
por George Sidney Hurd
En los próximos dos blogs, voy a compartir algo que ha estado muy cerca de mi corazón desde que el Señor abrió mi entendimiento a esto hace casi cuarenta años en lo que solamente puedo describir como un encuentro de cielos abiertos. No fue hasta después que yo comencé a ver cómo las Escrituras mismas hablan de lo que había visto en el espíritu en ese tiempo. Desde ese entonces, me he encontrado con otras personas que han recibido una visión muy similar acerca de lo que el Señor va a hacer a través de Sus hijos elegidos y preparados al finalizar esta época.
No anticipo que todos leyendo esto verán el desarrollo de los eventos finales de la misma manera que yo. Y al compartir esto, no es mi propósito ser contencioso, sino simplemente compartir lo que siento que el Señor me ha mostrado a mí en las esperanzas de que unos puedan ser animados, recibiendo una visión renovada acerca de su propósito y papel en los últimos días de esta época.
Para mí personalmente, esta expectativa ha sido un ancla para mi alma en tiempos difíciles. Aún cuando los doctores no me daban esperanzas, la visión que recibí de la gloria postrera mantuvo viva mi esperanza. Cuando estaba tentado a sentir que los médicos tenían la razón y que me estaba muriendo, me acordaba de lo que el Señor me mostró y repetía, “No moriré, sino viviré y veré la gloria de Dios en la tierra de los vivientes.”
Veintidós años después de que los médicos me habían dado solo meses de vida, no solamente sigo con vida, sino que estoy totalmente sano y tengo un hígado nuevo. Aunque estoy ya en mis años ’70, y a menudo me siento tentado a pensar que mis años útiles ya pasaron, mi esperanza sigue viva, declarando como siempre, “No moriré, sino viviré y veré la gloria de Dios en la tierra de los vivientes.” Lo siguiente es un extracto del capítulo 8 de mi libro, “Enfocando en los Eventos Finales.”
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En Apocalipsis capítulo doce Juan recibe una visión que describe cuatro personajes o grupos de personas: 1) Una mujer encinta, 2) el dragón con siete cabezas y diez cuernos, 3) el hijo varón que nace de la mujer y 4) el resto de la descendencia de la mujer.
¿Quién es la Mujer?
La visión es introducida con las palabras, “Apareció en el cielo una gran señal.” Después, en el versículo tres cuando el dragón es introducido dice, “También apareció otra señal en el cielo.” Una clave para identificar la mujer y el hijo varón es entender que, tanto ella como el dragón, son señales y, por consiguiente, como señales, deben de ser interpretados simbólicamente. En el versículo nueve se identifica al dragón como Satanás, pero, reconociendo el simbolismo representado en la señal vemos que no es simplemente Satanás, sino más específicamente, Satanás como se manifestará en los últimos tres años y medio de la época. No solo es Satanás, sino más específicamente Satanás como será manifestado en la gran tribulación con siete cabezas y diez cuernos y siete diademas sobre las siete cabezas. En Apocalipsis 17:12 vemos el significado de los diez cuernos:
“Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia.”
Aquí podemos ver que, aunque el dragón es un símbolo de Satanás, no es él actuando en el pasado sino Satanás como estará operando a través del Anticristo y los diez reyes al final de la época. Esto es clave para una interpretación correcta, porque indica que toda la visión se trata del futuro cuando Satanás aparece en esa forma específica. Cualquier interpretación que busca cumplimiento de esta visión en la historia no está dando atención a los detalles del simbolismo en las señales.
Si el dragón es una señal describiendo la manifestación de Satanás en el fin de la época, entonces la mujer dando a luz también es futura, dado que Satanás es presentado en la forma que tendrá en el fin de esta época, esperándola para devorar al hijo varón tan pronto como naciese.
Entonces, ¿a quién representa esta mujer que dará a luz el hijo varón tres años y medio antes del fin de la época? Tradicionalmente la Iglesia Católica la ha interpretado como María que dio a luz a Jesús hace más que dos mil años. Es por eso que María a veces es presentada en el arte católico como parada en una medialuna con doce estrellas sobre su cabeza. Sin embargo, ya hemos visto que la mujer, al dar a luz el hijo varón, es perseguida por el dragón en el desierto donde es protegida por Dios durante los últimos tres años y medio de esta época (vv. 13-16). Entonces no puede tener referencia al nacimiento de Jesús porque dice que la mujer huye al desierto donde permanece durante los últimos tres años y medio o la gran tribulación (v. 14).
Tampoco tiene referencia a la Iglesia, dado que la Iglesia es mencionada como el resto de la descendencia de ella.
“Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo.” (Apocalipsis 12:17)
Cuando el dragón ve que no puede devorar al hijo varón, persigue a la mujer. Por intervención de Dios, él no puede tocarla a ella tampoco. Entonces, enfurecido, ventila su ira contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo. ¿Quiénes son los que tienen el testimonio de Jesucristo? La Iglesia. En el siguiente capítulo, Apocalipsis 13, vemos una descripción de la persecución del dragón contra la Iglesia:
“También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias; y se le dio autoridad para actuar cuarenta y dos meses…Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación.” (Apocalipsis 13:5,7)
A la vez que a él le es permitido hacer guerra contra la Iglesia, vemos que la mujer es protegida por Dios, fuera del alcance del dragón. ¿Quién es esta mujer y por qué está protegida del dragón mientras que el resto de su descendencia, la Iglesia, es entregada a su poder?
El simbolismo de la señal de la mujer nos ayuda descubrir su identidad. En Apocalipsis 12:1 dice que ella es “vestida del sol, con la luna debajo sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas”. Comparando esto con el sueño de José en Génesis 37:9-11 podemos ver que representa a la nación de Israel:
“Soñó aun otro sueño, y lo contó a sus hermanos, diciendo: He aquí que he soñado otro sueño, y he aquí que el sol y la luna y once estrellas se inclinaban a mí. Y lo contó a su padre y a sus hermanos; y su padre le reprendió, y le dijo: ¿Qué sueño es este que soñaste? ¿Acaso vendremos yo y tu madre y tus hermanos a postrarnos en tierra ante ti?” (Génesis 37:9-10)
José tuvo un sueño en el cual el sol, la luna, y las once estrellas, su postraron a él. Jacob mismo da la interpretación de la señal de la mujer en el cielo. El sol es Jacob, la luna es Raquel, y las doce estrellas son las doce tribus de Israel (incluyéndole a José serían doce). Sin embargo, Pablo dice en Romanos 9:6 “…no todos los que descienden de Israel son israelitas.” Después explica que el verdadero Israel son los que vienen de la descendencia de la promesa – no Ismael sino Isaac; no Esaú sino Jacob, etc. Actualmente hay muchos judíos, pero solamente son los escogidos de Israel que son la verdadera simiente de Israel. Cuando la nación de Israel rechazó a su Mesías, Dios visitó a los gentiles, resultando en salvación para ellos. Por la incredulidad de Israel, los gentiles han sido injertados en el olivo que representa la familia de Abraham. Debido al juicio de Dios contra Israel por rechazar a su Mesías, los gentiles que creen pueden decir que son un solo cuerpo con el remanente de Israel y la simiente de Abraham.
“pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.” (Gálatas 3:26-29)
Esta ceguera parcial de Israel continuará hasta que el último gentil destinado a la salvación en esta época haya entrado en la Iglesia. Entonces todo Israel será salvo en la Segunda Venida del Mesías:
“Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad. Y este será mi pacto con ellos, cuando yo quite sus pecados. Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres. Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios.” (Romanos 11:25-29)
Entonces podemos ver que el sufrimiento que Israel ha experimentado desde su rechazo del Mesías ha servido para dar a luz a la Iglesia compuesta de gentiles y un remanente de los judíos que han creído en su Mesías. No será hasta que vean el Libertador viniendo de Sion, que toda incredulidad será quitada de Israel. Mientras tanto, Dios no ha rechazado a Israel. Siguen siendo su pueblo escogido y amado porque sus dones y llamamiento son irrevocables.
Los 144.000 sellados de todas las tribus de Israel son los escogidos de la nación de Israel en el fin de la época, sellados para protección y guardados fuera del alcance del dragón por los últimos tres años y medio, así preservándolos vivos hasta el retorno de Cristo de Sion cuando serán salvos. Mientras tanto el rechazo de Israel es salvación del mundo (Romanos 11:15). Mientras que ella ha sufrido con dolores desde su rechazo al Mesías, la Iglesia ha estado creciendo.
¿Quién es el Hijo Varón?
Muchos suponen que el hijo varón tiene referencia a Jesús porque dice que el hijo varón regirá con vara de hierro y dice de Jesús en Apocalipsis 19:15 que Él regirá con vara de hierro. Sin embargo, dice lo mismo de los vencedores en Apocalipsis 2:26,27:
“El que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre.”
Este pasaje está citando a un Salmo mesiánico:
“Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra. Los quebrantarás con vara de hierro; como vasija de alfarero los desmenuzarás.” (Salmo 2:8-9)
Esta fue una promesa dada al Hijo por el Padre. ¿Por qué aplicaría Jesús esta promesa a los vencedores? Porque Él no recibió toda autoridad y poder para tenerlo para sí mismo. Él ya era el Dios todopoderoso con todo poder y autoridad. Él se despojó a sí mismo y llegó a ser el Hijo del Hombre, el Último Adán, para recuperar toda la autoridad que el primer Adán entregó a Satanás y mucho más, para después darlo a nosotros, así llevando muchos hijos a la gloria. Como Él ya tenía todo poder y autoridad, no lo obtuvo para sí. Él lo obtuvo para después darlo a nosotros. Si no vencemos en las pruebas que son diseñadas para prepararnos a reinar con Él, no cumpliremos en Su propósito más alto que no solo consiste en salvarnos del pecado, sino conformarnos a Su imagen. Aún ahora, según Efesios 2:6, estamos sentados con Él en Su trono en lugares celestiales, pero, ¿Cuántos de nosotros ya hemos comenzado a reinar en vida juntos con Él?
Entonces, mientras que es evidente que Cristo regirá con vara de hierro, lo mismo se dice de los vencedores. Es verdad que el hijo varón es presentado como un individuo en la visión de Apocalipsis 12 pero, como ya hemos observado, la visión utiliza simbolismo. La mujer no es un solo individuo sino un pueblo. El dragón también representa, no solo el diablo, sino también todo el sistema del Anticristo. ¿No debemos de anticipar que el hijo varón representa a un grupo de santos también?
Además, el uso de la forma plural del verbo en versículo 6, “sustenten” implica que el hijo varón no es un solo individuo: “Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones; y su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono. Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios, para que allí la sustenten por mil doscientos sesenta días (Apocalipsis 12:5-6).” En el contexto, el sujeto del verbo “sustenten” (tréfosin), que es en la forma plural, es el hijo varón. Esto parece implicar, no solo que el hijo varón es un grupo, sino también que estará ministrando en la tierra durante los últimos tres años y medio de esta época al mismo tiempo que estará en el cielo.
Otra observación que indica que no tiene referencia al nacimiento de Cristo es el marco del tiempo indicado en la visión. El hijo varón nace cuando Satanás aparece como el dragón de diez cuernos, que ubica su nacimiento al final de la época. Satanás, en esa forma, es presentado parado delante de la mujer para devorar al hijo varón tan pronto como nazca. Pero en el momento de nacer dice: “y su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono (Apocalipsis 12:5).” Jesús, el niño, creció y derrotó a Satanás en la cruz antes de ser resucitado y ascender al Padre. En cambio, el hijo varón es arrebatado al cielo al nacer, antes que el diablo lo puede devorar. Cuando el hijo varón de Apocalipsis es arrebatado al cielo la mujer huye del dragón al desierto donde es protegida y sostenida por mil doscientos sesenta días (v.6), o el tiempo de la gran tribulación. Allí está guardada viva hasta que el Libertador viene de Sion. Así que el marco del tiempo de la visión es limitado a los últimos tres años y medio de esta época y no a más de dos mil años atrás, que sería necesario para hacer que tenga referencia al nacimiento de Jesús.
Si el contexto de Apocalipsis 12 es futuro, comenzando al iniciar la gran tribulación, entonces, ¿quién es el hijo varón? El hijo varón parece tener referencia a los que hayan vencido; los que hayan alcanzado la madurez antes de comenzar la gran tribulación que es permitida por Dios para preparar a los no preparados, los que son de la Esposa de Cristo en preparación para las bodas del Cordero. Los de la compañía del hijo varón serán guardados de esa hora porque ya han perseverado bajo previas pruebas (Apocalipsis 3:10). Serán tenidos por dignos de escapar de todas las cosas que vendrán y estar en pie delante del Hijo del Hombre (Lucas 21:36). Son los que ya hayan aprendido a reinar en vida estando en la tierra, y que ahora comenzarán a reinar desde los lugares celestiales. Con la ayuda de Miguel y sus legiones, librarán guerra en los lugares celestiales y Satanás y sus ángeles serán arrojados a la tierra (Apocalipsis 12:7-12). Es verdad que solo Miguel y sus ángeles son mencionados en esta batalla. Sin embargo, el fluir del contexto implica que esta compañía de vencedores que regirán con vara de hierro, ya acostumbrados a andar en el poder de la ascensión de Cristo aun estando en la tierra, estarán moviéndose en esa misma autoridad en los cielos también. Jesús les dijo a sus Discípulos:
"Y les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará.” (Lucas 10:18,19)
“De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo.” (Mateo 18:18)
Estos vencedores, cuando aún estaban en la tierra, tomaban literalmente estas palabras y por fe usaban esa autoridad sobre todo el poder del enemigo, atando fuerzas malignas que ellos ni podían ver, confiando que todos los ángeles del cielo darían su respaldo. ¡Cuánto más ejercitaría esta autoridad en la esfera espiritual cuando por fin pueden ver el enemigo bajo sus pies y los ángeles guerreros esperando responder a sus palabras de autoridad!
¡Qué privilegio es dado a los santos de los últimos días (no los Mormones), vivir al final de la época cuando a los que guardan sus obras hasta el final les será otorgado el privilegio de estar delante del Hijo de Dios! Ellos comenzarán la conquista en los lugares celestiales aún antes del retorno físico de Cristo a la tierra donde dice, después que el dragón y sus ángeles han sido lanzados del cielo: “Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo (Apocalipsis 12:10).” Los santos designados como el hijo varón ya habrán comenzado a reinar con Cristo desde el cielo antes de la gran tribulación. Lejos de ser un escape pretribulacional de una Esposa que no se haya preparado, manchadas y arrugadas sus vestiduras con la carne y el mundo, serán las primicias de la Esposa. Los de la Iglesia que no están listos serán preparados por el fuego de la gran tribulación antes de la Segunda Venida de Cristo cuando las bodas del Cordero tomarán lugar (Apocalipsis 19:7-16). Es tiempo ya que nosotros, la Iglesia de Jesucristo, nos despertemos al llamado:
"Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre.” (Lucas 21:34-36)
En los próximos dos blogs, voy a compartir algo que ha estado muy cerca de mi corazón desde que el Señor abrió mi entendimiento a esto hace casi cuarenta años en lo que solamente puedo describir como un encuentro de cielos abiertos. No fue hasta después que yo comencé a ver cómo las Escrituras mismas hablan de lo que había visto en el espíritu en ese tiempo. Desde ese entonces, me he encontrado con otras personas que han recibido una visión muy similar acerca de lo que el Señor va a hacer a través de Sus hijos elegidos y preparados al finalizar esta época.
No anticipo que todos leyendo esto verán el desarrollo de los eventos finales de la misma manera que yo. Y al compartir esto, no es mi propósito ser contencioso, sino simplemente compartir lo que siento que el Señor me ha mostrado a mí en las esperanzas de que unos puedan ser animados, recibiendo una visión renovada acerca de su propósito y papel en los últimos días de esta época.
Para mí personalmente, esta expectativa ha sido un ancla para mi alma en tiempos difíciles. Aún cuando los doctores no me daban esperanzas, la visión que recibí de la gloria postrera mantuvo viva mi esperanza. Cuando estaba tentado a sentir que los médicos tenían la razón y que me estaba muriendo, me acordaba de lo que el Señor me mostró y repetía, “No moriré, sino viviré y veré la gloria de Dios en la tierra de los vivientes.”
Veintidós años después de que los médicos me habían dado solo meses de vida, no solamente sigo con vida, sino que estoy totalmente sano y tengo un hígado nuevo. Aunque estoy ya en mis años ’70, y a menudo me siento tentado a pensar que mis años útiles ya pasaron, mi esperanza sigue viva, declarando como siempre, “No moriré, sino viviré y veré la gloria de Dios en la tierra de los vivientes.” Lo siguiente es un extracto del capítulo 8 de mi libro, “Enfocando en los Eventos Finales.”
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En Apocalipsis capítulo doce Juan recibe una visión que describe cuatro personajes o grupos de personas: 1) Una mujer encinta, 2) el dragón con siete cabezas y diez cuernos, 3) el hijo varón que nace de la mujer y 4) el resto de la descendencia de la mujer.
¿Quién es la Mujer?
La visión es introducida con las palabras, “Apareció en el cielo una gran señal.” Después, en el versículo tres cuando el dragón es introducido dice, “También apareció otra señal en el cielo.” Una clave para identificar la mujer y el hijo varón es entender que, tanto ella como el dragón, son señales y, por consiguiente, como señales, deben de ser interpretados simbólicamente. En el versículo nueve se identifica al dragón como Satanás, pero, reconociendo el simbolismo representado en la señal vemos que no es simplemente Satanás, sino más específicamente, Satanás como se manifestará en los últimos tres años y medio de la época. No solo es Satanás, sino más específicamente Satanás como será manifestado en la gran tribulación con siete cabezas y diez cuernos y siete diademas sobre las siete cabezas. En Apocalipsis 17:12 vemos el significado de los diez cuernos:
“Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia.”
Aquí podemos ver que, aunque el dragón es un símbolo de Satanás, no es él actuando en el pasado sino Satanás como estará operando a través del Anticristo y los diez reyes al final de la época. Esto es clave para una interpretación correcta, porque indica que toda la visión se trata del futuro cuando Satanás aparece en esa forma específica. Cualquier interpretación que busca cumplimiento de esta visión en la historia no está dando atención a los detalles del simbolismo en las señales.
Si el dragón es una señal describiendo la manifestación de Satanás en el fin de la época, entonces la mujer dando a luz también es futura, dado que Satanás es presentado en la forma que tendrá en el fin de esta época, esperándola para devorar al hijo varón tan pronto como naciese.
Entonces, ¿a quién representa esta mujer que dará a luz el hijo varón tres años y medio antes del fin de la época? Tradicionalmente la Iglesia Católica la ha interpretado como María que dio a luz a Jesús hace más que dos mil años. Es por eso que María a veces es presentada en el arte católico como parada en una medialuna con doce estrellas sobre su cabeza. Sin embargo, ya hemos visto que la mujer, al dar a luz el hijo varón, es perseguida por el dragón en el desierto donde es protegida por Dios durante los últimos tres años y medio de esta época (vv. 13-16). Entonces no puede tener referencia al nacimiento de Jesús porque dice que la mujer huye al desierto donde permanece durante los últimos tres años y medio o la gran tribulación (v. 14).
Tampoco tiene referencia a la Iglesia, dado que la Iglesia es mencionada como el resto de la descendencia de ella.
“Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo.” (Apocalipsis 12:17)
Cuando el dragón ve que no puede devorar al hijo varón, persigue a la mujer. Por intervención de Dios, él no puede tocarla a ella tampoco. Entonces, enfurecido, ventila su ira contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo. ¿Quiénes son los que tienen el testimonio de Jesucristo? La Iglesia. En el siguiente capítulo, Apocalipsis 13, vemos una descripción de la persecución del dragón contra la Iglesia:
“También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias; y se le dio autoridad para actuar cuarenta y dos meses…Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación.” (Apocalipsis 13:5,7)
A la vez que a él le es permitido hacer guerra contra la Iglesia, vemos que la mujer es protegida por Dios, fuera del alcance del dragón. ¿Quién es esta mujer y por qué está protegida del dragón mientras que el resto de su descendencia, la Iglesia, es entregada a su poder?
El simbolismo de la señal de la mujer nos ayuda descubrir su identidad. En Apocalipsis 12:1 dice que ella es “vestida del sol, con la luna debajo sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas”. Comparando esto con el sueño de José en Génesis 37:9-11 podemos ver que representa a la nación de Israel:
“Soñó aun otro sueño, y lo contó a sus hermanos, diciendo: He aquí que he soñado otro sueño, y he aquí que el sol y la luna y once estrellas se inclinaban a mí. Y lo contó a su padre y a sus hermanos; y su padre le reprendió, y le dijo: ¿Qué sueño es este que soñaste? ¿Acaso vendremos yo y tu madre y tus hermanos a postrarnos en tierra ante ti?” (Génesis 37:9-10)
José tuvo un sueño en el cual el sol, la luna, y las once estrellas, su postraron a él. Jacob mismo da la interpretación de la señal de la mujer en el cielo. El sol es Jacob, la luna es Raquel, y las doce estrellas son las doce tribus de Israel (incluyéndole a José serían doce). Sin embargo, Pablo dice en Romanos 9:6 “…no todos los que descienden de Israel son israelitas.” Después explica que el verdadero Israel son los que vienen de la descendencia de la promesa – no Ismael sino Isaac; no Esaú sino Jacob, etc. Actualmente hay muchos judíos, pero solamente son los escogidos de Israel que son la verdadera simiente de Israel. Cuando la nación de Israel rechazó a su Mesías, Dios visitó a los gentiles, resultando en salvación para ellos. Por la incredulidad de Israel, los gentiles han sido injertados en el olivo que representa la familia de Abraham. Debido al juicio de Dios contra Israel por rechazar a su Mesías, los gentiles que creen pueden decir que son un solo cuerpo con el remanente de Israel y la simiente de Abraham.
“pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.” (Gálatas 3:26-29)
Esta ceguera parcial de Israel continuará hasta que el último gentil destinado a la salvación en esta época haya entrado en la Iglesia. Entonces todo Israel será salvo en la Segunda Venida del Mesías:
“Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad. Y este será mi pacto con ellos, cuando yo quite sus pecados. Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres. Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios.” (Romanos 11:25-29)
Entonces podemos ver que el sufrimiento que Israel ha experimentado desde su rechazo del Mesías ha servido para dar a luz a la Iglesia compuesta de gentiles y un remanente de los judíos que han creído en su Mesías. No será hasta que vean el Libertador viniendo de Sion, que toda incredulidad será quitada de Israel. Mientras tanto, Dios no ha rechazado a Israel. Siguen siendo su pueblo escogido y amado porque sus dones y llamamiento son irrevocables.
Los 144.000 sellados de todas las tribus de Israel son los escogidos de la nación de Israel en el fin de la época, sellados para protección y guardados fuera del alcance del dragón por los últimos tres años y medio, así preservándolos vivos hasta el retorno de Cristo de Sion cuando serán salvos. Mientras tanto el rechazo de Israel es salvación del mundo (Romanos 11:15). Mientras que ella ha sufrido con dolores desde su rechazo al Mesías, la Iglesia ha estado creciendo.
¿Quién es el Hijo Varón?
Muchos suponen que el hijo varón tiene referencia a Jesús porque dice que el hijo varón regirá con vara de hierro y dice de Jesús en Apocalipsis 19:15 que Él regirá con vara de hierro. Sin embargo, dice lo mismo de los vencedores en Apocalipsis 2:26,27:
“El que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre.”
Este pasaje está citando a un Salmo mesiánico:
“Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra. Los quebrantarás con vara de hierro; como vasija de alfarero los desmenuzarás.” (Salmo 2:8-9)
Esta fue una promesa dada al Hijo por el Padre. ¿Por qué aplicaría Jesús esta promesa a los vencedores? Porque Él no recibió toda autoridad y poder para tenerlo para sí mismo. Él ya era el Dios todopoderoso con todo poder y autoridad. Él se despojó a sí mismo y llegó a ser el Hijo del Hombre, el Último Adán, para recuperar toda la autoridad que el primer Adán entregó a Satanás y mucho más, para después darlo a nosotros, así llevando muchos hijos a la gloria. Como Él ya tenía todo poder y autoridad, no lo obtuvo para sí. Él lo obtuvo para después darlo a nosotros. Si no vencemos en las pruebas que son diseñadas para prepararnos a reinar con Él, no cumpliremos en Su propósito más alto que no solo consiste en salvarnos del pecado, sino conformarnos a Su imagen. Aún ahora, según Efesios 2:6, estamos sentados con Él en Su trono en lugares celestiales, pero, ¿Cuántos de nosotros ya hemos comenzado a reinar en vida juntos con Él?
Entonces, mientras que es evidente que Cristo regirá con vara de hierro, lo mismo se dice de los vencedores. Es verdad que el hijo varón es presentado como un individuo en la visión de Apocalipsis 12 pero, como ya hemos observado, la visión utiliza simbolismo. La mujer no es un solo individuo sino un pueblo. El dragón también representa, no solo el diablo, sino también todo el sistema del Anticristo. ¿No debemos de anticipar que el hijo varón representa a un grupo de santos también?
Además, el uso de la forma plural del verbo en versículo 6, “sustenten” implica que el hijo varón no es un solo individuo: “Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones; y su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono. Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios, para que allí la sustenten por mil doscientos sesenta días (Apocalipsis 12:5-6).” En el contexto, el sujeto del verbo “sustenten” (tréfosin), que es en la forma plural, es el hijo varón. Esto parece implicar, no solo que el hijo varón es un grupo, sino también que estará ministrando en la tierra durante los últimos tres años y medio de esta época al mismo tiempo que estará en el cielo.
Otra observación que indica que no tiene referencia al nacimiento de Cristo es el marco del tiempo indicado en la visión. El hijo varón nace cuando Satanás aparece como el dragón de diez cuernos, que ubica su nacimiento al final de la época. Satanás, en esa forma, es presentado parado delante de la mujer para devorar al hijo varón tan pronto como nazca. Pero en el momento de nacer dice: “y su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono (Apocalipsis 12:5).” Jesús, el niño, creció y derrotó a Satanás en la cruz antes de ser resucitado y ascender al Padre. En cambio, el hijo varón es arrebatado al cielo al nacer, antes que el diablo lo puede devorar. Cuando el hijo varón de Apocalipsis es arrebatado al cielo la mujer huye del dragón al desierto donde es protegida y sostenida por mil doscientos sesenta días (v.6), o el tiempo de la gran tribulación. Allí está guardada viva hasta que el Libertador viene de Sion. Así que el marco del tiempo de la visión es limitado a los últimos tres años y medio de esta época y no a más de dos mil años atrás, que sería necesario para hacer que tenga referencia al nacimiento de Jesús.
Si el contexto de Apocalipsis 12 es futuro, comenzando al iniciar la gran tribulación, entonces, ¿quién es el hijo varón? El hijo varón parece tener referencia a los que hayan vencido; los que hayan alcanzado la madurez antes de comenzar la gran tribulación que es permitida por Dios para preparar a los no preparados, los que son de la Esposa de Cristo en preparación para las bodas del Cordero. Los de la compañía del hijo varón serán guardados de esa hora porque ya han perseverado bajo previas pruebas (Apocalipsis 3:10). Serán tenidos por dignos de escapar de todas las cosas que vendrán y estar en pie delante del Hijo del Hombre (Lucas 21:36). Son los que ya hayan aprendido a reinar en vida estando en la tierra, y que ahora comenzarán a reinar desde los lugares celestiales. Con la ayuda de Miguel y sus legiones, librarán guerra en los lugares celestiales y Satanás y sus ángeles serán arrojados a la tierra (Apocalipsis 12:7-12). Es verdad que solo Miguel y sus ángeles son mencionados en esta batalla. Sin embargo, el fluir del contexto implica que esta compañía de vencedores que regirán con vara de hierro, ya acostumbrados a andar en el poder de la ascensión de Cristo aun estando en la tierra, estarán moviéndose en esa misma autoridad en los cielos también. Jesús les dijo a sus Discípulos:
"Y les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará.” (Lucas 10:18,19)
“De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo.” (Mateo 18:18)
Estos vencedores, cuando aún estaban en la tierra, tomaban literalmente estas palabras y por fe usaban esa autoridad sobre todo el poder del enemigo, atando fuerzas malignas que ellos ni podían ver, confiando que todos los ángeles del cielo darían su respaldo. ¡Cuánto más ejercitaría esta autoridad en la esfera espiritual cuando por fin pueden ver el enemigo bajo sus pies y los ángeles guerreros esperando responder a sus palabras de autoridad!
¡Qué privilegio es dado a los santos de los últimos días (no los Mormones), vivir al final de la época cuando a los que guardan sus obras hasta el final les será otorgado el privilegio de estar delante del Hijo de Dios! Ellos comenzarán la conquista en los lugares celestiales aún antes del retorno físico de Cristo a la tierra donde dice, después que el dragón y sus ángeles han sido lanzados del cielo: “Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo (Apocalipsis 12:10).” Los santos designados como el hijo varón ya habrán comenzado a reinar con Cristo desde el cielo antes de la gran tribulación. Lejos de ser un escape pretribulacional de una Esposa que no se haya preparado, manchadas y arrugadas sus vestiduras con la carne y el mundo, serán las primicias de la Esposa. Los de la Iglesia que no están listos serán preparados por el fuego de la gran tribulación antes de la Segunda Venida de Cristo cuando las bodas del Cordero tomarán lugar (Apocalipsis 19:7-16). Es tiempo ya que nosotros, la Iglesia de Jesucristo, nos despertemos al llamado:
"Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre.” (Lucas 21:34-36)