by George Sidney Hurd -- Como un Misionero que cree en la restauración final de todos, me han preguntado más de una vez: “Si crees que todos finalmente serán salvos, ¿Por qué pones en riesgo tu vida y la de tu familia predicando el evangelio y haciendo discípulos en una zona de conflicto armado?” Sin embargo, esta pregunta refleja un mal entendimiento fundamental de la doctrina bíblica de la salvación universal. Muy a menudo el Universalismo bíblico es confundido con una especie de Universalismo pluralista que dice que todos los caminos nos conducen a Dios, u otra forma aún más extrema del Universalismo que insiste que nunca hemos sido separado de Dios y necesitados de la salvación por la sangre redentora de Cristo – que todos somos dioses y simplemente necesitamos despertarnos a lo divino dentro de cada uno de nosotros. Tristemente, muchos maestros de influencia dentro de la Iglesia hoy en día están promoviendo una adaptación cristianizada de este mismo Universalismo Nueva Erísta. Según este punto de vista todo sentido de urgencia para proclamar el evangelio es eliminado, dado que, según ellos, el pecado jamás ha ocasionado una separación de Dios y la humanidad no necesita ser salva del pecado – simplemente necesitan despertar a la verdad que nunca ha habido una separación – que todo sentido de separación ha sido puramente imaginario. Según esta creencia, la humanidad simplemente se perdió de vista de la realidad de su propia divinidad o “la verdad de su ser,” y si no logran abrazar “el evangelio” acerca de su verdadera identidad en esta vida no hay gran pérdida, dado que la descubrirán al morir. Mientras es evidente que Jesús y Sus Apóstoles – de acuerdo con el Antiguo Testamento, enseñaban la restauración final de todos (Hch 3:21), ellos también muy enfáticamente destacaban la necesidad de arrepentirse y creer en el evangelio en esta vida para evitar morir en sus pecados, perdiendo la primera resurrección para vida y después teniendo que aparecerse delante de Dios en el Juicio del Gran Trono Blanco, recibiendo su parte o porción en el Lago de Fuego. (Juan 8:24; Juan 5:29; Apo 20:4-5,11-12,15) Jesús dijo que Él atraería eficazmente a todos a Sí Mismo, buscando y salvando a los perdidos hasta que la última oveja perdida esté segura en el redil, resultando en que solo haya un redil y un Pastor. (Juan 12:32; Lucas 19:10; Lucas 15:4; Juan 10:16). Sin embargo, Él nos eligió a nosotros para proclamar las buenas nuevas. A Él se le agradó salvar a los hombres por la locura de la prédica de la cruz. (1Cor 1:18,21) Él nos comisionó diciendo: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” (Marcos 16:15-16) Así que, mientras Jesús claramente enseñaba que todos finalmente serán eficazmente atraídos a Él Mismo, solo los que creen son salvos en esta vida. Los que mueren en sus pecados sin creer no tendrán parte en la primera resurrección. Ellos serán resucitados para el juicio después que el reinado de Cristo de mil años haya terminado. En ese tiempo todos cuyos nombres no se hallen escritos en el libro de la vida serán lanzados al Lago de Fuego purificador. A Pablo le fue revelado el misterio acerca de la culminación del plan de Dios para las épocas que es reunir a todos en Cristo en la dispensación del cumplimiento de los tiempos. (Ef 1:10) El vio que todos los que tuvieron su comienzo en Él (que incluye absolutamente todos), son sostenidos por Él y finalmente serán reunidos en Él. (Rom 11:36) Él también vio que al fin de las épocas cada rodilla se habrá doblado, y cada lengua habrá confesado a Jesús como Señor resultando en que Dios sea todo en todos antes de entrar en la eternidad. (Fil 2:10; 1Cor 15:28) Sin embargo, el conocimiento que poseía Pablo de ninguna manera disminuía su sentido de urgencia para buscar y salvar a los perdidos. Él dijo que constantemente ponía su vida en peligro para que de todos modos salve a algunos. Aunque sabía que pocos vendrían a la fe y arrepentimiento, siendo salvos en esta vida, él todo soportaba para que los escogidos para ser las primicias de esta época obtengan la salvación que es en Cristo Jesús. (2Tim 2:10, cf. Mt 7:13-14; Lucas 13:23-24) Pablo predicaba el evangelio, confiando que el Espíritu Santo convencería del pecado y traería a la fe en Cristo los que estaban ordenados para vida eterna (i.e. “a quienes era su tiempo ordenado para la salvación.”) (Hch 13:48) Él entendió que la elección de Dios no era caprichosa ni al azar sino por la gracia. (Rom 11:5-6) Su gracia se extiende a los pobres de espíritu que sienten su necesidad de la salvación. (Ef 1:4-6; 1Cor 1:26-29) Dios, en Su gracia, pasa por alto los altivos y autosuficientes y escoge a los que son los menores a ser los mayores y los últimos para ser las primicias de Su nueva creación. (Ef 1:12; Stg 1:18) En Hebreos 12:23 dice que los elegidos de esta época son la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos. No fuimos escogidos a la exclusión de los demás, sino para ser luz a las naciones para que el resto de los hombres sean atraídos a la luz de Cristo dentro de nosotros y sobre nosotros. (Hch 13:47, cf. Isa 49:6; Isa 60:3-5) En el tiempo de la manifestación de los hijos de Dios elegidos, toda la creación será libertada y restaurada. (Rom 8:18-23, cf. Hch 3:19,20) En las épocas venideras nosotros que primero esperamos en Cristo serán manifestados al resto de la creación para la alabanza de la gloria de Su gracia. (Ef 1:6,12; 2:7) Aun después del Juicio del Gran Trono Blanco vemos la Iglesia, que en ese entonces será la Esposa del Cordero, extendiendo la invitación a todos los de afuera de la Nueva Jerusalén a lavar sus ropas para poder entrar por sus puertas y tomar libremente del agua de la vida y comer de las hojas del árbol de la vida cuyas hojas son para la sanidad de ellos: “Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. 2 En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones… 14 Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad. 15 Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira… 17 Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.” (Apo 22:1,2,14,15,17) Así que, vemos que nuestra llamada y elección no es solo ser luz para las naciones de esta época, sino que también en las épocas venideras estaremos extendiendo la invitación a los que aún están afuera a lavar sus ropas para poder entrar en la Nueva Jerusalén. Jesús seguirá buscando y salvando a los perdidos hasta que la última oveja perdida este segura en Su redil y toda la creación haya sido reunida en Él. Seguiremos reinando con Él hasta que se doble la última rodilla, y la última lengua confiese a Jesús como Señor. Entonces Cristo entregará el reino al Padre y de allí en adelante el Dios trino será todo en todos. Algunos Universalistas, que son Inclusivistas, no reconocen la distinción entre lo que fue logrado en la cruz y su efectuación en el tiempo. Los Inclusivistas dirían que, como Cristo murió y resucitó por todos, entonces todos, incluyendo los satanistas y pedófilos, ya están reconciliados, salvos, perdonados y sentados con Cristo en lugares celestiales, sin la necesidad de arrepentimiento y fe de su parte. En este escenario el evangelio no necesita ser recibido por fe para que uno sea salvo, justificado y nacido de nuevo, dado que todos fueron incluidos en la muerte, sepultura y resurrección de Cristo hace 2.000 años. Mientras es cierto que todos fueron incluidos, también es muy claro que la obra redentora de Cristo no es contada a nadie aparte de la fe. Los que aún no hayan creído en Cristo todavía están perdidos y necesitan oír y recibir el evangelio acerca de la muerte de Cristo, Su sepultura y resurrección a favor de ellos. Cuando el carcelero de Filipos le pregunto a Pablo qué tenía que hacer para ser salvo, no dijo: “Ya eres salvo, solamente no lo sabe todavía.” No. Él le dijo: “Cree en el Señor Jesucristo y SERÁS SALVO.” (Hch 16:31) Él dijo, “si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, SERÁS SALVO.” (Rom 10:9) Además, él dijo que los perdidos no pueden oír y creer el evangelio para ser salvo a menos que lo prediquemos. Él dijo: “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?” (v.14) Cristo fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación. (Rom 4:25) Sin embargo, uno es justificado cuando cree, no antes. (Rom 5:1; 4:5) Hasta que uno crea en el evangelio, sigue condenado. (Juan 3:18) Él que cree en el Hijo tiene la vida, mientras él que no cree no tiene la vida. (1Jn 5:11-13) A menos que uno nazca de nuevo, no puede entrar ni ver el reino de Dios. (Juan 3:3-6) Pero solo cuando lo recibimos por fe nacemos de Dios. (Juan 1:12-13) Mientras en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados, pero todavía no. El orden para ser vivificados es primero Cristo, las primicias, y entonces los que son de Cristo cuando Él venga (los elegidos de esta época). Después es “cada uno en su debido orden” hasta la consumación cuando todos habrán sido vivificados. (1Cor 15:22-24) Entonces todos se habrían sido sujetados a Cristo, resultando en que Dios sea todo en todos. Pero, aunque esto fue un hecho logrado hace 2.000 años en la cruz desde la perspectiva de Dios, aún no ha sido plenamente efectuado en el tiempo – todos aún no han sido salvos y vivificados. Como dice el escritor de Hebreos, hay un “ya” y un “todavía no.” Esta es una realidad que tanto los Tradicionalistas como los Inclusivistas no toman en cuenta. Él dice: “Todo lo sujetaste bajo sus pies. Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él; pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas.” (Heb 2:8) Hay un “ya” y un “todavía no” en la efectuación del plan de la salvación universal de Dios. Es “ya” porque Dios ha determinado y es potente para salvar a todos, y Cristo hizo propiciación por todos. Pero es “todavía no” porque la sujeción no es obligada como los Parcialistas afirman. Dios ya reconcilió al mundo a Sí Mismo por la sangre de la cruz, pero la reconciliación requiere que ambos lados se concilien. Es por eso que hemos sido comisionado a proclamar a todos: “Dios reconcilió al mundo a Sí Mismo – ahora reconcíliense a Dios.” (2Cor 5:19-20; Col 1:20) Él Hijo se dio a Sí Mismo por todos, pero “para testimonio a su debido tiempo (i.e. “a cada uno en su orden en el día de su visitación”). Las prostitutas y cobradores de impuestos son entre los primeros en reconocer su necesidad de salvación y entrar al reino, mientras los fariseos y otros pecadores obstinadamente autosuficientes serán los últimos en entrar. (Mt 21:31,32) Ellos no entrarán hasta que se arrepienten de sus pecados y creen en el Señor Jesucristo. Dios podría obligar a todos a doblar rodilla en un instante si eso fuera lo que deseaba. La razón por qué llevará épocas enteras para que todos se sujeten a Él es porque es una sumisión voluntaria en la cual todos en su tiempo de visitación doblarán rodilla en adoración, declarándolo como su Señor, para la gloria de Dios Padre. Solo Dios conoce la condición de cada corazón. Solo Él sabe cuándo es el tiempo ordenado de visitación y salvación. Por ese motivo, no debemos confiar en ninguna fórmula rígida cuando compartimos el evangelio. Jesús, conociendo los corazones, se encontraba con las personas donde estaban en ese momento de sus vidas. A los que ya sentían el peso de su pecado, como la mujer descubierta en adulterio, el ladrón en la cruz o la samaritana en el poso, Él libremente extendía gracia sin poner condiciones. A los que se creían justos como el joven rico él les exigía algo que sabía que no podían alcanzar para que se desesperaran de la auto-salvación y le acudiera para recibir gracia. Como evangelistas necesitamos tener la mente de Cristo en comunión con el Espíritu Santo para poder de igual manera encontrarnos con las personas donde están en el momento. Dios ha jurado por Sí Mismo que todos lo mirarán y serán salvos. (Isa 45:22-24) Pero en Su infinita sabiduría Él ha elegido salvar a todos por la prédica de la cruz. Nosotros, la asamblea de los primogénitos elegidos, hemos sido comisionados a proclamar el evangelio eterno hasta que la última rodilla se haya doblado en sumisión alegre a Él. Entonces, en respuesta a los que piensan que la creencia en la reconciliación final de todos es un impedimento al evangelismo, insistiría que es una motivación mucho mayor para proclamar el evangelio que declara que Cristo verdaderamente es el Salvador del mundo entero y que Él exitosamente salvará hasta la última oveja perdida antes de finalmente entregar el reino al Padre, que creer como hacen muchos que, aunque Cristo vino a salvar al mundo, al final solo logrará salvar quizás un diez por ciento de los hombres, y consigna a los demás a tormentos sin fin. Creo que todos los ángeles del cielo esperaban ser el primero en tener el privilegio de proclamar la buenas nuevas a la humanidad diciendo: “No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo.” (Lucas 2:10)
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