por George Sidney Hurd ¿Debe ser considerada una doctrina esencial a la fe cristiana el entendimiento de que el Dios de las Escrituras es uno en su esencia y naturaleza, y sin embargo existe en tres personas? ¿Y qué de la creencia que nuestro Señor y Salvador Jesucristo es plenamente Dios y sin embargo a la vez plenamente hombre en Su encarnación? ¿Realmente tiene importancia lo que creemos acerca de este tema tan controversial? Algunos dirían que no. Entre aquellos que se consideran “Universalistas” hay unos que razonan que, como todos serán salvos al final de cualquier modo, no tiene importancia si uno sea Trinitario o Unitario – si nuestro Salvador es el Creador de todo o nada más una creación. En las Escrituras vemos que tiene mucha importancia lo que creemos acerca de Dios y la persona de Cristo. Jesús dijo: “Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, 23 para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió.” (Juan 5:22-23) Jesús aquí dice que, si no lo honramos a Él de la misma manera que honramos al Padre, estamos deshonrando al Padre. El único ser creado que buscó honor igual que el Padre fue Satanás. Es obvio que Cristo es mucho más que una criatura creada por Dios, y por lo tanto todo el honor y la alabanza se debe a Él (Apo 5:11-14). El Apóstol Juan, contrarrestando una forma del Gnosticismo primitivo que negaba que el Hombre Jesús fuera divino (el Cristo), usó palabras muy fuertes denunciándolos. Él dijo: “¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. 23 Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre.” (1Jn 2:22-23) “Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo… 9 Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo.” (2Jn 7,9). A la luz de estos, y muchos pasajes similares que estaremos examinando en esta serie de blogs, ¿cómo podemos nosotros como Universalistas Bíblicos hacer caso omiso mientras los de la Nueva Era promueven su panteísmo que presenta a Cristo como si fuera nada más otro gurú a la par con Mahoma, Buda o Gandi? ¿Cómo podemos guardar silencio mientras los Unitarios siguen negando la Trinidad y la deidad de Cristo? Mi preocupación, y mi motivo principal en esta serie de blogs, es que este avivamiento de la doctrina de la Salvación Universal podría descarriarse, así como pasó con el despertar del Universalismo anterior, si guardamos silencio. La restauración de la doctrina bíblica de la Salvación Universal tuvo sus comienzos entre los Anabaptistas y los Moravos en la Reforma y floreció bajo el liderazgo de hombres como John Murray y Charles Chauncy en los siglos XVIII y XIX, solo para decaer bajo la influencia de hombres como Hosea Ballou que introdujo la doctrina Unitaria y negaba la Expiación Penal Sustitutiva de Cristo, presentando Su muerte como nada más que una demostración del amor incondicional de Dios por la humanidad. El avivamiento previo del Universalismo llegó a su punto más bajo en 1961 cuando la Iglesia Universalista de América se unió con la Iglesia Unitaria, llegando a ser lo que ahora conocemos como la Asociación Unitaria Universalista. Desde el año 2006, menos de 20% de sus miembros todavía se identifican como cristianos. [i] El avivamiento viene cuando nos volvemos al Señor y a Su Palabra con todo nuestro corazón. Pero cuando no permanecemos en la doctrina de Cristo, la gloria se aparta y comienza la apostasía. Si no nos despertamos a la verdad del evangelio no adulterado de nuestro Señor Jesucristo y a la proclamación de la sana doctrina, lo que comenzó como un redescubrimiento glorioso del Universalismo Bíblico sufrirá el mismo destino que el despertar anterior. No es necesario que uno sea capaz de elaborar sobre estas verdades para ser salvo, al igual que no es necesario que un infante identifique a sus padres y entienda el proceso del parto para poder entrar en el mundo. Sin embargo, si el bebé llega a la juventud y todavía no puede identificar a sus padres, eso será un problema. Es similar con el nuevo nacimiento. El Espíritu Santo nos convence del pecado y nos atrae, y en el momento de la regeneración respondemos con fe, sabiendo poco o nada acerca del Dios que nos dio vida nueva. Tampoco entendíamos lo que era necesario para hacer posible nuestra salvación. Sin embargo, mientras no es necesario entender la naturaleza trina de Dios y la divinidad de Cristo para ser salvo, y de hecho muchos hijos de Dios no han entendido estas verdades aún después de muchos años, estas son verdades fundamentales que los bebés en Cristo necesitan entender para estar bien fundamentados desde el comienzo. Jesús les comisionó a Sus discípulos a predicar el evangelio, haciendo discípulos de todas las naciones. El mismo rito de la iniciación que Jesús les mandó hacer cuando uno cree y se convierte en discípulo enfatiza la naturaleza trina de Dios. Fueron mandados a bautizarlos “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”(Mt 28:19). La misma fórmula bautismal prescrita por Jesús para aquellos que fueron bautizados en Su nombre informa a los nuevos creyentes acerca de la naturaleza trina de su Dios, nombrando a las tres personas con el nombre singular. Mientras es lamentable que tantos hijos de Dios permanezcan ignorantes acerca de la naturaleza de Dios, es un asunto muy serio cuando uno se presenta como maestro de la Palabra y niega estas verdades fundamentales acerca de la naturaleza de Dios y de la persona de Cristo. Como dice Juan, si alguien niegue que Jesús es el Cristo, i.e., que Él es plenamente hombre (Jesús) y plenamente Dios (el Cristo), esa persona es anticristo. Para aquellos que minimizan la importancia de la naturaleza trina de Dios y de la plena deidad de Cristo, me gustaría considerar los siguientes puntos: 1) Un Dios Unitario sería incompleto en Sí Mismo. 2) Solamente Dios puede ser nuestro Salvador. 3) Solamente Dios debe ser adorado. Un Dios Unitario sería Incompleto en Sí Mismo En cuanto a Su naturaleza esencial, Dios es amor (1Jn 4:8,16). El amor agápe es un amor dador que no busca lo suyo – no es egocéntrico. Por su misma naturaleza el amor tiene que tener otra persona o personas para expresarse. Por lo tanto, si Dios fuera un ser solitario, o Su naturaleza esencial no puede ser amor, o Él no sería completo y autosuficiente en Sí Mismo: Él dependería de Su creación para completarse. Soledad es incompatible con el amor agápe. Pero dado que Dios es revelado como trino, Él jamás ha sido solitario, ni siquiera antes de la creación. Él Hijo siempre ha sido el Amado del Padre, “Su amado Hijo.” (Ef 1:6; Col 1:13; Jn 3:35; Mt 17:5; 3:17). El Padre y el Hijo, junto con el Espíritu Santo, han disfrutado de comunión entre Sí desde la eternidad, antes de la creación (Jn 17:4-5). Los Unitarios Modalistas, que creen que Dios es una Persona solitaria que juega tres papeles distintos, son presentados con el mismo problema, e incluso peor, dado que cualquiera comunión entre el Padre, Hijo y el Espíritu Santo sería nada más imaginaria. Voy a presentar la evidencia escritural para la Trinidad en otro blog. Pero solo desde una perspectiva lógica, es inconcebible que el Dios eterno y autosuficiente, siendo amor en su ser esencial, exista en solitud en la eternidad, requiriendo a Su creación para poder dar expresión a Su naturaleza. Esta reciprocidad del amor y comunión entre las tres Personas en una sola esencia divina a veces se refiere como el perichoresis o la relación trinitaria comunitaria de las tres Personas de la Trinidad dentro de la misma esencia divina. Solamente Dios puede ser nuestro Salvador Para calificar como nuestro Salvador, Jesús tuvo que ser Jehová mismo. Jehová de manera muy enfática dijo más de una vez que aparte de Él no había salvador: “Yo, yo Jehová, y fuera de mí no hay quien salve.” (Isa 43:11) “Mas yo soy Jehová tu Dios desde la tierra de Egipto; no conocerás, pues, otro dios fuera de mí, ni otro salvador sino a mí.” (Oseas 13:4) “Y no hay más Dios que yo; Dios justo y Salvador; ningún otro fuera de mí.” (Isa 45:21) Como Podemos ver aquí en Isaías 45:21, Jehová es un Dios justo y el único Salvador. Un Dios justo no puede permanecer justo y simplemente hacer caso omiso al pecado sin ejecutar la justicia (Sal 9:7-8; Heb 2:2-3; Mt 12:36; Rom 3:5-6). El Dios trino Mismo tuvo que hacer la propiciación por los pecados del mundo para poder ser justo y justamente perdonar nuestras transgresiones. La salvación es posible solamente porque el Juez Mismo tomó el juicio debido a Sus criaturas sobre Sí Mismo. Nuestro Salvador no pudo haber sido nada más una inocente criatura de Dios recibiendo el castigo por los culpables. Eso hubiera agravado la injusticia en vez de satisfacerla (Deut 24:16). La maravilla y la justicia de nuestra redención es que Jehová mismo tomó sobre Sí Mismo humanidad y sufrió la pena justa por los pecados de nosotros en la persona de Dios el Hijo. Jesucristo es nuestro Dios y nuestro Salvador. Jesucristo Mismo es nuestro Salvador Jehová Elohim. Eso es lo que afirma Pedro cuando se refiere a Jesús tanto como “nuestro Señor y Salvador Jesucristo” y “nuestro Dios y Salvador Jesucristo” en la misma epístola (2Pedro 3:18; 2Pedro 1:1). Como dijo Jehová antes de la encarnación, “yo soy Jehová tu Dios (Elohim)…no conocerás, pues…otro salvador sino a mí.” (Oseas 13:4). Los judíos en los tiempos de Jesús eran muy familiarizados con las Escrituras y sabían muy bien que solamente Dios puede perdonar pecados cometidos contra Su propia justicia. Sus Escrituras eran muy enfáticas: “Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados.” (Isa 43:25; cf. Dan 9:9) “Ninguno de ellos podrá en manera alguna redimir al hermano, ni dar a Dios su rescate 8 (porque la redención de su vida es de gran precio, y no se logrará jamás)…15 Pero Dios redimirá mi vida del poder del Seol, porque él me tomará consigo.” (Sal 49:7-8,15) A la luz de estos pasajes, podemos entender por qué los judíos acusaron a Jesús de blasfemia en sus corazones cuando Él dijo al paralítico: “tus pecados te son perdonados” (Marcos 2:5-12). Ellos entendieron algo que muchos de los que hoy en día niegan la plena deidad de Cristo no logran entender – solamente Dios Mismo puede ser nuestro Salvador, solamente Él puede perdonar pecados cometidos contra Su propia justicia. E, igual como en otras ocasiones cuando los judíos le acusaron de blasfemia, en vez de negar Su divinidad, Él la afirmaba más, primero por demostrar que Él conocía sus pensamientos – algo que solamente Dios puede hacer (1Sam 16:7; cf. Apo 2:23), y después sanando al paralítico con estas palabras: “¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda? 10 Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): 11 A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa.” (Marcos 2:9-11). Solo a la luz de lo que hemos visto aquí, debe ser claro para todos que la negación de la plena deidad de Cristo es algo muy serio, dado que es fundamental para la salvación de toda la humanidad. En términos simples, o Jesús es Dios Mismo y el Salvador de todos, o no es en nada un Salvador. Su mismo nombre Jesús significa “Jehová salva.” Es por eso que Pedro pudo declarar con plena confianza ante el Sanedrín: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” (Hch 4:12). De igual importancia es la verdadera humanidad de Cristo. Para expiar por nuestros pecados, Jehová tuvo que venir en semejanza de carne pecaminosa y ser tentado en todo como nosotros, pero sin pecado. Y después tuvo que morir en la carne, que era la justa pena por el pecado original de Adán (Rom 8:3; Heb 4:15; 1Ped 3:18; Rom 6:23). Solamente en Cristo, el Último Adán, todos los que morimos en Adán podemos ser liberados de la pena del pecado de Adán y ser vivificados (1Cor 15:22). Nadie menos que Jesucristo el Dios/Hombre, podría dar Su propia vida en rescate por los pecados del mundo entero y después volverla a tomar, resucitándose de entre los muertos, así creando una nueva humanidad como el Último Adán resucitado y glorificado (Jn 10:17-18; Ef 2:15). Solamente Jehová pudo haber hecho lo que hizo Jesucristo, trayendo la salvación y una nueva creación a un mundo caído. Es por eso que Jesús advirtió a los fariseos que se negaban a reconocerlo, diciéndoles, “si no creéis que yo soy (EGO EIMI), en vuestros pecados moriréis (Jn 8:24). Examinaremos esto con más detalle en otro blog, pero EGO EIMI es el mismo nombre de Dios dado a Moisés en la zarza ardiente (Ex 3:14). Que los fariseos entendieron lo que Jesús estaba afirmando es evidente, dado su respuesta cuando Él dijo: “Antes que Abraham fuese, yo soy (EGO EIMI).” Su reacción fue tomar piedras para apedrearlo por blasfemia (Jn 8:58-59). Creo que los Unitarios no han contemplado debidamente sobre cuánto disminuye la gloria del amor de Dios la idea de un Dios solitario. Deja uno con solo dos opciones o negar que el amor sea la esencia de Su ser, o decir que no es suficiente en Sí Mismo, dado que Él requiere la creación para poder dar expresión a Su naturaleza esencial que es amor. Más grave aún es su creencia de que Cristo fue nada más un ser creado quien Dios envió a morir por nosotros en lugar de Él, en vez de que Él Mismo viniera en la persona de Su unigénito Hijo quien eternamente está en el seno del Padre. Esto disminuye en gran manera la demostración del amor de Dios cuando Él Mismo tomó forma del hombre y murió por nuestros pecados en la cruz. Jehová no simplemente envió a alguien a morir por nosotros – Él Mismo vino en la persona del Hijo, nuestro Dios y Salvador, Jesucristo (2 Pedro 1:1). Muchos son escandalizados por la cruz porque no han logrado comprender el ser trino de Dios. Ellos visualizan al Padre como un ser independiente enviando a Su hijo creado para morir, pagando nuestra deuda que nosotros le debíamos a Él, azotando y crucificando a Su Hijo como un intermediario entre nosotros y Él. Esto es una muy mala caricatura del sacrificio del amor trino de Dios por nosotros. Dios el Padre estaba en Cristo, reconciliando al mundo consigo mismo (2Cor 5:19), y Cristo por el Espíritu Santo se ofreció voluntariamente por todos nosotros (Heb 9:14). Y fue el Padre con el Espíritu Santo que lo levantó de los muertos (Rom 8:11;1Pedro 3:18). Las tres personas de la Trinidad, todas participaron en nuestra salvación. Los tres igualmente sufrieron. ¡No hay amor más grande que esto! Solamente Dios debe ser adorado Encontramos expresado de manera enfática y repetida a través de las Escrituras que solo debemos de adorar a Jehová Elohim, y que Él no da Su gloria y adoración a ningún otro: “Porque no te has de inclinar a ningún otro dios, pues Jehová, cuyo nombre es Celoso, Dios celoso es.” (Ex 34:14; cf. Mt 4:10) “Yo Jehová; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas.” (Isa 42:8) Por lo tanto, si Jesús no es Dios, entonces no debemos adorarlo; no debemos de glorificarlo ni alabar a Su nombre. Tal adoración sería idolatría blasfema. Cuando Herodes recibió alabanza como a un dios, un ángel del Señor lo hirió y murió comido de gusanos (Hch 12:21-23). Es por eso por lo que, cuando los hombres de Listra iban a adorarles a Pablo y a Bernabé como dioses, ellos rasgaron sus vestiduras y se lanzaron entre la multitud, dando voces y diciendo: “Varones, ¿por qué hacéis esto? Nosotros también somos hombres semejantes a vosotros” (Hch 14:14-15). De la misma manera, cuando Cornelio se postró ante Pedro para adorarlo, él le dijo: “Levántate, pues yo mismo también soy hombre” (Hch 10:26). Si Jesús fuera nada más que un hombre perfecto, ciertamente Él hubiera reaccionado de la misma manera. Pero, al contrario, cuando Tomás le dijo a Jesús, “mi Señor y mi Dios,” Jesús afirmó la verdad de su confesión diciendo: “Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron” (Juan 20:29). En vez de decirle, “estás equivocado, yo soy un mero hombre y no Dios,” le reprochó por tener que verlo cara a cara antes de creer que Él era su Señor y su Dios. Algunos Unitarios dicen que Jesucristo fue un ángel creado. Veremos porque eso es imposible más adelante, pero aquí solo quiero señalar que meros ángeles no reciben adoración, dado que la adoración es debida a Dios solamente. Dos veces Juan estaba sobrecogido por el resplandor del ángel que le apareció. Pero ambas veces el ángel respondió diciendo: “Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo... Adora a Dios” (Apo 19:10; 22:9). La gloria de Dios es exclusiva a Sí Mismo. Sin embargo, vemos a Jesús en Su oración al Padre en la noche de Su pasión diciendo: “Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese.” (Jn 17:5) Así que, o Dios de hecho comparte Su gloria con otros, aún antes de la creación, o Jesús es de verdad el Hijo de Dios, eternamente existiendo en el seno del Padre, pero voluntariamente dejó Su trono de gloria, tomando la forma del hombre y siendo obediente hasta la muerte, y Dios lo levantó de entre los muertos y le exaltó por encima de todo lo creado. Combinando Su oración al Padre en Juan 17 con la descripción de la kenosis de Cristo en Filipenses 2, podemos ver que Jesucristo siempre ha sido el Dios de gloria que se encarnó como Hombre, siendo obediente a la muerte, solo para ser restaurado a la gloria que ha tenido con el Padre desde la eternidad: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7 sino que se despojó a sí mismo (se despojó de la gloria que Él tenía con el Padre antes que el mundo fuese), tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8 y estando en la condición de hombre (aunque seguía siendo Dios), se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. 9 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre (lo restauró a la gloria que tuvo eternamente con el Padre), 10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla (en adoración) de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor (Jehová), para gloria de Dios Padre.” (Fil 2:5-11) Como el resucitado y glorificado Cristo, el Hijo de Dios, Él es después adorado por toda la creación restaurada, recibiendo la gloria, honra y la alabanza debida a Dios solamente: “Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. 14 Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por los siglos de los siglos.” (Apo 5:13-14) Cuando dice que ellos adoran a Él que vive por los siglos de los siglos, se refiere a lo dicho por Jesucristo en el capítulo uno de Apocalipsis donde Él dice de Sí Mismo: “No temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén” (Apo 1:17-18). También dijo: “Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso” (Apo 1:8). Como veremos en otro blog, estos son títulos exclusivos a Jehová Elohim. No puede haber dos “Todopoderosos.” Solo hay un Dios y Él existe en tres personas. Entonces, vemos la importancia de la deidad de Cristo, en que solamente Dios debe ser adorado. Si Jesús no es Dios, entonces estamos quebrantando el primer mandamiento cuando lo adoramos. Si Jesús no es Dios, entonces Tomás debe haber sido reprendido por llamarlo “mi Señor y mi Dios.” Pero una vez entendemos que Él es nuestro Señor y Dios, entonces nuestra única respuesta debe ser doblar rodilla en adoración y alabanza, para la gloria de Dios Padre. Espero haber podido demostrar resumida la importancia de reconocer a Jesucristo como el mismo Dios encarnado. Juan era tan enfático en cuanto a su importancia que él dijo que todos aquellos que negaran que Jesús es el Cristo son anticristo. En los blogs siguientes demostraré que “el Cristo” no es otro que Jehová del Antiguo Testamento, y que Jehová Elohim es un solo Dios que se manifiesta en tres personas – el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. [i] https://en.wikipedia.org/wiki/Universalism#cite_note-11
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