran Trono Blanco es futuro todavía, tienen que estirar los 1.000 años, haciendo que durara miles de años. Por otro lado, los Preteristas Plenos tienen que encoger los 1.000 años a un período de tiempo absurdamente corto, tomando en cuenta que las Escrituras lo llaman 1.000 años. Como los Preteristas Plenos argumentan que el Juicio del Gran Trono Blanco ocurrió en o alrededor del año 70 d.C., ellos de alguna manera tienen que lograr que los mil años se encajen dentro de ese tiempo. Algunos argumentan que los 1.000 años son los 38 años entre la ascensión de Cristo y la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C. Otros toman los 1.000 años como el lapso de 3 años entre la destrucción de Jerusalén y la caída de Masada en el año 73 d.C. Y hay otros que estiran los 1.000 para extender del año 70 hasta 135 d.C., cuando la rebelión Bar Kochba fue derrocado. Sin embargo, debe ser obvio a cualquiera mente razonable que ningunas de estas rebeliones judías derrocados por los ejércitos romanos son comparables con el Juicio del Gran Trono Blanco descrito en Apocalipsis 21. Hay mucha diferencia entre el ejército romano derrocando una rebelión judía y el Juicio del Gran Trono Blanco donde todos los muertos, pequeños y grandes, aparecen ante el Juez de toda la tierra, siendo juzgados según sus obras. No hay justificación alguna por no entender las referencias de 1.000 años en las Escrituras como literalmente durando 1.000 años. Los Preteristas a menudo citan ejemplos donde el número 1.000 se usa de una manera no literal. Para demostrar que 1.000 puede significar menos que 1.000 los Preteristas Plenos a menudo citan 1Samuel 18:7 donde las damas de Israel cantaban después de que David había matado a Goliat. Ellas cantaban, “Saúl hirió a sus miles, y David a sus diez miles.” Argumentan que, como dice que David hirió a miles cuando en realidad él solamente mató a Goliat, tampoco debemos de tomar las referencias al reinado de 1.000 años literalmente. Por otro lado, los Preteristas Parciales que quieren estirar a los 1.000 años a cubrir varios milenios citan ciertos Salmos que aparentan presentar el número 1.000 como implicando un número más grande. Por ejemplo, un Preterista Parcial dice: “Otro ejemplo es el dicho que Dios es el dueño del ganado sobre mil colinas (cf. Sal 50:10). En realidad, Dios es el dueño de todos los animales en todos los collados del planeta, pero para el lector judío, ¡usando el número mil no estaba limitando la cantidad de animales que pertenecen a Dios! Un tercer ejemplo es el versículo: “mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos... (Sal 84:10). Entendido de forma literal, este versículo significaría que 1.001 días en otro lado sería mejor que un día en la casa de Dios. Obviamente, eso no era el mensaje del salmista.” [3] Sin embargo, lo que los Preteristas no toman en cuenta es que estos son ejemplos de prosa poética donde todos que los leen inmediatamente saben que no deben de ser entendidos de manera literal. Por otro lado, el número 1.000 sería entendido con una exactitud literal para un judío si tuviera referencia a cosas específicas como cuánto ganado tiene, cantidades monetarias, medidas y unidades, un censo o un período de tiempo en el calendario, como vemos con la duración del reinado de Cristo en la Tierra. Daniel entendió los 70 años de la cautividad babilónica literalmente y fue cumplido literalmente después de los 70 años. De hecho, no hay ni una instancia en las Escrituras donde los judíos entendieron períodos de tiempo especificados en un sentido no literal. Los mismos Preteristas argumentan por un cumplimiento literal de la profecía de 1.250 días, diciendo que era el tiempo exacto que duró el asedio de Jerusalén, entre los años 66 y 70 d.C. Adicionalmente, los Padres de la Iglesia Primitiva, que hablaban en el griego original del Nuevo Testamento, entendieron tanto los 1.260 días, como también el reinado de 1.000 años de Cristo, en forma literal como demuestro en mi blog: El Futurismo Premilenario – La Creencia de la Iglesia Primitiva, y también en mi libro: Los Últimos Días ¿Pasados o Presentes? ¿Qué autoridad más fiable existe que los Padres Griegos Primitivos para determinar cómo debemos de entender la referencia a los 1.000 años? Claramente, no hay manera razonable que uno puede interpretar las Escrituras usando una hermenéutica normal y literaria y llegar a la conclusión de que todos los juicios ya pasaron y estamos viviendo en los nuevos cielos y la nueva tierra. Si, en vez de interpretar las Escrituras de una manera normal, uno recurre a la práctica de espiritualizar y alegorizar el sentido obvio y claro de la Escritura, es posible lograr que la Biblia aparente decir cualquier cosa que uno desea, pero no cambiará el hecho de que el día vendrá cuando Cristo literalmente juzgará los vivos y los muertos en Su venida y Su reino (2Tim 4:1). Decir a los no arrepentidos otra cosa es una omisión grave, para decir lo menos (Eze 3:18-19). Es fácil ver porqué las interpretaciones Preteristas y Progresivas están llegando a ser tan populares en nuestra cultura Postmoderna, a pesar del hecho de que no tienen ninguna fundación bíblica sólida. Es porque ofrecen salvación sin arrepentimiento, relación sin compromiso y libertad sin responsabilidad. De la misma manera que los falsos profetas hablaban palabras suaves de paz y prosperidad a Israel cuando en realidad Dios estaba a punto de juzgarlos por sus pecados, demasiado a menudo los maestros hoy en día no dicen a los no arrepentidos lo que necesitan oír, sino nada más lo que quieren oír. Para concluir, quiero dejar mis lectores (particularmente los que se consideren maestros espirituales) con las instrucciones le dio Pablo a Timoteo a la luz del hecho de que Cristo va a juzgar los vivos y los muertos en Su venida y en Su reino porque creo que son muy relevantes para los tiempos que estamos viviendo: “Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, 2 que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. 3 Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, 4 y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas. 5 Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio.” (2Tim 4:1-5) [1] Young, William P. La Cabaña. p. 160 [2] Young, William P. La Cabaña. p. 167 [3] Welton, Jonathan (2013-11-01). Raptureless: An Optimistic Guide to the End of the World - Revised Edition Including The Art of Revelation (Kindle Locations 5374-5385). BookBaby. Kindle Edition.
0 Comments
Leave a Reply. |
CategorÍAs_____________
La Infalibilidad de la Biblia
El Amor de Dios
El Temor de Dios
La Cuestión del Mal
Entendiendo la Expiación
Homosexualidad y la Biblia
Reencarnación
El Teísmo Abierto
Respuestas a Objeciones:El Plan Glorioso de Dios
La Manifestación de los Hijos de Dios
¿Ha Rechazado Dios a Su Pueblo Israel?
La Trinidad y la Deidad de Cristo
La Preexistencia Eterna de Cristo
Preterismo vs. Futurismo
La Doctrina de 2 Evangelios
|