Un examen critico del “Evangelio de la Inclusión”
por George Sidney Hurd -- ¿Qué debo hacer para ser salvo? La respuesta a esta pregunta es más importante que cualquier otra cosa en la vida. Y la respuesta sencilla dada por los seguidores de Cristo desde el comienzo ha sido, “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo” (Hch 16:31). En el pasado a menudo han agregado obras a esta respuesta sencilla de “cree solamente,” así invalidando la gracia (Gal 5:4). Sin embargo, hoy en día en nuestra sociedad toda-inclusiva y acomodada, algunos Evangélicos han procurado ser más inclusivos y acomodados a las normas culturales, aún cuando se trata de esta pregunta tan vital: “¿Qué debo hacer para ser salvo?” Por un extremo, vemos los Pluralistas que niegan que Jesús es el único camino a la salvación, diciendo que Él es únicamente uno de muchos caminos para llegar a Dios. Otra creencia más reservada es la de los Inclusivistas quienes, al mismo tiempo insisten que Cristo es el único camino a Dios, argumentan que no es necesario que uno crea en Cristo de manera explícita para ser salvo. Según ellos, uno puede ser salvo por una fe implícita en una revelación general de Dios sin haber oído y respondido positivamente al evangelio. Razonan que la fe de uno no necesita ser cognitiva con tal de que la persona sea sincera y reverente. De esta manera llega a ser posible que uno sea salvo sin siquiera haber oído hablar de Cristo. Un budista sincero, un musulmán, o incluso un ateo, podría ser salvo por el sacrificio de Cristo en el Calvario sin haber oído el evangelio y creído en Él de manera consciente. Ellos llaman a estos individuos que supuestamente han sido salvos sin saberlo, “cristianos anónimos.” Inclusivismo es una doctrina relativamente nueva que no surgió en la Iglesia antes del movimiento de la Iluminación en el siglo XVI. La Iglesia históricamente ha creído que uno necesita oír y responder de manera positiva al evangelio para ser salvo. No fue hasta el siglo XX que la doctrina del Inclusivismo comenzó a ser aceptada por muchos, principalmente por la gran influencia de C.S. Lewis quien era un Inclusivista Evangélico. También el evangelista Billy Graham, en una entrevista con Robert Schuller in 1997 expresó que había llegado a creer que el evangelio era inclusivo de personas de otras religiones que nunca habían oído el evangelio. [i] Esto también contribuyó mucho a la creciente popularidad del Inclusivismo hoy en día. Bajo la categoría amplia del Universalismo, vemos tanto Pluralistas e Inclusivistas, como también el Exclusivismo Bíblico, que presento en este blog como lo que la Biblia realmente nos enseña sobre el tema. La diferencia principal entre los Parcialistas Tradicionales (los que creen que no todos serán salvos) y los Universalistas, es que los Universalistas creen que todos serán salvos y reunidos en Dios al finalizar las épocas, mientras que ni siquiera los Parcialistas que son Pluralistas creen que todos serán salvos. Los Universalistas no tienen que enfrentar el mismo dilema lógico y moral que los Parcialistas acerca de aquellos que nunca tuvieron la oportunidad de oír el evangelio para creer y ser salvo en esta vida, dado que los Universalistas no ven justificación alguna por la creencia de que la oportunidad de arrepentirse y creer en el evangelio termina para siempre en el momento en que el corazón de uno deja de latir. Es imperativo que uno sea salvo antes del comienzo del Día del Señor en la Segunda Venida de Cristo para estar entre las primicias elegidas, teniendo parte en la primera resurrección y reinando con Cristo en el Milenio (1Cor 5:5; Mt 25:10-13; Apo 20:5-6). Es por eso que tenemos que predicar el evangelio a los fines de la tierra antes del retorno de Cristo. Por ese motivo he estado trabajando como misionero en las Amazonas Colombianas por los últimos 22 años. Considero por qué es imperativo que nosotros como Universalistas prediquemos el evangelio en mi blog: “¿Es el Universalismo un Impedimento a la Evangelización?” Aunque Cristo es el Salvador de todos, el mayor galardón es para los que creen en esta época (1Tim 1:10). Finalmente, toda rodilla se doblará, confesando a Jesucristo como Señor (Fil 2:10-11, cf. Isa 45:22-24; Sal 22:27). En la dispensación final, la Dispensación del Cumplimiento de los Tiempos, todos en el cielo y en la tierra habrán sido reunidos en Él (Ef 1:10). Pero los que no son salvos y santificados en esta vida sufrirán daño de la segunda muerte – la muerte a la carne y la vida del YO en el lago de fuego purificador (Apo 2:11; 21:8). Considero esto con más detalle en mi blog: “Azufre, Sal y el Fuego del Fundidor.” El objetivo principal de este blog es enfrentar una nueva variación del Inclusivismo siendo promovido por algunos Universalistas que enseñan que no es necesario que uno crea en Cristo para ser salvo, dado que todos ya fueron salvos en la cruz hace 2.000 años. Esta enseñanza fue popularizada primero entre los Universalistas Liberales y Progresivos por Carlton Pearson con la publicación de su libro: “The Gospel of Inclusion: Reaching Beyond Religious Fundamentalism to the True Love of God and Self (El Evangelio de la Inclusión: Yendo Más Allá del Fundamentalismo al Verdadero Amor a Dios y Uno Mismo,” publicado en 2007. Según su propio testimonio, su deconstrucción del cristianismo Evangélico comenzó cuando el evangelista de sanidad T.L. Osborn le dijo: “Todos ya han sido salvos; solamente no lo saben todavía.” Esto comenzó un proceso que finalmente lo llevó, primero a negar la autoridad de las Escrituras, y finalmente a la Consciencia Expandida y el Nuevo Pensamiento de la Nueva Era. Lo que sigue es una consideración de cada una de las afirmaciones hechas por aquellos que promueven el Evangelio de la Inclusión. “Todos ya han sido salvos.” Los que promueven este Evangelio de la Inclusión dicen que todos ya fueron salvos en la cruz hace 2.000 años; solamente no lo saben todavía. William Paul Young, el autor del libro “La Cabaña,” en su libro, “Las Mentiras que Creemos Acerca de Dios,” intituló a cada capítulo con lo que él considera ser una mentira que hemos creído acerca de Dios. Uno de los capítulos él nombró, “Necesitas ser Salvo.” Según él y otros Universalistas Inclusivos, nosotros que decimos que uno necesita arrepentirse y creer en el Señor Jesucristo para ser salvo, estamos predicando un evangelio falso, dado que todos ya fueron salvos en la cruz hace 2.000 años. Él dice: “No necesitamos ofrecerle a nadie lo que ya ha sido dado; simplemente celebramos las Buenas Nuevas con cada uno: Todos hemos sido incluidos.” [ii] Lo que es engañoso de esta declaración es que es una verdad a medias. Es cierto que todos fueron incluidos en la expiación de Cristo en la cruz, y la salvación ha sido extendida a todos gratuitamente. Es cierto que todos fueron incluidos en la muerte y resurrección de Cristo, y en Él, el Último Adán, todos los que murieron en el primer Adán finalmente serán justificados y vivificados (Rom 5:18; 1Cor 15:22). Sin embargo, hay una gran diferencia entre el don de la salvación siendo ofrecido y el don de la salvación recibido. Hay una diferencia entre la provisión y la apropiación. Por ejemplo, imagine que una pandemia mortífera fuera a cubrir el planeta entero y que habría matado a toda la población, si no fuera por la sangre de un hombre que era inmune al virus. Ofreciendo su propia sangre, él proveyó una vacuna que anulaba totalmente los efectos del virus mortífero para todos. La vacuna fue ofrecida gratuitamente a todos, pero para recibir la inmunidad al virus, cada individuo tenía que recibir la vacuna. De semejante manera, la sangre de Cristo nos justifica, o nos hace inmune a la condenación y nos limpia de todo pecado. Sin embargo, de la misma manera que los hijos de Israel que fueron mordidos por las serpientes en el desierto tuvieron que mirar con fe la serpiente de bronce para ser sanados, nosotros no somos justificados sin primero poner nuestra fe en Su sangre que nos propicia con Dios: “siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, 25 a quien Dios puso como propiciación POR MEDIO DE LA FE en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, 26 con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica AL QUE ES DE LA FE DE JESÚS.” (Rom 3:24-26) “en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.” (Col 1:14) Es importante notar que la justificación y el perdón fueron provistos en la cruz cuando Cristo derramó Su sangre en propiciación de los pecados del mundo entero (1Jn 2:2). Sin embargo, así como uno necesita recibir la vacuna para quedar inmune, de la misma manera, uno no es justificado y perdonado antes del momento en que recibimos por fe la justificación y perdón, aunque fue provisto por medio de Su sangre en la cruz hace 2.000 años. Cuando Jesús les comisionó a los discípulos la predicación del evangelio, Él dijo: “El que CREYERE y fuere bautizado, será salvo; mas EL QUE NO CREYERE, será condenado.” (Marcos 16:16) Así que, podemos ver que el prerrequisito para ser salvo y justificado (libre de condenación), es la fe. De hecho, Jesús dijo en Juan 3:18, “El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, PORQUE NO HA CREÍDO en el nombre del unigénito Hijo de Dios.” A través de todo el Nuevo Testamento vemos enfatizado repetidas veces que uno tiene que apropiarse de la provisión de salvación en Cristo, personalmente poniendo nuestra fe en Él para ser salvo. Él tiene que ser recibido por fe para que uno se beneficie de Su sacrificio expiatorio (Jn 1:12-13; 3:16; 8:24; Rom 3:22; 3:28; 3:30; Gal 2:16; 3:8; 3:24; Ef 2:8; Fil 3:9; 2Tim 3:15, etc.). De acuerdo con la Gran Comisión, dondequiera que el evangelio es presentado en los Hechos y en las epístolas, vemos que es necesario responder en fe al evangelio para ser salvo. Cuando el carcelero de Filipo le preguntó a Pablo, “¿Qué debo hacer para ser salvo?” Pablo no respondió diciendo: “Ya ha sido salvo; solo necesitas saberlo.” No. Él dijo: “Cree en el Señor Jesucristo y SERÁS salvo.” Pablo también dice en otro lado que aquellos que no creen serán condenados (2Tes 2:12). Pablo dijo que el evangelio que predicaba era la “palabra de fe,” que significa que tiene que creerlo para ser efectuado. Él continúa explicando lo que la “palabra de fe” es: “…que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, SERÁS salvo. 10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” (Rom 10:9-10) No hay tal cosa como un “cristiano anónimo.” No hay cristianos no creyentes. Uno tiene que creer en el evangelio para ser salvo. Pablo dice en los versículos siguientes que, para que uno crea, primero tiene que oír el evangelio, y por ese motivo es imperativo que prediquemos el evangelio a aquellos que aún están fuera del redil (Rom 10:13-17). Pablo comienza el capítulo diciendo: “Hermanos míos, el anhelo de mi corazón y mi intercesión ante Dios por ellos, es que sean salvos” (Rom 10:1). ¡Es muy evidente que Pablo no pensaba que todos ya eran salvos y solo necesitaban descubrir que ya fueron salvos sin saberlo, involuntariamente e independiente de su arrepentimiento y fe! En 1Corintios 15, Pablo deja en claro que uno no solo tiene que creer en el evangelio para ser salvo, sino que su fe tiene que ser una fe que persevera para ser salvo. Él dijo: “Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; 2 por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano.” (1 Cor 15:1-2) Aquí Pablo dice que somos salvos por recibir el evangelio en nuestros corazones por la fe, y todos los que no continúan en la fe tuvieron una fe vana o vacía; una fe que no es más que asentimiento mental y no del corazón. Él también les dijo a los corintos carnales que se examinaran a sí mismos para asegurarse de que realmente estaban en la fe: “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?” (2 Cor 13:5) Esto está muy lejos de lo que afirman los del “Evangelio de la Inclusión,” diciendo que el Espíritu de Cristo ya está en todos y que solamente necesitan descubrir esta realidad. Pablo dice que, si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él (Rom 8:9). Estábamos sin Cristo hasta recibirlo por fe cuando nacimos de nuevo por el Espíritu con la misma vida de resurrección de Cristo, así llegando a ser un espíritu con Él (Ef 2:12 cf. 1Cor 6:17). Los Universalistas Inclusivos dicen que toda la humanidad ya está en Cristo. Sin embargo, Pablo dice: “si alguno está en Cristo, nueva criatura es,” claramente indicando que no todos ya están en Cristo (2 Cor 5:17). También, en Romanos 16:7, Pablo envía saludos a Andrónico y Junias, “que fueron en Cristo antes de él,” lo que significa que ellos habían recibido el evangelio de Cristo antes de él. “Todos Nacieron de Nuevo cuando Cristo Resucitó de los Muertos” Otra aserción hecha por muchos Universalistas Inclusivos es que todos nacieron de nuevo cuando Cristo resucitó de los muertos. Sin embargo, como no tiene sentido decir que alguien ha nacido de nuevo antes de nacer la primera vez, usualmente intentan argumentar que γεννηθῇ ἄνωθεν (genethe anothen), traducido “nacer de nuevo” en la versión RVR, se debe leer “nacer de arriba,” dado que eso es un significado alterno de anothen. Sin embargo, mientras que es cierto que el nuevo nacimiento se origina de arriba, el contexto en que Jesús usa la palabra indica que debe ser entendido como “nacer de nuevo,” como se puede ver por la respuesta perpleja de Nicodemo en Juan 3:4. Él le preguntó a Jesús: “¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?” Nicodemo claramente pensó que Jesús estaba diciendo que era necesario nacer por segunda vez. Él no entendió a Jesús como diciendo que era necesario que uno naciera de arriba. A continuación, Jesús le explicó que el segundo nacimiento no era de agua como cuando nacimos por primera vez al mundo, sino que fue por el Espíritu Santo que nuestro espíritu, que estaba muerto a Dios, tenía que nacer de nuevo. Jesús le dijo: “Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.” (Juan 3:5-6) Jesús describe el nacimiento físicamente de la carne como nacer de agua, y el nuevo nacimiento de nuestro espíritu siendo por medio del Espíritu Santo. Este nuevo nacimiento fue hecho posible por la resurrección de Cristo, pero no nacemos de nuevo hasta recibir a Cristo. Juan dice: “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. 12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; 13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.” (Juan 1:11-13) Así que, solamente es cuando uno recibe a Cristo por fe que nace de nuevo, así llegando a ser hijos de Dios (τέκνα Θεοῦ, tecna Theou, lit. “los nacidos de Dios”) en Su nueva creación. Pablo dice que, antes de recibirlo por fe, “éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás” (Ef 2:3). O citando las palabras de Jesús Mismo, la ira de Dios permanece sobre aquellos que rehúsan creer (Jn 3:36). Por lo tanto, es un error muy grave decirles a aquellos que no han recibido a Cristo que ya nacieron de arriba en Cristo hace 2.000 años. “Todos ya han sido Salvos por la Fidelidad de Jesús.” Otra aseveración hecha por los Universalistas Inclusivos es que no somos salvos por nuestra fe, sino por la fidelidad de Jesús. Otra vez, esta es una verdad a medias, porque nadie podría ser salvo si Jesús no hubiera sido obediente hasta la muerte, y muerte de cruz (Fil 2:8-11). Sin embargo, como es con muchas verdades a medias, esto es peligroso, dado que deja el pecador no arrepentido bajo la falsa seguridad de que él ya es salvo sin la necesidad de arrepentimiento y fe. Como ya hemos visto, la obra de Cristo en la cruz no es aplicada a nosotros antes de personalmente creer en Cristo para la salvación. Este error es el resultado de traducir la frase “la fe de Jesús” (πίστεως ᾿Ιησοῦ Χριστοῦ, pisteos tou Iesous) como “la fidelidad de Jesús,” en vez de traducir pistis como “fe,” que es el significado normal. Demuestro por qué la lectura “la fe de Jesús” es la correcta, en vez de “la fidelidad de Jesús” o “la fe en Jesús” en mi blog: “La Fe de Jesús.” Realmente la fe que nos salva no es no es de nosotros, sino que nos es dado creer por Su gracia. Y la fe salvífica impartida a nosotros en el día de nuestra visitación cuando llegamos al arrepentimiento es nada menos que la fe de Jesús, quién, desde el momento de la regeneración, llega a ser nuestra vida, nuestro todo. Su justicia, sabiduría y fe nos están impartidas en el momento que llegamos a ser un espíritu con el Señor cuando nuestro espíritu es regenerado. Una vez Su fe haya sido impartida a nosotros, llega a ser la nuestra, y por esa razón a menudo es llamada “nuestra fe,” así como Su salvación llega a ser “nuestra salvación,” Su justicia “nuestra justicia” y Su vida “nuestra vida” (Fil 2:12-13; Jer 23:6 Col 3:3-4). Llegamos a ser coherederos con Cristo en todo. Entonces, mientras es cierto que la fidelidad de Cristo proveyó la salvación para todos, es necesario que personalmente creamos en el Señor Jesucristo para ser salvos. Y decirles a los pecadores no arrepentidos otra cosa es no proclamarles el verdadero evangelio, la palabra de fe. “No existe distinción entre Aquellos y Nosotros.” En las Escrituras vemos una distinción muy clara entre los salvos y los perdidos, los elegidos y los no elegidos, los justos y los injustos. El Inclusivismo Universalista ignora estas distinciones, diciendo que, dado que todos fueron incluidos en la expiación de Cristo, no existe una distinción entre ellos y nosotros; no hay distinción entre los que están en Cristo y los que aún están sin Cristo. Don Keathley es representativa de ellos cuando dice: “Jamás hubo un tiempo cuando no estabas en Cristo. Allí es donde fuiste creado… Esto cambiará al mundo. Necesitamos ver a cada persona también creada en esa posición. Eso elimina toda distinción entre ellos y nosotros… Esto elimina toda jactancia que dice, ‘Yo invité a Jesús en mi vida como Salvador y tú no. Yo tomé decisiones sabias a mi favor y si tú eres sabio, serás como yo y harás lo que yo hice. Y si no, vas a ir al infierno.’” [iii] Keathley dice que todos fuimos creados en Cristo desde el principio, y eso elimina toda distinción entre nosotros y ellos – elimina toda jactancia. En contraste, Pablo dice que no son muchos los escogidos – que en esta época Dios normalmente escoge a los necios, débiles, bajos y los que son como nada en su propia estima, para que nadie se jacte en Su presencia. La jactancia no es eliminada por despertar a la realidad de que siempre éramos buenos en gran manera en nuestro ser esencial, como afirman los Inclusionistas, sino por reconocer que somos necios, débiles, bajos y como nada sin Él, y que es solo por Él que podemos venir a estar en Cristo, quien ahora es nuestra justicia. La distinción entre los salvos y los no salvos es repetida tan a menudo en las Escrituras que los Inclusivistas no pueden negarla sin invalidar la Palabra de Dios en un intento de mantener su doctrina no bíblica. Jesús indicó en Lucas 13 que, inicialmente, pocos serían salvos: “Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo: 24 Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán.” (Lucas 13:23-24) Especialmente al final de esta época, durante la Gran Tribulación, Jesús dijo que el amor de muchos se enfriará, y solamente los elegidos que perseveran hasta el fin serán salvos (Mt 24:9-14). Él también dijo de aquel tiempo: “Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos.” (Mt 24:24) “Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados.” (Mt 24:21) Jesús dijo: “Muchos son llamados, pero pocos escogidos” (Mt 22:13-14). Él dijo de Sus discípulos: “Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece” (Jn 15:19). Uno no puede insistir que todos son elegidos, como afirman las Inclusivistas, sin ignorar estas y muchas otras proclamaciones exclusivas en las Escrituras. Los ejemplos de distinciones entre los salvos y los no salvos son demasiado numerosos para citar en este blog. Así que, solo citaré un par más. Pablo hace una distinción clara en 1Corintios 6 entre los injustos y los que ya han sido justificados: “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, 10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. 11 Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.” (1 Cor 6:9-11) Los creyentes en Corinto una vez eran entre los injustos, pero fueron justificados, lavados y santificados al creer, por el Espíritu de Dios. Mi último ejemplo es de 1Juan 3, donde Juan distingue entre los que han nacido de Dios y los que todavía están bajo el poder del diablo: “Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido. 7 Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo. 8 El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. 9 TODO AQUEL QUE ES NACIDO DE DIOS, NO PRACTICA EL PECADO, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. 10 En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.” (1 Jn 3:6-10) Juan, bajo la inspiración del Espíritu Santo, dice que hay los que han nacido de Dios en contraste con los que no han nacido de Dios y por lo tanto continúan viviendo en el pecado bajo el poder del dios de esta época. Como dijo Jesús, ya no somos de este mundo. Hemos sido llamados a ser luz y sal en este mundo, marcando la diferencia entre la luz y las tinieblas. En conclusión, el “Evangelio de Inclusión” es una verdad a medias engañosa, haciéndolo una herejía – un evangelio falso que mantiene a muchos en el camino espacioso que conduce a la destrucción. Los que hemos creído en el verdadero evangelio de la salvación por la fe en Jesucristo y la restauración final de todos, necesitamos estar firmes, insistiendo en el verdadero evangelio, la palabra de fe que predicamos. [i] https://www.youtube.com/watch?v=INPyY0QjgpY [ii] Young, Wm. Paul. Lies We Believe About God. Kindle Edition loc. 917. [iii] Don Keathley. Unmasking the Gospel. Video 29:10
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