por George Sidney Hurd
A través de las Escrituras vemos que solo hay un Señor y Dios, y sin embargo hay tres que igualmente son llamados tanto Señor como Dios. Basado en esta revelación, la Iglesia históricamente ha creído que el único verdadero Dios existe como tres personas. Para la mente natural esto es inaceptable, dado que es tan ajeno a lo que observamos en toda la creación de Dios. Unos Testigos de Jehová hasta me han acusado de creer en un dios con tres cabezas Unos han intentado ilustrar de la naturaleza como algo puede ser uno y tres a la vez. Por ejemplo, la misma agua puede ser líquida, hielo o vapor. El hombre, de la misma manera, es tripartito, con cuerpo, alma y espíritu, y sin embargo es un hombre. Un huevo tiene cáscara, blanco, y yema, y sin embargo es un huevo, etc. No obstante, aunque estos ilustran como algo puede ser uno y a la vez tres, quedan corto de explicar como Dios puede ser uno y tres al mismo tiempo. Seríamos insensatos pensar que somos capaces de comprender plenamente a nuestro Creador. A aquellos que limitarían a Dios a su propia imaginación y finita razón, Dios dice: “¿A quién me asemejáis, y me igualáis, y me comparáis, para que seamos semejantes?” (Isa 46:5) Si deseamos conocer algo acerca de nuestro infinitamente incomprensible Dios, tenemos que basar nuestro entendimiento en la revelación que Él nos ha dado en Su Palabra y en la persona de Su Hijo quién es la eterna Palabra de Dios encarnado. Nuestro razonamiento finito por sí solo nos llevaría a rechazar todo lo que no sea dentro de nuestra pequeña esfera de experiencia y entendimiento natural. Tristemente, estamos más dispuestos a creer en las declaraciones de los científicos acerca de las cosas más allá de nuestra comprehensión, como la física cuántica y la energía oscura, que recibir la autorrevelación que Dios nos ha dado en las Escrituras. La Trinidad revelada en el Antiguo Testamento Algunos piensan equivocadamente que la Trinidad des una revelación exclusiva del Nuevo Testamento. Al contrario, aunque las distinciones no eran tan pronunciadas como son en el Nuevo Testamento donde el plan redentor de Dios es desvelado con el Padre enviando a Su Hijo para redimirnos y después enviando a Su Espíritu Santo para habitar en los que creen, sin embargo, todas las tres personas son distinguidas a través del Antiguo Testamento. Un pasaje en particular que recuenta la historia de la liberación de los hijos de Israel de Egipto, y también prefigura la redención de Dios de Su pueblo por medio de Cristo que nombra las tres personas juntas es Isaías 63. Aquí solo cito las porciones que nombran cada una de las tres personas de la Deidad: “De las misericordias de Jehová haré mención, de las alabanzas de Jehová... 8 Porque…fue su Salvador… 9 y el Ángel de su faz los salvó… 10 Mas ellos fueron rebeldes, e hicieron enojar su Santo Espíritu; por lo cual se les volvió enemigo, y Él mismo peleó contra ellos…11 ¿Dónde está el que les hizo subir del mar con el pastor de su rebaño? ¿Dónde está el que puso en medio de él su Santo Espíritu?... 16 Pero tú eres nuestro Padre, si bien Abraham nos ignora, e Israel no nos conoce; tú, oh Jehová, eres nuestro Padre; nuestro Redentor, perpetuo es tu nombre.” (Isa 63:7-11,16 RVG) Aquí, en un solo pasaje, vemos referencia a Jehová o el Ángel de Su faz quien fue su Salvador. Como vimos en el blog “Las Cristofanías del Antiguo Testamento” aquí “el Ángel de Su faz” está hablando del Ángel de Jehová o el Cristo antes de Su encarnación, a quién también se llama Jehová Elohim. Entonces, vemos mención de Su Santo Espíritu que Él puso en medio de ellos y lo hicieron enojar. Entonces, finalmente en el versículo 16, vemos referencia a Dios Padre. Todas las tres personas de la Deidad están claramente distinguidas en este pasaje breve. Otro versículo que hace distinción entre las tres personas de la Deidad es Isaías 48:16 que dice: “Acérquense a Mí, escuchen esto: Desde el principio no he hablado en secreto, Desde el momento en que sucedió, allí estaba Yo. Y ahora Me ha enviado el Señor DIOS, y Su Espíritu.” (Isa 48:16 NBLH) Esta profecía anticipaba el momento cuando el Hijo sería enviado a salvar a la humanidad. Hace una distinción clara entre Cristo, el Señor Dios, y Su Espíritu. Otro pasaje que contiene la Trinidad es Isaías 61:1 que dice: “El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos.” (Isa 61:1; cf. Lu 4:18) Comparando esto con Lucas 4:18, vemos que “mí” y “me” refieren a Cristo. Adicionalmente, dice que el Espíritu de Jehová el Señor está sobre Cristo porque Jehová lo había ungido con el Espíritu Santo (cf. Hch 10:38). Todas las tres personas están distinguidas aquí, así como vemos en numerosos pasajes en el Antiguo Testamento. Hay varias referencias a Dios como Padre (Sal 89:26; Isa 64:8; Jer 3:4,19, etc.). Por lo tanto, cuando Jesús llamaba a Dios el Padre, no era algo fuera de lo normal para los judíos. Tampoco era algo nuevo Sus referencias al Espíritu Santo como una persona distinto del Padre, dado que es el mismo lenguaje que estaban acostumbrado oír en el Antiguo Testamento (Joel 2:28-29; Isa 42:1; cf. Jn 15:26; 16:13-15, etc.). Pluralidad en Unidad Lo que muchos ignoran es que el mismo texto que declara la unidad de Dios implica una pluralidad en unidad. Deuteronomio 6:4 declara: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es.” Mientras que este pasaje enfatiza que solo hay un Dios, al mismo tiempo implica que Dios es complejo en Su unidad. Literalmente dice: “Jehová vuestro Elohim, Jehová uno es.” Jehová es en forma singular, pero Elohim es la forma plural de El. El hebreo bíblico tiene plural y dual, y, por lo tanto, el plural se refiere a tres o más. Los Unitarios argumentan que la palabra “uno” (heb. echad) elimina la posibilidad de que Elohim podría ser entendido como expresando pluralidad en la Deidad. Sin embargo, echad a menudo se usa para expresar una unidad compleja en las Escrituras. En Génesis 2:4 dice acerca de la unión de matrimonio entre un hombre y una mujer, “serán una sola carne (echad).” En Éxodo 24:3 dice que todos los hijos de Israel “respondió a una voz (echad).” En Génesis 34:22 habla de dos naciones uniendo, llegando a ser “un pueblo (echad).” Contrario a lo que afirman los Unitarios, echad se usa a menudo para referirse a dos o más personas siendo uno. De hecho, hay otra palabra en el hebreo, yachid, que significa “uno” en sentido absoluto. El Señor la utilizó cuando Él le pidió a Abraham que ofreciera a su “único” hijo Isaac (Gen 22:2). La palabra yachid aparece 12 veces en el Antiguo Testamento para referirse a “uno” en sentido absoluto. Sin embargo, en Deuteronomio 6:4 cuando declara, “Jehová vuestro Elohim uno es,” el texto inspirado utiliza echad en vez de yachid. Argumentan que el sustantivo Elohim expresa majestad y no pluralidad. Puede que eso sea el caso en algunos contextos, pero claramente no es el caso cuando se usa refiriendo a Jehová Elohim. El plural elohim, cuando refiere una majestad solitaria, jamás refiere al individuo en plural en el resto de la oración, como vemos cuando Elohim se usa para referirse a Jehová. Por ejemplo, en Génesis 1:26 dice: “Entonces dijo Dios (Elohim): Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza.” Aquí, el verbo “hagamos,” como también “nuestra imagen” y “nuestra semejanza,” están todos en forma plural. Algunos argumentan que Dios simplemente estaba hablando con los ángeles cuando dijo “hagamos al hombre a nuestra imagen.” Sin embargo, en el próximo versículo es evidente que el hombre no fue hecho a la imagen de los ángeles, sino a la imagen de Dios Mismo. Dice: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.” (Gen 1:27) Aquí vemos que fuimos creados en la imagen misma de Dios y no a la imagen de alguna otra criatura como un ángel (cf. Gen 9:6). En Génesis 3, después de que Adán y Eva habían comido de la fruta prohibida, vemos a Jehová Elohim hablando otra vez como una pluralidad de personas: “Y dijo Jehová Dios (Elohim): He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal.” (Gen 3:22) No solamente vemos referencia a Dios como una pluralidad de personas cuando aparece con Su título plural Elohim, sino que también encontramos el plural usado cuando Dios solamente usa Su nombre Jehová, sin el plural Elohim: “Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos éstos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer. 7 Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero. 8 Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad.” (Gen 11:6-8) Aquí vemos que Jehová es en forma singular, sin embargo, hay pluralidad dentro del único Deidad, como podemos ver por la forma plural, “descendamos” y “confundamos” en vez de decir “descenderé.” No hay indicación de que esté hablando a individuos fuera de la misma Deidad. Todas estas construcciones gramaticales en el plural claramente indican que hay pluralidad en unidad dentro de la Deidad. La Trinidad en el Acto de la Creación Génesis comienza diciendo: “En el principio creó Dios (Elohim) los cielos y la tierra.” Conforme continuamos leyendo, descubrimos que Elohim abarca tres personas en vez de un ser solitario. En el próximo versículo, vemos referencia al Espíritu de Elohim que se movía sobre la faz de las aguas. El salmista dice de Jehová, “Envías tu Espíritu, son creados” (Sal 104:30). Job dijo: “El espíritu de Dios me hizo, y el soplo del Omnipotente me dio vida” (Job 33:4). Más adelante establezco que el Espíritu Santo es una distinta persona dentro de la Deidad y no simplemente la fuerza activa de Dios, pero podemos ver claramente que el Espíritu de Dios estaba activo en la creación. Una imagen espejo de Génesis 1:1 es Juan 1:1-3, donde vemos que el Hijo de Dios no solo era Dios, sino que Él también creó todas las cosas que existen: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. 2 Este era en el principio con Dios. 3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.” (Jn 1:1-3) Vemos aquí que la Palabra, o el Cristo antes de Su encarnación, no solamente estaba con Dios en el principio, sino que Él Mismo era Dios, y que todas las cosas fueron hechos por Él. También, vemos en Hebreos 1:2 que Dios hizo las épocas (τοὺς αἰῶνας “las épocas,” i.e. Él creó el tiempo) por el Hijo, que requiere que el Hijo sea coeterno con el Padre y el Espíritu Santo. No solamente fueron hechas todas las cosas por Él, sino que, en Colosenses vemos también que todas las cosas fueron creadas en Él, en vez de simplemente llegar a existir de la nada (ex nihilo) como muchos piensan: “Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. 17 Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten.” (Col 1:16-17) Así que, si el Hijo de Dios ya existía en el comienzo y creó todas las cosas, incluyendo las épocas mismas, entonces Él existe fuera del tiempo. Necesariamente Él tiene que ser co-igual y coeterno con el Padre y el Espíritu Santo. Tomando en cuenta que Dios creó los cielos y la tierra, y viendo que varias veces todas las tres personas de la Deidad mencionados como creando todas las cosas, incluyendo el tiempo mismo, sigue lógicamente que Dios o Elohim es un Dios que existe en tres personas, así como la Iglesia ha enseñado a través de la historia. Las Distintas Personalidades del Hijo y el Espíritu Santo Algunos Trinitarios evitan referirse al Padre, Hijo y Espíritu Santo como “personas,” prefiriendo hablar de ellos como distintas “seres” o “individuos” dentro de la Deidad, dado que algunos tienden a pensar en “personas” como nada más que seres humanos finitos. Sin embargo, no hay problema con el término “persona” si entendemos que simplemente refiere a un ser autoconsciente con intelecto, emociones y voluntad, en distinción de una fuerza o cosa inanimada. Fuimos creados a la imagen y semejanza de Dios, y por ese motivo, creo que es el término más apto para mostrar la distinción entre las personas dentro de la Deidad. Los Unitarios reconocen que el Hijo es una persona, pero niegan que Él es Dios. Ellos también niegan que el Espíritu Santo es una persona distinta del Padre, considerándolo como nada más que la fuerza activa de Dios. Los Modalistas reconocen que el Padre, Hijo y Espíritu Santo, todos son divinos, pero niegan que son distintas personas dentro de la Deidad. Debe ser evidente con lo que hemos visto en los blogs previas que el Hijo de Dios es plenamente divino. Así que, nuestro enfoque aquí será establecer la personalidad del Espíritu Santo y también la distinta personalidad del Hijo antes de Su encarnación. La Personalidad del Hijo No es necesario establecer la personalidad del Hijo en distinción del Padre y el Espíritu Santo, dado que nadie duda de que el Hijo es una persona, y la distinción del Padre y el Espíritu Santo del Hijo es tan evidente en las Escrituras. Solo quiero citar un par de ejemplos donde el Hijo es distinguido del Padre antes de Su encarnación. El primero es Hebreos 10:5-7 donde cuenta lo que Cristo dijo antes de entrar en el mundo: “Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; mas me preparaste cuerpo. 6 Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron. 7 Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, como en el rollo del libro está escrito de mí.” (Heb 10:5-7) Aquí vemos el Hijo diciendo, cuando está a punto de entrar en el mundo, que el Padre le había preparado un cuerpo para que Él pudiera ofrecerse a Sí mismo como sacrificio por los pecados del mundo. Esto paralela con la referencia a Dios enviando a Su Hijo en semejanza de carne de pecado (Rom 8:3). Aquí vemos una distinción de personas dentro de la Deidad anterior a la encarnación. También vemos una distinción de personas en Filipenses donde el Cristo reencarnado se despoja a Sí Mismo, tomando forma de hombre: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6 el cual, siendo (presente participio “existiendo”) en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7 sino que se despojó a sí mismo (κενόω, “se vació a Sí Mismo”), tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8 y estando (εὑρίσκω “siendo encontrado”) en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” (Fil 2:5-8) Aquí vemos el Hijo de Dios antes de Su encarnación existiendo en la forma de Dios e igual con Dios, activamente vaciándose a Sí Mismo” y tomando sobre Él la forma de un siervo y viniendo a la tierra en forma de hombre. Todo el lenguaje de este pasaje presenta a Cristo como una persona que existía en la forma de Dios antes de Su encarnación. La encarnación no era algo que fue hecho por Él como un embrión pasivo dentro del vientre de María. El Cristo que existía eternamente antes de Su encarnación se vació a Sí Mismo, tomando sobre Sí la forma de hombre. También vemos una distinción de personas cuando se dice del Padre que Él “envió” al Hijo y el Hijo dijo que Él viene para hacer la voluntad del Padre. Hay una voluntad del Padre y una voluntad del Hijo. Hay un Enviador y un Enviado. Entonces, al final del ministerio de Cristo en la tierra Él ora al Padre diciendo: “Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese. 5 Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese.” (Jn 17:4-5) Jesús no hubiera podido dejar más en claro de que Él es una persona distinta del Padre y que existía eternamente con el Padre en gloria antes de la creación. La Personalidad del Espíritu Santo Muchos tienen dificultad de pensar en el Espíritu Santo como una persona, dado que Él no aparece en forma corporal. Sin embargo, lo que nos hace una persona no es nuestro cuerpo físico. Continuamos como un alma autoconsciente con intelecto, emociones y voluntad después de dejar atrás nuestro cuerpo en el sepulcro. El Espíritu Santo, igual como el Padre e Hijo, es una persona en el sentido de que Él no es impersonal. Él, igual como el Padre y el Hijo, tiene intelecto, emoción y voluntad propio, y sin embargo, ellos comparten los mismos atributos y esencia. El Espíritu Santo es una persona distinta del Padre y el Hijo. Por el límite de espacio solo voy a mostrar un ejemplo en evangelio de Juan donde hace una distinción clara entre las tres personas de la Trinidad. “Os he dicho estas cosas estando con vosotros. 26 Mas el Consolador, el Espíritu Santo (neutro), a quien el Padre enviará en mi nombre, él (masculino) os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.” (Jn 14:25-26) Aquí vemos todas las tres personas: El Hijo, quien está hablando, dice que el Padre enviará al Espíritu Santo. Algunos Unitarios, como los Testigos de Jehová que niegan que el Espíritu Santo es una persona, señalan que el pronombre “quien” es de género neutro. Sin embargo, en el griego el género gramatical no siempre indica el género sexual. El pronombre “quien” (ὅς) es neutro solamente porque modifica “Espíritu (πνεῦμα),” que es un sustantivo neutro. Que el Espíritu Santo es una persona es indisputable viendo que dice, “Él (masculina, ἐκεῖνος) os enseñará todas las cosas.” También, Jesús Mismo es llamado el “Cordero” (ἀρνίον), que es neutro, y sin embargo sabemos que Él es una persona. Así que, en este pasaje vemos tres personas distintas dentro de la Deidad. Que el Espíritu Santo es una persona y no nada más la fuerza impersonal de Dios como la electricidad, es evidente también, viendo que Él posee los atributos que solamente una persona puede tener: intelecto, emociones y voluntad. Emociones. El Espíritu Santo es un ser emocional. El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, etc., cualidades que no pueden ser atribuidas a una fuerza impersonal. El Espíritu Santo nos ama. (Rom 15:30). El Desarrollo de la robótica ha hecho muchos avances, pero un robot sigue siendo impersonal y por lo tanto incapaz de amarnos como nos ama el Espíritu Santo. El Espíritu santo puede ser entristecido (Ef 4:30). Puedes maltratar su carro, encerrándolo en el garaje por meses, prefiriendo otro carro más que él, pero nunca puede entristecerlo porque no es una persona como es el Espíritu Santo. Podemos disfrutar de comunión con Él (2Cor 13:14). La comunión es tener amistad íntima o compartir cosas en común con otra persona. Puedes pasar horas trabajando con su computadora, pero no puede tener comunión con ella porque no es una persona como es el Espíritu Santo. Intelecto. Otra característica de personalidad es intelecto. Solo una persona tiene verdadera inteligencia. Las computadoras son programadas con información por personas inteligentes, pero la computadora solamente tiene inteligencia artificial porque no es una persona. No tiene una mente que puede razonar conscientemente, como hace una persona. En contraste, el Espíritu Santo es omnisciente y sabe todo (1Cor 2:10-11). Como el Dios omnisciente, Él nos habla, revelándonos cosas que no podríamos saber de otra manera (Hch 8:29; 10:19; 13:2). Adicionalmente, los dones del Espíritu, como el don de sabiduría, conocimiento, profecía y discernimiento de espíritus, demuestran Su inteligencia (1Cor 12:8-10). En Juan del capítulo 14 a 16, vemos que el Espíritu Santo nos enseña, nos hace recordar de las palabras de Jesús, nos convence del pecado, nos guía a toda la verdad, Nos dice lo que oye del Padre y glorifica al Hijo – todas estas cosas solamente uno persona puede hacer. También, podemos mentirle al Espíritu Santo. Pedro dijo a Ananías: “Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo... No has mentido a los hombres, sino a Dios. (Hch 5:3-4). Aquí, en esta declaración de Pedro, Podemos ver, no solamente que el Espíritu Santo es una persona a quien podemos mentir, sino que también vemos que Él es Dios. Voluntad. El Espíritu Santo tiene voluntad (1Cor 12:11). Él permite y prohíbe cosas según Su propia voluntad (Hch 16:6-7,10). Solamente una persona puede tomar decisiones o determinaciones basadas en su propio conocimiento y emociones. Los que andan en el Espíritu son aquellos que someten su voluntad a la voluntad del Espíritu Santo (Gal 5:16-18). Así que, considerando el hecho de que el Padre, Hijo y el Espíritu Santo son igualmente llamados Dios y Señor, y viendo que cada uno de ellos individualmente demuestra todos los atributos que solamente personas poseen, y sin embargo son llamados uno Dios y no tres, la única conclusión lógica es que el único verdadero Dios existe en Trinidad como tres personas en uno. Para mí, la definición más concisa y definitiva de la doctrina bíblica de la Trinidad fue expresada en el “Símbolo de Atanasio” que dice: “Adoramos a un Dios en la trinidad, y la trinidad en la unidad, sin confundir las personas, ni separar la sustancia, puesto que la persona del Padre es una, y la del Hijo otra, y la del Espíritu Santo otra. Pero del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo hay sólo una divinidad, igual gloria y majestad coeterna. Lo que es el Padre, también lo es el Hijo y el Espíritu Santo. El Padre es increado, el Hijo es increado, el Espíritu Santo es increado. El Padre es inmenso, el Hijo es inmenso, el Espíritu Santo es inmenso. El Padre es eterno, el Hijo es eterno, el Espíritu Santo es eterno. Sin embargo no hay tres eternos, sino solo uno. De manera que no hay tres seres increados, ni tres seres inmensos, sino un solo ser increado, un solo ser inmenso. De igual manera el Padre es omnipotente, el Hijo es omnipotente, el Espíritu Santo es omnipotente. Sin embargo, no hay tres seres omnipotentes, sino un solo ser omnipotente. De manera que el Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios. Sin embargo no hay tres Dioses sino un solo Dios. De igual manera el Padre es Señor, el Hijo es Señor y el Espíritu Santo es Señor. Sin embargo no hay tres Señores, sino uno sólo. Así como nos vemos obligados en honor a la verdad cristiana a afirmar que cada una de las personas particularmente es Señor o Dios, así también nos vemos imposibilitados de decir que hay tres Dioses o Señores. El Padre no fue hecho de nadie, no fue creado, no fue engendrado. El Hijo salió del Padre; no fue hecho, ni creado, sino engendrado. El Espíritu Santo salió del Padre y del Hijo. No fue hecho, ni creado, ni engendrado, sino que procede de ellos. Por lo tanto, hay un solo Padre y no tres; un solo Hijo y no tres; un solo Espíritu Santo, y no tres. Y en esa trinidad no hay nada primero ni postrero; ni nada mayor o menor. Pero las tres personas coeternas son co-iguales o mutuamente iguales entre sí; de manera que, a través de todo, como se ha dicho arriba, tanto la unidad en la trinidad como la trinidad en la unidad deben adorarse.”
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