por George Sidney Hurd
Lo siguiente fue tomado del libro, El Triunfo de la Misericordia. Apocalipsis capítulo 20 termina con el juicio del Gran Trono Blanco donde los muertos son juzgados según sus obras y todos los que no se hallan escritos en el libro de la vida son lanzados al lago de fuego. Desde el punto de vista tradicional, el destino eterno de cada ser racional es sellado sin posibilidad de salvación jamás para los que no se hallan escritos en el libro de la vida en ese momento. En el capítulo 21, después del juicio, vemos la Nueva Jerusalén descender del cielo sobre una nueva Tierra. El resto del capítulo es una descripción de esta ciudad celestial. Hasta llegar al final del capítulo, uno podría pensar que, como el arca de Noé, sus puertas estarán cerradas para siempre en el día del juicio, sin posibilidad de que entrara ni una persona más. Y eso es lo que la tradición nos enseña. Sin embargo, los versículos 24 en adelante nos indican que las puertas de la Nueva Jerusalén nunca estarán cerradas para las naciones: “Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella. 25 Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche. 26 Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella. 27 No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero. 22:1 Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. 2 En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones.” (Apo 21:24-22:3) Hay varias cosas en estos versículos que indican que hay restauración más allá del juicio del Gran Trono Blanco. En primer lugar, vemos en el versículo ocho del capítulo 21 que los condenados en el juicio recibirán “su parte” en el lago de fuego. Como no estaban escritos en el libro de la vida en el tiempo del juicio, serán juzgados según la obra de cada uno. Esto en si implica una sentencia medida que termina. Como dijo Jesús “no saldrán de allí hasta que…” Las expresiones “su parte” y “hasta que” implican una duración limitada, iguales como las expresiones “pocos azotes” – “muchos azotes” requieren duración limitada. Muchos azotes no pueden ser entendidos como “azotes eternos”, como tampoco podemos decir que muchos siglos (por los siglos de los siglos) significa la eternidad. Son una medida indefinida de “muchos azotes” o de “muchos siglos” pero definitivamente no significa sin fin. En cuanto a los que no se hallan escritos en el libro de la vida en el juicio, no hay nada en las Escrituras que implica que los nombres no pueden estar escritos en el libro más adelante. De hecho, vemos que, en Cristo, todos sin excepción, serán vivificados en su debido orden (1Cor 15:22-23). Lo único que vemos acerca del libro de la vida es que, aunque las puertas nunca serán cerradas, ninguno entrará en la Nueva Jerusalén hasta que su nombre se halle inscrito en el libro de la vida del Cordero (v. 27). Si no hubiera posibilidad de estar inscrito en el libro de la vida después del juicio del Gran Trono Blanco, ¿Por qué vuelven a consultar al libro de la vida del Cordero para asegurar que las personas de afuera que desean entrar por las puertas de la Nueva Jerusalén se hallan escritos si ninguno en el lago de fuego jamás tiene la posibilidad de salir de allí y ser escrito en el libro de la vida? En los últimos dos capítulos de Apocalipsis, después del juicio del Gran Trono Blanco, en la nueva tierra, aún está abierta la invitación a pecadores a entrar por las puertas de la Nueva Jerusalén: “Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad. 15 Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira.” (Apo 22:14-15) “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.” (Apo 22:17) Aquí vemos el Espíritu y la Esposa extendiendo la invitación a “el que quiera”, a los que “laven sus ropas” para estar escrito en el libro de la vida y así tener derecho a “entrar por las puertas” de la Nueva Jerusalén, para que “tome del agua de la vida” gratuitamente. Para este tiempo, en la nueva tierra, la Iglesia ya se habrá convertido en la Esposa del Cordero, que habita con Él en la Nueva Jerusalén que descendió sobre la nueva Tierra (21:9). El agua de la vida está ya fluyendo del río del agua de la vida, del trono en la Nueva Jerusalén, que tiene el árbol de la vida en ambos lados, que es para la sanidad de las naciones (22:1,2). También, el Salmo 87 parece tener referencia a este tiempo futuro cuando las naciones entrarán por las puertas de Sion donde están las fuentes de agua viva (v.7). Sus nombres serán escritos allí como los que espiritualmente han nacido de nuevo (v.5,6). Ninguno de los detalles de esta invitación en Apocalipsis 22 hubiera tenido aplicación en la antigua tierra antes del Juicio del Gran Trono Blanco. Antes de la Segunda Venida la Iglesia aún no era la Esposa del Cordero, pero aquí es la Esposa que dice “ven”. La Nueva Jerusalén aún no había descendido sobre la nueva tierra hasta después del juicio del Gran Trono Blanco y aún no existía en la tierra el lugar dónde uno podría entrar por sus puertas y tomar del árbol de la vida, y tomar del río del agua de la vida. Estas son condiciones particulares a la nueva Tierra, y sin embargo vemos que aún hay los de afuera que están invitados por la Esposa a entrar y tomar del agua de la vida gratuitamente. Si los del lago de fuego no pueden ser lavados y restaurados, entonces, ¿de dónde vienen estos pecadores que necesitan lavar sus ropas para poder entrar por las puertas en la Nueva Jerusalén? Los tradicionalistas tienen dificultad en explicar cómo personas en necesidad de purificación y sanidad pueden aún estar presentes en la nueva tierra después de que los injustos fueron lanzados al lago del fuego después del juico del Gran Trono Blanco; pero armoniza perfectamente con la creencia de la restauración universal de todos. Es mi convicción que el lago de fuego no es un lago geográfico en sentido literal como tampoco es literal el mar del cual sube la bestia en capítulo 13 (13:1). Tampoco creo que el fuego y azufre sean literales. Dice que ellos serán atormentados con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero: “…y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero; 11 y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos.” (Apo 14:10-11) En la descripción del juicio contra Edom por boca del profeta Isaías, vemos descripciones muy similares que pocos tomarían en sentido literal: “Y sus arroyos se convertirán en brea, y su polvo en azufre, y su tierra en brea ardiente. 10 No se apagará de noche ni de día, perpetuamente subirá su humo; de generación en generación será asolada, nunca jamás pasará nadie por ella.” (Isa 34:9-11) Esas expresiones son muy gráficas y obviamente hiperbólicas. Sus arroyos y su tierra no se convirtieron literalmente en brea, ni su polvo en azufre y su humo ya no está subiendo hoy. Hoy en día es posible pasar por Edom sin problema. Además, vemos que la profecía de Isaías, aunque menciona a Edom por nombre, está dirigida a todas las naciones: “Acercaos, naciones, juntaos para oír; y vosotros, pueblos, escuchad. Oiga la tierra y cuanto hay en ella, el mundo y todo lo que produce. 2 Porque Jehová está airado contra todas las naciones, e indignado contra todo el ejército de ellas; las destruirá y las entregará al matadero. 3 Y los muertos de ellas serán arrojados, y de sus cadáveres se levantará hedor; y los montes se disolverán por la sangre de ellos.” (Isa 34:1-3) La profecía está llena de expresiones hiperbólicas de juicio que entendemos como simbólicas y no literales, tales como “entregar al matadero”, “los montes se disolverán por la sangre de ellos”, “se embriagará mi espada”, “su tierra se embriagará de sangre, y “su polvo se engrasará de grosura”, “sus arroyos se convertirán en brea, y su polvo en azufre, y su tierra en brea ardiente” “No se apagará de noche ni de día, perpetuamente subirá su humo”, etc. Entendemos que estas expresiones enfatizan la severidad del juicio, pero a la vez entendemos que son expresiones hiperbólicas que no pueden ser tomadas en sentido literal; los montes no literalmente se disolverán por la sangre, ni la espada ni la tierra se puede embriagar y el humo no sube perpetuamente. Mucho menos debemos entender de esto, que cada uno de los individuos de estas naciones está quemándose y echando humo hasta el día de hoy. El humo sube de las ciudades y no de los habitantes. Estas expresiones de juicio, a pesar de que sean gráficas, ni hablan de juicios que extienden más allá de la muerte física y destrucción de sus ciudades. También vemos más adelante en Isaías que el juicio contra las naciones no es eterno. En Isaías 60 vemos una clara referencia de la sanidad de las naciones que serán salvas y andarán a la luz de la Nueva Jerusalén y entrarán por las puertas que nunca serán cerradas, como vio Juan en Apocalipsis 21 y 22: “Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. 2 Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria. 3 Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento. 4 Alza tus ojos alrededor y mira, todos éstos se han juntado, vinieron a ti; tus hijos vendrán de lejos, y tus hijas serán llevadas en brazos. 5 Entonces verás, y resplandecerás; se maravillará y ensanchará tu corazón, porque se haya vuelto a ti la multitud del mar, y las riquezas de las naciones hayan venido a ti…. 11 Tus puertas estarán de continuo abiertas; no se cerrarán de día ni de noche, para que a ti sean traídas las riquezas de las naciones, y conducidos a ti sus reyes.” (Isa 60:1-5,11) Es más probable que el lago de fuego es una condición espiritual en vez de un sitio geográfico y los que están en ella están a la vista de la Nueva Jerusalén, pero sin poder entrar hasta que hayan cumplido su “parte” o condena. La invitación de la Esposa se extiende a todos que quieran, pero igual como ahora, nadie responde hasta que le sea consentido arrepentimiento y atraído por el Espíritu. Aunque ven la luz de la Nueva Jerusalén y oyen la invitación de la Esposa a entrar, permanecerán en el lago de fuego, hasta que se arrepientan de sus pecados y hayan sido purificados de sus inmundicias por el fuego y azufre purificador. Otra descripción de su condición es “las tinieblas de afuera”, una expresión que, tomada literalmente no es compatible con fuego literal, que siempre produce luz, especialmente en la densa oscuridad: “Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos; 12 mas los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.” (Mateo 8:11-12, cf. 22:13; 25:30) Los dos simbolismos son utilizados para expresar la experiencia de los que viven en rebelión contra Dios quien es un Fuego Consumidor y lejos de Él, quien es la Luz. El “lago de fuego y azufre” enfatiza castigo correctivo y purificación. Y las “tinieblas de afuera” enfatizan la exclusión de la gloria y resplandor de Su presencia (“Mas los perros estarán fuera…” Apo 22:15). El llorar y crujir de dientes será por estar observando de lejos el gozo de los santos en la Nueva Jerusalén y no poder entrar hasta que hayan cumplido su parte en el lago afuera, y el Espíritu los atraiga a la Nueva Jerusalén por la invitación de la Esposa. Otra causa de angustia será la realización de que ellos nunca tendrán el privilegio de ser de la Nueva Jerusalén, la Esposa del Cordero. Las bodas del Cordero ya habrán sido consumadas en la Segunda Venida de Cristo cuando viene por Su Iglesia. Cuando Cristo viene por Su Iglesia en la Segunda Venida, será arrebatada al cielo al lugar que Él ha preparado para ella, la Nueva Jerusalén. Desde allí celebrarán las bodas del Cordero y desde allí reinarán con Cristo sobre la tierra por mil años. Al final de los mil años todos los demás muertos serán juzgados delante del Gran Trono Blanco; Dios hará un nuevo Cielo y nueva Tierra y la Nueva Jerusalén descenderá del cielo sobre la nueva Tierra. Los demás de las naciones que son salvos habitarán la nueva tierra, pero no la Nueva Jerusalén que es la habitación de la Esposa del Cordero. “Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella”. (Apo 21:24). Los salvos de las naciones que no son la Esposa del Cordero andarán a la luz de la Nueva Jerusalén, pero no serán de la Nueva Jerusalén. Los de las tinieblas de afuera, en el lago de fuego, sufriendo daño de la Segunda Muerte, permanecen lejos de la presencia del Señor y del poder de Su gloria en las tinieblas de lo más afuera. Solo pueden ver de lejos llorando y crujiendo los dientes con la consciencia viva de lo que perdieron. Algún día les será concedido arrepentimiento y sus nombres también serán inscritos en el libro de la vida. Ellos entonces, también van a poder andar en la luz de la Nueva Jerusalén como los demás salvos de las naciones, y entrar por sus puertas que nunca serán cerradas, pero nunca serán la Esposa del Cordero. Los que responden a la invitación y lavan sus ropas, van a poder andar en la luz de la Nueva Jerusalén y entrar con los demás que han sido salvos de las naciones, para tomar del árbol de la vida para su sanidad; pero, a mi forma de entender, nunca tendrán el privilegio de ser la Esposa con el privilegio de entrar en la intimidad de la recamara del Cordero. Ese lugar está reservado exclusivamente para la Esposa del Cordero. Hasta el final vemos la distinción entre la Esposa habitando la Nueva Jerusalén y las naciones que andan a la luz de ella. Eso no es decir que, en la eternidad, esta distinción aun existirá, dado que Dios entonces será todo en todos, cuando todos estén sujetos a Él (1Cor 15:28). Pero por los siglos de los siglos, (i.e. mientras existe el tiempo), la Esposa estará invitando a quien quiera entrar a tomar del agua de la vida gratuitamente. Entonces vemos que las puertas de la Nueva Jerusalén en la nueva tierra nunca serán cerradas. La invitación sigue extendida a los que están afuera a lavar sus ropas y entrar por las puertas al río de agua viva y recibir sanidad tomando del árbol de la vida. Cristo reinará hasta que todos estén sujetos a Él. Entonces Él se sujetará al Padre para que Él sea todo en todos (1Cor 15:28). Esto no sería posible con el modelo tradicional, que no da otra oportunidad para reconciliación después del juicio del Gran Trono Blanco. Pero armoniza perfectamente con universalismo, que anticipa la restauración eventual de todos; cuando en el cumplimiento de los tiempos, todas las cosas serán reunidas en Cristo, tanto las que están en la tierra, como las que están en los cielos (Ef 1:10).
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