por George Sidney Hurd
¿Quiénes son los Elegidos de Dios? ¿En qué se basa Su elección? ¿Qué de aquellos que no están entre los elegidos? ¿Es Su elección para la exclusión eterna de las demás personas? ¿No estaría Dios haciendo excepción de personas cuando elige a unos, mientras pasa por alto a otros? Aunque que hay diversas respuestas a estas preguntas, es mi convicción que las Escrituras nos ofrecen respuestas claras. En este blog estaremos comparando unas creencias prevalentes con lo que las Escrituras mismas nos enseñan acerca de la elección de Dios. ¿Quiénes Son los Elegidos? ¿Quiénes son los escogidos de Dios? Los Inclusivistas Universales responden diciendo que todos están incluidos como los elegidos de Dios. Sin embargo, mientras es cierto que todos finalmente serán salvos y restaurados, esta afirmación es errónea, tanto bíblicamente, como lógicamente. Por definición, en español, ni siquiera es posible que uno escoja a todos. Nuestras palabras escoger y elegir se definen como, “seleccionar algo o alguien como lo mejor o más apropiado entre dos o más alternativas.” En el griego la misma idea se expresa con la palabra ἐκλεκτός (eklektos) y sus cognados que son traducidos “escoger” o “elegir.” Está compuesto de la preposición ek, “fuera de” y laléo, “llamar o nombrar.” Por lo tanto, por definición significa, “llamar o nombrar un individuo o subgrupo de un grupo más grande.” Está muy relacionado con la palabra εκκλησια (eklesia), que a menudo es traducida “iglesia,” pero literalmente significa, “la asamblea de los elegidos.” Es un oxímoron decir que todos son los elegidos. No solamente la definición misma de elección excluye la posibilidad de que la elección sea todo inclusiva, sino que también vemos a través de las Escrituras que los elegidos son un subgrupo, escogidos del resto de la humanidad. Como las naciones no querían retener el conocimiento de Dios, Él las entregó a sus propios deseos (Rom 1:18-28). De todas las naciones, Él solamente eligió al pueblo de Israel. Moisés les dijo a los hijos de Israel: “Solamente de tus padres se agradó Jehová para amarlos, y escogió su descendencia después de ellos, a vosotros, de entre todos los pueblos, como en este día.” (Deut 10:15; 7:6). “A vosotros solamente he conocido de todas las familias de la tierra; por tanto, os castigaré por todas vuestras maldades.” (Amos 3:2) Así que, claramente, no todos eran los escogidos de Dios en el Antiguo Testamento. Igualmente, en el Nuevo Testamento vemos que los elegidos son un subgrupo relativamente pequeño escogido por Dios del mundo de la humanidad. Jesús dijo, “muchos son llamados, y pocos escogidos (eklektos)” (Mt 22:14). Jesús también deja en claro de que los elegidos de esta época son un subgrupo cuando dice: “Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos (eklektos)” (Mt 24:24). Él dijo que tiempos llegarán a ser tan severos que los días tendrán que ser acortados “por causa de los escogidos” (Mt 24:22). Definitivamente, Jesús no enseñaba que todos han sido escogidos, como afirman los Inclusivistas Universales. Pablo también habló de los elegidos de Israel en esta época como un grupo o remanente relativamente pequeño de la nación de Israel cuando él dijo: “Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia” (Rom 11:5). También Pedro dijo que debemos de procurar hacer firme nuestra vocación y elección (2Pedro 1:10). Es muy obvio que Pedro no pensaba que todos estaban incluidos entre los elegidos. Más adelante vamos a considerar por qué pocos son escogidos en esta época, pero claramente la aseveración hecha por los Inclusivistas Universales de que todos son escogidos no se puede sustentar, ni con las Escrituras, ni con la lógica. ¿En Qué se Basa Dios Su elección? Entonces, ¿qué es lo que vio Dios en nosotros que resultó en que nos eligiera? Si no fue basado en nada que vio en nosotros, ¿no sería Su elección de unos individuos sobre otros, parcialidad? Antes de ver lo que las Escrituras nos enseñan sobre este tema, necesitamos considerar algunas creencias erróneas acerca de la elección divina. Elección Condicional de los Pelagianistas Los Pelagianistas no aceptan que los hombres sean pecadores desde nacimiento. Niegan que heredamos la naturaleza pecaminosa de Adán y, por lo tanto, creen que el hombre tiene el potencial para vivir sin pecado. De esa creencia argumentan que la elección de Dios fue basada en las buenas obras que Él previó que haríamos. Sin embargo, las Escrituras son muy claras al mostrarnos que las obras del hombre son contaminadas por la carne pecaminosas a tal grado que aun nuestros logros independientes más destacados son trapos de inmundicia a los ojos de Dios (Isa 64:6). Jesús reprochó al joven rico por pensar que podría llegar a ser aceptado por Dios en base a sus buenas obras diciéndole: “¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo Dios” (Lu 18:19). Pablo establece que: “No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” y “por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él” (Rom 3:12,20). Si eso no fuera suficiente, Pablo también dice claramente que la elección no se basa en las obras de uno: “quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos.” (2 Tim 1:9) Aquí vemos claramente que la elección no se basa en nuestras obras, sino en Su propio propósito y la gracia o favor inmerecido de Dios. Pablo también presenta a Jacob y a Esaú como ejemplo para demostrar que la elección de Dios no se basa en nuestras obras: “(pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama), 12 se le dijo: El mayor servirá al menor. 13 Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí.” (Rom 9:11-13) Algunos Arminianos argumentan que, aunque es cierto que Dios no elige basado en obras hechas antes de ser salvos, Él, sin embargo, nos elige basado en las obras que previó que haríamos después de recibir a Cristo. Sin embargo, Pablo enfatiza que la elección de Dios sucedió antes de nacer para dejar en claro que las obras ni son un factor en la elección de Dios – o sean obras anteriores o subsecuentes de la salvación. La elección de Dios es según Su propósito y gracia, y la gracia excluye obras. Las buenas obras que siguen la salvación son la hechura de Dios obrando en nosotros. Son las evidencias visibles de la gracia transformadora de Dios y por eso no tienen mérito para que nos jactemos: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9 no por obras, para que nadie se gloríe. 10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” (Ef 2:8-10) Así que, podemos ver que Dios no nos escoge basado en nuestras propias obras de justicia que hayamos hecho, como afirman los Pelagianos y aún algunos de los Arminianos más legalistas. Mientras es cierto que las buenas obras serán evidentes en las vidas de los elegidos conforme van siendo transformados a la imagen de Cristo por la gracia, la elección es por gracia y no por obras. La elección de Dios se basa en Su gracia, y la gracia divina y las obras propias de uno se excluyen mutuamente: “Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia. 6 Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra.” (Rom 11:5-6) Aquí Pablo, de toda forma posible, enfatiza que la elección de Dios es solamente por la gracia. Él explica que, si la elección es por la gracia, entonces no puede ser por las obras; de otra forma la gracia deja de ser gracia. Sin embargo, a pesar de muchas declaraciones claras de las Escrituras, nuestra mente carnal a menudo persiste en la creencia religiosa de que la aceptación delante de Dios depende, al menos en parte, de lo que uno tome de las ramas buenas del árbol prohibido. Tenemos que ser renovados en el espíritu de nuestra mente para poder comprender plenamente que nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo. (Tito 3:5) Elección Condicional Arminiano Mientras que la mayoría de los Arminianos, al menos en teoría, niegan que nuestras obras son necesarias para nuestra salvación, sin embargo, insisten que la elección de Dios es condicionada en la decisión independiente y personal de fe. Según muchos Arminianos, Dios previó que íbamos a creer en el evangelio y que, basado en esa presciencia, nos eligió para la salvación. Sin embargo, la condición caída del hombre es tal que él es muerto, sordo y ciego – incapaz de ver, mucho menos creer en el evangelio aparte del nuevo nacimiento. Si hemos creído el evangelio, solo es porque nos fue dado creer (Fil 1:29). El hecho de que toda admonición a creer en el evangelio para salvación no menciona específicamente que no podemos creer sin la asistencia divina, no invalida las declaraciones específicas de las Escrituras indicando que la fe salvífica se origina en Dios y no en nosotros: “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.” (Jn 6:44) “pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho. 27 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, 28 y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. 29 Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.” (Jn 10:26-29) “y el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía.” (Hch 16:14) “Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna.” (Hch 13:48) Estas declaraciones claras de las Escrituras deben ser entendidas como implícitas en todos los demás pasajes donde los hombres son exhortados a creer, sin la necesidad de ver repetida en cada instancia la verdad que la fe es, por necesidad, un regalo de Dios. Los que son ordenados a creer recibirán la fe para la salvación, mientras que los demás seguirán siendo incapaces de percibir y creer de una manera salvífica hasta que llegue su tiempo señalado por el Padre. La Elección No-Merecida (Elección por la Gracia) Basado en el testimonio de las Escrituras acerca de la depravación total del hombre, los Calvinistas argumentan que la elección de Dios necesariamente tiene que ser incondicional. Las Escrituras indican que Su elección de nosotros se basa en Su afecto, Su propósito, y según el designio de Su voluntad: “según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, 5 en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad… 11 En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad.” (Ef 1:4,5,11; cf. 2Tim 1:9; Rom 9:11) Los pasajes que revelan la depravación total del hombre, tomados juntos con el criterio aquí presentado, podrían llevarlo a uno a concluir que la elección es incondicional – que la elección de Dios no se basa en ninguna condición humana en absoluto. Muchos dirían que el motivo de Dios en Su elección es enteramente dentro de Él mismo, y no tiene nada que ver con algo que Él ve en los que son escogidos. Algunos lo ven como si Su elección fuera al azar. Sin embargo, todo lo que el Padre hace es según un propósito específico y determinado, y tiene un motivo bueno y sabio. Además, se dice que Él encuentra deleite o beneplácito al elegirnos (Ef 1:5 eudokía), que implica algo mucho más que una decisión indiferente e incondicional, sin nada en los elegidos para motivar Su decisión. Es por esa razón que creo que un término mejor para describir Su elección de nosotros es “elección inmerecida” o “elección por gracia,” en vez de “elección incondicional.” La Base de la Elección Inmerecida La pregunta que se presenta es: Si el hombre es totalmente depravado, entonces, ¿En qué se basa Su elección, escogiendo algunos en vez de otros? También tenemos que preguntar cómo Dios puede escoger algunos sobre otros sin mostrar favoritismo, dado que Dios no hace acepción de personas. Sorprendentemente, la base de Su elección, al menos para la mayoría, es claramente revelada en Primera de Corintios, aunque la mayoría lo han pasado por alto. ¿Cuál es Su criterio para Su elección de nosotros? Pablo explica diciendo: “Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; 27 sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; 28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, 29 a fin de que nadie se jacte en su presencia.” (1Cor 1:26-29) ¿En qué se basa la elección de Dios según Pablo? No es a base de nuestra decisión de fe que Él previó. No se basa en obras de justicia que hayamos hecho o haremos. Se basa, no en los méritos humanos, sino en la falta de méritos; no en nuestra sabiduría, nuestras fuerzas o estrato social, sino que se basa en la carencia de ellos. Él ha escogido a los que no son nada en su propia estima – los pobres en espíritu, para mostrar Su gracia y misericordia a través de ellos. Somos escogidos a ser para la alabanza de la gloria de Su gracia en las épocas venideras (Ef 1:6; 2:7,10). Esto se puede observar a través de todas las Escrituras. Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes (Stg 4:6). Jesús dijo que Su llamado de individuos, que es integralmente relacionado con Su elección, se basa en la necesidad del individuo – no en sus méritos: “Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. 13 Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento.” (Mt 9:12-13) Dios, que es amor, por naturaleza es atraído a los necesitados, y es Su buena voluntad elegir a individuos según su necesidad. Aunque Esaú y Jacob se formaron juntos en el vientre, Esaú era el más fuerte y salió antes que su hermano, Jacob. ¿A quién eligió Dios? Él escogió al más débil – Jacob sobre Esaú, aunque Esaú técnicamente fue el primogénito. ¿En qué se basaba Su elección? Él escogió al débil, así como declaraban Jesús y Pablo. Cuando el Señor escogió un nuevo rey de la casa de Isaí para reinar sobre Su pueblo, ¿cuál de los hijos de Isaí eligió? Él escogió al más joven y débil. David, el escogido de Dios, ni fue tomado en cuenta por su propio padre y hermanos. Lo mismo se puede decir de José. Él fue el más despreciado entre sus hermanos. Gedeón fue elegido, siendo en su propia estima el menor en su casa, y su familia la más pobre de su región (Jueces 6:22). Y la lista no termina allí. Como dijo Pablo, casi no hay acepción a esta regla. Dios usualmente escoge lo más necio, débil, despreciado y los que son como si no fueran a los ojos de este mundo, para que ninguna carne se gloríe en Su presencia. La elección inmerecida de Dios podría ser ilustrada comparando a Dios con un restaurador de automóviles clásicos. Hay mucha diferencia entre un coleccionista de clásicos y un restaurador. Un coleccionista está buscando un auto en un estado perfecto. El restaurador, en cambio, escoge el antiguo clásico más descuidado y oxidado. El escoge lo que ha sido olvidado en un garaje o un establo como algo que ya no servía para nada. La gloria y placer del restaurador está en escoger algo considerado inservible y sin valor, convirtiéndolo en una maravillosa obra de arte. El clásico restaurado tiene un valor mucho mayor de lo que tenía cuando originalmente salió de la fábrica.
La gloria del restaurador está en volver algo a un estado mejor que nuevo y exhibirlo como hechura suya. Llega a ser una demostración de la habilidad del restaurador escoger algo aparentemente sin valor y no atractivo, convirtiéndolo en una obra de arte sin precio. De la misma manera, Dios ha elegido los individuos más necios, débiles, despreciados y olvidados de este mundo, convirtiéndolos en una nueva creación en Cristo Jesús. Entonces, en las épocas venideras, Él los exhibirá al resto de Su creación para la alabanza de la gloria de Su gracia (Ef 1:6; 2:7,10).
Los elegidos de esta época, sin embargo, no son los únicos que Dios restaurará. Nosotros solamente somos los primeros en esperar en Cristo (Ef 1:12). Solamente somos las primicias de Su nueva creación, escogidos para la alabanza de la gloria de Su gracia. La cosecha principal nos sigue. Somos la Iglesia de los primogénitos (Heb 12:23). La palabra primogénitos, aunque usualmente refiriéndose a los primeros en nacer, también puede referirse a los primeros en rango, los primeros de una especie, primero en una producción, y por lo tanto un molde para producción o un prototipo. [i] De hecho, nuestra palabra “prototipo” es derivada de prototokos. Somos escogidos, como la Iglesia elegida (eklektos eklesia), [ii] para ser los prototokos o prototipos de la nueva creación de Dios. No fuimos elegidos a la exclusión de los demás, sino para la plena inclusión del resto del mundo en las épocas venideras. Jesús, en Su oración intercesora, pidió, no solamente por los elegidos, sino por el resto del mundo: “Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son… 20 Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, 21 para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.” (Jn 17:9, 20-21) Esta oración de Cristo en el aposento alto comienza con Jesús orando primero por Sus discípulos. Los Calvinistas a menudo citan la frase, “no ruego por el mundo,” para sustanciar su doctrina de una expiación limitada. Sin embargo, si seguimos leyendo Su oración, vemos que sigue diciendo: “no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos.” Jesús aquí claramente se refiere a todos en esta época que llegarían a creer en Él por el testimonio de los doce y formarían parte de los elegidos y llamados – la Iglesia de los primogénitos. Sin embargo, esta oración no termina con ellos. Él continúa orando que todos ellos lleguen a ser uno con el Dios trino y uno los unos con los otros, de tal manera que resulte en que el mundo (Gr. kosmos) crea por medio de ellos. Los elegidos de esta época son escogidos por Su gracia para ser las primicias de la nueva creación que finalmente incluirá a todos: “El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.” (Stg 1:18) “En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, 12 a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo.” (Ef 1:11-12) “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. 19 Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. 20 Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; 21 porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.” (Rom 8:18-21) Toda la creación gime a una, esperando el tiempo de la manifestación de los hijos de Dios cuando toda la creación finalmente será restaurada. Al llegar la consumación de las épocas, Dios será todo en todos (1Cor 15:28; Rom 11:36), y no solamente nosotros que somos los elegidos de esta época, sino todos habrán sido restaurados y hechos nuevos: “Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.” (Apo 21:5) [iii] “a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo.” (Hch 3:21) Así que, podemos ver que la elección no es incondicional, aunque no hay nada en el hombre para merecer ser elegido. El corazón de Dios, lleno de gracia, es atraído a los débiles, a los pobres en espíritu y a los despreciados en este mundo. En lugar de que Su elección sea incondicional, vemos que es condicionado en, o mejor dicho basado en, el corazón de Dios siendo atraído a los más necesitados de Su gracia. Es una elección inmerecida. Elección basada en Conocimiento Íntimo “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.” (Rom 8:29) Otro factor en nuestra elección que es integralmente relacionado con la elección por la gracia, aunque es mal entendido por muchos, es el pre-conocimiento de Dios. Los Pelagianistas y los Arminianos ven el pre-conocimiento de Dios como nada más que Su pre-ciencia de eventos futuros. Según ellos, Él, o previó nuestras buenas obras, o nuestra decisión de fe, y nos escogió basado en ese conocimiento. Sin embargo, hay problemas con este entendimiento. En primer lugar, como ya hemos visto, el hombre es totalmente depravado e incapaz de ser salvo por obras o creer para la salvación de su alma aparte de la intervención de Dios. En segundo lugar, no dice “lo que antes conoció” sino “a los que antes conoció.” Hay una gran diferencia entre saber lo que hará alguien y conocer a alguien, aun en nuestro idioma. El Señor declara de Su pueblo Israel: “A vosotros solamente he conocido de todas las familias de la tierra” (Amós 3:2). También Jesús dirá a algunos, “Nunca os conocí” (Mt 7:23). Es obvio que Dios, siendo omnisciente, sabe todo detalle de las vidas de todos los que han vivido o vivirán en el futuro. Jesús, en un sentido intelectual, sabía todo lo que había en el corazón de todos los hombres: “Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, 25 y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre.” (Jn 2:24) Entonces, ¿en qué sentido se podría decir de Dios que antes conoció a unos, pero a otros no? Para un hebreo, hay un conocimiento distinto que expresa un amor particular e intimidad. La palabra conocer es a menudo utilizada en las Escrituras, desde Adán y Eva, como refiriéndose a la intimidad sexual, como vemos el término utilizado en referencia a la virgen María: “¿Cómo será esto? pues no conozco varón.” (Lucas 1:34) Es obvio que María no estaba refiriéndose al conocimiento en el sentido normal de la palabra, dado que es obvio que conocía a otros hombres y hasta estaba esposada con el varón José en ese tiempo. Ella claramente hacía referencia a la intimidad sexual. En el evangelio según Mateo vemos que José ya había llevado tiempo casado con María antes de conocerla: “Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer. 25 Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS.” (Mt 1:24-25) De la misma manera, podemos ver que el conocimiento de Dios en relación a Sus elegidos es un amor e intimidad particular, reservado para Su esposa elegida a quien antes conoció. “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo” (Rom 8:29). La Relación del Amor Particular de Dios con Su Elección No-merecida Ya debe ser evidente que la elección de Dios según la gracia y Su elección según Su anterior conocimiento son integralmente relacionadas. Dios es amor (agape). El amor no es algo adyacente a Su naturaleza esencial, como muchos teólogos afirman. Su amor agape es ajeno a la naturaleza humana y caída. Agape da en vez de recibir – es incondicional en vez de ser condicional. El hombre solo puede comenzar a amar con el amor agape cuando el amor de Dios haya sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo en la nueva creación. Nosotros amamos porque Él nos amó primero. Dios, en contraste con el hombre caído, es amor agape. Su amor es Su esencia y no simplemente un atributo adyacente. Todo lo que Él hace tiene que ser entendido como una manifestación de Su amor hacia un mundo caído. La gracia es una manifestación del amor agape, un amor que es centrado en otros e incondicional. Aunque es cierto que Dios ama a todos sin excepción de personas, Él es atraído como un imán a los más necesitados de Su gracia (favor inmerecido). Es por esa razón que Él escoge al necio, débil, despreciado y olvidado de este mundo. Su agape es para todos, pero, así como anticuerpos son atraídos a una herida abierta y atacada por bacterias dañinas, de la misma manera Su amor, gracia y misericordia son atraídos a los más necesitados. Él es el Salvador de todo el mundo, pero Él escoge a cada uno según su necesidad. Los que antes conoció y eligió en esta época son los más necesitados – los necios, débiles, despreciados y los que ni son tomados en cuenta por los demás. No es que Dios ama a unos en preferencia a otros, sino que Su amor y compasión son atraídos hacia los necesitados. El Padre del hijo pródigo también amaba al hijo mayor, pero su amor fue extendido de una manera particular al hijo que era consciente de su necesidad. Es por eso que las prostitutas y los publicanos entrarán al reino de Dios delante que los fariseos que confiaban en su propia justicia (Mt 21:31). Dios resiste a los altivos, pero da gracia al humilde. (1Pedro 5:5) “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados. 16 Porque no contenderé para siempre, ni para siempre me enojaré; pues decaería ante mí el espíritu, y las almas que yo he creado.” (Isa 57:15-16) Este pasaje no solo desbarata el mito no-bíblico de la ira eterna de Dios, sino también revela que Dios solo manifiesta Su enojo en amor con el fin de humillar al altivo para tenerle misericordia después. “Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos…. Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén” (Rom 11:32,36 NIV). Elección sin excepción de Personas Sabemos que no hay acepción de personas con Dios. (Rom 2:11; Ef 6:9; Col 3:25) Entonces, ¿Cómo puede ser reconciliada esta verdad con la doctrina Calvinista de una elección incondicional? No es posible. Si todos están en la misma condición y Dios simplemente escoge unos pocos a la exclusión eterna de los demás, entonces eso es parcialismo, no importa como uno intente explicarlo. El texto que usan para justificar su creencia en la parcialidad incondicional de Dios hacia algunos a la exclusión eterna de la mayoría se encuentra en Romanos nueve: “Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca” (Rom 9:15). Argumentan de esto que, como todos venimos de la misma masa de barro, depravada e indignos de misericordia, Dios es justificado en mostrar parcialidad, escogiendo a algunos para vida eterna y consignando a los demás al destino que todos igualmente merecemos, que es, según ellos, el castigo eterno. Sin embargo, esta es una interpretación superficial que no toma en cuenta todo el contexto de Romanos – en especial los capítulos desde el nueve al once. La Naturaleza Temporal de la Elección de Dios en Romanos 9 – 11 En primer lugar, podemos ver que la elección por la gracia de Dios hacia unos en oposición a otros, argumentada por Pablo en el contexto de Romanos 9 a 11, no resulta en la exclusión eterna de los no-elegidos, como los tradicionalistas argumentan, sino que Pablo está explicando por qué Dios temporalmente ha puesto a un lado a Israel para traer salvación a los gentiles. Para ilustrar su punto, él usa el ejemplo de la elección de Dios en escoger a Jacob sobre Esaú: “(pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama), 12 se le dijo: El mayor servirá al menor. 13 Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí. 14 ¿Qué, pues, diremos? ¿Que hay injusticia en Dios? En ninguna manera. 15 Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca. 16 Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.” (Rom 9:11-16) Que la elección de Jacob en lugar de Esaú no resultará en la exclusión eterna de Esaú es evidente. Aunque Esaú había despreciado la primogenitura, y la perdió con Jacob quien era el más débil de los dos, Esaú, sin embargo, también recibió el favor de Dios. Muchos han predicado sobre condenación eterna, usando la advertencia en Hebreos donde dice de Esaú que no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas (Heb 12:17). Sin embargo, si uno lee toda la historia en su contexto, descubrimos que fue la primogenitura que no podía recuperar, aunque la procuró con lágrimas, no su salvación eterna (Gén 27:30-40). No hay referencia alguna a su destino eterno. De hecho, Isaac bendijo a Esaú, aunque él no podía recuperar la primogenitura, debido a que Isaac ya la había entregado a Jacob (Heb 11:20). Podemos ver el favor de Dios mostrado a Esaú aun muchos años después de su muerte. Cuando llegó el tiempo para que los descendientes de Jacob, los Israelitas, entraran en la tierra de Canaán, Dios dio instrucciones especiales acerca de su trato hacia sus hermanos, los descendientes de Esaú: “Y Jehová me habló, diciendo: 3 Bastante habéis rodeado este monte; volveos al norte. 4 Y manda al pueblo, diciendo: Pasando vosotros por el territorio de vuestros hermanos los hijos de Esaú, que habitan en Seir, ellos tendrán miedo de vosotros; mas vosotros guardaos mucho. 5 No os metáis con ellos, porque no os daré de su tierra ni aun lo que cubre la planta de un pie; porque yo he dado por heredad a Esaú el monte de Seir.” (Dt 2:2-5) Si el odio de Dios hubiera sido absoluto y eterno, ¿por qué motivo estaría Dios advirtiéndoles a los Israelitas a no maltratar a los descendientes de Esaú? Si Esaú estaba en tormentos eternos, o si eso fuera su destino final, ¿por qué estaría Dios específicamente protegiendo a sus descendientes o defendiendo los territorios que Él había dado a Esaú mientras aún vivía? El odio de Dios no debe ser entendido en un sentido absoluto, que sería antónimo con el amor y el pecado, sino que debe ser entendido como amor subordinado a un amor mayor, tal como Jesús lo utilizaba (Lucas 14:26; cf. Mt 10:37). No es un odio que excluye el amor, sino un amor que aparenta ser odio cuando es comparado a una relación de amor aún mayor. Todo amor hacia los demás debe ser subordinado a nuestro amor por Dios. De la misma manera, el amor de Dios por Esaú era distinto a su amor por Jacob. Para un examen más a fondo acerca del “odio” de Dios, vea mi libro “El Triunfo de la Misericordia.” La naturaleza temporal de la elección de Dios de unos a la exclusión temporal de otros para cumplir Sus propósitos para las épocas es ilustrada en Su elección de Israel hoy en día. Aunque la elección es algo ya determinado en el corazón de Dios desde antes de la fundación del mundo, el llamado de los elegidos toma lugar en momentos específicos de la historia, y en vez de excluir a la mayoría, solo trata con la elección de algunos según sus propósitos temporales con el fin de finalmente incluir a todos en una reconciliación universal. Pablo, comenzando en el capítulo nueve de Romanos, explica, en respuesta a la resistencia anticipada de los judíos que confiaban en su propia justicia, la razón por la que Dios no está escogiendo a muchos individuos de su nación, Israel en esta época. Que este cambio de enfoque en la elección de Dios a solo unos pocos judíos es temporal es evidente en el capítulo once donde él dice: “Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia.” (Rom 11:5) Aquí Pablo, hablando de la elección predeterminada de Dios del tiempo presente, dice que solo incluye un pequeño remanente del pueblo de Israel. También dice que esta elección presente es según Su gracia y conocimiento anterior, como siempre ha sido. Esta secuencia temporal en la elección de individuos por Dios armoniza con lo que vimos acerca del tiempo de la salvación de los elegidos entre los gentiles: “y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna” (Hch 13:48). Cada individuo tiene su tiempo ordenado por Dios. Cuando llega el tiempo, el Señor abre el corazón de cada uno para creer para salvación. Sin embargo, como en el caso con la elección de Jacob sobre Esaú, Su elección de “este tiempo” no es el fin de la historia de la elección de Dios para Su pueblo escogido, Israel. Siguiendo la lógica de Pablo desde el comienzo de Romanos nueve al final del capítulo once, vemos que a fin de cuentas no solo un remanente de Israel será salvo, sino que todo Israel será salvo (Rom 11:26). Y no solo todo Israel será salvo, sino que finalmente todos los que se originaron en Dios serán reconciliados, volviendo a Dios. Observe qué tan claramente Pablo presenta esta conclusión en el capítulo once: “Digo, pues: ¿Han tropezado los de Israel para que cayesen? En ninguna manera; pero por su transgresión vino la salvación a los gentiles, para provocarles a celos. 12 Y si su transgresión es la riqueza del mundo, y su defección la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su plena restauración?” (Rom 11:11-12) Pablo aquí dice claramente que Israel solo fue puesto a un lado por un tiempo, y que todo Israel finalmente será restaurado. Pablo aquí también hace referencia, no solo a la salvación de los gentiles elegidos de esta época presente, sino también dice que la plena restauración de Israel resultará en aun mayores riquezas para el resto del mundo de los gentiles, mucho más de lo que hemos visto en esta época presente. Pablo revela el misterio de que Dios, en esta época presente, temporalmente ha puesto a un lado a Israel, y está llamando a Sí mismo un pueblo elegido, principalmente compuesto de los gentiles. Sin embargo, después que haya entrado el número completo de los gentiles en la Iglesia, todo Israel será salvo: “Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; 26 y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad.” (Rom 11:25-26) Al contrario de lo que muchos han dicho en la Iglesia a través de los siglos, Dios no ha rechazado para siempre a Su nación elegida Israel. Pablo deja esto en claro en los versos 28 y 29 donde dice: “Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres. 29 Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios.” Los versículos finales de Romanos once llegan a un crescendo donde Pablo es profundamente conmovido, contemplando el plan glorioso de Dios para las épocas: “Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos. 33 ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! 34 Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? 35 ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado? 36 Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.” (Rom 11:32-36) Pablo en el versículo 32, resume todo lo que había presentado desde el comienzo de la epístola de Romanos diciendo: “Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos.” En los primeros tres capítulos él establece que todos, tanto judíos como gentiles, han pecado y están todos bajo desobediencia (Rom 3:9, 22-23). Después, en Romanos 5:12-21 Pablo revela que todos los que fueron desobedientes en Adán recibirían misericordia, siendo justificados en Cristo, el último Adán. Entonces, Pablo prorrumpe en adoración a Dios por Su sabiduría inescrutable, culminando en la declaración que es inclusiva de todos: “Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén” (Rom 11:33-36). Todos los que son de Él (ek), refiriendo a sus orígenes, también existen por (día) Él, y finalmente serán restaurados o reconciliados a (eis) Él, refiriendo al destino final de todos. Este versículo es un resumen de lo que él dice también en Colosenses 1:16-20. Todo lo que fue creado por Él, finalmente será reconciliado a Él, por la sangre de Su cruz. La elección es por la gracia y según el previo conocimiento y amor de Dios. Es según Su propósito eterno, que en las épocas venideras seamos para la alabanza de la gloria de Su gracia cuando seamos manifiestos al resto de la creación, en los tiempos de la restauración de todos. Somos elegidos para el beneficio de los demás – no a la exclusión de los demás. Este artículo es un extracto de mi libro, La Solución Universal. [i] Exegetical Dictionary of the New Testament © 1990 by William B. Eerdmans Publishing Company. [ii] Tanto “elegido” (eklektos) como “iglesia” (eklesia) son derivadas de la misma palabra en el Griego. [iii] Nuestra palabra “cosas” no tiene equivalente en el griego. Tampoco siempre significa la forma neutro objetos inanimados como en el español. Cuando los traductores agregan la palabra “cosas” en contextos que obviamente refieren principalmente a personas y no objetos inanimados yo tomo la libertad de tachar la palabra agregada para mantener el enfoque en las personas como debe ser.
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