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por George Sidney Hurd
-- El término teológico Cristofanía se refiere a las manifestaciones visibles de Cristo antes de Su encarnación en el Antiguo Testamento. Como estaré demostrando en este blog, estas apariciones eran al mismo tiempo Teofanías, o manifestaciones de Dios Mismo, dado que Cristo, el Verbo (gr. Logos) eterno, es Dios Mismo en la persona del Hijo. La palabra “logos,” traducido como “verbo” en Juan 1, literalmente significa “palabra.” El término “palabra” (logos) podría ser definido como “un medio de expresión o comunicación.” Un pensamiento permanece invisible y desconocido hasta llegar a ser expresado visible o audiblemente como una palabra (logos). De semejante manera, la verdad comunicada en el título divino, el Logos, es que Él siempre ha sido la expresión visible del Dios invisible. Él es la imagen visible del Dios invisible (Col 1:15). Aun antes de la encarnación de Cristo, el término Logos estaba siendo utilizado por algunos de los rabinos judíos para referirse a la divinidad. [1] El filósofo judío Filo (20 a.C. – 50 d.C.) hacía referencia al Logos como el ser divino que revelaba el Dios invisible al mundo material y sostenía toda cosa creada con el poder de Su fuerza. [2] El Padre, a quién ningún hombre ha visto, fue revelado a la humanidad cuando el Logos divino, que eternalmente existía con Dios y como Dios, fue hecho carne y habitó entre nosotros (Jn 1:14). Dios es espíritu y habita en luz inaccesible; a quien ningún hombre ha visto o puede ver con sus ojos físicos (1Tim 6:16; Ex 33:20). Nadie ha visto el Padre, con excepción al Hijo quien es Dios Mismo (Jn 6:46, cf. 1:1). Juan dijo de Él: “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.” (Jn 1:18) “Nadie ha visto jamás a Dios; el unigénito Dios, que está en el seno del Padre, El le ha dado a conocer.” (Jn 1:18 LBLA) [3] Algunos argumentarían que el Hijo jamás había revelado a Dios a la humanidad como el Logos antes de Su kenosis cuando se despojó de Sí Mismo, siendo concebido de una virgen por el Espíritu Santo, tomando forma del hombre (Mt 1:20; Fil 2:6-8). Sin embargo, el uso del tiempo perfecto en Juan 1:18, “ha dado a conocer,” implica que las manifestaciones visibles del Dios invisible a la humanidad no fueron limitadas a Su encarnación. En realidad, el hecho de que Dios había aparecido al hombre en forma visible numerosas veces en el Antiguo Testamento anteriores a la encarnación, requiere que tales Teofanías sean entendidas como Cristofanías o apariciones del Hijo antes de Su encarnación, dado que nadie ha visto el Padre jamás con excepción del Hijo y a aquellos a quién le ha placido revelarle (Mt 11:27). Cuando Miqueas profetizó el nacimiento de Cristo, dice que Él vendría de Belén, pero al mismo tiempo enfatiza que Sus salidas eran desde el comienzo del tiempo: “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti (Belén) me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas (plural) son desde el principio, desde los días de la eternidad (desde olam).” (Micah 5:2) Los que nos acusan de estar buscando a Cristo en el Antiguo Testamento no toman en cuenta de que Jesús Mismo nos dijo que las Escrituras del Antiguo Testamento hablaban de Él. Cuando los escribas y fariseos no Lo recibieron como su Mesías, Él les exhortó a volver a escudriñar a las Escrituras porque ellas hablaban de Él. Él les dijo: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; 40 y no queréis venir a mí para que tengáis vida.” (Jn 5:39) Así que, Jesús Mismo nos manda buscar confirmación acerca de Sí Mismo en el Antiguo Testamento. Como vimos brevemente en el blog anterior, los autores del Nuevo Testamento continuamente identificaban a Jesús como el Mismo Jehová del Antiguo Testamento (Heb 1:8,10-12, cf. Sal 45:6-7; Isa 6:1-5,9-10, cf. Jn 12:37-41; Isa 45:22-24 cf. Fil 2:10-11; 1 Cor 10:1-4; 1 Cor 10:9; Judas 5). Pablo indicaba que el Antiguo Testamento contiene sombras que encuentran su cumplimiento en la persona de Cristo (Col 2:17). Él demostraba que Jesús era el Cristo, utilizando las Escrituras del Antiguo Testamento (Hch 18:28). El misterio de la persona y obra de Cristo que había sido escondido en el Antiguo Testamento ahora está revelado a la luz del Nuevo Testamento. Hay muchos pasajes en el Antiguo Testamento que eran ambiguos y misteriosos hasta que fueron vistos a través de la luz de Jesucristo. El Ángel de Jehová Como veremos, las numerosas referencias al Ángel de Jehová fueron intencionalmente misteriosas y enigmáticas hasta la encarnación de Cristo, y los rabinos judíos estaban entendiblemente perplejos a causa de ellas. El Ángel de Jehová es a menudo identificado como Dios y, sin embargo, distinto de Dios. De igual manera, Cristo es identificado como Dios mientras que es distinto de Dios al mismo tiempo. Se dice de ambos que eran eternamente preexistentes. Los ángeles creados jamás aceptaban adoración, pero el Ángel de Jehová fue adorado como Dios, igual como Cristo es adorado como Dios. Si de hecho el Ángel de Jehová es el Hijo de Dios antes de la encarnación, no debemos encontrar más referencias al Ángel de Jehová en el Nuevo Testamento después de la encarnación, y eso es exactamente lo que descubrimos. El Ángel de Jehová jamás aparece otra vez en el Nuevo Testamento. Cada referencia a los ángeles después de la encarnación son anarthrous, sin el artículo definido. Y los ángeles en el Nuevo Testamento jamás se identifican como Dios Mismo, como vemos hacer al Ángel de Jehová consistentemente a través del Antiguo Testamento. Algunos argumentan que Cristo no pudo haber sido el Ángel del Señor, dado que el autor de Hebreos dice en el primer capítulo que Cristo es superior a los ángeles y distinto de ellos. Sin embargo, la palabra “ángel” (heb. mal’ak), en sí, no es un término ontológico, sino funcional. Simplemente significa “mensajero” y se usa a menudo de hombres que son enviados con un mensaje o misión. Esta muy relacionado en significado con la palabra apóstol (apóstolos) que significa “uno enviado con una misión.” Un pasaje que ilustra esto es Malaquías 3:1 donde aparece la palabra mal’ak “ángel o mensajero” dos veces, la primera vez refiriendose a un mensajero humano, y la segunda vez al Ángel de Jehová o el Hijo de Dios viniendo como el Cristo encarnado: “He aquí, yo envío mi mensajero (mal’ak), el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor (Jehová) a quien vosotros buscáis, y el ángel (mal’ak) del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos.” (Mal 3:1) Aquí vemos la primera referencia a la venida de Elías o Juan el Bautista como refiriendo a un mensajero (mal’ak) que viene para preparar el camino delante de Jehová Mismo, quién también es identificado como el Ángel o Mensajero (mal’ak) del pacto, refiriendose a Cristo que vino en carne para iniciar el Nuevo Pacto en Su sangre. En ninguna de las dos instancias se refiere mal’ak como un ángel ontológico. De la misma manera, conforme vamos considerando las referencias al Ángel de Jehová en este blog, llega a ser evidente que no están hablando de un simple ángel, sino a Jehová Elohim Mismo en la persona del Hijo antes de Su encarnación. Génesis 16:7-14 La primera mención del Ángel de Jehová es en Génesis 16. Cuando Sara, la esposa de Abraham, vio que seguía estéril sin hijo, ella sugirió a Abraham que tuviera un hijo con su sirvienta Agar. Pero después de que concibió Agar, Sara la despreció y la trataba tan severamente que ella huyó al desierto. Fue allí en el desierto donde el Ángel de Jehová aparece por primera vez a una sirvienta humilde y desamparada. Se relata el encuentro en el Génesis 16 así: “Y la halló el ángel de Jehová junto a una fuente de agua en el desierto, junto a la fuente que está en el camino de Shur. 8 Y le dijo: Agar, sierva de Sara, ¿de dónde vienes tú, y a dónde vas? Y ella respondió: Huyo de delante de Sara mi señora. 9 Y le dijo el ángel de Jehová: Vuélvete a tu señora, y ponte sumisa bajo su mano. 10 Le dijo también el ángel de Jehová: Multiplicaré tanto tu descendencia, que no podrá ser contada a causa de la multitud. 11 Además le dijo el ángel de Jehová: He aquí que has concebido, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Ismael, porque Jehová ha oído tu aflicción…13 Entonces llamó el nombre de Jehová que con ella hablaba: Tú eres Dios que ve; porque dijo: ¿No he visto también aquí al que me ve?” (Gen 16:7-11,13) Al inicio de este encuentro, uno pensaría que solo se trata de un ángel enviado del Señor con un mensaje para Agar. Sin embargo, en el versículo 10 llega a ser evidente que la persona que está hablando con Agar no es simplemente un ángel. Cuando el Ángel de Jehová dice, “Multiplicaré tu descendencia,” sabemos que Él es más que un ángel hablando por Dios, dado que solamente Dios es el dador de la vida (Deut 32:39). El Ángel de Jehová hace lo que solamente Dios puede hacer. ¿En cuál otra persona encontramos esta prerrogativa divina? Jesús dijo: “Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida” (Jn 5:21). De hecho, Jesús es llamado “el Autor de la vida” en Hechos 3:15. Así que, vemos el Ángel de Jehová haciendo lo que solamente Dios puede hacer, y también vemos al Hijo ejerciendo la misma prerrogativa exclusiva a Dios Mismo. Esto es una indicación clara de que el Ángel de Jehová de hecho era el Hijo de Dios antes de Su encarnación. En el versículo 11 el Ángel de Jehová aparenta hablar de Jehová como una persona distinta de Sí Mismo. Sin embargo, en el versículo 13 Agar identificó al Ángel de Jehová que hablaba con ella como Jehová Mismo. De la misma manera, en el Nuevo Testamento vemos al Hijo siendo llamado Dios y sin embargo distinto del Padre y el Espíritu Santo. Génesis 21:17-18 Cuando Ismael, el hijo de Agar, era un muchacho, Sara insistió en que Agar y su hijo fueran enviados al desierto. Cuando su provisión de agua se había agotada y ella pensaba que iban a morir de sed, el Ángel de Jehová le apareció otra vez. Inicialmente, Él refiere a Elohim como distinto de Él en la tercera persona, pero otra vez Él cambia a la primera persona: “Y oyó Dios la voz del muchacho; y el ángel de Dios (Elohim) llamó a Agar desde el cielo, y le dijo: ¿Qué tienes, Agar? No temas; porque Dios ha oído la voz del muchacho en donde está. 18 Levántate, alza al muchacho, y sostenlo con tu mano, porque. YO haré de él una gran nación.” (Gen 21:17-18) En Génesis 12:1-2 Jehová le dijo a Abraham: “Yo haré de ti una gran nación.” Aquí vemos una promesa similar dada a Ismael, pero ahora es el Ángel de Dios quien hace la promesa. Esto trae a la mente las palabras de Jesús cuando Él dijo que todo lo que el Padre hace Él lo hace de la misma manera (Jn 5:19). Génesis 22 “Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. 2 Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré… 9 Y cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, edificó allí Abraham un altar, y compuso la leña, y ató a Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña. 10 Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo. 11 Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí. 12 Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no ME rehusaste tu hijo, tu único.” (Gen 22:1-2, 9-12) Aquí vemos a Dios (Elohim) probando a Abraham, pidiendo que le ofreciera a su único hijo de promesa, Isaac, como un sacrificio. Entonces, en el versículo 11 el Ángel de Jehová es quién llama del cielo diciendo, “ya conozco que temes a Dios, por cuanto no ME rehusaste tu hijo, tu único.” Aquí otra vez, Él cambia de la tercera persona, diciendo que Él ya conocía que él temía a Dios, a decir en la primera persona que Él Mismo era Aquel a quien Abraham había ofrecido a su hijo. Si el Ángel de Jehová fuera nada más un ángel creado, entonces no hubiera dicho que Isaac le había sido ofrecido a Él, dado que Isaac había sido ofrecido en sacrificio a Dios y no a un simple ángel. Génesis 31:11-13 “Y me dijo el ángel de Dios en sueños: Jacob. Y yo dije: Heme aquí. 12 Y él dijo: Alza ahora tus ojos, y verás que todos los machos que cubren a las hembras son listados, pintados y abigarrados; porque yo he visto todo lo que Labán te ha hecho. 13 YO SOY el Dios de Bet-el, donde tú ungiste la piedra, y donde ME hiciste un voto. Levántate ahora y sal de esta tierra, y vuélvete a la tierra de tu nacimiento.” (Gen 31:11-13) Este pasaje es particularmente significativo dado que el Ángel de Dios se identifica a Sí Mismo como el Dios de Bet-el donde Jacob hizo un voto a Él. Él estaba refiriendose al encuentro que tuvo Jacob con Dios donde vio descender y ascender los ángeles desde el cielo. El Dios que le apareció a él en Bet-el se identificó a Sí Mismo como Jehová Elohim: “Y he aquí, Jehová estaba en lo alto de ella, el cual dijo: Yo soy Jehová, el Dios (Jehová Elohim) de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia.” (Gen 28:13) Los Unitarios que intentan negar la trinidad, a menudo se apoyan en la práctica hebrea de designar representantes legales o emisarios (heb. shaliah), quien básicamente eran agentes legales que a veces eran designados para hacer transacciones en representación de otra persona. En realidad, no hay nada exclusivamente hebreo con esta práctica, dado que casi toda sociedad utiliza representantes legales que reciben autoridad para hacer transacciones en lugar de otro o ir en representación de uno. Sin embargo, igual como un representante legal hoy, un shaliah solo representaba a la persona que lo envió, ellos nunca imitaban a la persona que representaban. Un shaliah del rey David puede haber dicho: “Vengo en el nombre del rey,” pero jamás diría, “Yo soy el rey.” En pasajes como esto donde el Ángel de Jehová dice: “Yo soy el Dios de Bet-el, etc.,” estas afirmaciones van mucho más allá de lo que diría un mero mensajero o representante de Dios. Otra vez, vemos que en el mismo pasaje el Ángel de Jehová puede ser presentado como distinto de Dios y a la vez identificarse como Dios Mismo. Son distintos y sin embargo uno. Es igual con Jesús. Él podría decir: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre,” y “Yo y el Padre uno somos” (Jn 14:9; Jn 10:30). Es por eso que los autores del Nuevo Testamento identificaban muchos pasajes del Antiguo Testamento en donde habla Jehová como refiriendo a Jesús Mismo antes de Su encarnación (Heb 1:8,10-12, cf. Sal 45:6-7; Isa 6:1-5,9-10, cf. Jn 12:37-41; Isa 45:22-24 cf. Fil 2:10-11; 1 Cor 10:1-4; 1 Cor 10:9; Judas 5). ¿Quién otro podría haber sido el Ángel de Jehová si no el Hijo de Dios antes de Su encarnación? Génesis 48:15-16 Jacob, antes de morirse, siendo reunido con sus padres, mientras bendecía a los dos hijos de José dijo: “Y bendijo a José, diciendo: El Dios (Elohim) en cuya presencia anduvieron mis padres Abraham e Isaac, el Dios (Elohim) que me mantiene desde que yo soy hasta este día, 16 el Angel que me liberta de todo mal, bendiga (sing.) a estos jóvenes” (Gen 48:15-16) Jacob, después de describir el único Jehová Elohim como el Dios de sus padres y Él que lo había pastoreado, el Ángel que lo había libertado de todo mal, concluyó diciendo en singular, “bendiga a estos jóvenes.” Su uso del singular, “que bendiga” en vez “bendigan,” indica que Dios y el Ángel de alguna manera son uno solo, y no dos. Génesis 32:24-30 “Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. 25 Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba. 26 Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices. 27 Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob. 28 Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido. 29 Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí. 30 Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma” (Gen 32:24-30) Jacob luchaba con alguien que aparentaba ser un hombre, pero llegó un momento cuando se dio cuenta de que no era un hombre ordinario. Dándose cuenta de que era Dios en forma de un hombre, él se negó a soltarlo hasta que lo bendijera. El Hombre lo bendijo, cambiando su nombre de Jacob que significa “suplantador,” a Israel, que significa “uno que prevalece con Dios,” diciendo que había luchado con Dios y con los hombres y vencido. Aunque aquí el hombre no es positivamente identificado como el Ángel de Jehová, en Oseas 12, donde recuenta el mismo incidente, Él es identificado como el Ángel y Jehová Elohim que había aparecido en Bet-el. Repasando la vida de Jacob, dice: “En el vientre tomó a su hermano por el calcañar, y en su madurez luchó con Dios. 4 Sí, luchó con el ángel y prevaleció, lloró y le pidió su ayuda; en Betel le encontró, y allí El habló con nosotros, 5 sí, Jehová, Dios (Jehová Elohim) de los ejércitos, el SEÑOR es su nombre.” (Oseas 12:3-5 LBLA) Aquí, una vez más, es importante notar que cuando el Ángel de Jehová aparece, es en la forma de un hombre y no un ángel literal. Así que, es evidente que el término mal’ak está siendo utilizado en un sentido funcional como un mensajero, y no refiere a un ángel ontológico. Éxodo 3:1 Casi todos están familiarizados con el incidente de la zarza que ardía cuando Dios le apareció a Moisés, pero pocos saben que el pasaje dice que fue el Ángel de Jehová quien le apareció. Leyendo la historia, uno puede observar una fusión del título “Ángel de Jehová” con Jehová y Dios (Elohim), y sin embargo a veces hace distinción, de la misma manera que vemos con Jesús, el Padre y el Espíritu Santo en el Nuevo Testamento. Observe como el Ángel de Jehová se refiere alternadamente como Jehová Mismo y a veces como Elohim: “Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios. 2 Y se le apareció el Angel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. 3 Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema. 4 Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios (Elohim) de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. 5 Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es. 6 Y dijo: Yo soy el Dios (Elohim) de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a DIOS (Elohim). 7 Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias, 8 y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo. 9 El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen. 10 Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel. 11 Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel? 12 Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios (Elohim) sobre este monte. 13 Dijo Moisés a Dios (Elohim: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? 14 Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros…16 Ve, y reúne a los ancianos de Israel, y diles: Jehová, el Dios (Elohim) de vuestros padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, me apareció diciendo: En verdad os he visitado, y he visto lo que se os hace en Egipto…” (Ex 3:1-14,16) De la misma manera que el Ángel de Jehová también es a veces llamado Jehová y Dios, vemos a Jesús o Emanuel (Dios con nosotros), a veces llamado Señor y a veces Dios después de Su encarnación – algo impensable si fuera simplemente un ser creado. Nadie ha visto a Dios jamás, y sin embargo, vemos que Dios estaba visible en la zarza. En el versículo 16 Moisés dijo que fue Jehová Elohim quien le “apareció visiblemente” (Heb. ra’ah, “ser visto”) en la zarza. Por ese motivo, Moisés escondió su rostro para evitar verlo (v.6). Cuando las personas veían al Ángel de Jehová, se dice que habían visto a Dios Mismo (Gen 16:13; 32:30; Judges 13:22). De la misma manera, se dice de Jesús que Él es la imagen visible del Dios invisible quien nadie ha visto ni puede ver, y por ese motivo Jesús pudo decir, “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre (Jn 14:9). Estas referencias al Ángel de Jehová en el Antiguo Testamento solo hacen sentido cuando vemos que Él era el divino Logos antes de Su encarnación, el Hijo de Dios revelando a Dios a los hombres. También, como estaremos viendo en el siguiente blog, Jesús en muchas ocasiones se identificaba como el preexistente YO SOY quien aquí apareció a Moisés en la zarza. Ningún ángel creado se identificaría como el YO SOY, como vemos hacer aquí el Ángel de Jehová. Tampoco alguien ha tenido que quitarse el calzado de sus pies ante un ángel, diciendo que era tierra santa. Jueces 6:11-27 “Y vino el ángel de Jehová, y se sentó debajo de la encina que está en Ofra, la cual era de Joás abiezerita; y su hijo Gedeón estaba sacudiendo el trigo en el lagar, para esconderlo de los madianitas. 12 Y el ángel de Jehová se le apareció, y le dijo: Jehová está contigo, varón esforzado y valiente. 13 Y Gedeón le respondió: Ah, señor mío, si Jehová está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? ¿Y dónde están todas sus maravillas, que nuestros padres nos han contado, diciendo: ¿No nos sacó Jehová de Egipto? Y ahora Jehová nos ha desamparado, y nos ha entregado en mano de los madianitas. 14 Y mirándole (pahah “volteando”) Jehová, le dijo: Ve con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío yo? 15 Entonces le respondió: Ah, señor mío, ¿con qué salvaré yo a Israel? He aquí que mi familia es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre. 16 Jehová le dijo: Ciertamente yo estaré contigo, y derrotarás a los madianitas como a un solo hombre. 17 Y él respondió: Yo te ruego que si he hallado gracia delante de ti, me des señal de que tú has hablado conmigo. 18 Te ruego que no te vayas de aquí hasta que vuelva a ti, y saque mi ofrenda y la ponga delante de ti. Y él respondió: Yo esperaré hasta que vuelvas. 19 Y entrando Gedeón, preparó un cabrito, y panes sin levadura de un efa de harina; y puso la carne en un canastillo, y el caldo en una olla, y sacándolo se lo presentó debajo de aquella encina. 20 Entonces el ángel de Dios le dijo: Toma la carne y los panes sin levadura, y ponlos sobre esta peña, y vierte el caldo. Y él lo hizo así. 21 Y extendiendo el ángel de Jehová el báculo que tenía en su mano, tocó con la punta la carne y los panes sin levadura; y subió fuego de la peña, el cual consumió la carne y los panes sin levadura. Y el ángel de Jehová desapareció de su vista. 22 Viendo entonces Gedeón que era el ángel de Jehová, dijo: Ah, Señor Jehová, que he visto al ángel de Jehová cara a cara. 23 Pero Jehová le dijo: Paz a ti; no tengas temor, no morirás. 24 Y edificó allí Gedeón altar a Jehová, y lo llamó Jehová-salom; el cual permanece hasta hoy en Ofra de los abiezeritas.” (Jueces 6:11-24) Aquí otra vez, vemos a Jehová llegar a un sitio específico, debajo de la encina que está en Ofra, apareciendo a Gedeón en forma física en la persona del Ángel de Jehová. Gedeón hasta pidió a Jehová quedarse debajo de la encina mientras él fue a preparar una ofrenda de comida. Después, él pensó que iba a morir, sabiendo que nadie puede ver a Dios y vivir (Ex 33:20). Nadie en las Escrituras jamás pensaba que iba a morir después de ver un simple ángel. Puede que algunos argumentan que nadie temía por su vida después de ver a Cristo durante Su ministerio terrenal como hacía al darse cuenta de que había estado en la presencia del Ángel de Jehová. Sin embargo, en la encarnación el Hijo de Dios se despojó de la gloria que antes tenía con el Padre, tomando forma de hombre (Fil 2:5-8; Jn 17:5). Sin embargo, hubo un momento breve cuando Jesús reveló Su gloria. Cuando los soldados vinieron para llevarlo preso, Él les preguntó a quién buscaban. Cuando ellos le contestaron “Jesús de Nazaret” Jesús les respondió con el título divino, YO SOY (ego eimí), y los soldados cayeron a tierra (Jn 18:4-6). Solo una vislumbre de Su gloria velada fue suficiente para demostrar lo que Jesús había dicho previamente acerca de Su propia vida en Juan 10:18, “Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar.” Cuando Cristo apareció a Juan en Su gloria, él cayó a Sus pies como muerto, aunque Juan estaba en el Espíritu en ese momento (Rev 1:17). La plena manifestación de Su gloria fue velada durante Su ministerio terrenal, como también estaba velada en diferentes grados en Sus Cristofanías como el Ángel de Jehová, permitiendo que los hombres Lo pudieran ver sin morir. Jueces 13:6-23 “Y la mujer vino y se lo contó a su marido, diciendo: Un varón de Dios vino a mí, cuyo aspecto era como el aspecto de un ángel de Dios, temible en gran manera; y no le pregunté de dónde ni quién era, ni tampoco él me dijo su nombre. 7 Y me dijo: He aquí que tú concebirás, y darás a luz un hijo; por tanto, ahora no bebas vino, ni sidra, ni comas cosa inmunda, porque este niño será nazareo a Dios desde su nacimiento hasta el día de su muerte. 8 Entonces oró Manoa a Jehová, y dijo: Ah, Señor mío, yo te ruego que aquel varón de Dios que enviaste, vuelva ahora a venir a nosotros, y nos enseñe lo que hayamos de hacer con el niño que ha de nacer. 9 Y Dios oyó la voz de Manoa; y el ángel de Dios volvió otra vez a la mujer, estando ella en el campo; mas su marido Manoa no estaba con ella. 10 Y la mujer corrió prontamente a avisarle a su marido, diciéndole: Mira que se me ha aparecido aquel varón que vino a mí el otro día. 11 Y se levantó Manoa, y siguió a su mujer; y vino al varón y le dijo: ¿Eres tú aquel varón que habló a la mujer? Y él dijo: Yo soy. 12 Entonces Manoa dijo: Cuando tus palabras se cumplan, ¿cómo debe ser la manera de vivir del niño, y qué debemos hacer con él? 13 Y el ángel de Jehová respondió a Manoa: La mujer se guardará de todas las cosas que yo le dije. 14 No tomará nada que proceda de la vid; no beberá vino ni sidra, y no comerá cosa inmunda; guardará todo lo que le mandé. 15 Entonces Manoa dijo al ángel de Jehová: Te ruego nos permitas detenerte, y te prepararemos un cabrito. 16 Y el ángel de Jehová respondió a Manoa: Aunque me detengas, no comeré de tu pan; mas si quieres hacer holocausto, ofrécelo a Jehová. Y no sabía Manoa que aquél fuese ángel de Jehová. 17 Entonces dijo Manoa al ángel de Jehová: ¿Cuál es tu nombre, para que cuando se cumpla tu palabra te honremos? 18 Y el ángel de Jehová respondió: ¿Por qué preguntas por mi nombre, que es admirable? 19 Y Manoa tomó un cabrito y una ofrenda, y los ofreció sobre una peña a Jehová; y el ángel hizo milagro ante los ojos de Manoa y de su mujer. 20 Porque aconteció que cuando la llama subía del altar hacia el cielo, el ángel de Jehová subió en la llama del altar ante los ojos de Manoa y de su mujer, los cuales se postraron en tierra. 21 Y el ángel de Jehová no volvió a aparecer a Manoa ni a su mujer. Entonces conoció Manoa que era el ángel de Jehová. 22 Y dijo Manoa a su mujer: Ciertamente moriremos, porque A DIOS (ELOHIM) HEMOS VISTO. 23 Y su mujer le respondió: Si Jehová nos quisiera matar, no aceptaría de nuestras manos el holocausto y la ofrenda, ni nos hubiera mostrado todas estas cosas, ni ahora nos habría anunciado esto.” (Jueces 13:6-23) Aquí el Ángel de Jehová apareció como un hombre, primero a la mujer que sería la madre de Sansón, y después apareció otra vez cuando su marido Manoa también estaba. Ellos notaron que Su aspecto era como el Ángel de Dios, pero no lo identificaron positivamente como el Ángel de Jehová hasta que Él ascendió en la llama del altar, así como hizo con Gedeón. Cuando Manoa vio que Él era el Ángel de Jehová, él dijo, “Ciertamente moriremos, porque A DIOS HEMOS VISTO.” Es evidente que aquellos que tuvieron encuentros con el Ángel de Jehová de alguna manera entendían que era Dios Mismo y no simplemente un ángel que había venido en representación de Él. Es más que significativo que cuando Manoa le preguntó cuál era Su nombre, Él respondió, “¿Por qué preguntas por mi nombre, que es Admirable? Para mí, esta respuesta era un misterio intencional, que más tarde nos ayudaría a identificar al Ángel de Jehová como el Cristo antes de Su encarnación. Isaías profetizó acerca de Su encarnación diciendo: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.” (Isa 9:6) Así que, incluido entre los diferentes nombres dados al Mesías que son obviamente nombres divinos adicionales a Jesús y Emanuel (Dios con nosotros), encontramos el mismo nombre Admirable que le dio el Ángel de Jehová a Manoa cuando le preguntó por su nombre. Para mí es incomprensible, a la luz de todos estos nombres afirmando la plena deidad de Cristo, que algunos sigan negando que nuestro Señor Jesucristo es el Mismo Hijo de Dios encarnado. También, aunque la afirmación de que el Ángel de Jehová es el Cristo del Nuevo Testamento no sea una prueba de la ortodoxia, para mí personalmente, mi visión de Cristo ha sido muy enriquecida por este entendimiento, y creo que el Señor diría a aquellos que nieguen que Él es Aquel que se manifestaba como el Ángel de Jehová anterior a Su encarnación, lo mismo que dijo una vez a los fariseos: “Escudriñad las Escrituras; porque ellas son las que dan testimonio de mí.” [1] Un ejemplo del Logos siendo utilizado para referirse a una persona distinta dentro de la Deidad se encuentra en un comentario de Deuteronomio 32:39 en los Tárgum. Dice: “Cuando el Logos del Señor se revela para redimir a Su pueblo, Él dirá a todas las naciones: ‘He aquí Yo Soy Él quién es, quién era, y quién será, y no hay otro Dios más que Yo Mismo: Yo, en Mí Palabra, mato y vivifico; Yo mato a espada el pueblo de Beth Israel, y los sanaré al fin de los días; y no hay quién los libere de Mis manos.’” (Targ. PS.-J.) [2] Cambridge Dictionary of Philosophy (2nd ed): Philo Judaeus, 1999 Adam Kamesar (2004). "The Logos Endiathetos and the Logos Prophorikos in Allegorical Interpretation: Philo and the D-Scholia to the Iliad" (PDF). Greek, Roman, and Byzantine Studies (GRBS). 44: 163–81. Archived from the original (PDF) on 2015-05-07. [3] John 1:18 tc The textual problem μονογενὴς θεός (monogenēs theos, “the only God”) versus ὁ μονογενὴς υἱός (ho monogenēs huios, “the only son”) is a notoriously difficult one. Only one letter would have differentiated the readings in the mss, since both words would have been contracted as nomina sacra: thus qMs or uMs. Externally, there are several variants, but they can be grouped essentially by whether they read θεός or υἱός. The majority of mss, especially the later ones (A C3 Θ Ψ ƒ1,13 M lat), read ὁ μονογενὴς υἱός. P75 א1 33 have ὁ μονογενὴς θεός, while the anarthrous μονογενὴς θεός is found in P66 א* B C* L. The articular θεός is almost certainly a scribal emendation to the anarthrous θεός, for θεός without the article is a much harder reading. The external evidence thus strongly supports μονογενὴς θεός. Internally, although υἱός fits the immediate context more readily, θεός is much more difficult. As well, θεός also explains the origin of the other reading (υἱός), because it is difficult to see why a scribe who found υἱός in the text he was copying would alter it to θεός. Scribes would naturally change the wording to υἱός however, since μονογενὴς υἱός is a uniquely Johannine christological title (cf. John 3:16, 18; 1 John 4:9). But θεός as the older and more difficult reading is preferred. As for translation, it makes the most sense to see the word θεός as in apposition to μονογενής, and the participle ὁ ὤν (ho ōn) as in apposition to θεός, giving in effect three descriptions of Jesus rather than only two. (B. D. Ehrman, The Orthodox Corruption of Scripture, 81, suggests that it is nearly impossible and completely unattested in the NT for an adjective followed immediately by a noun that agrees in gender, number, and case, to be a substantival adjective: “when is an adjective ever used substantivally when it immediately precedes a noun of the same inflection?” This, however, is an overstatement. First, as Ehrman admits, μονογενής in John 1:14 is substantival. And since it is an established usage for the adjective in this context, one might well expect that the author would continue to use the adjective substantivally four verses later. Indeed, μονογενής is already moving toward a crystallized substantival adjective in the NT [cf. Luke 9:38; Heb 11:17]; in patristic Greek, the process continued [cf. PGL 881 s.v. 7]. Second, there are several instances in the NT in which a substantival adjective is followed by a noun with which it has complete concord: cf., e.g., Rom 1:30; Gal 3:9; 1 Tim 1:9; 2 Pet 2:5.) The modern translations which best express this are the NEB (margin) and TEV. Several things should be noted: μονογενής alone, without υἱός, can mean “only son,” “unique son,” “unique one,” etc. (see 1:14). Furthermore, θεός is anarthrous. As such it carries qualitative force much like it does in 1:1c, where θεὸς ἦν ὁ λόγος (theos ēn ho logos) means “the Word was fully God” or “the Word was fully of the essence of deity.” Finally, ὁ ὤν occurs in Rev 1:4, 8; 4:8; 11:17; and 16:5, but even more significantly in the LXX of Exod 3:14. Putting all of this together leads to the translation given in the text.tn Or “The unique one.” For the meaning of μονογενής (monogenēs) see the note on “one and only” in 1:14.
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