por George Sidney Hurd
Una respuesta al libro: “Desenmascarando el Universalismo” por James B. De Young (8 de 8) Aunque la lógica de la Reconciliación Universal es importante y en mí opinión sustancial, la he guardado para lo último porque la lógica tiene que estar subordinada a la revelación divina. Al decir lógica, no quiero decir la lógica fría y cruel, separada de la revelación de la naturaleza esencial de Dios que es revelada en las Escrituras como amor (1Jn 4:8,16). A menudo los Tradicionalistas desafían la lógica del amor con tal de sostener sus interpretaciones equivocadas de las Escrituras que hundieron la Iglesia en la Época Oscura. Confrontados con los horrores de su doctrina, ellos a menudo apelan a Isaías 55 que dice: “mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. 9 Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.” (Isa 55:8-9) Sin embargo, leyendo este pasaje en su contexto es evidente que la manera en que Dios nos trasciende es en cuanto a Sus caminos y pensamientos de misericordia y no torturas inimaginables. En los versículos anteriores a este, Dios nos revela que es Su bondad y misericordia que están más allá de nuestra comprensión – no Sus castigos. Él dice: “A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche… 7 Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. 8 PORQUE mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová.” (Isa 55:1,7,8) Entonces, vemos que la lógica de Dios que trasciende la lógica humana es la lógica del amor y no una tortura incomprensible que espera la mayor parte de la humanidad. De hecho, las Escrituras revelan repetidas veces que Dios no rechaza a los hijos de los hombres para siempre, ni guarda enojo eternamente, porque es Su amor y misericordia – no Su ira, que permanecen para siempre (Lam 3:31,32; Isa 57:16; Sal 136; 1Cor 13:8; Rom 8:35-39; Ef 3:17-19, etc.). De semejante manera, los Tradicionalistas no aplican la lógica del amor de Dios a Su revelación progresiva en las épocas. Cuando son confrontados con el hecho que Dios nunca mencionó el infierno a Adán y a Eva, o a Caín ni a nadie más en el Antiguo Testamento, ellos responden diciendo que la revelación de Dios es progresiva. Sin embargo, mientras la lógica del amor podría imaginar que la revelación de Dios vaya de lo bueno a mejor y de gloria en gloria, nunca podría concebir de la revelación de Dios yendo de mal en peor. Es inconcebible que nuestro Dios, que es amor, ocultaría de Adán y Eva las consecuencias de su pecado si de hecho incluía torturas eternas. Puede que tal lógica fría y cruel fuera compatible con los dioses de los filósofos griegos u otras deidades paganas, pero es totalmente incompatible con el Dios revelado en las Escrituras que de tal manera amó al mundo que se dio a Si mismo en rescate por todos. En las Escrituras vemos, no solamente que Dios es amor, sino que también Él habita en la eternidad y por lo tanto siempre ha visto el final desde el principio. Él es omnisciente y por lo tanto eternamente sabe todo, y como es omnipotente, nada está fuera de Su control (Isa 14:24; 46:10-11; Ef 1:11; Hch 15:18, etc.). Sabiendo que Dios es infinito en amor, conocimiento y poder, ¿cómo es concebible que Él pondría en marcha un plan, sabiendo que culminaría con la mayoría de la humanidad en tortura perpetua que Él mismo tendría que infligir? Y, ¿cómo podría un Dios bondadoso y santo permitir el mal perpetuamente en Su universo, resultando en un dualismo eterno? Un Creador benévolo y omnisciente jamás hubiera preordenado un plan que permita la caída que no culmine en una restauración total de Su creación - un estado final de gloria mucho mayor de lo que era al principio. Dado que Él es benévolo y conoce todas Sus obras y obra todas las cosas según Su plan preordenado, el final tiene que ser mayor que su comienzo. Lo que Él comienza, Él perfecciona. Que un Creador benévolo comience un plan sabiendo que culmina en tortura eterna para algunos es una imposibilidad lógica. Los Tradicionalistas no pueden explicar lógicamente por qué Dios crearía el mundo y permitiría la entrada del mal, sabiendo que la historia tendría un “fin sin fin” tan trágico. Cuando sus creencias sagradas desafían toda lógica, típicamente ellos apelan al misterio divino que debe ser aceptado sin cuestionamiento. Si alguien intenta demostrar lo ilógico y absurdo de estas creencias lo llaman un blasfemo y un hereje. De Young, confrontado con el dilema moral de cómo un Dios justo y bondadoso podría permitir el mal, sabiendo que Él tendría que torturarlos para siempre dijo: “¿Por qué Su amor y justicia no previno el pecado y todo el resultante sufrimiento? No es para nosotros especular sobre lo que Dios podría o debería haber hecho.” (p. 91) Mientras no nos corresponde especular, nos corresponde investigar. Abraham hasta se atrevió a cuestionar a Dios diciendo: “El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?” (Gen 18:25). Jesús en una ocasión desafió al pueblo diciendo: “¿Y por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo?” (Lucas 12:57). Aunque no debemos de dudar de Su Palabra, debemos de cuestionar las interpretaciones de los hombres. Su Palabra trasciende la lógica pero, bien entendida, jamás contradice la lógica. Los caminos de Dios no son ilógicos. Si nuestro entendimiento de Sus caminos desafía la lógica, debemos volver a las Escrituras y con reverencia pedirle al Espíritu Santo que clarifique Su Palabra a nuestros corazones. Los Tradicionalistas no quieren que investiguemos, preguntando por qué Dios comenzaría algo, sabiendo que terminaría tan horriblemente para la mayoría porque desafía a toda lógica y nuestro sentido innato de justicia. Muchas almas sensibles han sufrido quebrantos emocionales contemplando un final tan horrendo para la historia de la creación de Dios. Pero los que, honrando las Escrituras, cobran el ánimo para cuestionar la doctrina tradicional de castigos eternos a la luz de las Escrituras, pronto descubren lo que Santiago quería decir cuando dijo: “habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo” (Stg 5:11). La historia de la creación y redención de Dios culmina en restauración – no en miseria y ruina perpetua. “Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos… 36 Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén” (Rom 11:32,36). Los tormentos mentales ocasionados por cualquier reflexión sobre la doctrina tenebrosa de castigo eterno fueron expresados aptamente por Albert Barnes (1798 – 1870), un erudito de la Biblia muy respetado y el autor del comentario, “Barnes Notes.” Él dijo: “Que alguien sufra eternamente…que, aunque Dios puede salvar a la humanidad y salvará a algunos, y sin embargo no ha determinado salvar a todos; que, suponiendo que la expiación es adecuada, y que la sangre de Cristo puede limpiar de todo pecado y sin embargo no es de hecho aplicada a todos… Estos son dificultades reales y no imaginarias. Probablemente han afectado cada mente que haya reflejado sobre el tema; y siguen sin explicación, sin mitigación, sin ser removidas. Confieso que me afectan, y afectan mis sensibilidades con mayor potencia más que las contemplo y más que vivo. No logro comprender estos hechos, y no he podido progresar en mis intentos de comprenderlos…porque anhelo luz y alivio con estos temas con toda mi alma, pero no encuentro ni el uno ni el otro. Y en el estremecimiento y angustia de mi espíritu confieso que no veo luz alguna. No veo ni un rayo de luz para revelar a mi razón por qué el pecado entró en el mundo; por qué la tierra está esparcida con los moribundos y con los muertos, y por qué el hombre tiene que sufrir por toda la eternidad. Jamás he visto ni una partícula de luz sobre estos temas para concederme un momento de alivio a mi mente torturada, ni tengo explicación para ofrecer o un pensamiento a sugerir que te sería de alivio... Confieso que, al contemplar un mundo de pecadores y los que sufren, agonizándose en sus camas y en los cementerios; cuando contemplo el mundo de las penas lleno de las multitudes que sufrirán eternamente; cuando miro la raza entera, todos envueltos en este mundo de pecado y peligro, y cuando veo la gran mayoría de ellos despreocupados, y cuando siento que Dios puede salvarlos y sin embargo no lo hace, me siento abrumado. Todo es oscuro, oscuro, oscuro para mi alma, y no puedo disimilarlo.” ² Si, en vez de ver el plan sabio de Dios para las épocas culminando con todos siendo restaurados en una relación con Él, mucho más gloriosa de lo que experimentaban Adán y Eva en su estado inocente pero inmaduro, uno piensa que las épocas culminan en tortura eterna para la gran mayoría de la humanidad, entonces sí, de hecho, ¡todo parece oscuro, oscuro, oscuro! Que Dios abra nuestros ojos para ver el misterio de Su voluntad determinativa que es la de reunir todo en el cielo y en la tierra en Cristo en la dispensación final – la dispensación del cumplimiento de los tiempos (Ef 1:9-10). Después, De Young presenta una pregunta que, para mí, ocasiona perplejidad. Él pregunta: “¿Por qué Dios creó a Satanás y le permitió caer, y traer tanto caos en la historia del mundo, si al final él será restaurado?” (p.247). Una pregunta mejor sería: “¿Con qué motivo Dios crearía el mundo, permitiendo la caída y proveyendo la redención por medio del Cordero inmolado desde la fundación del mundo si no tuviera un final glorioso en la vista? ¿Por qué predeterminaría permitir la caída si Él no iba a restaurar a los que cayeron a una condición mucho más gloriosa?” Es concebible que un dios pagano crearía seres para torturarlos, pero no el Dios de amor revelado en las Escrituras. No tenemos que especular acerca de estos asuntos porque Dios ha determinado que cada rodilla se doblará en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra, y cada lengua confesará a Jesucristo como Señor para la gloria de Dios Padre. Ni puedo concebir de una deidad pagana con un infierno que siempre ha existido como sugiere De Young. Él dice: “Si el cielo siempre ha existido, entonces el infierno ha de haber existido desde la eternidad también.” (p.65) Aparte del hecho que Jesús dijo que el fuego eonian, igual como todas las cosas en el cielo y en la tierra, fue creado en el tiempo (Mt 25:41), tal razonamiento es totalmente incompatible con la lógica del amor, o cualquier lógica. Sin embargo, aparentemente no es incompatible con su forma de pensar tradicional. Para repetir, esta es la lógica de las deidades paganas y la de la doctrina tradicional de tortura eterna, pero es totalmente incompatible con la lógica del amor. Los Argumentos Lógicos de De Young contra el Universalismo Ahora vamos a considerar algunos de los argumentos presentados por De Young en contra del Universalismo. La mayoría de ellos pueden ser contrarrestados fácilmente simplemente utilizando un razonamiento deductivo basado en las Escrituras mismas, sin apoyarse solamente en la lógica. 1) La Santidad de Dios limita Su amor Los Tradicionalistas tienen que dividir la naturaleza y atributos de Dios como si fuera bipolar. Ellos dicen: “Sí, Dios es amor, pero Él también es santo.” De Young refleja esta interpretación bipolar de la naturaleza de Dios cuando dice: “…es evidente que los Universalistas consistentemente sujetan la santidad de Dios a Su amor” (p. 69). Y también dice: “El amor de Dios no limita su justicia; más bien Su rectitud limita Su justicia.” (p.225) Es cierto que, si no fuera por el Cordero de Dios inmolado desde la fundación del mundo que satisfizo la justicia de Dios por los pecados del mundo entero, Su naturaleza hubiera estado en una tensión entre Su amor y Sus obligaciones como un Juez justo (Apo 13:8; Jn 1:29; 1Jn 2:2). Debido a que Él es santo, Él no puede simplemente ignorar el pecado. Pero por medio de la cruz vemos en las Escrituras que Él ahora puede ser justo y a la vez, en amor, justificar el impío: “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, 24 siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, 25 a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, 26 con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.” (Rom 3:23-26, cf. 4:5) Debido al Cordero inmolado desde la eternidad, el amor de Dios jamás ha estado en conflicto con Su santidad. Dado que el sacrificio propiciatorio siempre ha estado delante de Sus ojos, Él siempre ha podido justamente justificar el pecador basado en aquella propiciación. Así que, Su santidad jamás ha estado en tensión con Su amor. Aquí en Romanos 3:24-26 vemos que Dios ha demostrado delante de los hombres y los ángeles que era justo cuando pasaba por alto los pecados cometidos anteriores a la cruz, cuando Cristo de facto quitó los pecados del mundo. Ante Sus ojos, viendo desde la eternidad, el pago justo por los pecados del mundo era una eterna realidad ya lograda, haciendo posible que el Dios santo mostrara gracia y misericordia aun antes de la cruz. De hecho, la verdadera santidad es inseparable del amor. La santidad es amor y el amor es la santidad (Mt 22:37-39; Rom 13:8-10; Gál 5:14). Fue la santidad de los fariseos, carente del amor, que crucificó al Señor de la gloria. Es una santidad separada del amor que está en el corazón de la doctrina del castigo eterno. El verdadero amor es demostrado en Jesús quien dio Su vida como rescate por todos, y busca y salva hasta que la última oveja perdida está salva y segura en el redil (Mt 20:28, cf. 1Tim 2:6; Juan 10:15; Lucas 19:10, 15:4). Parece que De Young ve a Cristo como si fuera bipolar cuando dice: “Jesús enseñaba como uno ‘teniendo autoridad’ no como teniendo amor” (p.76). Parece que está diciendo que Jesús o hablaba con autoridad o con amor, en vez de verlo como uno que siempre hablaba autoritativamente en amor. Al final, veremos que todo lo que Jesús ha hecho o hará – incluyendo los juicios severos en Su Segunda Venida, está de acuerdo con Su naturaleza esencial que es amor. El amor no es indiferente y por lo tanto se enoja cuando hay pecado y rebeldía de la misma manera que un padre que ama a su hijo se enoja por la rebeldía de sus hijos. El amor no es negligente y por lo tanto disciplina y azota cuando sea necesario (Heb 12:6). Incluso, el amor puede rechazar el objeto de Su amor cuando no reaccionan a Su disciplina, pero Su amor jamás rechaza para siempre porque Su amor nunca deja de ser (Lam 3:31-33; 1Cor 13:8). La ira de Dios, Su ‘odio’ [i] y aún Su paciencia y misericordia son manifestaciones temporales de Su amor en la presencia del mal (Isa 57:16). Aunque Dios aborrece el pecado y es indignado por su presencia, no guardará Su enojo para siempre porque el pecado no existirá para siempre, contrario a lo que creen los Tradicionalistas (Isa 25:7,8; Apo 21:4-5). Técnicamente, De Young está equivocado cuando dice: “Por toda la eternidad en el futuro los santos estarán experimentando la misericordia de Dios…” (p.89). La gracia y misericordia son manifestaciones del amor de Dios hacia los pecadores no merecedores. Ya no habrá pecado en el cielo. Así que, son los pecadores y no los santos ya glorificados que estarán experimentando Su gracia y misericordia en las épocas venideras. Dios es amor – no amor, odio, ira misericordia o paciencia. Dios no está dividido. Estos son manifestaciones temporales de Su naturaleza esencial, que es amor. Estas manifestaciones de Su amor solo permanecerán en nuestras memorias como un tesoro invaluable una vez que Dios llegue a ser todo en todos y el mal haya sido erradicado de toda la creación de una vez para siempre. Los Tradicionalistas que enseñan un dualismo eterno dicen que Su misericordia es para siempre pero solo experimentada por los que ya no tienen necesidad de Su misericordia, mientras es negada a los perdidos que todavía la necesitan. 2) El Lago de Fuego es Eterno porque aparece después de que Jesús declaró que había hecho Todo Nuevo. Del Lago de Fuego, De Young dice: “…el lago de fuego sigue en existencia (21:8) después que Dios hace todo nuevo (21:5). Continúa para siempre” (p.59). Sin embargo, hay varios problemas con lo que dice aquí. En primer lugar, el libro de Apocalipsis no fue escrito en orden cronológico y por lo tanto uno no debe concluir que un evento sucede antes de otro simplemente porque fue mencionado primero. Demuestro esto con más detalle en mi libro, “Enfocando en los Eventos Finales.” En Segundo lugar, Jesús declaró en 21:5 que Él estaba haciendo todo nuevo (tiempo presente). La nueva creación es un proceso que comenzó con la resurrección y continúa hasta que absolutamente todo haya sido hecho nuevo – no todo menos el Lago de Fuego y la mayoría de la humanidad. Llegamos a ser parte de la nueva creación cuando somos salvos y nuestros espíritus son regenerados. El hecho de que todavía haya algunos en el Lago de Fuego solo significa que Cristo aún no ha terminado Su recreación – haciendo todo nuevo. Cuando Él dice que está haciendo todo nuevo Él está enfatizando absolutamente todo sin excepción alguna. [ii] En tercer lugar, el Lago de Fuego es llamado “la segunda muerte.” El último enemigo que será destruido es la muerte (1Cor 15:26). Por lo tanto, el reinado de Cristo donde hace todo nuevo debe continuar hasta que, tanto la primera, como también la segunda muerte, hayan sido destruidos de una vez para siempre, dado que en la eternidad ya no habrá más muerte (Apo 21:4). ¿Podríamos razonablemente insistir que ya no habrá más muerte a la vez que 90% de la humanidad, más la tercera parte de los ángeles, están en un estado de muerte perpetua? [iii] 3) El Castigo por los Pecados tiene que continuar para siempre porque los Perdidos Continuarán pecando eternamente. Nosotros como Universalistas argumentamos que sería injusto infligir una pena infinita por una ofensa finita. Nuestra vida no alcanza a ser siquiera un nanosegundo en luz de la eternidad. Castigar a alguien eternamente por una vida breve de pecado, sin importar qué tan horrendos sean los pecados, desafía todo sentido de justicia. Jesús dijo que somos malos padres a comparación a nuestro Padre celestial. Pero, ¿qué padre terrenal daría una paliza a su hijo que dure un día entero? Imagine un padre pegando a su hijo por un año entero sin descanso. Imagínelo pegando a su hijo año tras año hasta que finalmente muere. ¿Podríamos considerar tal abuso un castigo justo? Si Dios fuera a informarte que Él iba a azotar a unos de Sus hijos eternamente, ¿no protestarías como Abraham: “El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?” ¿Es posible que el Dios que limita el castigo a 40 azotes y no más, diciendo que todo más allá de eso sería excesivo e inhumano, azota a Sus hijos por toda la eternidad? (Deut 25:1-3). Esto ha sido un dilema moral para los Tradicionalistas. En el siglo XI el filósofo Anselm propuso el argumento que la santidad infinita requiere castigos infinitos. Esto parecía un argumento satisfactorio en aquel entonces, dado que estaban acostumbrado al sistema de castas donde uno a menudo recibía la pena de muerte solo con robar un pan si pertenecía a uno de nobleza. Aunque todavía es común escuchar esta justificación para un infierno eterno, más y más personas reconocen que tal explicación no es digna del Dios de amor que no toma en cuenta un mal sufrido (1Cor 13:5). De Young ha tomado la posición cada vez más popular hoy en día que dice que Dios continuará castigando a los impíos para siempre porque nunca dejaran de pecar. Él dice: “Insisten que sería injusto si Dios fuera a dejar a los impíos en el infierno sufriendo castigos eternamente cuando cometieron incredulidad solamente durante una vida humana. Sin embargo, tal castigo no es injusto si la incredulidad y rechazo continúan eternamente.” P.238 Así que, según De Young, Dios será justo en torturar a las personas en el infierno para siempre porque ellos seguirán rechazándolo para siempre. Para mí, esto presenta más problemas morales de lo que resuelve. Como cada uno será juzgado según sus obras, recibiendo su parte o sentencia medida, suponemos que en el juicio uno recibe el castigo máximo de 40 azotes. Según el modelo tradicional, ¿podría arrepentirse, creer y recibir a Cristo durante ese tiempo y ser restaurado después al cumplir su pena? No. Según los Tradicionalistas ya no habrá posibilidad de creer y confesar a Jesús como Señor para la salvación. Así que, ellos presentan a Dios como si castigara a las personas perpetuamente por no arrepentirse y no recibir a Cristo, algo que, según ellos, ya no podrían hacer aún si quisieran. Según el modelo de De Young, Dios rechaza a los condenados eternamente aún después de haber doblado rodilla, confesando a Jesús como Señor, y después Él tortura a los que son eternamente rechazados por seguir rechazándolo aunque ya no haya posibilidades de reconciliación. Solo existimos porque Él nos mantiene con vida (Hch 17:28). Si Él sabía que iban a seguir rechazándolo para siempre, haciendo que fuera necesario torturarlos perpetuamente, ¿por qué seguir manteniéndolos con vida? No gritaría el amor y la justicia diciendo, “¡basta! y simplemente poner fin a su existencia? ¿Cómo podríamos nosotros, la Iglesia del Señor Jesucristo, hundirnos tan bajo como para presentar a nuestro Padre de amor como si fuera uno que pone en marcha un plan que “termine” en torturas sin fin: torturas infligidas por el mismo Dios de amor contra los que no lo recibieron antes de morirse? Tenemos que tener presente que Dios siempre ha visto el final desde el comienzo y obra todas las cosas según el designo de Su voluntad (Ef 1:11). ¿Es concebible que Dios, que es Amor, ha predeterminado que Él mismo torturaría eternamente la mayoría de los que creó a Su propia semejanza e imagen por no haberlo recibido con prontitud? La mayoría de la humanidad jamás escuchó el evangelio estando vivos. ¿No debemos más bien aceptar Su palabra cuando promete restaurar a todos? ¿No debemos confesar con los samaritanos que Jesús “verdaderamente” es el Salvador del mundo? (Juan 4:42). 4) Una Restauración por medio de Castigos Correctivos en el Infierno sería Coerción Divina. Los Universalistas bíblicos afirmamos que las Escrituras enseñan que el castigo postmórtem de los que mueren y son condenados en un estado perdido no estarán perdidos para siempre y que el castigo no es puramente penal sino principalmente correctivo, diseñado para llevarlos al arrepentimiento y restauración. Esto no solamente es bíblico, sino que nuestros propios sistemas de justicia funcionan de una manera semejante. Aunque el ofensor está siendo castigado por su crimen, la meta principal es la restauración del ofensor, reintegrándolo en la sociedad. Mientras De Young no ve ningún problema con Dios torturando las almas eternamente por haberlo rechazado, él niega toda posibilidad de que los castigos de Dios sean correctivos, diciendo que, sería coerción si Dios fuera afligirlos para producir arrepentimiento. Él dice: “Si el sufrimiento de dolor y tormentos en el infierno constriñe a los pecadores a arrepentirse y creer, ¿no sería eso equivalente a coerción divina?” p.238 En respuesta, me gustaría preguntar: “¿Es coerción divina cuando Dios nos castiga para nuestra corrección en esta vida? El Salmista dijo: “Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; mas ahora guardo tu palabra” (Sal 119:67). ¿Equivale esto a coerción divina? Si es coerción divina, ¿no estás agradecido de que Él la utiliza para nuestra corrección cuando sea necesario en vez de abandonarnos a nuestro “libre albedrío?” Isaías dijo de Dios: “luego que hay juicios tuyos en la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia” (Isa 26:9). Si los habitantes de la tierra aprenden justicia por los juicios correctivos de Dios, ¿Qué impedirá que los que son juzgados aún más severamente en el Juicio del Gran Trono Blanco aprendan justicia? Yo estoy muy de acuerdo con Clemente de Alejandra (150 d.C. a 215 d.C.) cuando dijo: “Si en esta vida hay tantas maneras de producir la purificación y el arrepentimiento, ¡cuánto más debe haber después de la muerte! La purificación de las almas, cuando han sido separadas del cuerpo, será más fácil. No podemos poner límites a los medios del Redentor. Redimir, rescatar y disciplinar es Su obra, y así continuará operando después de esta vida.” [iv] También, Orígenes dice acerca de los juicios postmórtem: “Él que desprecia la purificación de la Palabra de Dios, y la enseñanza del evangelio, solo está reservándose a sí mismo por las horrendas purificaciones penales después, para que el fuego del infierno le purgue en tormentos los que ni la doctrina de los apóstoles, ni la predica del evangelio ha purificado, conforme a lo que está escrito de ser “purificado por fuego.” Pero, por cuánto tiempo esta purificación que es obrada por medio del fuego penal durará, o por cuántos períodos o épocas atormentará a los pecadores, solo Él, a quien el Padre ha encomendado todo juicio, sabe.” [v] Debe ser obvio que, si el amor de Dios nunca deja de ser y Sus misericordias son para siempre, entonces tan pronto Sus juicios correctivos hayan cumplido su propósito, Él atraerá a todos y cada uno a Sí mismo, así como hace en esta vida. Él es el Salvador de todos los hombres, especialmente de los que creen en esta vida – no exclusivamente de los que creen (1Tim 4:10). De Young dice de la corrección postmórtem: “De alguna manera no se les ocurre a los universalistas que esto ya no es amor, sino más bien determinismo y coerción” (p.182). Pero, ¿será que el amor que disciplina y azota ahora termina cuando uno muere? Si Su misericordia permanece para siempre, ¿no sería disponible para los que se arrepientan bajo Sus juicios postmórtem? De Young muestra una falta de comprensión del propósito redentivo de Dios en Sus juicios cuando dice: “¿Por qué y cómo debemos creer que entrando en el infierno hará que los inicuos respondan de manera distinta?” (p.229). Vemos a través de las Escrituras como los juicios severos de Dios llevaron hasta a los más arrogantes y altivos al arrepentimiento, como vemos con el rey Nabucodonosor. ¿Por qué serían los hombres menos propensos a arrepentirse en el infierno donde todas las comodidades carnales y distracciones son removidas? Es como preguntar por qué debemos de anticipar que alguien sentenciado a una institución correccional actuara de una manera distinta de su vida anterior al salir libre. El propósito principal de los castigos correccionales es la restauración. Él también pregunta: “Si el sufrimiento del dolor y tormento en el infierno llega a ser el catalizador de la fe, ¿no hay peligro que el sufrimiento llegue a ser el medio de la salvación, resultando en que la salvación venga a ser por las obras y no por la fe?” (p.238). ¿Podría el sufrimiento que lleva al arrepentimiento y fe en esta vida de alguna manera ser considerado meritorio? Yo sufrí muchas cosas a consecuencia de mi estilo de vida pecaminoso, y cuando llegué al fondo y le clamé al Señor Él se reveló a mí. Jamás hubiera considerado mi sufrimiento de aluna manera meritoria. Sin embargo, mirando atrás, ahora puedo ver como Dios usó mi sufrimiento para llevarme al fin de mí mismo para poner mi fe en Jesús. La destrucción de la carne resulta en que el espíritu sea salvo en el día del Señor, pero es el sufrimiento de Cristo que obtuvo nuestra salvación – no nuestro sufrimiento. De Young pregunta: “¿Es amor pegar a tu hija para siempre hasta que cambie de opinión y acepta tu regalo?” (p. 89). A esto respondería: “Es amor pegar a tu hija eternamente porque no aceptó tu regalo en el mismo día que lo ofreciste a ella?” Sin embargo, esto es comparable con lo que Dios va a hacer, según la doctrina de De Young. Esto ha sido una consideración breve de solamente algunos de los argumentos lógicos para una reconciliación universal en respuesta a De Young. Para una consideración más extensa y académica, recomiendo “The Inescapable Love of God” por Thomas Talbott, profesor de Filosofía en la Universidad de Willamette en Oregon. Para concluir, me gustaría volver a enfatizar la necesidad de distinguir entre el Universalismo Bíblico y el Universalismo de los teólogos Liberales y Progresivos que niegan doctrinas vitales como la inspiración e infalibilidad de las Escrituras, la deidad de Cristo y Su expiación sustitutiva penal. Este abandono a las Escrituras - la fe que ha sido una vez entregada a los santos, es un problema en el cristianismo en general y no debe ser relacionado con el Universalismo. De Young tira toda la ropa sucia de la Iglesia en la canasta universalista y nos categoriza a todos como herejes. Él aplica mal 2Tesalonisenses 1:7,8 que dice: “y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, 8 en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo.” (2 Tes 1:7,8) De este pasaje De Young afirma que hay un galardón especial esperándoles a todos que se oponen “la herejía del Universalismo.” Él dice: “Aquí hay una implicación muy clara. Los creyentes que resisten la herejía del universalismo serán premiados, recibiendo galardones en el día futuro cuando Cristo venga. Los universalistas, en cambio, recibirán su retribución merecida porque no conocen a Dios y no obedecen el evangelio.” p.226 Sea cual sea la aplicación correcta de 2Tesalonisenses 1:7,8 claramente no condena a los que simplemente toman a Dios por Su palabra cuando dice que Él restaurará a todos a Sí mismo, resultando en que Él sea todo en todos. Si alguien niega el evangelio es aquel que insista que Jesús no logrará hacer lo que vino a hacer, que es salvar el mundo, atrayendo a todos a Sí mismo – buscando y salvando a los perdidos hasta que la última oveja perdida esté segura en el redil. [i] La palabra en Hebreo para “odio” en el Antiguo Testamento es sané. En El Diccionario Expositorio de las Palabras del Antiguo Testamento de Vines, vemos que hay dos sentidos distintos de la palabra: “Sané representa una emoción que varía entre “odio” intenso y un sentido menos fuerte, “estar en contra”, y es utilizada en referencia a personas y cosas (incluyendo ideas, palabras, u objetos inanimados).” Es obvio que el odio que Dios muestra contra los pecadores es en el sentido menos fuerte de “estar en contra” de un individuo debido a su pecado y rebeldía. Entendiéndola en este sentido, podemos identificarnos fácilmente con esta emoción aún contra nuestros hijos cuando nos desafían o se portan mal. [ii] Nuestra palabra “cosas” no tiene equivalente en el griego. Tampoco necesariamente indica el género neutro que el sujeto es un objeto como en español. [iii] Los Aniquilacionistas tienen que decir que Dios destruye la muerte matando. [iv] Clement of Alexandria, Strom. lib. vi. cap. 6m p. 763, Ed. Potter. [v] Origin, Commentary In Epist. Ad Rom. lib viii. cap. xi.
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