por George Sidney Hurd
¿Hay esperanza para aquellos que las Escrituras llaman reprobados? ¿Qué significa la palabra “reprobado”? La palabra “reprobado” es de la palabra raíz en latín, probare, que significa “probar.” La palabra latín reprobatus, significa “desaprobado, rechazado, o condenado” en aposición con approbatus (aprobado). Aunque, como veremos, la palabra “reprobado” ha acumulado mucho equipaje tradicional de que necesitamos librarnos, sin embargo, reprobado es una definición acertada de la palabra griega adókimos (ἀδόκιμος) que significa, “desaprobado, descalificado o rechazado.” En las Escrituras es utilizado para referirse a varias cosas, desde un metal precioso que no pasa la prueba de pureza (Isa 1:22; Jer 6:30 LXX), a un atleta que llega a ser descalificado (1Cor 9:27), y también los que se descalifican debido a la ausencia de buenas obrar que son el fruto de la fe salvífica (2Cor 13:5-6; 2Tim 3:8; Tito 1:16; Heb 6:7-9). El problema con la palabra reprobado no está en su verdadera definición, sino en el significado adquirido en la mente de muchos debido a la influencia de las doctrinas de hombres. Lo mismo sucedió con la palabra infierno. La palabra griega hades (ᾅδης) es una palabra compuesta, con la partícula negativa a- “no,” y eido, que significa “ver.” Aun en la literatura extrabíblica refiere a la región invisible de los muertos. Infierno es del latín inférnum o ínferus, que significaba “por debajo de, lugar inferior, subterráneo. De semejante manera, la palabra “Hell” en inglés simplemente significaba “lo que es cubierto o fuera de vista,” y por lo tanto el mundo invisible de los muertos. Así que, el problema con la palabra infierno en español no tiene que ver con su significado real, sino con el sentido adquirido por las tradiciones de los hombres. Lo mismo sucedió con la palabra reprobado que sucedió con la palabra infierno. Las doctrinas tradicionales de los hombres han adjuntado un significado más allá de la definición verdadera de desaprobación, descalificación o rechazo, tergiversando la naturaleza de Dios, presentando Su reprobación de los no arrepentidos como si fuera eterna y no correctiva. Una página web popular define reprobación de la siguiente manera: “Reprobación es el término utilizado para describir aquellos que por defecto son abandonados en su naturaleza humana caída al pecado para ser eternamente condenados.” [1] Esta definición es más blanda de la que dan los Calvinistas Reformados. Según esta definición, Dios no activamente predestina a los reprobados a la condenación eterna: Él simplemente los abandona a su estado perdido sin extenderles gracia. Dicen que son reprobados por defecto. Por otro lado, los Calvinistas Reformados enseñan que Dios Mismo los predestinó a tormento eterno, como le ha placido, con motivo de magnificar Su justicia. Definen reprobación divina de la siguiente manera: “La reprobación es el decreto eterno de Dios en lo cual Él preordinó que ciertas personas serían excluidas del número de los que son salvos por gracia, y que esas mismas personas experimentarían su justa ira… Dios decreta que ciertos individuos serían castigados justamente con el propósito de magnificar la justicia y gracia de Dios y que Su castigo es…según su beneplácito.” [2] Los Arminianos intentan ablandar esta doctrina tradicional de la reprobación eterna, diciendo que Dios no preordinó que fueran reprobados, sino que Él simplemente sabía de antemano que ellos resistirían Su gracia, así llegando a ser reprobados por su propio libre albedrío. Sin embargo, sea por preordinación o por previo conocimiento, cualquiera teodicea que intenta presentar a un Creador benevolente como creando al hombre en Su propio imagen y semejanza, sabiendo desde el comienza que Él tendría que sostenerlos en un estado de tormentos en fuego sin fin es problemático, a decir lo menos. ¿Qué Escrituras presentan para apoyar su creencia que la reprobación de Dios es un rechazo eterno e irreversible? El único versículo que he visto que presentan para apoyar su afirmación que Su reprobación es irreversible es Hebreos 12:17 donde dice que Esaú no tuvo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas. [3] Sin embargo, viendo el contexto, es evidente que lo que Esaú no pudo recuperar, aunque lo procuró con lágrimas, fue la bendición de su padre Isaac, no el perdón de Dios y salvación de un infierno eterno (Gen 27:37-38). Un infierno eterno ni siquiera se encuentra mencionado en todo el Antiguo Testamento. La Causa de Reprobación Vemos en las Escrituras que, aunque Dios no activamente reprueba a nadie, puede llegar a un punto donde Dios entrega a los que se niegan a arrepentirse a una mente reprobada si persisten en su rebeldía, obstinadamente suprimiendo la verdad, con tal de continuar en su injusticia (Rom 1:18-28). Es posible llegar a un punto donde el Espíritu de Dios ya no contenderá con ellos y están apartados para juicio (Gen 6:3; Rom 9:22). Dios les dio a los antediluvianos 120 años para arrepentirse mientras Noé construía el arca, pero tan pronto las puertas fueron cerradas, ya no había más oportunidad para evitar Su juicio. En Romanos 1, Pablo explica como Dios una vez más entregó a los posdiluvianos a una mente reprobada o desaprobada (una manera de pensar no aceptable para Dios), viendo que no estaban dispuestos a retener el conocimiento de Él. Él dijo: “Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad… 21 Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido… 24 Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, 25 ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén. 26 Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aún sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, 27 y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío. 28 Y como ellos no aprobaron (dokimazo) tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada (adókimos “desaprobado”), para hacer cosas que no convienen.” (Rom 1:18,21,24-28) Aquí vemos que no es por la preordinación de Dios que uno es reprobado, como dicen los Calvinistas. Más bien, cuando Dios ve que ellos no aceptan o aprueban retener el conocimiento de Él, llega un punto donde Él concede su deseo, entregándolos a su propia mente reprobada. Tres veces en estos pocos versículos vemos repetida la frase “Dios los entregó.” En respuesta a la insistencia persistente del hombre en hacer su propia voluntad, llega un punto donde Dios finalmente le dice, “hágase tu voluntad.” Su Espíritu ya no contienda con él. Vemos una escena similar a la de Romanos 1 sucediendo preciso antes del retorno de Cristo, con unas diferencias notables. En Romanos 1 dice que los impíos “no aprobaron tener en cuenta a Dios.” En 2Tesalonisenses dice básicamente lo mismo acerca de aquellos que son entregados a una mente reprobada, diciendo que ellos “no recibieron el amor de la verdad para ser salvos” (2Tes 2:10). Sin embargo, esta vez vemos que, en juicio, Dios no solamente deja de contender con ellos, sino que activamente los entrega para crean la mentira. Sigue diciendo: “Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, 12 a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia.” (2Tes 2:11-12) Esto habla de la gran apostasía anterior al retorno de Cristo que prepara el camino para el Anticristo o el hombre de pecado (2Tes 2:3-4). Daniel habló de esta apostasía bajo el Anticristo diciendo: “Con lisonjas seducirá a los violadores del pacto; mas el pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará.” (Dan 11:32) Es una buena señal cuando uno siente convicción cuando hay pecado no arrepentido en sus vidas. Es una indicación que el Espíritu Santo todavía esta contendiendo con ellos, convenciéndolos de su pecado. Me entristece mucho ver tantos hoy en día viviendo en pecado que dicen que antes se sentían mal por lo que estaban haciendo, pero una vez que tomaron la decisión de que ese pecado iba a definir quienes eran, ellos sintieron paz. Esa “paz” que uno siente cuando ya no siente convicción por el pecado en sus vidas es una paz falsa y debe ocasionar gran preocupación. Pablo habla de aquellos quienes, habiendo perdido toda sensibilidad se entregaron a la lascivia y toda clase de impureza (Ef 4:19). Este es una señal muy clara de una mente reprobada. Si sientes que estás llegando a ser indiferente al pecado en tu vida, clame a Dios pidiendo que te conceda el arrepentimiento para que vuelvas en ti, y escapes del lazo del diablo donde has estado cautivo a la voluntad de él (2Tim 2:25-26). La Naturaleza Temporal y Remedial de la Reprobación Las doctrinas Calvinistas y Arminianos de los hombres han llevado a muchos a concluir que una vez uno haya sido entregado a una mente reprobada están perdidos para siempre, y después del juicio ellos, o serían incinerados (Aniquilacionismo), o sujetados a tormentos sin fin en fuego (Infernalismo Eterno). Sin embargo, aunque es posible que uno que rechazara a Dios persistentemente puede ser entregado a su propia voluntad y puesto aparte hasta el día del juicio, todos los juicios de Dios son correctivos, y con el tiempo resultan en la restauración, no en reprobación o rechazo eterno. El profeta Jeremías reveló algo de la naturaleza de Dios que demasiados cristianos pasan por alto. Primero él profetizó diciendo lo siguiente acerca del pueblo de Dios que había sido entregado al juicio debido a su inmundicia e idolatría: “Plata desechada (ἀποδοκιμάζω, apodokimazo) los llamarán, porque Jehová los desechó (ἀποδοκιμάζω).” (Jer 6:30) Aquí en el griego LXX vemos un cognado de la misma palabra para reprobado usado para referirse al mismo pueblo escogido de Dios que había sido rechazado por Dios y apartado para juicio. Sin embargo, después de que Jerusalén había sido destruido por los Babilonios en 586 a.C. Jeremías los consoló con esta revelación acerca de la fidelidad de Dios hacia todos los hijos de los hombres extraviados, diciendo: “Porque el Señor no desecha para siempre; Antes si aflige, también se compadece según la multitud de sus misericordias; Porque no aflige ni entristece voluntariamente a los hijos de los hombres.” (Lam 3:31-33) Aunque son llamados plata reprobada o desechada por su impureza moral y no hubo manera de escapar el juicio determinado contra ellos, él deja en claro que Dios nunca abandonará ninguno de los hijos de los hombres permanentemente, sino que tendrá misericordia de ellos. La expresión “los hijos de los hombres” es inclusiva de toda la humanidad y no solamente el pueblo escogido de Dios. El profeta Isaías también dijo de Israel que habían llegado a ser reprobados, así como plata contaminada. Él dijo: “Tu plata se ha convertido en escorias (ἀδόκιμος, adókimos)…” (Isa 1:22). A través del trato de Dios con Israel, podemos ver lo que Él hace con los reprobados (adókimos) que Él ha apartado para juicio. Por medio del profeta Ezequiel podemos ver lo que Dios, el Maestro Fundidor y el Fuego Consumidor, hace con los reprobados: “Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 18 Hijo de hombre, la casa de Israel se me ha convertido en escoria; todos ellos son bronce y estaño y hierro y plomo en medio del horno; y en escorias de plata se convirtieron. 19 Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: Por cuanto todos vosotros os habéis convertido en escorias, por tanto, he aquí que yo os reuniré en medio de Jerusalén. 20 Como quien junta plata y bronce y hierro y plomo y estaño en medio del horno, para encender fuego en él para fundirlos, así os juntaré en mi furor y en mi ira, y os pondré allí, y os fundiré. 21 Yo os juntaré y soplaré sobre vosotros en el fuego de mi furor, y en medio de él seréis fundidos. 22 Como se funde la plata en medio del horno, así seréis fundidos en medio de él; y sabréis que yo Jehová habré derramado mi enojo sobre vosotros.” (Ezeq 22:17-22) ¿Qué hace Dios con los reprobados? ¿Los desecha para siempre? No, Dios no desecha ninguno de los hijos de los hombres para siempre. En lugar de eso, Él los aparta para juicio para ser echados al horno de aflicción, como un fundidor de metales preciosos haría con el metal precioso contaminado con impurezas, hasta que toda su escoria sea consumida y es limpio y puro. Explico con más detalle sobre la metáfora de Dios como el Maestro Fundidor y el Fuego Consumidor en mi blog, Azufre, Sal y el Fuego del Fundidor. El resultado final del horno de fuego de Dios para Israel reprobado es que sale del horno puro y separado del pecado. Así como en el caso de un padre que disciplina su hijo, Su fuego es en realidad Su amor actuando contra el pecado en sus vidas. El resultado final de Sus juicios contra Israel es el fruto pasible de la justicia, como vemos más adelante en Ezequiel 36. “Y yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país. 25 Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. 26 Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.” (Ezek 36:24-26, cf., Rom 11:26-27). El resultado final del horno de fuego de aflicción de Dios para Israel es que salen purificados de toda su inmundicia y reciben un corazón nuevo. Esto no solamente es cierto para Israel, el pueblo elegido de Dios. Lo mismo aplica con Su aflicción de todos los hijos de los hombres, que Él ha creado. Vemos que aún los reprobados Sodoma y Samaria algún día habrán sido restaurados (Ezeq 16:53-55). Dios es amor y, por lo tanto, Él no aflige voluntariamente ninguno de los hijos de los hombres que Él ha creado. Lo que Él hace, lo hace para su propio beneficio. Por lo tanto, podemos ver que la reprobación de Dios de los hijos de los hombres, igual como con Israel apóstata, no es un rechazo eterno, sino temporal y remedial. [1] https://www.gotquestions.org/reprobation.html [2] https://www.thegospelcoalition.org/essay/doctrine-of-reprobation/ [3] Aunque nunca he visto 1Crónicas 28:9 presentado para apoyar la creencia en la reprobación eterna, por unos años como Arminiano pensaba que David estaba advirtiéndole a Salomón de reprobación eterna cuando le dijo: “si lo dejares, él te desechará para siempre.” Sin embargo, después de un estudio más cuidadoso del pasaje me di cuenta de que David no estaba refiriéndose a la salvación eterna de Salomón. David recordaba como antes de ser rey sobre Israel, el rey Saúl había sido rechazado permanentemente como rey por Dios debido a su desobediencia. Samuel le dijo al rey Saúl: “Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey” (1 Samuel 15:23). La única manera en que Saúl fue desechado fue para no ser más rey. De la misma manera, creo que el rechazo irrevocable de que David advertía a Salomón tuvo que ver con ser rechazado como rey, no una perdición eterna. En el griego LXX, los traductores, siendo familiarizados como eran con el idioma hebreo, lo tradujeron como “desechazado hasta el final” (εἰς τέλος), y no “para siempre.” En otras palabras, Dios le quitaría definitivamente del trono. Así lo entendieron los traductores de la versión CEE. Ellos lo tradujeron, “si lo abandonas, te desechará definitivamente.” Yo sé que aquí en Colombia, si uno con cargo político llega a ser condenado por un delito, jamás puede volver a tener cargo político por el resto de su vida. Creo que eso era lo que David estaba diciendo a Salomón.
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