por George Sidney Hurd
¿Nos creó Dios de la nada o nos creó de Sí Mismo? La respuesta a esta pregunta es importante dado que determina nuestro sentido de valor y responde a la pregunta acerca de nuestro destino final. “Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.” (Rom 11:36) Lo siguiente fue tomado del libro, El Triunfo de la Misericordia. ¿Cómo es que llegamos a existir? ¿Fue de la nada o de Dios? Desde San Agustín, el cristianismo tradicional ha argumentado que la creación de Dios es ex nihilo o “de la nada”. Por muchos años ese razonamiento era aceptable para mí porque creo en una creación especial de seis días, tal como es relatado en Génesis. Y a comparación de la evolución de ex magnus crepitus (big bang), parecía la opción más lógica de las dos teorías. Es más lógico creer que el Dios eterno, como “la Causa sin causa” creó todo de la nada, que creer que nada fue la causa de todo, como creen los evolucionistas ateos. El diseño inteligente y la hermosura a nuestro alrededor son mejor explicados por la existencia del Diseñador Inteligente de Amor que argumentar que la nada de alguna manera estalló en un “big bang,” produciendo el orden astronómicamente complejo y preciso, y la gloriosa belleza creativa a nuestro alrededor. Cuando comencé a descubrir el maravilloso plan de Dios para las épocas desde la creación hasta la consumación, me di cuenta de que la creación de Dios es mucho más personal e íntima de lo que puede ser adecuadamente expresada por la expresión “ex nihilo” del Latín. Si la creación fuera de la nada, entonces eso presenta otra pregunta: ¿De dónde viene la nada si Dios llena todo y no hay lugar donde Él no esté presente? Si Dios está en todo lugar, omnipresente, entonces no hay donde Él no esté para permitir que algo venga de la nada. Como creacionistas, insistimos en la necesidad de un Creador – la primera causa sin causa y auto-existente, que es la fuente de todo lo que existe. Respondemos a la creencia de los evolucionistas ateos que todo comenzó de la nada diciendo: ex nihilo nihil fit, “de la nada nada viene.” Ellos dicen que fuimos formados de una masa primitiva. Si es así, entonces volvemos a donde comenzamos: ¿De dónde originó la masa? ¿De la nada o de Dios, etc.? Si todo lo que existe es el resultado del “big bang,” entonces, ¿qué fue lo que se estalló? Sin embargo, nosotros los creacionistas debemos de darnos cuenta de que diciendo “de la nada nada viene,” también excluye la creencia de una creación ex nihilo. Siendo verdad que “de la nada nada viene,” entonces tenemos que haber originado de Dios como fuente, tal como dicen las Escrituras, y no de la nada. Unos argumentan que la nada se refiere al mundo invisible y que de la nada simplemente significa hacer que algo invisible se haga visible, algo como el conejo en el sombrero. Ellos citan Hebreos para apoyar esta idea: “Por la fe entendemos haber sido constituido el universo (aionas) por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.” (Heb 11:3) Sin embargo, la palabra traducida “universo” es aionas en el griego, que significa eones o épocas. Épocas son, por naturaleza invisibles, una medida de tiempo, y épocas o eones solo son visibles en el sentido que los cuerpos celestiales que usamos para medir tiempo, como estrellas, el sol y la luna son visibles. Las realidades invisibles, tales como eones, ondas del sonido, espíritus, etc., son tanto una parte de la creación de Dios como las cosas visibles. En realidad, según la ciencia, los objetos que son visibles y tangibles para nosotros son nada más que distintas concentraciones de energía invisible contenidas en átomos. El mundo invisible fue creado juntamente con la creación visible y tangible. Así que, los eones o épocas, aunque invisibles, no son “nada”. No es correcto decir que “nada” se refiere al mundo invisible, porque el mundo invisible también es una parte de la creación de Dios, como vemos en Colosenses: “Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.” (Col 1:16) Hasta Dios mismo es Espíritu y así invisible a nuestros ojos. Así que, invisibilidad no puede ser sinónimo con la nada. Mientras que los filósofos y teólogos razonan en un sinfín de círculos acerca de nuestros orígenes, creo que la Biblia es sencilla, clara y a la vez profunda en su revelación acerca de nuestros orígenes: “Y todos son de Dios (ek theos) que nos reconcilió consigo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación.” (2Cor 5:18 PLT) [i] Este texto nos indica que todos son “ex Deo” o “de Dios” (Gr. ek Theos). Además, dice que nosotros como las primicias de la Nueva Creación (v.17); nosotros que ya hemos sido reconciliados a Dios, hemos recibido el ministerio de la reconciliación para alcanzar el resto de la creación de Dios. En todo el libro de Dios el término “ex nihilo” o “de la nada” nunca aparece. Lo que vemos declarado más de una vez es que todas las cosas son “ex Deo” o “de Dios”. Hay un mundo de diferencia entre decir que fuimos creados por Dios “de la nada” y por Dios “de Dios”. El primero es impersonal y por naturaleza independiente de Dios. El segundo es muy personal e implica un vínculo y una dependencia. Recuerdo un cuento de un granjero que cuidaba bien a todos los animales en su finca y todos ellos lo amaban. Cuando pasó por un tiempo de dificultad la madre gallina quería hacer algo para él para expresar su amor y gratitud. Se juntó con el señor cerdito, quien ella sabía también amaba a su amo, para ponerse de acuerdo con algo especial para él. Cuando la madre gallina sugirió prepararle un desayuno de huevos con jamón, el señor cerdito respondió: “Eso es fácil para ti decir. Para ti solo sería una contribución, pero para mí sería un compromiso personal.” Aunque la ilustración queda corta, demuestra la diferencia en el valor puesto en lo que existe exterior a alguien y lo que realmente es una parte de uno. ¿Cuál sería lo que más aprecias y cuidas, tu pie o tu zapato? La respuesta debe ser obvia. Podemos fácilmente deshacernos de algo que hicimos de la nada y para nuestro beneficio como el zapato, por ejemplo, pero haríamos todo dentro de nuestro poder, y aún más, para salvar a nuestro pie porque es una parte de nosotros. Tradicionalistas quieren que creamos que somos algo externo a Dios, creados de la nada y solo para servir Sus propósitos. Si Dios decide que ya no servimos bien para Sus propósitos, no es pérdida para Él lanzarnos al fuego, algo como haríamos nosotros con algo que ya no nos sirve. Por ese motivo los aniquilacionistas no ven problema alguno con decir que Dios exterminará al 90% de Su creación. Dirían ex nihilo ad nihilo “de la nada a la nada”. Nuestra palabra “aniquilar” de hecho es de la palabra en latín ad nihilo (a la nada). Como diríamos en el inglés: “Fácil obtener, fácil deshacer”. Ellos negarían enfáticamente que el Dios de amor sea tan distanciado de Su creación como su creencia ex nihilo ad nihilo implica. Sin embargo, en realidad, según su creencia, la vida humana y el resto de la creación, es tan desechable para Dios como un zapato viejo. Habiendo sido criado bajo la doctrina de la aniquilación, conozco de primera mano el bajo sentido del valor personal que esa creencia produce en el corazón. Aunque presentan a Dios como un Dios de amor, no sentí menos esperanza y auto-valoración durante mi breve tiempo como ateo de lo que sentía como niño creyendo en la aniquilación de todos, a excepción de los mejores y los más fuertes. Cuando tuve mi encuentro con Dios a los 18 años de edad, Su amor fue derramado en mi corazón por el Espíritu Santo. No sabía nada de la teología, solo sabía desde el fondo de mi ser y sin caber la más mínima duda, que Dios me amaba y que Él me valoraba mucho más allá de mi capacidad de comprender. No fue hasta que comencé a estudiar la teología que surgieron otra vez los temores y dudas acerca de Su amor y Su valoración de mí como persona. Dentro de unos pocos años, sin siquiera darme cuenta, pasé de la creencia de los aniquilacionistas en un selectivo ex nihilo ad nihilo (de la nada a la nada), al absoluto ex nihilo ad nihilo creencia de los ateos, y finalmente entré en el infinito mar del amor incondicional de Dios, solo para salir al otro lado por la influencia de la doctrina tradicional basada en el temor del castigo eterno para la mayoría. Si no fuera por mi encuentro personal con el amor de Dios cuando tenía 18 años que sirvió como ancla para mi alma, hubiera estado en peores condiciones que cuando todavía creía en la aniquilación de los perdidos. Al menos en ese entonces, cuando me sentía de bajo valor y temía el rechazo de Dios, podría consolarme en el pensamiento que sería incinerado y después dejaría de existir. Pero una vez enseñado a creer que los indignos “desechables” serían eternamente quemados en el infierno sin posibilidad de restauración, el conocimiento del amor incondicional de Dios comenzó a ser desafiado en un tira y afloja continuo en el temor de un infierno eterno. Todos nosotros, si somos honestos, experimentamos el fracaso y pecamos, y caímos presos al acusador de nuestras almas. Si no estamos bien arraigados y cimentados en el amor de Dios empezamos a luchar contra nuestra baja autoestima. Esto nos lleva a tener temor y dudas acerca de nuestra aceptación delante de un dios que nos dicen que es amor, pero a la vez tiene odio eterno y si no morimos en buenos términos con él, entonces él nos odiará y nos quemará con las llamas eternas del infierno. Poco a poco salí de mi primer amor con el Señor donde me sentía seguro en Su amor, a una doctrina tradicional y dualista y pasé de estar afirmando: “¡Me ama, me ama me ama!” a sentir: “¿Me ama, no me ama, me ama, no me ama?” Mi sentido de valor personal delante de Dios comenzó a ser basado en mi comportamiento en vez de Su amor incondicional por mí. Cuando asistía a la Iglesia Arminiana me dijeron que Dios me amaba incondicionalmente, pero si no perseveraba hasta el final, me mandaría a un infierno eterno. Los calvinistas, en cambio me dijeron que, si era uno de los elegidos, entonces no había necesidad de preocuparme. Pero si no perseveraba hasta el final, significaba que nunca era de los elegidos. Ambas doctrinas nos producen la misma inseguridad. El calvinismo es llamado “la seguridad eterna”, pero en realidad ninguna de las dos posiciones ofrece ningún sentido de verdadera seguridad para el pecador esperanzado. En mi opinión, decir que nos originamos de la nada, ex nihilo, como dicen los tradicionalistas, nos devalúa tremendamente como criaturas de Dios. Es un término que despersonaliza la creación de Dios, convirtiéndonos en objetos desechables, como un zapato viejo. Lo que vemos presentado en las Escrituras es que todas las cosas se originaron en Dios ex Deo (de Dios), y como nos originamos en Dios, también existimos por Él, algo como nuestro pie existe debido al hecho que es una parte de nosotros. Aunque el hombre cayó y la naturaleza fue sujetada a la vanidad, todas las cosas se originaron de Él, subsisten por Él y al final terminan en Él. Lo que descubrimos en las Escrituras no es un ex nihilo et nihilo ad nihilo (de la nada, por nada y a la nada) Las Sagradas Escrituras nos presentan la gloriosa verdad que somos “ex Deo per Deo ad Deo” (de Dios, por Dios y para Dios): “Porque de (ek) él, y por (dia) él, y para (eis) él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.” (Rom 11:36) Solo viendo este texto podemos ver sumado el plan maravilloso de Dios para toda Su creación. Todo lo que tuvo su comienzo en Él es sostenido por Él, y volverá a Él. No existe desechables en toda la creación de Dios. No somos objetos ex nihilo para ser tirados ad nihilo como basura que ya no sirve, sino que somos creados de Dios mismo y tenemos un valor infinito a los ojos de Dios. Y es por eso que Él restaurará a todos a Si mismo: “Y todos son de Dios (ek theos) que nos reconcilió consigo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación.” (2Cor 5:18 PLT)[ii] Aquí podemos ver que toda la creación se originó en Dios, y aunque caímos, nos ha reconciliado consigo mismo, dándonos el ministerio de la reconciliación hacia los demás. En Colosenses 1:15-19 vemos que la reconciliación es para toda la creación, tanto de lo visible como lo invisible. En Romanos 8:18-23 vemos que en el tiempo de la manifestación de los hijos de Dios toda la creación será liberada. No hay desechables, no hay un basurero eterno. En la eternidad todos habrán sido reconciliados con Dios y entonces Él será todo en todos. La verdad de que nos originamos en Dios y no de la nada, no debe ser confundida con el panteísmo que enseña que todo es Dios. Aunque la creación comenzó en Cristo (gr. “en auto”, Col 1:16), y salió de Dios, sin embargo es distinto de Él. El Dios trino eternamente existe. En el principio, antes de la creación, Dios, siendo eterno, ya existía: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra.” (Gen 1:1) “Porque en él fueron creadas todas las cosas…. 17 Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten.” (Col 1:16-17) Dios es eterno, sin comienzo. La creación, en cambio, tuvo un comienzo. Sin embargo, no comenzó de la nada, ex nihilo, sino que comenzó en Dios y de Dios ex Deo. Somos de Dios en la manera en que Eva fue formada de Adán: “porque así como la mujer procede del (ek) varón, también el varón nace de (día) la mujer; pero todo procede de (ek) Dios.” (1Cor 11:12) Habiendo salido de Él, sin embargo, existe una distinción entre Él y nosotros, muy semejante a la distinción entre Adán y Eva, aunque ella salió de él. Sin embargo, habiendo salido de él, eran una sola carne. Hay unión en distinción. De la misma manera, el hombre vino de Dios, y mientras que siempre habrá distinción de personas, todos nosotros vivimos y nos movemos y tenemos nuestro ser en Él. Aunque muchos, como los varones de Atenas a quien predicó Pablo, siguen cegados a esta realidad por el pecado, siendo enemigos en su mente, todos vivimos por Él. Ninguno de nosotros tenemos auto-existencia. Puede que estemos, por un tiempo, separados de Dios. Pero es imposible que exista una separación ontológica de Él porque en Él todas las cosas subsisten: “para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros. 28 Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos. 29 Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres.” (Hch 17:27-29) Pablo aquí incluye a los que, en ese entonces, aún no habían sido regenerados. Muchos de ellos hasta se burlaban de él. Sin embargo, los incluyó en su declaración de que cada uno de nosotros, como linaje de Él, vivimos, nos movemos y tenemos nuestra existencia en Él. Mientras que todos somos personas individuales, sin embargo, todos somos de Él, existimos por Él, y también todos volveremos a Él. El resultado final es que Él será todo en todos. [i] Esta es una traducción literal. Usualmente cito de la traducción Reina Valera pero en esta instancia los traductores tomaron la libertad y cambiaron el plural “todos” a “todo” y agregaron las palabras “esto proviene”, cambiando completamente el sentido obvio del texto, que enseña ex Deo en vez de ex nihilo. La Reina Valera lee así: “Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación.” (2Co 5:18 RVR) Al menos en la versión Rey Jaime del inglés retiene el significado literal del texto “All things are of God” (todas las cosas son de Dios). [ii] Esta es una traducción literal. Usualmente cito de la traducción Reina Valera pero en esta instancia los traductores tomaron la libertad de cambiar el plural “todos” a “todo” y agregaron las palabras “esto proviene”, cambiando completamente el sentido obvio del texto, que enseña ex Deo en vez de ex nihilo. La Reina Valera lee así: “Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación.” (2Co 5:18 RVR) Al menos en la versión Rey Jaime del inglés retiene el significado literal del texto “All things are of God” (todas las cosas son de Dios).
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