Los Argumentos Escriturales
por George Sidney Hurd Habiendo ya examinado los problemas morales y lógicos presentados por la creencia en la reencarnación, ahora podemos dirigir nuestra atención a algunos textos de las Escrituras presentados para apoyar esta teoría. Algunos afirman que la mayoría de las referencias a la reencarnación fueron quitadas del Nuevo Testamento por la Iglesia Romana comenzando en el siglo VI, pero sin evidencias sustanciales. De hecho, las evidencias de manuscritos escritos antes del siglo VI desmientan esa teoría. Además, vemos la esperanza de la resurrección también en el Antiguo Testamento. En Génesis 3:19 Dios le dijo a Adán, “pues polvo eres, y al polvo volverás.” Sin embargo, desde el principio vemos la esperanza de ser resucitado. Se cree que el libro de Job fue el primer libro escrito en la Biblia. Job claramente expresa su expectativa de la resurrección en el día del fin. Él dijo: “¡Oh, quién me diera que me escondieses en el Seol, que me encubrieses hasta apaciguarse tu ira, que me pusieses plazo, y de mí te acordaras! 14 Si el hombre muriere, ¿volverá a vivir? Todos los días de mi edad esperaré, hasta que venga mi liberación.” (Job 14:13-14) Job, en su gran sufrimiento, esperaba morir y permanecer oculto en el hades hasta el tiempo señalado de Dios para resucitarlo. Algunos proponentes de la reencarnación argumentarían que “hasta que venga mi liberación” refiere a una reencarnación y no la resurrección. Veremos el significado de las palabras griegas pálin gínomai utilizadas aquí en el LXX del Antiguo Testamento más adelante. Por el momento me gustaría enfatizar que no existe evidencias de la creencia en la reencarnación antes del 1100 a.C. y Job precede eso por al menos 500 años. Además, a continuación, llega a ser aún más evidente que la esperanza de Job era la de ser resucitado en el día final cuando él sería resucitado y llevado a la presencia de Dios. Él dijo: “Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; 26 y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios; 27 al cual veré por mí mismo, y mis ojos lo verán, y no otro, aunque mi corazón desfallece dentro de mí.” (Job 19:25-27) Claramente, Job estaba anhelando la resurrección de su cuerpo en el día final en vez de estar anticipando una reencarnación. Él esperaba ver a Dios en su cuerpo resucitado de carne. Cuando llegamos al libro de Daniel la resurrección es claramente presentada como ocurriendo después de la Gran Tribulación: “En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro. 2 Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua. 3 Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad.” (Dan 12:1-3) Aquí vemos la resurrección ocurriendo al final de la Gran Tribulación, que sería la Segunda Venida de Cristo, así como Cristo mismo explica (Matt 24:29-31). Aquellos que afirman que la Iglesia Romana quitó toda referencia a la reencarnación tienen que explicar por qué el Antiguo Testamento del pueblo hebreo también tiene referencias a la resurrección y no a la reencarnación. Estas referencias no pueden ser confundidas como siendo reencarnaciones, dado que la resurrección es colectiva y no individual. Isaías habla de esta resurrección colectiva: “Tus muertos vivirán; junto con mi cuerpo muerto resucitarán. Despertad y cantad, moradores del polvo! porque tu rocío, cual rocío de hortalizas; y la tierra echará los muertos.” (Isa 26:19 SRV) Todos estos pasajes del Antiguo Testamento hablan de una resurrección del cuerpo a la inmortalidad física, así como vemos presentado en el Nuevo Testamento. Pablo dice, “Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán?” (1Cor 15:35). Continúa explicando que es un cuerpo incorruptible, no del polvo de la tierra como nuestro cuerpo actual, sin embargo, un cuerpo real (1Cor 15:44-45,48). Algunos, no logrando entender que nuestro cuerpo glorificado es un cuerpo espiritual, piensan que Dios necesita el mismo polvo de nuestro cuerpo viejo para poder resucitarnos. Por esa razón, la Iglesia Romana a veces quemaba los cuerpos de los “herejes” (a menudo eran verdaderos santos) y lanzaban las cenizas al río, pensando que eso haría imposible que Dios los levantara. De semejante manera, algunos ateos piden que sus cenizas sean esparcidas en el mar por si acaso. Pero nuestro cuerpo nuevo no será del polvo. Pablo dijo que sería un cuerpo igual al cuerpo glorificado de Cristo que podría materializarse o desmaterializarse, y sin embargo Jesús dijo que Su cuerpo no era un espíritu, sino que tenía carne y huesos (1Cor 15:48-49; 1Jn 3:2; Lucas 24:36-43). Jesús dijo que seríamos como los ángeles que son espíritus, y sin embargo pueden aparecer en cuerpos de carne y hueso tangibles (Mt 22:30; Heb 13:2; Gen 18:2 cf. 19:1; Jueces 13:15). Aunque, como veremos, el Nuevo Testamento implica que algunos erróneamente creían en la reencarnación en el tiempo del ministerio de Jesús, la totalidad de la enseñanza, tanto del Antiguo, como el Nuevo Testamento, claramente enseñan una resurrección corporal, seguida por el juicio. Jesús dijo: “No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; 29 y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.” (Juan 5:28-29) En las enseñanzas de Jesús, la resurrección a menudo es mencionada, pero ni siquiera una sola vez admite la posibilidad de reencarnaciones múltiples (Mt 12:25-26; 22:30; 24:29; Lucas 20:37; Jn 11:24-25). En los tiempos del Nuevo Testamento había dos sectas principales entre los judíos – los fariseos que creían en la resurrección del cuerpo al final de la época y los saduceos que negaban que había una resurrección. Aunque había unos pocos judíos místicos en ese tiempo que creían en la reencarnación por la influencia de Platón, combinada con el misticismo oriental, la doctrina esotérica de los judíos Cabalísticas de hoy en día no surgió hasta el siglo XIII. Aunque la creencia en la reencarnación es indirectamente mencionada en el Nuevo Testamento, el Nuevo Testamento enseña la resurrección y no la reencarnación. Pablo, en su defensa ante el concilio dijo, “acerca de la esperanza y de la resurrección de los muertos se me juzga” (Hch 23:6-8). La reencarnación hubiera sido apasionadamente rechazada en el concilio judío. Cuando Pablo habló ante los hombres de Atenas acerca de la resurrección de los muertos se burlaban de él (Hch 17:32). La creencia platónica de la reencarnación era respetada en Atenas en ese tiempo y, por lo tanto, él no hubiera sido burlado por haberles hablado de la reencarnación. Un pasaje que brevemente mencioné en el blog anterior excluye de manera específica y categórica cualquier concepto de una reencarnación: “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio, 28 así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.” (Heb 9:27-28) Las Escrituras presentan uniformemente la muerte física como sucediendo una sola vez. Así como el hombre muere una sola vez y entonces enfrentará el juicio, de la misma manera Cristo murió una sola vez en nuestro lugar, llevando en Sí Mismo el justo juicio o condenación debido a nosotros. Como Pedro dice: “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu (1Pedro 3:18). Él sufrió y murió por nuestros pecados de una vez por todos. Por lo tanto, los que están unidos a Cristo por la fe en esta vida no enfrentarán un juicio condenatorio al morir (Jn 5:24; 5:29; Rom 8:1). Los demás serán juzgados según sus obras y recibirán su parte en el Lago de Fuego purificador que es la segunda muerte (Apo 20:13-15; 21:8; 2:11). Examino lo que significa el Lago de Fuego en mi blog, “Azufre, Sal y el Fuego del Fundidor.” Los que no mueren a la carne y la vida del YO en esta vida, serán purificados en el fuego de la aflicción, llamado el Lago de Fuego y no por medio de milenios de repetidas reencarnaciones. Términos equivocados por reencarnación 1) Regeneración (poliggenesía) “Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración (poliggenesia), cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. 29 Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna. 30 Pero muchos primeros serán postreros, y postreros, primeros.” (Mateo 19:28-30) “nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración (poliggenesía) y por la renovación en el Espíritu Santo, 6 el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, 7 para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna.” (Tito 3:5-7) “Si el hombre muriere, ¿volverá a vivir? Todos los días de mi edad esperaré, hasta que venga mi liberación (LXX pálin gínomai ‘llegar a ser otra vez’).” (Job 14:14) La palabra poliggenesía está compuesta de pálin que significa “otra vez” y génesis que significa “origen o nacimiento.” Solamente aparece dos veces en la Biblia y en ambas instancias es en el Nuevo Testamento. En el LXX traducción del Antiguo Testamento del hebreo al griego solo aparece una vez, y como dos palabras separadas en Job 14:14. Algunos argumentan que poliggenesía significa reencarnación. Sin embargo, en la literatura secular de los tiempos bíblicos poliggenesía tenía dos sentidos, dependiendo del contexto donde aparece. Pero ninguno de los dos sentidos habla de la reencarnación. La Diccionary of the New Testament (Kittel) dice lo siguiente acerca de su significado: “La palabra primero parece haber adquirido un significado en el estoicismo y su doctrina de la renovación del mundo después de una purificación por el fuego (ekpúrosis)… En un fragmento de Terentius Varro (en Aug. Civ. D., 22,28) poliggenesía se usa del nuevo nacimiento de individuos en una etapa del mundo, y esto es aceptado como el uso griego general. Así que la palabra tiene un sentido individual y también un sentido cósmico… Debe ser notado que en esta conexión que, tanto en el estoicismo y en el judaísmo, la poliggenesía está en el futuro. En el anterior sigue el futuro ekpúrosis; en el posterior pertenece al juicio futuro.” (énfasis mío) [1] Así que, vemos que, en la literatura extrabíblica de aquella época la palabra podría tener referencia a la restauración futura del mundo, la resurrección futura, o al renacimiento de individuos. En Mateo 19:28 Jesús claramente está utilizando la palabra en su sentido estoico, refiriendo a la restauración de la Tierra. [2] En Tito 3:5 refiere a nuestra regeneración espiritual. En ninguna de las dos instancias se refiere a una reencarnación física como algunos han argumentado. 2) Nacido de Nuevo (genáo ánothen, anagenáo) “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo (genáo ánothen), no puede ver el reino de Dios. 4 Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? 5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. 7 No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo (genáo ánothen). 8 El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.” (Juan 3:3-8) Algunos han interpretado las palabras de Jesús, “Os es necesario nacer de nuevo” como si dijera que es necesaria la reencarnación. Sin embargo, hay al menos dos razones por qué Jesús no pudo haber estado refiriendo a la reencarnación. El primer lugar, ánothen es de ano que principalmente significa “arriba.” No es simplemente otro nacimiento, sino un nacimiento de arriba. Por ese motivo varias traducciones la traducen “nacido de arriba” o incluyen esa lectura en las anotaciones. En segundo lugar, el nuevo nacimiento no es físico como fue nuestro primer nacimiento. Nicodemo estaba confundido acerca de esto de una manera semejante a la de los reencarnacionistas. Él le preguntó a Jesús: “¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?” Ni se le ocurrió a Nicodemo la posibilidad de la reencarnación. Pero similar a los reencarnacionistas, él estaba confundido, pensando que Jesús estaba hablando de un nacimiento físico. Si la reencarnación fuera una consideración para Nicodemo, él no le hubiera respondido a Jesús de una manera tan perpleja, preguntándole cómo sería posible entrar otra vez en el vientre de su propia madre. Jesús le respondió diciendo que no es el cuerpo que tiene que nacer de nuevo, sino el espíritu del hombre. Él le dijo: “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.” Cuando nacimos la primera vez fue por simiente del hombre, pero cuando nacemos de nuevo es por simiente de Dios que es Espíritu. Como dice Pedro: “siendo renacidos (anagenáo), no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.” (1Pedro 1:23) Cuando nuestro espíritu estaba muerto en nuestros delitos y pecados, Dios nos dio vida (Ef 2:1,5). Esto es un nacimiento espiritual, no físico. Nuestros espíritus fueron vivificados con la vida eterna de Cristo que ahora es nuestra vida y por lo tanto somos un espíritu con Él (1Cor 6:17). ¡Esto es algo mucho más glorioso que reencarnándose o incluso llegando al estado de Brahmín donde uno pierde su identidad, llegando a ser uno con la consciencia cósmica impersonal! ¿Enseñaba Jesús la Reencarnación? Unas personas piensan que Jesús, en un par de ocasiones, enseñó la reencarnación. Vamos a examinar brevemente estos pasajes. El Hombre que Nació Ciego “Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. 2 Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? 3 Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él.” (Juan 9:1-3) La pregunta que hicieron los discípulos de Jesús implica que ellos creían en la reencarnación. La única manera que un hombre podría nacer ciego debido a su propio pecado es haber vivido antes de nacer. Sin embargo, en vez de entrar en un discurso para corregir su creencia errada de la reencarnación, Jesús simplemente les respondió diciendo: “No es que pecó éste, ni sus padres.” Había mucho folklore y supersticiones entre la clase común de los discípulos, de la misma manera que existen en ciertas regiones hoy en día. Como ya hemos visto, Jesús enseñaba resurrección – no reencarnación. El hecho de que no se detuvo para darles un discurso acerca de la resurrección no debe ser tomado como evidencia de que Él creía en la reencarnación. Cuando vieron a Jesús caminando sobre el agua y los discípulos gritaron, “¡Un fantasma!” y Jesús sencillamente respondió diciendo, “¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!” no necesariamente significa que Él creía en fantasmas de la misma manera que ellos (Mt 14:26-27). Gran parte de las Escrituras deben ser entendidas como descriptivas – no prescriptivas. Las enseñanzas propias de Jesús excluyen la reencarnación – no la afirman. Elías y Juan el Bautista Contrario a lo que muchos que buscan encontrar la reencarnación en la Biblia afirman, en ninguna parte dice que Juan el Bautista era Elías. Los hijos de Israel estaban anticipando la venida de Elías porque fue profetizado en Malaquías 4:5 que él vendría antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. Elías es un caso único, considerando que, debido a la caída, es dado al hombre morir, y sin embargo él fue llevado al cielo sin ver la muerte (Heb 9:27; 2Reyes 2:11). Esto puede ser una de las razones por que en los postreros días él será enviado para preparar el camino para la venida de Cristo que iniciará el día del Señor. Es probable que él sea uno de los dos testigos durante la Gran Tribulación que será matado pero resucitará después de tres días, siendo arrebatado al cielo (Apo 11:3-12). Algunos han concluido que Juan el Bautista fue Elías porque el ángel que anunció su nacimiento a su padre le dijo que Juan iría delante del Señor “con el espíritu y el poder de Elías.” Sin embargo, viendo estas palabras en su contexto, es claro que tiene referencia a la unción que estaría sobre él y el ministerio que él cumpliría, en vez de ser una reencarnación de Elías. El ángel dijo: “porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre. 16 Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos. 17 E irá delante de él CON EL ESPÍRITU Y EL PODER DE Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.” (Lucas 1:15-17) Dios le ungió a Elías con poder y autoridad para volver los corazones de los Israelitas de sus idolatrías a Él. De la misma manera, Juan el Bautista fue ungido con el mismo espíritu y poder que antes reposaba sobre Elías. Es el mismo espíritu que Elías pidió que recibiera en el momento que Elías fuera llevado al cielo: “Cuando habían pasado, Elías dijo a Eliseo: Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea quitado de ti. Y dijo Eliseo: Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí.” (2Reyes 2:9) Aquí vemos a Eliseo pidiendo a Elías que una doble porción de su espíritu viniera sobre él cuando Elías fuera llevado al cielo. En esta ocasión es muy claro que el espíritu de Elías sobre Eliseo no tiene referencia a una reencarnación, dado que ambos estaban vivos en el momento y el espíritu de Elías era algo que vino sobre Eliseo en el momento que Elías fue llevado al cielo. Que el “espíritu y poder de Elías” no es Elías mismo reencarnado se hace aún más evidente cuando los judíos le preguntaron a Juan si era Elías y él les respondió diciendo, “No soy” (Jn 1:21). Cuando seguían insistiendo que les dijera quién era, él simplemente respondió, “Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor (Jn 1:23 cf. Lucas 7:27). Entonces, en vez de que el espíritu y el poder de Elías tenga referencia a la reencarnación, hablaba de una unción para un ministerio similar a la unción de Elías. Lo que confunde a algunos son las palabras de Jesús acerca de Juan el Bautista cuando dijo: “Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir. El que tiene oídos para oír, oiga” (Mt 11:14-15). Aquí vemos a Jesús diciendo que, si Israel hubiera sido dispuesto a recibirlo, Juan habría sido Elías que vendrá para preparar el camino para su Mesías/Rey. Sin embargo, pocos días después, Herodes su rey decapitó a Juan, y cuando Cristo formalmente se presentó como el Mesías y Rey de Israel, ellos lo rechazaron y el reino les fue quitado y dado a los gentiles (Lucas 19:37-44). La razón por la que Jesús dijo, “El que tiene oídos para oír, oiga,” en referencia a que Juan sea Elías es porque Jesús sabía desde el principio que Israel no iba a recibir el mensaje de Juan y que iban a rechazarlo, crucificando a su Rey y Mesías. Su primera venida era como su Mesías – Su Segunda Venida será para reinar como el Rey de reyes cuando ellos finalmente le darán la bienvenida diciendo: “Bendito el que viene en el nombre del Señor” (Mt 23:39). Debido a que los Suyos no le recibieron, Juan no era Elías – Elías está por venir aún, así como Jesús le explicó a Pedro, Jacobo y Juan mientras descendían del monte de la transfiguración donde Jesús había estado hablando con Moisés y Elías: “Entonces sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero? 11 Respondiendo Jesús, les dijo: A la verdad, Elías VIENE primero, y restaurará todas las cosas. 12 Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo del Hombre padecerá de ellos. 13 Entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista.” (Mt 17:10-13) Cuando ellos vieron a Elías hablando con Jesús, se dieron cuenta que Elías no era el mismo Juan el Bautista que ellos habían conocido. Creyendo que Elías tenía que venir antes del Cristo, le preguntaron a Jesús, “¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero?” No fue hasta que Jesús les explicó que Juan el Bautista hubiera cumplido el papel de Elías si Israel hubiese recibido su mensaje, que ellos entendieron que Elías estaba aún por venir. Esto puede ocasionar confusión para algunos. Es por eso que Jesús dijo que tendrían que poner atención para poder entenderlo (Mt 11:15). Juan el Bautista vino en el “espíritu y poder de Elías,” y sin embargo Juan mismo dijo que no era Elías. Jesús les dijo a los judíos que Juan era Elías “si queréis recibirlo,” pero no lo recibieron y por lo tanto el reino les fue quitado y dado a otros hasta el tiempo en que ellos Lo reciban (Mt 23:39; Rom 11:25-26). Así que, aunque algunos intentan encontrar la reencarnación en las Escrituras, al mirar más de cerca es evidente que, aunque algunos judíos místicos de ese tiempo creyeron en la reencarnación, las Escrituras claramente enseñan que uno vive y muere una sola vez y después espera una resurrección para el juicio. Muy a menudo la razón por la que una persona busca encontrar la reencarnación en las Escrituras en vez de aceptar la doctrina de la resurrección es que no quieren tener que enfrentar el juicio delante de Dios después de la muerte. Sin embargo, la solución no es negar la resurrección, sino recibir a Cristo como su Salvador y Señor, porque Él ya fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación (Rom 4:25). Por lo tanto, podemos estar confiados acerca de ese día porque ahora ya no hay condenación para los que están en Cristo Jesús (Rom 8:1). Dos Caminos Opuestos para la Salvación El error más crítico de la reencarnación es que presenta un camino a la salvación aparte de Jesucristo nuestro Salvador. Jesús dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6). Romanos 3:20 dice: “por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.” Pablo dice: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Ef 2:8-9). En contraste a esto, la ley de karma es la auto-salvación – es la salvación por obras con esteroides – el opuesto total del evangelio de nuestro Señor Jesucristo. En las Escrituras la salvación es un regalo para ser recibido – no una meta inalcanzable para alcanzar. ¡Yo no cambiaría el regalo de la vida eterna en Jesucristo por un millón de vidas! [1] Theological Dictionary of the New Testament. Copyright © 1972-1989 By Wm. B. Eerdmans Publishing Co. [2] El historiador judío Josefo lo utilizaba de la renovación de la tierra de Israel después de un período de desolación, mientras el filósofo judío Josefo lo utiliza para describer la renovación de la Tierra después del diluvio.
0 Comments
Leave a Reply. |
CategorÍAs_____________
La Infalibilidad de la Biblia
El Amor de Dios
El Temor de Dios
La Cuestión del Mal
Entendiendo la Expiación
Homosexualidad y la Biblia
Reencarnación
El Teísmo Abierto
Respuestas a Objeciones:El Plan Glorioso de Dios
La Manifestación de los Hijos de Dios
¿Ha Rechazado Dios a Su Pueblo Israel?
La Trinidad y la Deidad de Cristo
La Preexistencia Eterna de Cristo
Preterismo vs. Futurismo
La Doctrina de 2 Evangelios
|